Alekséi Konstantínovich Tolstói
Alekséi Konstantínovich Tolstói (Ruso: Алексей Константинович Толстой). El Conde Alekséi Tolstói, conocido poeta y dramaturgo ruso, nació el 24 de agosto (5 de septiembre) de 1817 en San Petersburgo. Su madre Anna Alekséevna Peróvskaya se casó en 1816 con el anciano Conde Konstantín Petróvich Tolstói, hermano del conocido pintor-medallista Fiódor Tolstói. La pareja no fue feliz y pronto se separaron. En su autobiografía Tolstói escribe que a las seis semanas de nacido su madre se lo llevó a Malarusia (actual Ucrania) con su tío materno Alekséi Alekséevich Perovski, conocido también en la literatura ruso bajo el seudónimo de Antón Pogoreslki y quien lo educó en sus primeros años de vida. Vivió allí hasta los ocho años, cuando se trasladaron a San Petersburgo. Allí, con ayuda de Zhukovski, amigo de Perovski, el joven Alekséi fue presentado al heredero del trono, Aleksándr II de la misma edad, convirtiéndose en uno de los compañeros de juego del tsarévich. La relación entre éstos se prolongó durante toda la vida de Tolstói.
En 1826 Alekséi, junto con su madre y tío, se trasladó a Alemania, en donde lo marcó profundamente la visita a W. Goethe, quien lo cargó sobre sus rodillas. También lo marcó profundamente su viaje a Italia, en donde vio y conoció el arte italiano. Escribió en su biografía: “Empezamos por Venecia, en donde mi tío hizo una extraordinaria adquisición en el antiguo palacio de Grimani. De Venecia fuimos a Milán, Florencia, Roma y Nápoles. En cada una de estas ciudades fue creciendo y creciendo mi amor y entusiasmo por el arte hasta tal punto que al regresar a Rusia caí en un estado de “sufrimiento por la patria”, en un tipo de desesperación y por eso perdí el apetito y por las noches sollozaba cuando mis sueños me llevaban de vuelta a mi paraíso perdido”. Con una excelente preparación, hacia la mitad de los años 30 Tolstói pasó a formar parte de los llamados “jóvenes de archivo” del Ministerio de Relaciones Exteriores. Como “estudiante de archivo” en 1836 se fue a Frankfurt-am-Maine como parte de la misión rusa en ese país. Ese mismo año Perovski falleció dejándole una inmensa fortuna.
Más tarde ingresó a la Segunda División de la Cancillería Real y continuó viajando por Europa. En 1855 durante la guerra de Crimea, Tolstói quiso organizar una división militar voluntaria, pero no lo logró e ingresó al regimiento de fusiles de la familia imperial. No tuvo que participar en ninguna batalla, pero casi muere de una fuerte tifoidea.
Durante la enfermedad, cuidó de él la esposa del Coronel S.A. Miller, con la que después se casó. Las cartas a su mujer de los últimos años de su vida están llenas de ternura, característica también de los primeros años de matrimonio muy feliz.
En 1856 durante su coronación, Aleksandr II nombró a Tolstói Maestro de Ceremonias de palacio, y después, cuando Tolstói quiso quedarse en el servicio militar, lo nombró “Gran Maestre de la Caza Real”. Conservó dicho título hasta su muerte, incluso sin prestar ningún servicio.
A mediados de los años 60 y debido a problemas de salud, empezó a pasar la mayor parte del tiempo en el extranjero: en verano en diferentes balnearios, en invierno en Italia y el sur de Francia, y algunas temporadas en Rusia en sus haciendas, en donde murió el 28 de septiembre de 1875.
Tomado del Diccionario biográfico ruso (Русский биографический словарь)
Universalismo cristiano
de Aleksey Konstantinovich Tolstoy
Meditaciones sobre su poesía de “arte puro”
III.
El objetivo y la predestinación del arte y de la poesía,
según A.K.Tolstoy
“Porque lo invisible de Dios, desde la creación
del mundo, se deja ver a la inteligencia a través
de sus obras: su poder y su divinidad…”
(Rom 1, 20)
Con esta concepción del mundo de A.K.Tolstoy, que hemos presentado en el capítulo anterior, está ligada, naturalmente, su posición respecto al arte en general, a la poesía particularmente y también a la predestinación del artista o del poeta.
Ya en el fragmento del poema « Juan Damasceno”, citado en el capítulo anterior , el poeta dice que “en los poemas del cantor” suena aquel “recóndito crisol, en el cual los prototipos hierven”. Es decir, el cantor canta aquellos originales, cuyas “sombras sigilosas” son las bellezas terrenales (“los tesoros del universo”, por la expresión del poeta). En esas palabras ya vemos su posición respecto a la predestinación del arte, la que él ve en el descubrimiento de la belleza y de la perfección de los prototipos de la Creación, o, en otros términos, en el descubrimiento de la Gloria de Dios exparcida por toda la naturaleza. En su verso libre “¡En vano, artista, te crees que eres el creador de tus obras!…” A.K.Tolstoy dice que estos prototipos “siempre flotaban sobre la tierra, invisibles para los ojos” y reflejando “la profunda verdad universal”. Todo artista es llamado a captarlos y manifestar en su obra. Ésta sólo entonces es verdadera, cuando sonido por sonido, color por color, “palabra por palabra se asemeja a su imagen eterna”. Aquí presentamos el verso entero en nuestra traducción como todos los demás.
