martes, 22 de julio de 2014

BELISARIO ROLDÁN [12.443]


Belisario Roldán

Belisario Roldán nació en Buenos Aires, Argentina, el 16 de septiembre de 1873 y se suicidó en Alta Gracia, el 17 de agosto de 1922. Fue político, poeta, orador, autor teatral, periodista argentino.

Realizó estudios secundarios el el Colegio Nacional Central, ingresó a la Facultad de derecho en 1889 y se doctoró en Jurisprudencia en 1896. Militó en las filas de la Unión Cívica Nacional y fue elegido diputado nacional en 1902. Fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua.

Dejó como legado cinco libros de poemas: La senda encantada, Bajo la toca de lino, Letanías de la Tarde, Llamas en la noche y Poesías completas. También cuenta su obra con dos tomos de narrativa, Cuentos de amargura (1917) y Las venas del arrabal (1920). Como dramaturgo ha escrito, El rosal de las ruinas, El puñal de los troveros (1921), Los contagios(1915), Luz de hoguera, Cosas de París entre un total de 29 obras.

Fue un gran orador, en 1909 se le encomendó asistir a la inauguración del monumento al general José de San Martín en Boulogne-sur-Mer (Francia), donde pronunció una recordada pieza oratoria que comienza: "Padre nuestro que estás en el bronce".

Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires.

Una avenida en BANFIELD, calles en Bahía Blanca en el corazón del Bº Noroeste, González Catán, otra en la ciudad de Buenos Aires (San Isidro) ,además en Zarate, en Mar del Plata y otra en el Barrio Uno de Ezeiza, pcia de Buenos Aires llevan el nombre Belisario Roldán en homenaje a su labor.

En Guernica, Pdo de Presidente Peron, Pcia de BsAs, la principal plaza lleva su nombre.




LA PÁGINA BLANCA 

Un poeta joven de la dulce Francia 
que lleva sin mengua su estirpe gloriosa, 
ha elegido en versos de suave fragancia, 
como la más bella, la página rosa. 
Yo elijo la blanca... Amo la blancura 
que es una infinita síntesis del día; 
adoro ese tono que evoca la albura 
llena de bondades de la Eucaristía... 
No es sólo la gama de las inocencias 
los tiernos jazmines, los lirios triunfales 
las hostias sagradas y las transparencias 
de los armoniosos corderos pascuales. 
No es sólo ese cándido y puro fulgor 
que en nobles pedazos engendra Carrara 
y que una "Sinfonía en Blanco Mayor" 
inspiró a otra lira francesa y preclara. 
Un canto más níveo que la estepa rusa, 
un canto muy blanco, muy blanco y muy frío 
y a cuyo contacto se animó la musa 
tres veces bendita de Rubén Darío... 
No es sólo la nieve, los cirios, la luna 
y el fondo divino que brilla en la tez... 
¡Es blanca, muy blanca, señora, la cuna, 
y es blanca, muy blanca, también la vejez! 
Vestidos de blanco venimos al mundo, 
de blanco dejamos después sus umbrales, 
y en el intermedio lírico y profundo 
son blancos, muy blancos, los velos nupciales... 
y las almas santas- esas criaturas 
que llevar parecen alas en el flanco- 
las almas sin mancha, solemnes y puras, 
sabedlo, señora: son almas en blanco! 






TRIUNFAL 

Hubo de todo en el romance aquel.. 
Flores, celos, amor, llantos, excesos; 
Y un día. un día sin luz, en uno de esos 
amargos días del invierno cruel. 

-Es preciso-dijiste- poner el 
punto final a nuestros muchos besos.. 
Debo partir y parto... dejo iIesos 
tu corazón, Poeta y tu troquel. 

No supe que decir... Tu voz tenía 
una extraña inflexión desconocida 
y eres dueño sin duda de tu vida.. 
Además, mi bohemia impenitente 
según es lo normal y lo corriente, 
estaba trasudando altanería.. 

Nos dimos el adiós de un modo triste... 
Tú bajaste los ojos, yo la frente: 
Hubo un silencio largo; gravemente 
sonriendo tus labios. y partiste. 

Cuando ya lejos hacia mí volviste 
la faz turbada, dolorosamente. 
atravesó los oros del poniente 
un adiós postrimer que no dijiste... 

Mas escucha, mujer, lo que sentí... 
Sentí bajo el arrullo del pañuelo 
remoto que agitaba; un consuelo 
que en un instante serenó mi mal; 
-sentí que tu existencia inmaterial, 
prófugamente se quedaba en mí 

¡Qué vale que el destino se la lleve 
-pensé entonces irguiéndome en la playa- 
ni que a otras tierras ignoradas vaya 
ni que otras fuentes del amor abreve! 

