Teixeira de Pascoaes
Teixeira de Pascoaes, pseudónimo literario de Joaquim Pereira Teixeira de Vasconcelos (Amarante, 2 de noviembre de 1877 – 14 de diciembre de 1952), fue un escritor portugués, que cultivó principalmente la poesía. Es uno de los más notables representantes del saudosismo. En 1901 terminó la carrera de derecho en la Universidad de Coímbra pero tan solo ejerció durante cerca de diez años.
Junto con António Sérgio y Raul Proença fue uno de los líderes del llamado movimiento del “Renacimiento portugués” y lanzó en 1910 en Oporto, junto con Leonardo Coimbra y Jaime Cortesão, la revista A Águia, principal órgano del movimiento. Gran parte de su vida la pasó en la casa familiar de la Serra do Marão, donde cultivaba la tierra y escribió la mayor parte de su poesía contemplando el paisaje.
Bibliografía
1895 - Embriões (poesía)
1896 - Belo, 1ª parte (poesía)
1897 - Belo, 2ª parte
1898 - À minha alma e sempre (poesía)
1899 - Profecía (poesía), en colaboración con Afonso Lopes Vieira
1901 - À ventura (poesía)
1903 - Jesús e Pan (poesía)
1904 - Para a luz (poesía)
1906 - Vida etérea (poesía)
1907 - As sombras (poesía)
1909 - Senhora da noite (poesía)
1911 - Marânus (poesía)
1912 - Regresso ao paraíso (poesía)
Elegías (poesía)
1913 - O doido e a morte (poesía)
1915 - A arte de ser português (prosa)
1916 - A beira num relâmpago (prosa)
1921 - O bailado (prosa)
Cantos indecisos (poesía)
1923 - A nossa fome (prosa)
1924 - A elegia do amor
O pobre tolo
1925 - D. Carlos (poesía)
Cánticos (poesía)
Sonetos
1926 - Jesús Cristo em Lisboa (pieza de teatro) colaboración con Raul Brandão
1928 - Livro de memórias (autobiografía)
1934 - S.Paulo (biografía novelada)
1936 - S. Jerónimo e a trovoada (biografía novelada)
1937 - O Homem universal (prosa)
1940 - Napoleão (biografía novelada)
1942 - Camilo Castelo Branco o penitente (biografía novelada)
Duplo passeio (prosa)
1945 - Santo Agostinho (biografía romanceada)
1949 - Versos pobres
Teixeira de Pascoaes
Señora de la Noche
Señora de la Noche de Teixeira de Pascoaes en edición del poeta español Ángel Guinda, se publica por primera vez en España.
A mi musa
Señora de la mañana victoriosa
Y también del crepúsculo vencido.
Señora de la noche misteriosa,
Por quien ando, en tinieblas, confundido.
¡Perfil de luz! ¡Imagen religiosa!
¡Dolor y amor! ¡Sol, resplandor de luna herido!
Cuerpo, que es alma esclava y dolorosa,
Alma, que es cuerpo libre y redimido.
Mujer perfecta en sueño y realidad.
Divina aparición de la Saudade...
¡Oh Eva, toda en flor y deslumbrada!
Matrimonio de lágrima y sonrisa;
Cielo y tierra, infierno y paraíso,
Beso rezado y oración besada.
III
Y la aurora, que se marchita, va huyendo,
Quedando, tras de ella, con gran pena,
El mar, bíblicos paisajes floreciendo
Bajo bendiciones de sol y besos de agua.
Y la aurora se va, abandonando
Mi cuerpo, envuelto en sombras... Y, en los cielos,
Vuelan muertas penumbras, que recuerdan
El errante fantasma de algún dios...
Divinidades vencidas que pasean
Por la floresta abrasada del ocaso...
Y sombras de Cupidos revolotean,
Y Venus aparece, vagamente, a lo lejos...
Y hay ninfas de resplandor de luna, enterneciendo
La melancólica tarde que se esfuma...
Arcoiris de sombras describiendo
Su bóveda de lágrimas y bruma.
Y el fantasma de Pan, entre los árboles,
Proyecta la luctuosa sombra de la Cruz...
En el silencio, voces... Se alza el miedo
Ante el dramático declive de la luz.
Y, en el triste crepúsculo sombrío,
Vagan sombras de faunos... Los pinares
Sienten un hondo y gélido temblor
Y susurran a los vientos espectrales...
Y, en los bosques, los cirios de las bacantes,
Casi apagados,
Titilantes,
Dejan motas de luto... Y desdeñosas
Nereidas, en las aguas susurrantes,
Bajan la vista, tristes, pensativas...