(verso libre)
¡En vano, artista, te crees
que eres el creador de tus obras!
Siempre flotaban sobre la tierra, invisibles para los ojos.
¡No, no era Fidias el que erigió el monumento
al glorioso Zeus olímpico!
¿Acaso era Fidias el que inventó esa frente,
esa crin de león, la mirada cariñosa y regia de debajo de las tinieblas
de las cejas tonantes?
No, no era Goethe el creador de Fausto el grande,
que en la veste de Alemania antigua, mas en la profunda
verdad universal,
palabra por palabra se asemeja a su imagen eterna.
O Beethoven, cuando hallaba su marcha fúnebre,
¿acaso de sí mismo sacaba esa sucesión de acordes
que desgarraban el corazón,
este llanto del alma inconsolable sobre la gran idea perdida,
sobre el derrumbe de los mundos claros
al abismo desesperado del caos?
No, esos sonidos siempre sollozaban en el espacio infinito,
Pero él, sordo para la tierra, escuchó los sollozos sobrenaturales.
En el espacio hay muchas formas invisibles
y muchos sonidos imperceptibles,
Hay muchas combinaciones prodigiosas tanto de
palabra como de luz,
Mas los transmitirá sólo aquel, quien sabe ver y escuchar,
quien, al captar apenas un trazo del dibujo, un acorde
armonioso o una palabra,
baja toda la obra ante los ojos del mundo sorprendido.
Oh, envuélvete, poeta, en la oscuridad, envuélvete en
el silencio,
Sé solitario y ciego como Homero, y sordo como Beethoven,
Pero afina fuertemente tu oído y tu vista espiritual.
Y verás que así, como sobre la llama de repente se destacan
los renglones de la escritura oculta,
Aparecerán ante tus ojos cuadros,
Desde la oscuridad poco a poco se revelarán los colores,
las formas se harán cada vez más palpables,
Las combinaciones armoniosas de las palabras se
entrelazarán en un claro sentido...
Mas tú en este instante, habiendo contenido la respiración,
sólo escucha y mira,
Y después, creando, recuerda tu visión fugaz!
De ahí se ve que A.K.Tolstoy considera que la predestinación del artista es hacer copias exactas de las “formas invisibles”, de los “sonidos imperceptibles” y de “muchas combinaciones prodigiosas tanto de palabra como de luz”, que existen en el espacio. En estas formas, sonidos, palabras y colores está consagrada toda la historia de la Creación desde su principio hasta su glorioso fin. También está refrendada en ellos la tragedia de la caída del hombre, como el “ llanto del alma inconsolable sobre la gran idea perdida, sobre el derrumbe de los mundos claros al abismo desesperado del caos”.
La tarea del poeta es “ al captar apenas un trazo del dibujo, un acorde armonioso o una palabra”, completar el resto y bajar la imagen, es decir, presentar “toda la obra ante los ojos del mundo sorprendido”. Mas para eso él debe desconectarse de todo terrenal que con sus colores vivos y con sus ruidos tapa el mundo verdadero, es decir, el mundo de los originales, abstrayendo de el al hombre. Por eso A.K.Tolstoy cree que el artista debe envolverse en la oscuridad, en el silencio, debe ser solitario, hacerse ciego y sordo, para poder afinar “fuertemente su oído y su vista espiritual”. Y entonces “así, como sobre la llama de repente se destacan los renglones de una escritura oculta”, ante sus ojos cada vez más vivamente se revelarán desde la oscuridad los cuadros, los colores, las palabras y los sonidos que poco a poco se enlazarán en una clara imagen.
En otros términos, el verdadero arte - el que abarca las verdades eternas - requiere quietud, alejamiento del alboroto de la vida terrenal, concentración y recogimiento. Sin eso, como dice el poeta, “la angustia fastidiosa de las preocupaciones incesantes apagará los sonidos que pueden ser escuchados sólo por el corazón”, porque “hay muchos sonidos en la profundidad del corazón”. Y los ayuda escuchar la naturaleza. Miremos, por ejemplo su verso “La tierra florecía”. Lo citamos enteramente.
La tierra florecía. En el ornado prado
entre las hierbas corría un arroyo, taciturno;
era la hora sosegada entre las sombras y la luz.
Sueño lene de los bosques, campos y sembrados;
no los llenaba el ruiseñor con su saludo viviente.
