Ánxel Fole
Ánxel Fole (Lugo, 11 de agosto de 1903 - 9 de mayo de 1986) fue un escritor gallego que escribió en gallego y castellano que cultivó todos los géneros literarios (narrativa, poesía, teatro y ensayo), aunque debe su fama a sus libros de cuentos, recogidos en cuatro volúmenes. Perteneció, junto a Álvaro Cunqueiro y Rafael Dieste, a la generación de escritores gallegos formados antes de la Guerra Civil.
Estudió en el colegio de los Padres Maristas, luego en el Seminario y obtuvo el bachillerato en el Instituto de Lugo en 1917. En la adolescencia descubrió a los poetas románticos españoles José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquer y a partir de entonces se dedica a la lectura con pasión. De la literatura gallega leerá pronto los poetas del Rexurdimento, fundamentalmente Rosalía de Castro y Curros Enríquez. También se entusiasmará con Valle-Inclán y Antonio Machado. Álvaro Cunqueiro, compañero de instituto, fue un gran amigo suyo.
Inició la carrera de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, con la idea de hacerse notario pero luego se traslada a Santiago de Compostela, hasta 1933, sin llegar a obtener la licenciatura por problemas económicos y también porque se interesaba más por la literatura y la vida estudantil que por sus estudios académicos.
Comenzó a dedicarse al periodismo, que no abandonaría nunca del todo. En 1931 inauguró en el periódico lucense El Progreso la serie «Cartafolio de Lugo», que se mantendría a lo largo de los años. En 1932 funda y dirige, también en Lugo, la revista literaria vanguardista Yunque, en la que se publicaron por primera vez los poemas gallegos de García Lorca. En 1933 se convirtió en redactor del periódico vigués El Pueblo Gallego, en el que publicó su primer artículo en gallego al año siguiente. Fue corresponsal en Lugo de la agencia de noticias Febus, más tarde transformada en EFE. En 1936, comenzada ya la Guerra Civil Española, continuó con la edición de la revista compostelana Resol, lo que le supuso un gran riesgo.
Precisamente a causa de la guerra no se llegó a publicar su primer libro de relatos «Auga Lizgaira», que estaba ya en la imprenta para ser editado en 1936. El texto se perdió y actualmente se conocen solamente dos de sus relatos, que había publicado en la revista Nós, y uno que había aparecido en El Pueblo Gallego.
Al término de la guerra, opta por no exiliarse, como otros escritores como Dieste, pero se vio sometido a un total ostracismo interior. En 1941 deja Lugo para vivir en el campo (Quiroga, O Incio y O Courel) y publica sus dos primeros libros de cuentos, «Á lus do candil» (1953) y «Terra Brava» (1955), y la pieza teatral «Pauto do Demo» (1958). Sus otros dos libros de relatos son «Contos da néboa» (1972) e «Historias que ninguén cre» (1981). A pesar de su retiro al campo, continuó colaborando en la prensa. En 1953 retornó a Lugo, dónde se establece definitivamente. Ingresó en la Real Academia Gallega el 5 de octubre de 1963, día de San Froilán (patrón de Lugo). En 1984, obtuvo la Medalla Castelao. En 1997 se le dedicó el Día de las Letras Gallegas y se emitió un sello de correos en su honor con una caricatura de Siro López.
En su narrativa, heredera de las de Álvaro Cunqueiro, Castelao y Otero Pedrayo, Fole presenta la geografía de los lugares de montaña en los que vivió, así como los trabajos, costumbres, diversiones, etc. de sus habitantes a mediados del siglo XX. La lengua de sus relatos recoge el habla popular e incluye abundantes vulgarismos, hipergalleguismos y dialectalismos, peculiares de las zonas donde sitúa los hechos que cuenta. Sus escritos acercan una información etnográfica y antropológica fundamental de en medio rural gallego antes de la llegada de la mecanización.
ROJO
Roja,roja, roja, roja..
va la falange de obreros ...
sus rosas de rebeldía
–rojas flámulas al viento– ,
mojadas por la marea
azul del azul del cielo,
sangran en plazas y calles
como el corazón del pueblo.
Rojos gritos de protesta
van lanzando los obreros.
Venablos de su iracundia
hinchan el aire de estruendo,
No son falanges airosas
con militares atuendos
_finos corceles piafantes,
tensa la curva del suelo
estrépito de metales
y rítmicos pataleos–.
Son falanges de Espartacos,
son los espartacos nuevos
que, a golpes de hoz y martillo,
forjan el futuro pueblo.
–Explosiones de coraje
con alaridos de acero–;
cantan, cantan cantan, cantan
van cantando los obreros
–oda triunfal de martillos
sobre los yunques batiendo– ,
mientras las rojas banderas
abren su cálido vuelo...
Romance de la Muralla
¡Ilustres piedras romanas,
torreones del silencio,
que en mudas hostilidades
ganáis batalla al tiempo!
