Ismael Domínguez
(Tacoronte, Tenerife, 1900 - 1931) La intensa actividad de Ismael Domínguez se vio interrumpida por una enfermedad que acabó con su vida a la temprana edad de treinta años. Sin embargo, logró afianzar una obra poética que, aun no siendo publicada en libro, vio la luz en diversas publicaciones como Hespérides, El Progreso, La Mañana o ABC. Domínguez fundó y dirigió la revista Letras (1922) y fue incluido en la célebre Antología de la poesía canaria de Pérez Minik, quien hacía referencia en ella a la melancolía característica de la poesía de nuestro autor.
Nació el 25 de julio de 1900 en Tacoronte. Periodista de renombre y, según Pérez Minik, su formación autodidacta se cimentó, desde muy joven, sobre una fuerte vocación literaria. Fundó y dirigió en Santa Cruz de Tenerife la revista “Letras”. Fue redactor de la revista “Hespérides” de 1926 a 1929 y de los periódicos “El Progreso”, “La Mañana” y “La Tarde” (1927-1931). También intentó una incursión en el mundo periodístico madrileño en el “ABC” y “Cosmópilis”.
Murió a los 31 años en su pueblo natal, haciéndose eco de la noticia toda la prensa escrita del momento.
SELECCIÓN DE POEMAS POR: José Manuel Martín Fumero
Fue… ¿fue acaso ese país un país encantado,
donde una princesita llorase la añoranza
de sus dulces ensueños de amor y de esperanza
al recordar la gracia de algún príncipe amado,
o fue tal vez un país de gentílicas diosas
que gustaran contemplarse en las aguas verdosas?
¿Fue quizá un vergel,
donde flores sin nombre de fragancias de miel
brindasen al viajero su perfume inmortal,
o acaso fue un palacio de risueñas ondinas,
recamado de perlas y de espumas marinas,
erguido sobre el agua como un esquife irreal?
“Himnos de Gesta” aparece en Hespérides, nº. 40, Santa Cruz de Tenerife (3-10-1926).
[…]
...El viento siembra brisas por todos los celajes
y al beso caricioso
de las auras marinas
las olas se columpian ansiosas de alborozo,
en un arrullo lánguido de tiernas golondrinas
cantando a coro todas para después reír...
[…]
Descendiendo los montes avanza una mesnada
de indígenas soberbios… Un clamor formidable,
de grandiosa fiereza, por todas partes cunde,
y entre el pavor inmenso que la batalla infunde
llora un llanto de rabia la raza venerable…
[…]
Mi culpa
... Y dejar de ser malos...
... Y volver a nosotros cual vuelve el descreído
hacia la cruz.
... Y lavarnos el alma,
y arrancarnos la escoria
que el trajín de la vida nos pegó al corazón.
... Y vivir el milagro de una nueva niñez...
Y andar, andar...
... Un camino... Un camino muy blanco...
Siembras
Pan...
Cuerpo,
porque sabe a caricias de dolor de la carne,
porque es risa y es lágrima,
porque es alegre y dulce, como el vino y la miel.
Pan...
Alma,
porque es hostia y es luz.
Divino primor de nuestras manos.
Palabra de Dios.
Pan...
Almas niñas en la siembra,
vidas blancas
como estrellas diminutas sobre el surco abierto al sol.
[…]
Palabra de mi verso
[…]
(Sepulcro de las voces
de mis estrofas íntimas
-clamorosas y alegres-,
con el temblor mimoso de aquel júbilo nuevo
de la primera fiesta
en que diera a los aires
el repique labrado de mis sueños de luz).
Yo presiento la hora
que ha de nacer mañana.
He de beber en ella,
con el virgen milagro de su nuevo color,
todo su encanto virgen,
y su frescura fuerte,
y la gracia pujante de su ritmo y su voz.
Poema infantil
Hoy he querido –a olas- entretener mis manos
en desflecar las hebras
de un nuevo sol...
(Me enrollaría con ellas todo mi cuerpo,
y un gran milagro
-luz de mi carne-
me haría lucero que se olvidaba de su palacio
de allá en los cielos
-azul, azul-,
para lanzarse por los caminos, como un Dios niño,
a poner iris y auroras nuevas
sobre la tierra,
sobre la mar...)
... Mis manos tienen nostalgias
de aquel juego en que quisieron desflorar un nuevo sol.