Abrazándola a toda la naturaleza ampliamente,
reinaba la paz; mas bajo la penumbra sigilosa
yo sentía el moverse de las energías poderosas.
Sobre mí los árboles silenciosamente,
iban volando hacia las tinieblas transparentes;
la cinta nítida de su ramaje renaciente
se extravía en los altos como un humo reluciente;
la ajedrea forestal, el azafrán campestre,
olían en la hierba, luciendo con relente,
y yo pensaba, mirando a la bóveda prieta:
¿Hacia dónde me acarrea tan persistemente?
Fui compenetrado con una beatitud nueva,
llenado de un vigor desconocido:
lo que en el habitual afán severo
ni atrevíame a esperar, ni he pedido,
me parecía, se cumplió con única palabra;
imaginaba volándome sin alas
y por el universo de haberme elevado,
creía compartir con él su irresistible arrebato.
Pero fui sensato, extraño al arrobamiento,
No conocía ni esperar y ni temer…
Mas ¿quién fue que tan potentemente
me apartó del peso del querer?
El regateo vergonzoso de mi alma con lo corriente
Se me hizo sin sentir y sin valer,
para angustias he muerto sin dejar huellas
y revivido de nuevo en la conciencia del ser.
Entonces como si un hálito pasó corriendo entre las hojas,
Y como si yo escuché la respuesta a mi cuestión:
¡Lo que tú ves en el duermevela misterioso
Es del problema viejo la resolución,
Es el acuerdo entre el arte y la calma,
Es el ardor del pensamiento en la quietud del alma…
Mientras estás sensible aprovecha la ocasión,
ya que el lapso es muy breve entre el sueño y la velación!
Como vemos, la idea principal se encuentra en las dos siguientes observaciones: “ reinaba la paz; mas bajo la penumbra sigilosa yo sentía el moverse de las energías poderosas” y “es el acuerdo entre el arte y la calma”, es decir, para el arte verdadero la calma (la quietud) es imprescindible, porque permite al hombre compenetrarse del latido del mundo invisible, observar y escuchar las creaciones divinas. Eso significa que la obra artística debe ser una especie de la imitación de la de Dios, en la que, por la expresión del poeta, “ concuerda con placidez la creación, amor con la serenidad es coherente” (mirar fragmento del poema “Don Juan”, presentado en el capítulo anterior). Es aquella calma, cuando el artista no escucha ruidos terrenales, cuando siente su unidad con toda la Creación (“ y por el universo de haberme elevado, creía compartir con el su irresistible arrebato”), cuando no lo turban ni esperanzas, ni temores (“no conocía ni esperar y ni temer…”), cuando la lucha con lo cotidiano parece “regateo vergonzoso” y absurdo del alma, es decir, cuando el hombre muere para las angustias y se reaviva “de nuevo en la conciencia del ser”, haciéndose uno con el.
Justamente entonces “ en todo el susurro de la planta y de la hoja en todos los temblores” él escucha “otros sentidos y valores”, presiente “otra belleza”, a la que canta. (“A Aksakov”). He ahí algunos fragmentos del poema “Don Juan” muy característicos en este sentido:
“¡Canto solo sobre otra tierra!”, dice el poeta consiente de su soledad entre la gente cuya mirada está dirigida hacia las cosas terrenales, mientras que él, compenetrandose con la Creación en todas partes ve y escucha la divinidad y el poder de Dios en otra vida, otra primavera, otra belleza:
¡Del follaje oscilación primaveral,
sueños meciéndose en las tinieblas,
aliento de las flores, murmullo fluvial, -
como si me todo prometiera
otra, desconocida primavera!
Bienaventurado es para el poeta aquel, quién no busca su ideal en la tierra. Pero es la suerte s ólo de las almas simples y puras:
¡Bienaventurado es
quien tiene alma cándida y mera
y no cerrada a la oración,
quien junto a la joven tierra
loa al Padre de la Creación ,
quien con su ascendente mente
el ideal no busca en la tierra,
y no clavó en ella obstinadamente
su amorosa alma tierna !
El poeta añora aquel otro mundo, su distinta, perfecta belleza, porque él que lo ve una vez, ya no puede olvidar:
Dulzura fatigador de primavera,
nostalgia por un país lejano,
amor y aflicción, tristeza y placer
siempre en mí se apean;
mas en su balanceo escabroso
sueños mis son llenos de la fe:
murmullo fluvial, respiración de flores,-
todo me suena como promesa
de otra, paradisíaca belleza.
Todos estos y otros fragmentos indican que, según A.,K.Tolstoy, el objetivo del arte, igual que de la vida humana, no está en las nociones temporales, sino en las eternas que se abren sólo en el caso cuando ellas son preferidas a las terrenales. De otras palabras, en el arte también funcionan los mismos mandamientos de amor de Cristo: primero lo Divino y eterno, y después lo humano y temporal.