Y enajenadas, sonámbulas, buscan
Edades de oro, las eras primitivas...
Y, otra vez, la señora de la noche
Se transfigura,
Y su resplandeciente trenza rubia
Tiene ya manchas de tiniebla...
Y aquella pura
Y luminosa frente, donde nace
La divina belleza, oscureció.
Y a pernoctar en su rostro se acercaron
El silencio de la tierra y la paz del cielo.
Y la señora de la aurora es ya señora
De la piedad y de la tarde... Y su mirada,
Que era sonrisa y luz, diríase que llora
Y permanece, pensativa, en éxtasis.
Se diría que oteros, valles y pinares
Se transforman en negra soledad...
Pero cualquier páramo no es más
Que un errante y confuso corazón...
Humo sentimental, contemplativo,
Mágico filtro sutil que se insinúa,
En nuestro cuerpo, humanizado y vivo,
Con desfallecimientos íntimos de luna.
Y la tarde avanza, y la soledad
Sigue sus pasos de oro...
Y, a su lado,
Piadosa, humilde, marcha mi saudade,
Lo que hay, en mí, de lirio y de doncella...
Esta ternura espiritual que afluye
Tan a flor de mi voz, silencio en flor,
Y me diluye
En penumbra de lágrimas y amor.
Y la señora de la tarde, enamorada,
Se dirige a poniente que, en los cielos,
Recuerda una Babel extraña, ¡encendida
Por los trágicos celos de algún Dios!
Y, sobre las altas cumbres, se amplía
Su imagen, pálida y borrosa.
Y sepulta piedras y fuentes cantarinas
En roja tinta.
Vahídos de neblina y de penumbra
Flotan, en el aire dolorido...
Y viene de la sierra,
Ignoto sol oscuro que se alumbra,
La noche, madre de las almas y de la tierra.
Y la indecisión,
En una caótica muestra de locura,
lanza desmayo, síncope, aflicción,
Al paisaje, y las cosas trastorna.
Y la señora de la tarde va solita,
Entre fantasmas lívidos, sin miedo...
Pues es fantasma esta saudade mía
Y este peñasco...
Mis sentidos
Son cueva donde los vientos se adormecen;
Donde flotan espectros, aturdidos,
Que se me aparecen.
Y, por encima de los montes,
El claro sol de todo se escondió.
La luz brilla bajito, suspirando,
Anocheció.
Alondra de la sombra, el búho pía,
Tal vez (¿quién sabe?) alegre y deslumbrado.
El búho es tiniebla, y es sol anunciado
La alondra.
Y la tierra, en su afán creador,
Nota que le besa la frente, de oro ardiente,
Aquel santo espíritu del amor
Y de la tristeza.
Canción Final
Ahí viene la noche viejecita,
Yerma sombra tullidita,
Apenas puede andar, de tan cansada...
Ya el día se avecina...
Y la noche, triste y solita,
Tan pálida y fatigada,
Por su extensa jornada,
Se acuesta y duerme.
La alborada
Es el buen sueño del anochecer...
Y la noche duerme calentita,
En la cama que le fue asignada...
Duerme, duerme, sosegada,
Noche de Dios, sombra mía,
Que tu sueño es madrugada...
À minha musa
Senhora da manhã vitoriosa
E também do crepúsculo vencido.
Ó senhora da noite misteriosa,
Por quem ando, nas trevas, confundido.
Perfil de luz! Imagem religiosa!
Ó dor e amor! Ó sol e luar dorido!
Corpo, que é alma escrava e dolorosa,
Alma, que é corpo livre e redimido.
Mulher perfeita em sonho e realidade.
Aparicão Divina da Saudade...
Ó Eva, toda em flor e deslumbrada!
Casamento da lágrima e do riso;
O céu e a terra, o inferno e o paraíso,
Beijo rezado e oração beijada.
III
E a aurora, que entristece, vai fugindo,
Atrás dela, ficando em grande mágoa,
O mar, paisagens bíblicas florindo,
Sob benções de sol e beijos de água.
E a aurora vai fugindo, e abandonando
Meu corpo, envolto em sombras...E, nos céus,
Voam penumbras mortas, recordando
O fantasma perdido de algum deus...
Divindades caídas que perpassam
Na floresta abrasada do poente...
E sombras de amorzinhos esvoaçam,
E Vénus surge, ao longe, vagamente...
E há ninfas de luar, enternecendo
A merencória tarde que se esfuma...
Íris das sete sombras, descrevendo
O seu arco de lágrimas e bruma.