¡Qué vale que su pie nervioso y leve, 
musa traviesa de mi ciencia .gaya, 
errando sin cesar bajo la saya 
busque la senda del olvido aleve! 

¡Qué vale que del vaso huya el jazmín 
si se ha trocado el vaso en la redoma 
donde yacen su espíritu y su aroma! 

¡ Qué vale que te alejes, fugitiva, 
si suspensa a una rama siempre viva 
has quedado hecha flor en mi jardín! 







El Adiós 

Y bien, compañera, ha llegado el día 
el día y la hora del último beso... 
Nada de sollozos, ¡no caigas en eso! 
Tienen estos trances su melancolía; 
pero hay que ser fuertes, como te decía 
ayer por la noche, mi mejor amigo... 
Toma tu sombrero, toma tu manchón, 
y arrópate bien... aquí está el abrigo, 
hay un frío afuera y una cerrazón... 

Echemos con calma la llave al romance; 
era tiempo ya de ponerle fin, 
no hay sueños eternos ni rosa que alcance 
a adornar por siempre la paz de un jardín. 

Yo ...recobro toda mi soberanía, 
tú recobras toda la gran libertad ; 
y no podrá el tiempo, ni la lejanía, 
ni las nuevas cosas, ni mi soledad, 
borrar el perfume del idilio grave, 
los buenos amigos me hablarán de ti; 

"Sigue tan hermosa, tan fina, tan suave; 
ayer, casualmente, de tarde, la vi..." 
Y yo sonreiré ...con cierta ternura 
y un gesto muy vago, como paternal, 
mientras los recuerdos harán su conjura 
trayéndome en brazos tu carita oval, 
tus ojos, tus gracias y tus ardimientos 
Se puede, ¡que diablos!, vivir otra vez, 
a pura memoria los buenos momentos. 
El amor, querida, igual que el ciprés 
conoce el secreto del verdor eterno, 
así, cuando partas dentro de un instante, 
cuando en este día brumoso de invierno 
transponga esa puerta tu gracia fragante 
para no volver, simultáneamente 
irás avanzando sobre mi pasado; 
y yo te aseguro que entrarás de frente, 
reina y soberana, al templo sagrado... 

...Después, algún día -un día cualquiera- 
sin haberlo el uno ni el otro deseado, 
nos sorprenderemos, buena compañera... 
y en el bosque alegre, o en el cabaret, 
del brazo de un hombre distinto de mí, 
más linda que nunca te reencontraré 
y un poco del duelo que palpita aquí 
nublará de golpe tu faz y la mía 
desplegando un punto sobre nuestra frente 
sus dos grandes alas... la melancolía... 
Y al volver a casa, displicentemente, 
evocando tiempos que fueron hermosos, 
mientras me despojo del gabán y tiro, 
sin saber adonde, los guantes rugosos, 
llenaré la alcoba con un gran suspiro... 

No llores querida...No hay por qué llorar. 
Arréglate el pelo, toma tu manchón, 
la cartera de oro, la piel de renard. 
Hay un frío afuera y una cerrazón.





El doctor Belisario Roldán en San Pedro
  
    Colaboración Julia McInerny


Entre los acontecimientos importantes que motivaron el interés del pueblo de San Pedro casi cien años atrás, en septiembre de 1911, se cuenta sin duda la visita efectuada por el doctor Belisario Roldán, “una de las personalidades más descollantes por su inteligencia y por su cultura”, según las palabras de El Independiente del 3 de septiembre de 1911. Para ese entonces, a los 38 años de edad, era un orador brillante, con el estilo propio de la época que hoy parecería excesivo y recargado pero que en aquel tiempo despertaba admiración. Belisario Roldán nació en Buenos Aires el 16 de septiembre de 1873 y se suicidó en Alta Gracia, Córdoba, el 17 de agosto de 1922. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y luego en la facultad de Derecho donde se doctoró en 1896. Militó en las filas de la Unión Cívica Nacional y fue elegido diputado nacional en 1902. Fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua.
  
De su producción literaria dejó como legado cinco libros de poemas: La senda encantada, Bajo la toca de lino, Letanías de la Tarde, Llamas en la noche y Poesías completas. También cuenta su obra con dos tomos de narrativa, Cuentos de amargura (1917) y Las venas del arrabal (1920, y las piezas teatrales Luz de hoguera; El mozo de suerte; La niña a la moda; El rosal de las ruinas y El puñal de los troveros.
     