Respecto al prójimo el poeta y el artista, según A.K.Tolstoy, están llamados a desempeñar el papel del apóstol de la belleza y de la perfección, es decir, como él ha escrito en su verso “El pacífico emplazamiento de las nubes transparentes”, mantener bandera en el nombre de lo bello.
El pacífico emplazamiento de las nubes transparentes,
cubriendo, como con un velo, la luz del sol,
está coloreando la lejanía ora con oro pálido,
ora con una sombra suave y azul. Otoño plácido
nos manda su saludo silencioso. No hay alrededor
contornos, ni colores vivos. La tierra ya ha superad
el tiempo de los bríos ricos y de temblores grandes;
se han calmado las aspiraciones; otra belleza
ha suplido la anterior; ahora toda la naturaleza,
no calentada más por rayos del verano jubiloso,
se halla llena de su último calor;
a lo largo de los lindes madorosos
aún están pavoneándose las flores,
mas en los campos desolados las secas cañas
enreda temblorosa telaraña;
remolinándose con lentitud en el sosiego nemoroso,
las hojas amarillas una tras otra caen en la tierra;
las sigo, sin querer, con el mirar silencioso,
y como escuchando en su caída placentera:
“Llegó el tiempo de quietud, tú también acéptalo, poeta,
que en el nombre de lo bello has mantenido la bandera:
revisa, si a aquellos surcos que todos han abandonado,
con celo lanzabas su semilla santa,
si has cumplido con conciencia la obra,
y la cosecha de tus días es abundante o es pobre".
Con todo a esa belleza, partiendo de su obra, hay que relacionar con la eterna y perfecta belleza espiritual y no de tierra que es temporal. El artista, en la imaginación del poeta es el sembrador de esa belleza y perfección, que actúa en un mundo enteramente hostil a él al que llama “mundo falso”. Por eso interviene a el al mismo tiempo como apóstol, como profeta, como santo mártir y como curador. A éstos de todos modos está predestinado a repetir la Vía Crusis de Cristo hacia Gólgota.
En el verso “Madona de Rafael” el poeta primero relaciona lo celestial con lo terrenal como si con un amor conyugal, ya que la frase “ Amor celeste eclipsó su perfección terrena” hay que entender como “Amor celeste cubrió su perfección terrena”, para que al mundo viniera el Salvador, y después nos avienta con el frío de la tragedia que se acerca: el ineludible combate entre lo celestial y lo terrenal.
Madona de Rafael
Protegiendo al niño Cristo,
María lo abrazó con pena;
Amor celeste eclipsó
Su perfección terrena.
Mas Él, en perspicacia honda,
Ya con el mundo librando un combate
Se fija en el porvenir – y con sus ojos penetrantes
Se ve enfrente de Gólgota.
El poeta concluye el verso con Gólgota, como si haciendo alusión al hecho que la salvación llega al hombre a través de Gólgota. Camino a Gólgota es también el camino del poeta y artista. Por eso, imitando a su Dios perfecto y Salvador, A.K.Tolstoy exhorta no tener miedo y pase lo que pase “remar en contra la corriente” por lo bello. En el verso que justamente se llama “En contra la corriente”, él explica ese bello como perfecto y eterno, y refleja la lucha histórica contra lo mismo desde los tiempos del Salvador. Presentamos algunos fragmentos de este verso:
En contra de la corriente
Amigos, ¿oyen los gritos ensordecedores:
“Rendíos, artistas y cantores,
¿acaso en nuestro siglo positivo
son oportunas sus mentiras?
¿acaso no cesaron sus filas, soñadores?
El mundo se ha desembriagado, pasaron los fervores
¡Ceded ante el ímpetu del tiempo naciente!
¿dónde te sostendrás, generación caduca, en contra de la
corriente?
¡ No creáis, amigos! ¡la misma es siempre
la fuerza secreta que nos atrae; nos encanta
el mismo cantar de ruiseñores campestres;
nos alegran las mismas estrellas celestes;
la misma verdad! ¡En medio de la oscuridad inclemente
cread en la milagrosa estrella del estro; unánimemente
remad pro de lo bello en contra de la corriente!
Después de aquellos días,
cuando al Salvador habían ejecutado,
como iban los apóstoles inspirados
a predicar la palabra de Cristo,
los escribas así decían, engreidos:
“¡Crucificaron al amotinado!
¡No hay nada bueno en su enseñanza demente,
odiosa para todos y ridiculizada!
¿Dónde irán los galileos míseros en contra de la corriente?”
¡Remad, amigos! ¡ En vano los maldicientes
creen injuriarnos con su engreimiento:
en poco tiempo solemnemente,
habiendo vencido las oleadas,
bajaremos a tierra con nuestra sagrada!
¡A través de la fe en nuestro valor sacrosanto
lo finito por lo infinito será dominado.
Mas nosotros incitaremos fervientes
una corriente contraria a la corriente!