Horas
Y tener el alma –como un claro espejo-
sobre el panorama que se presintió…
Y captar su gesto,
si ritmo,
su luz.
…Anticipaciones de una nueva hora
-jubilosa y fuerte-
que labra los fuegos
del nuevo crisol…
Donde ha de quemarse
nuestra voz anciana –nuestra voz anciana-,
impasible y muda,
llena de la nieve de los muchos años,
de los muchos siglos de su gran vejez…20
Nocturno
[…]
... Y fue como un mundo nuevo,
estridente en la algazara
de extrañas y viejas voces,
sucias de tumba y de larva.
... Y fue el labrar del misterio
en las sombras de la sala...
Y fueron las sombras negras
-fugaces-, desenterradas,
llenas de pavor de ausencia,
de mil miradas vacías,
de mil pupilas fantasmas,
riéndose de mis sueños
desde la noche agorera
del silencio de la estancia.
Mi dolor –el de ahora- es un dolor ya viejo.
Un dolor de silencios, de nostalgias, de ausencias.
Un dolor de vacío…
El dolor de vacío de las horas ahogadas
en el hondo naufragio de las cosas ya muertas.
Mi corazón –vigía-
tiende sus reflectores de recuerdos,
y un horizonte de años
-un horizonte viejo-
quiebra las lanzas blancas de mi faro,
encendidas de ausencias, de silencios…
[…]
Como la frente de los niños
Hierro…
Hierro…
Hierro…
En todos los caminos. Y en las almas
Hierro…
Hierro…
Hierro…
¡Mi yunque! ¡Mi martillo!
Sea yo mismo mi fuego…
Sea yo mismo mi fragua…
…Hasta quemar mis odios,
mis orgullos, mis ansias…
Hacerme un alma nueva,
una buena y sencilla y humana palabra.
[…]
Motivos de gitanería
Una mirada larga
-buída, negra-.
Una mirada larga...
Estudiante de crimen
en todos los caminos y en todas las tabernas.
... Sobre el alto tablado
-oliendo a humo, a vino, a pena-,
la canción bailadora
de mil escorzos niños...
La canción bailadora
de una carne en dolor...
Tostada por los vientos de largas romerías,
herida en los asaltos de mil encrucijadas...
[…]
Simple romero…
Y ser romero, romero…
Sin aljabas,
sin caminos,
sin horizontes ni puertos.
Romero.
Simple romero…
Para vaciar mis sonajas
sobre las fugas del viento.
Romero.
Simple romero…
Para robar en la noche
la plata de sus luceros.
Romero.
Simple romero…
Para beber vino azul
en los lagares del cielo.
Campanario de la primavera
Todas las tardes
la niña
se va solita a la fuente.
Baja el camino,
saltando,
como una garcilla leve.
Sobre sus ojos
la gracia
de un blanco abril muy alegre.
[…]
Tratado de las tardes nuevas
Un pedazo de niebla
se encarama en la torre del pueblo.
La tarde –toda de gris-
es un gris ataúd de silencio.
... A Santa Catalina
-por el Camino Nuevo-
baja la fila negra de un entierro...
Por entre mi ventana
cruza un aire tajante de hielo.
Poemas
Aquel cielito.
-El de ayer.
Tan bonito...
Grana y azul y naranja.
Parecía...
Parecía un pañolito
-bordado con vino y sol-
para una virgen gitana.
Y este cielo.
-El de esta noche.
Qué pena me causa verlo...
Abierto frente a mi alcoba,
sus mil heridas de plata
parecen un acerico
de lágrimas.
Tu nave
Rubio,
tu pelo,
en el aire,
era un racimo de sol.
Oro claro
tempranero,
todo aromado de abril.
Era tu risa
una nave...
Tus ojos, dos lucerillos
pintados de noche azul.
Una mañana
-¿te acuerdas?-
tu nave llegó a mi puerto...
Entre los labios traía
un cargamento de mil.
Regatas
Veinte lonas veleras.
Veinte quillas ligeras
en la pista joyante del mar.
Veinte gritos de espumas.
Veinte gritos de viento y de sol...
(Lejos,
el horizonte
-colgándose del cielo-
parece un aro azul.)
... Una niebla de oro
en la comba lejana...
Y en el agua del aire
un ¡hurra! jocundo y triunfal.
¡Hosanna, vencedores!
¡Victoria, capitán!
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