El periódico El Independiente en su edición del  10 de septiembre de 1911 informaba que... “El domingo pasado llegó a la localidad el eminente orador Dr. Belisario Roldán, quien dio en el salón del Centro Español las dos interesantes conferencias que tenía anunciadas” Así iniciaba su comentario sobre la visita realizada a San Pedro por el joven y talentoso escritor, que en esa oportunidad desarrolló las dos disertaciones previstas: en la primera, el domingo 3 de septiembre, narró con su estilo elocuente amenas experiencias de sus viajes por Europa, recibiendo entusiastas aplausos de la concurrencia.
  
En la segunda conferencia, que se llevó a cabo al día siguiente, lunes 4, desarrolló el tema Caridad y el socialismo entre nosotros, explicando sus impresiones sobre la teoría de Carlos Marx, las que expuso con su tesis jurídica y económica; se refirió luego a “la caridad, corolario ineludible de la frase haz el bien por el  bien mismo, es de mi parte una palabra de congratulación para las nobles damas que me honran con su presencia en este recinto, dedicarles mis pensamientos relacionados con la caridad y en particular a los niños sumidos en el dolor”, conceptos sin duda destinados a las damas sampedrinas que integraban la comisión de ayuda a los niños pobres. Según el periódico, ”El Dr. Roldán ha sido muy felicitado y agasajado por los amigos que han tenido el honor de acompañarlo en las dos conferencias, y su nombre se ha popularizado en esta ciudad.”

Sigue la crónica relatando que... “El Dr. Roldán visitó en su corta estadía entre nosotros varios establecimientos públicos, entre ellos la Escuela Normal, dejando en el libro de visitantes de la Biblioteca Popular este pensamiento: La civilización tiene en cada comuna un aliado y un enemigo. El aliado se llama Biblioteca Popular; el enemigo suele llamarse Política.”

También estuvo presente en la fiesta del Árbol, que con la asistencia de numerosas familias, vecinos y alumnos, se efectuó ese domingo 3 de septiembre en el paseo Juan de Garay, donde el presidente del Consejo Escolar, señor Vicente Yanzón, explicó el significado de la ceremonia y recomendó a los niños el cuidado y la conservación de los pequeños ejemplares que se iban a plantar.  A continuación el doctor Belisario Roldán  improvisó unas palabras alusivas, siendo calurosamente aplaudido.

El periódico refiere que...”En la noche del lunes fue obsequiado con un banquete en el Club Unido, al que asistieron los siguientes señores: Dres. B. Roldán, A. Noceti, R. Cavia, P. Cano, señores A. Dinard, J. Mamberto, N. Perazzo, J. Gründwaldt, S. Kiernan, J. Troglio, L.F. de Las Heras, M. de Las Heras, L. Perazzo, L. Millán, J. Llago, J. C. Parborell, J. Biedma, V. Yanzón y R. Domínguez.” Se menciona además que el banquete fue ofrecido por el señor Luis J. Perazzo, quien invitó a brindar por el homenajeado y por su bella prometida.
  
De acuerdo con la información periodística “El ilustre orador regresó a la capital federal el martes, desde donde envió el miércoles el siguiente telegrama:” Al llegar a Buenos Aires, envío un cariñoso saludo a mis amigos de esa ciudad, en la cual tal vez porque lleva el nombre del portero celestial, he adquirido la sospecha de que por ahí cerca debe estar el cielo._Belisario Roldán.” ... “Según se nos ha manifestado, el Dr. Roldán lleva las mejores impresiones de esta ciudad y ha prometido visitarla nuevamente  en el próximo mes de enero.” 

El periódico no registra información sobre el cumplimiento de esta promesa en la fecha prevista. Los ecos de esta visita se perdieron en el tiempo y luego, superados los comentarios sobre la prematura y trágica muerte de Belisario Roldán, su nombre se fue opacando lentamente hasta el punto de ser poco recordado. Aunque en la memoria de varias generaciones hayan quedado grabadas las estrofas de uno de sus clásicos poemas, tantas veces repetido en la infancia: 


“¡Caballito criollo del galope corto,  
del aliento largo y el instinto fiel! 
¡Caballito criollo que fue como un asta 
para la bandera que anduvo sobre él¡ 
¡Caballito criollo que de puro heroico 
se alejó una tarde de bajo su ombú 
y en alas de extraños afanes de gloria 
se trepó a los Andes y se fue al Perú! 
¡Se alzará algún día, caballito criollo, 
sobre una eminencia un overo en pie; 
y estará tallada su figura en bronce, 
caballito criollo que pasó y se fue!.
                                                                                      







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