Aquí el poeta combate a aquellos quienes creen pasada de moda tanto la enseñanza de Cristo como la noción de lo bello, y muestra que lo bello siendo estrechamente ligado con la Creación , es eterno.
Esa lucha que es propia para cada artista verdadero, pasa en la tierra cayendo y levantando. A veces se termina con el santo martirio de quien la lleva en el nombre de la perfección. Pero incluso este martirio, reflejado en el arte, tiene una fuerza muy grande. En el verso “En el monasterio aislado que está cerca de Córdoba” el poeta habla tanto de la fuerza del arte como del martirio de quienes contraponen al mundo su santidad.
En el monasterio aislado
que está cerca de Córdoba
hay un cuadro. En él
pintó el artista aplicado
cómo los sayones despellejan vivo
a un santo mártir encadenado,
yaciendo ante su ídolo…
La imagen de este cuadro,
atestado de despiadado arte,
me oprime el pecho,
mis sentidos indigna.
Pero siempre en días tristes,
apareciendo ante mi vista,
obstinadamente invade mi mente,
y el suplicio de este santo
hoy me es próximo y comprensible:
de mi alma se han quitado los mantos,
se abrió su tejido vivo
y cada toque de la vida
me provoca un dolor terrible
y una atroz cuita.
Pues, el camino del poeta es el camino de la lucha espiritual. Es justamente aquel camino al cual nos llama el Señor. En su verso “El Señor, preparándome para la lucha” A.K.Tolstoy habla como el mundo enfrenta al poeta:
El Señor, preparándome para la lucha,
amor e ira puso en mi pecho,
me señaló con su sandiestra
el único camino cierto;
me animó con su palabra vigorosa,
con su espíritu vivificó mi corazón,
mas rígido y riguroso
no me creó a la sazón.
Así gasté mi ira sin sentido
y el amor no pude resistir,
golpes tras golpes parando vanamente,
me quedo sin aliento.
Al afrontar a la ventisca oponente
salí al campo sin arnés
y he ahí, doliente,
muero ya en la contienda.
Y no solo así el mundo está luchando con el poeta. También lo inmoviliza con “la herrumbre del reposo” y “las cenizas” de la inacción, acunándolo con sus falsas alegrías. Tanto que hubo instante, cuando el poeta adormeció, “bajada la cabeza”.
He dormitado, bajada la cabeza,
No reconozco más mi ánima potente
Sopla, Señor, una tormenta de viveza
Sobre mi alma somnolienta.
Sobre mí, como un grito de reproche,
Descarga tu trueno de llamada,
Y quema la herrumbre del reposo,
Y quita las cenizas del quemado.
Que me despierte, por ti desperezado,
Y atendiendo las palabras punitivas,
Como la piedra del duro martillazo,
que lumbre escondida yo emita!
Este verso suena como una oración. El poeta arrepentido pide ayuda de Dios en su lucha con las tentaciones del mundo. Esta ayuda siempre viene y el poeta, como dice en uno de sus versos, nuevamente “reconoce sus santas convicciones”.
Viviendo en su alma en aquel otro mundo, que es el mundo de belleza eterna, él, igual que Cristo, considera el mundo terrenal “ajeno a sí” y lo llama “mundo falso”, que, sin embargo, tiene sus métodos expertos de la lucha contra la perfección humana. Y el principal de estos también es arte, pero ya no es el arte que busca la perfección y la eternidad- Al contrario representa una imagen tentadora de lo terrenal y temporal. En este sentido es muy significativo su verso “El deslizaba el arco por las cuerdas”, donde el poeta describe a un violinista, cuya interpretación poderosamente despertaba en los oyentes insostenibles pasiones. Sus cabellos caían sobre sus ojos dementes, sus sonidos en la oscuridad de la noche contaban en forma muy convincente un cuento falso. Los colores de serpiente que tornaban de él tentaban y atormentaban la conciencia. Y mientras que la voluntad impotente luchaba con la tempestad del deseo agrandado, el abismo implacable arrastraba a su víctima hacia sí. Y el gozo puro de la eterna felicidad se perdía para los tentados sin retorno.
En este verso A.K.Tolstoy directamente habla de la existencia del arte diabólico que se contrapone en sus diversas formas al Divino.
Éste, es decir, diabólico, opta por las nociones materiales, mientras que niega todo lo que no se puede vender, tocar y sentir corporalmente. De esto habla el poeta en su verso “Panteleimon-curador”. Como Cristo echó del templo a los vendedores, así también Panteleimón-curador debe luchar contra el dominio de lo terrenal y corporal por la pureza del alma.
Es a este arte carnal que A.K.Tolstoi contrapone su concepto del “arte puro” que, a mi juicio, por error lo llaman también “arte para arte”. Esta última definición anula su significado verdadero que consiste en la lucha por el regreso del hombre a la casa de Dios, a la vida eterna, a la belleza perfecta, - en fin, aspira devolver al hombre perdida por él imagen y semejanza de Divina.