Perpetuamente resuenan
con vano brío en tu cerco
negra Jericó de piedra,
trompetas de lluvia y viento.
Estupenda vanidad
de los hombres que te hicieron.
Babilónica demencia
rematada con acierto,
ya que al cerrar la ciudad
puertas al campo pusieron...
Da la una...Ya ha salido
de su "furaca" el mochuelo.
Con su grito de diamante
traza rápido y certero,
sobre el vidrio de la noche,
trayectorias al misterio.
Por tejados y bufardas
la lujuria arma trebejos,
arma escándalos felinos,
zapatiestas y retruécanos.
Luna blanca, blanca luna,
luna de níquel...Los perros,
con sombras, frío y ladridos,
fabrican distancia y miedo.
En tan soledosa hora,
en una estampa de hielo,
aquella truncada almena
es un enigma estupendo...
¿Pesadilla de un neurópata?
¿Descoyuntado esperpento?
¿Ardua torre de azabache?
¿O grito de sombra yerto?
¿La fabula de la noche
concita "trasnos" y muertos?
¿Acaso el mago Pipín
manda un mensaje al infierno?
Como mana agua a la fuente,
las piedras manan silencio.
O miragre de Ribadeo
A min sempre me gustou dar unha volta pola fermosa cidade de Ribadeo
O de fermoso, fermosa, vai máis ben pola paisaxe da Ría. Góstame o apouso con que falan os habitantes da vila ou cidade. Parece mesmamente que todo o mundo vive sen preocupacións económicas. Que gorentan unha vida moi folgada e doada. Será ou non será...
Mais agora góstame moito máis Ribadeo dende que tiven a sorte de presenciar aquil Gran Miragre.
A cousa foi fai poucos anos.
Non teria tal sorte se non fose amigo de Pepiño o Xaropes que foi quen me levou alá. O de "Xaropes" viñalle de botar algúns anos de mancebo de botica na cidade do Eo.
Era farrista e moi amigo de dar bromas pesadas ós do seu trato, foran quen fosen.
Era il pernudo, loiro, birollo e cuasemente elbado. Decía que na súa persoa había un imán que chamaba polo ausurdo. Que lle pasaban de cote cousas inespricabres e molestas. Poño por caso...
Vivía en Lugo nun terceiro piso. Chegou a casa ás dúas da madrugada. Non había lus na escaleira. Ripou do peto a caixa de mistos. Soilo tiñan un misto. E na chama do misto acendeu un papeliño que ripara do peto onde levaba a carteira. Cando chegou ó seu dormitorio veulle o acordo de que o papeliño queimado era... un décimo de loería premiado con vinte mil reás. Xa non puido pegar ollo en toda a noite.
E cecais por tantas cousas ausurdas que lle pasaban tiña o instinto de se vengare de calquera, sin mais razón que a de súa mala sorte, que é razón do Demo, dispensando.
E fun candiail a Ribadeo, pra escoitar un recital de poemas do noso común amigo o Lías de Moxenas.
Era iste un mozo ben prantado, con bigote e tamén barba da color da barbadela das espigas do millo.
Un día do mes de outono, ás oito da tarde, no salón da Cultural Ribadense.
O Lías de Moxenas foinos cuase decramando un poema do recital polo camiño:
"¡ Ouh, labrego que verques suor e bágoas
sobre os pardos torros da chaira infinda!"
Dito queda que era un cantor inconformista, protestatario, futureiro.
Uns intres despois de nos baixare do auto, vimos uns picariños que estaban xogando cunha ra grandísima, o Xaropes arrechegouse a iles e vin que lle daba dous pesos ó maís grandiño pola ra. E meteuna no peto da chaqueta ¿Que?
E logo vin, ó poñer todos nós o pé na Cultura, que a metía no peto da chaqueta do trovador.
O señor que presentou ó Moenas dixo que era un inspiradisimo cantor do máis novo xeito. E de seguida afirmou que os dous poetas meirandes da Historia eran Homero e Pablo Neruda.
O Moxenas emprincipou o seu recital unha miaxiña nervioso. Pareceume que ollaba pró peto dereito da súa chaqueta. O Xaropes fitaba pra il e sorría como deben de sorrir os raposos cando laplan o sangue da pita, inantes de emboulala.
Diana
¡Rojas banderas en marcha
el aire claro fustigan!
Quiebran su serenidad
raudos venablos de ira
¡Ya no hay llotas ni parias,
ni bajas frentes sumisas! ...
Hinche el hondo cielo abierto
un clamor de rebeldía.
Un bronco trueno de pólvoras
sulfúreas luces destila
–en la carne del silencio
desgarradora mandíbula –.
Rebota, dura y briosa,
la canción vindicativa,
diana del proletario,
que sus ímpetus hostiga:
la hoz segará cabezas
como granadas espigas;
el martillo batirá,
sobre el yunque, la mentira;
la estrella de cinco puntas
serenamente escintila.
¡Rojas banderas en marcha
el aire claro fustigan! ...
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