Así, bajo “puro arte” hay que entender arte del descubrimiento y manifestación de la Gloria Divina , cuyas huellas se abren sólo a los que buscan la verdad y la perfección. Este arte es constructivo. Eleva al hombre de su estado de caída y lo acerca a Dios. Es curativo y salubre como las Santas Escrituras.
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* Los prototipos de A.K.Tolstoy a alguien pueden recordar las “ ideas” de Platón. Yo intencionalmente no los comparo, para no crear una sensación de su influencia sobre el pensamiento del poeta, porque toda su obra poética atestigua que sus pensamientos (no dependiendo de la lectura de las obras de Platón y otros autores) en forma natural partían de su concepción cristiana del mundo que fue educada por la Iglesia y por la Biblia , y especialmente por el Nuevo Testamento, donde con frecuencia bajo las imágenes y lo invisible se entienden los prototipos de los hombres y de las cosas.
Febrero 2008.
La Pecadora
El pueblo bulle, alegría, risas,
Toque de laudes y ruido de cimbales,
Verdor y flores, alrededor,
Y entre los pilares a la entrada de la casa
Los pliegues del pesado brocado
Levantados con la cinta ornada,
El palacio está ricamente decorado
Por doquier brillan el cristal y el oro,
El patio está lleno de cocheros y caballos;
Reunidos en un gran banquete,
La ruidosa asamblea de invitados come.
Transcurre una conversación cruzada,
Intercalada con la música.
Nada incómoda a su charla:
Ellos hablan libremente,
Del odiado yugo de Roma,
De cómo gobierna el Pilato,
De la reunión secreta de sus ancianos
Del comercio, la paz y la guerra,
De aquel extraño hombre
Que apareció en su país.
II
Ardiendo de amor a los prójimos,
El enseña la humildad al pueblo,
El supeditó a todas las leyes de Moisés
A la ley de amor,
No tolera la ira y la venganza,
El predica el perdón,
Ordena pagar con el bien al mal,
Posee una fortaleza no terrenal,
A los ciegos devuelve la vista,
Regala la fuerza y el movimiento
Al que era débil y cojo,
No necesita la aceptación,
Su corazón es abierto,
A su mirada inquisitiva,
Todavía nadie pudo sostener.
Sanando a la enfermedad, curando al sufrimiento
Era, en todas partes, el Salvador,
Y a todos extendió su bondadosa mano
Y no condenó a nadie.
Es, aparentemente, un hombre elegido de Dios,
Allí, del otro lado del Jordán,
Caminaba como un enviado del cielo,
El hizo allí muchos milagros,
Ahora llegó, el Benévolo, a este lado del río.
Como una muchedumbre atenta y obediente,
Lo siguen los discípulos."
III
Así discurrían entre si, los invitados
Durante el largo banquete.
Entre ellos, vaciando la copa,
Estaba sentada la joven pecadora,
Su rara vestimenta
Atraía las miradas sin querer.
Sus prendas atrevidas,
Hablaban de la vida pecaminosa,
Pero la joven caída, era hermosa.
Viéndola, ante la fuerza del encanto peligroso,
Difícilmente pueden contenerse
Los jóvenes y los ancianos.
Los ojos, despectivos y atrevidos,
Como la nieve del Líbano, blancos los dientes,
Como la canícula, caliente la sonrisa.
Alrededor del talle cayendo ampliamente,
Los tejidos traslúcidos, enervan al ojo
Caídos del hombro desnudo,
Sus aros y brazaletes
Sonando, llaman al éxtasis de la lujúria y gozos ardientes
Diamantes brillan aquí y allá,
Y haciendo sombra a las mejillas,
En toda la abundancia de la belleza,
Entrelazados con un hilo de perlas,
Caen los suntuosos cabellos.
En ella la conciencia no molesta al corazón,
No se empurpura con la vergüenza.
Comprar con oro, cada uno puede
Su amor venal.
Y escucha la joven las conversaciones,
Y para ella, éstas, parecen un reproche.
El orgullo se despertó en ella
Y dice con la mirada jactanciosa:
"No temo a ningún poder!
Quieren una apuesta conmigo?
Que aparezca vuestro maestro
El no turbará a mis ojos! "
IV
El vino fluye, ruido, risas,
Sonido de laudes y ruido de cimbales,
Incienso, sol y flores.
Y he aquí, a la turba vanamente ruidosa,
Se acerca un hombre de buena prestancia,
Sus hermosos rasgos
Su porte, caminar y movimientos
En el brillo de la joven belleza,,
Están llenos de fuego e inspiración,
Su aspecto majestuoso
Respira un poder invencible,
Las alegrías terrenales no lo afectan,
Y sus ojos miran al futuro.
Es un nombre, que no se parece a los mortales,
El sello de los elegidos está sobre él,
Es luminoso como un arcángel de Dios,
Cuando con la espada de fuego
Envió, por orden de Jehová
Al enemigo a las cadenas eternas.
La mujer pecadora, sin querer,
Esta confundida por su grandeza
Y mira indecisa, bajando los ojos,
Pero, recordando su reciente reto
Se levanta de su asiento
Y enderezando su flexible talle
Avanza valientemente
Y presenta la copa espumosa
Al recién llegado con una sonrisa desafiante:
"Tu eres aquél que enseña la renunciación ?
No creo en tu enseñanza,
La mía es más fidedigna y segura,
No pienses en confundirme ahora,
Solitario caminando por el desierto,
Ayunando cuarenta días!
Sólo los gozos me atraen!
No conozco ni al ayuno, ni a la oración,
Creo sólo en la belleza,
Sirvo al vino y a los besos,
Mi espíritu no se turba por ti
Me río de tu pureza!"
Y su discurso todavía sonaba,
Todavía se reía ella
Y la espuma ligera del vino
Corría por los anillos de sus manos,
Cuando surgió alrededor una discusión
Y escucha la pecadora consternada:
"Ella se equivocó! La confundió
La cara de recién llegado
Este no es el Maestro, ante ella,
Es Juan de Galilea
Su discípulo predilecto..."
V
Sin prestar atención a las inútiles ofensas,
El escuchaba a la joven.
Y detrás de él, con expresión tranquila,
Al palacio se acerca otro.
En su expresión humílde
No hay entusiasmo, ni inspiración,
Pero un pensamiento profundo
Reposaba sobre su Divina frente,
Esta no es la mirada de águila de un profeta,
No el encanto de la belleza angelical.
Están separados en dos
Sus cabellos ondeados
Sobre la túnica desciende
Un manto de lana, vistiendo
Con un tejido simple, su esbelta figura
En los movimientos es recatado y simple,
Alrededor de su hermosa boca, se dispone
La barba levemente dividida.
A los ojos tan bondadosos y claros
Nadie vio nunca.
Y sobre el pueblo pasó
Como una ráfaga de silencio
Y milagrosamente, con su benévola llegada
Los corazones de los invitados, están estremecidos
La conversación cesó. Como esperando
Está sentada inmóvil la asamblea,
Respirando con dificultad.
Y Él, en un profundo siléncio,
Miró a los presentes, con ojos tranquilos
Y no entrando en la casa de la alegría,
Detuvo su mirada triste
Sobre la atrevida joven presumida.
VI
Y esta mirada era como un rayo de alba.
Y todo se abrió a ella,
Y en el corazón sombrío de la pecadora
Se dispersaron las tinieblas nocturnas,
Y todo lo que estaba allí escondido,
Lo que fue realizado en le pecado,
Ante sus ojos, sin piedad,
Fue iluminado hasta la profundidad.
Súbitamente, ella comprendió
La falsedad de la vida blasfema,
Toda la mentira de sus acciones viciosas,
Y fue presa de pavor.
Ya sobre el borde del arrepentimiento,
Ella apreció, extrañada
Cuan numerosos bienes y fuerzas
El Señor, generosamente, le regaló
Y como ella, su mañana clara,
Ensuciaba, constantemente, con el pecado
Y, por primera vez, rechazando el mal,
Ella, en esta mirada benévola,
Leyó el castigo a sus días disolutos
Y, también, la misericordia.
Y sintiendo un comienzo nuevo,
Todavía temiendo a los lazos terrenales,
Estaba parada, vacilante.
Y de repente, en el silencio, sonó el ruido
De la copa que cayó de sus manos,
Se escucha un quejido del pecho oprimido,
La joven pecadora palidece,
Tiemblan los labios entreabiertos,
Y cae, de bruces, sollozando
Ante la santidad de Cristo.
АЛЕША ПОПОВИЧ
Кто веслом так ловко правит
Через аир и купырь?
Это тот Попович славный,
Тот Алеша-богатырь!
За плечами видны гусли,
А в ногах червленый щит,
Супротив его царевна
Полоненная сидит.
Под себя поджала ножки,
Летник свой подобрала
И считает робко взмахи
Богатырского весла.
«Ты почто меня, Алеша,
В лодку песней заманил?
У меня жених есть дома,
Ты ж, похитчик, мне не мил!»
Но, смеясь, Попович молвит:
«Не похитчик я тебе!
Ты взошла своею волей,
Покорись своей судьбе!
Ты не первая попалась
В лодку, девица, мою:
Знаменитым птицеловом
Я слыву в моем краю!
Без силков и без приманок
Я не раз меж камышей
Голубых очеретянок
Песней лавливал моей!
Но в плену, кого поймаю,
Без нужды я не морю;
Покорися же, царевна,
Сдайся мне, богатырю!»
Но она к нему: «Алеша,
Тесно в лодке нам вдвоем,
Тяжела ей будет ноша,
Вместе ко дну мы пойдем!»
Он же к ней: «Смотри, царевна,
Видишь там, где тот откос,
Как на солнце быстро блещут
Стаи легкие стрекоз?
На лозу когда бы сели,
Не погнули бы лозы;
Ты же в лодке не тяжеле
Легкокрылой стрекозы».
И душистый гнет он аир,
И, скользя очеретом,
Стебли длинные купавок
Рвет сверкающим веслом.
Много певников нарядных
В лодку с берега глядит,
Но Поповичу царевна,
Озираясь, говорит:
«Птицелов ты беспощадный,
Иль тебе меня не жаль?
Отпусти меня на волю,
Лодку к берегу причаль!»
Он же, в берег упираясь
И осокою шурша,
Повторяет только: «Сдайся,
Сдайся, девица-душа!
Я люблю тебя, царевна,
Я хочу тебя добыть!
Вольной волей иль неволей
Ты должна меня любить!»
Он весло свое бросает,
Гусли звонкие берет —
Дивным пением дрожащий
Огласился очерет.
Звуки льются, звуки тают...
То не ветер ли во ржи?
Не крылами ль задевают
Медный колокол стрижи?
Иль в тени журчат дубравной
Однозвучные ключи?
Иль ковшей то звон заздравный?
Иль мечи бьют о мечи?
Пламя ль блещет? Дождь ли льется?
Буря ль встала, пыль крутя?
Конь ли по полю несется?
Мать ли пестует дитя?
Или то воспоминанье,
Отголосок давних лет?
Или счастья обещанье?
Или смерти то привет?
Песню кто уразумеет?
Кто поймет ее слова?
Но от звуков сердце млеет
И кружится голова.
Их услыша, присмирели
Пташек резвые четы,
На тростник стрекозы сели,
Преклонилися цветы:
Погремок, пестрец и шильник,
И болотная заря
К лодке с берега нагнулись
Слушать песнь богатыря.
Так с царевной по теченью
Он уносится меж трав,
И она внимает пенью,
Руку белую подняв.
Что внезапно в ней свершилось?
Тоскованье ль улеглось?
Сокровенное ль открылось?
Невозможное ль сбылось?
Любит он иль лицемерит —
Для нее то все равно,
Этим звукам сердце верит
И дрожит, побеждено.
И со всех сторон их лодку
Обняла речная тишь,
И куда ни обернешься, —
Только небо да камыш...
Словно давние печали
Разошлися как туман,
Словно все преграды пали
Или были лишь обман!
Взором любящим невольно
В лик его она впилась,
Ей и радостно и больно,
Слезы капают из глаз.
Лето 1871
А.К.Толстой. Колокольчики мои...
Москва, "Молодая Гвардия", 1978.
БЛАГОВЕСТ
Среди дубравы
Блестит крестами
Храм пятиглавый
С колоколами.
Их звон призывный
Через могилы
Гудит так дивно
И так уныло!
К себе он тянет
Неодолимо,
Зовет и манит
Он в край родимый,
В край благодатный,
Забытый мною,-
И, непонятной
Томим тоскою,
Молюсь, и каюсь я,
И плачу снова,
И отрекаюсь я
От дела злого;
Далеко странствуя
Мечтой чудесною,
Через пространства я
Лечу небесные,
И сердце радостно
Дрожит и тает,
Пока звон благостный
Не замирает...
1840-е
А.К.Толстой. Полное собрание стихотворений в 2-х т.
Библиотека поэта. Большая серия.
Ленинград: Советский писатель, 1984.
ВОЛКИ
Когда в селах пустеет,
Смолкнут песни селян
И седой забелеет
Над болотом туман,
Из лесов тихомолком
По полям волк за волком
Отправляются все на добычу.
Семь волков идут смело.
Впереди их идет
Волк осьмой, шерсти белой,
А таинственный ход
Завершает девятый;
С окровавленной пятой
Он за ними идет и хромает.
Их ничто не пугает:
На село ли им путь,
Пес на них и не лает,
А мужик и дохнуть,
Видя их, не посмеет,
Он от страху бледнеет
И читает тихонько молитву.
Волки церковь обходят
Осторожно кругом,
В двор поповский заходят
И шевелят хвостом,
Близ корчмы водят ухом
И внимают всем слухом:
Не ведутся ль там грешные речи?
Их глаза словно свечи,
Зубы шила острей.
Ты тринадцать картечей
Козьей шерстью забей
И стреляй по ним смело!
Прежде рухнет волк белый,
А за ним упадут и другие.
На селе ж, когда спящих
Всех разбудит петух,
Ты увидишь лежащих
Девять мертвых старух:
Впереди их седая,
Позади их хромая,
Все в крови... с нами сила господня!
1840-е годы
А.К.Толстой. Полное собрание стихотворений в 2-х т.
Библиотека поэта. Большая серия.
Ленинград: Советский писатель, 1984.
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