E o fantasma de Pã, entre o arvoredo,
Projecta a sombra fúnebre da Cruz...
Há vozes no silêncio...Ergue-se o medo,
Ante a queda dramática da luz.
E, no triste crepúsculo sombrio,
Erram sombras de faunos... E os pinhais
Sentem um fundo e gélido arrepio
E sussurram aos ventos espectrais...
E, nos bosques, as tochas das bacantes,
Quase apagadas
Bruxuleantes,
Deixam nódoas de cinza... E desprezadas
Nereides, junto às águas que murmuram,
Baixam os olhos, tristes, pensativas...
E alheadas, sonâmbulas, procuram
Idades de oiro, as eras primitivas...
E a senhora da noite, novamente,
Se transfigura.
E a sua loira trança resplendente,
Já tem manchas de treva...
E aquela pura
E luminosa fronte, donde nasce
A divina beleza, escureceu.
E vieram pousar na sua face,
O silêncio da terra e a paz do céu.
E a senhora da aurora é já senhora
Da tarde e da piedade... E o seu olhar,
Que era sorriso e luz, dir-se-á que chora
E que se fica, extático, a cismar.
Dir-se-á que outeiros, vales, pinheirais,
Se transformam em negra solidão...
Mas qualquer sítio ermo não é mais
Do que um disperso e vago coração...
Fumo sentimental, contemplativo,
Mago filtro subtil que se insinua,
Em nosso corpo, humanizado e vivo,
Que tem desmaios íntimos de lua.
E a tarde vai andando, e a soledade
Segue seus passos de oiro...
E, ao lado dela,
Piedosa e humilde, vai minha saudade,
O que há, em mim, de lírio e de donzela...
Esta ternura espiritual que aflui
À flor da minha voz, silêncio em flor,
E me dilui
Em penumbra de lágrimas e amor.
E a senhora da tarde, enamorada,
Dirige-se ao poente que, nos céus,
Lembra estranha Babel, incendiada
Pelo ciúme trágico dum Deus!
E, sobre os altos píncaros, avulta
A sua imagem, pálida e indistinta.
E pedras, fontes, a cantar, sepulta
Em roxa tinta.
Delíquios de neblina e de penumbra
Pairam, no ar dorido...
E vem da serra,
Ignoto sol escuro que se alumbra,
A noite, mãe das almas e da terra.
E a indecisão,
Num caótico gesto de loucura,
Lança o desmaio, a síncope, a aflição,
Na paisagem, e as cousas desfigura.
E a senhora da tarde vai sozinha,
Entre fantasmas lívidos, sem medo...
Pois é fantasma esta saudade minha
E este penedo...
Os meus sentidos
São caverna onde os ventos adormecem;
E onde vagam espectros, aturdidos,
Que me aparecem.
E, transmontando,
O claro sol de todo se escondeu.
A luz brilha baixinho, suspirando,
Anoiteceu.
Cotovia da sombra, o mocho pia,
Talvez (quem sabe?) alegre e deslumbrado.
O mocho é treva, e é sol anunciado
A cotovia.
E a terra, em seu desejo criador,
Sente beijar-lhe a fronte, em oiro acesa,
Aquele santo espírito do amor
E da tristeza.
Cançao final
Aí vem a noite velhinha,
Erma sombra, entrevadinha,
Mal pode andar, de cansada...
Já o dia se avizinha...
E noite, triste e sozinha,
Tao pálida e fatigada,
Da sua longa jornada,
Deita-se e dorme.
A alvorada
É o sono bom da noitinha...
E a noite dorme quentinha,
Na cama que lhe foi dada...
Dorme, dorme, sossegada,
Noite de Deus, sombra minha,
Que o teu sono é madrugada...
É um caso singular e curioso este livro O Pobre Tolo, de Teixeira de Pascoaes (1877-1952), publicado pela Renascença Portuguesa, no Porto, em 1924. Foi escrito em prosa e terminado pelo poeta de S. João do Gatão (Amarante), em Novembro de 1923. Mas, em 1930, refunde o tema em verso e com o mesmo título. Acrescenta-lhe o sub-título : Elegia Satírica. Virá a publicá-lo, em edição de autor, através das Livrarias Aillaud e Bertrand. Não me lembro de nenhum outro caso, na Literatura Portuguesa, de um autor abordar em prosa e depois em verso o mesmo tema.
O meu exemplar encadernado, da versão de 1924, tem dedicatória do Autor a José Ventura da Camara. Custou-me, em Janeiro de 1992, num leilão da Livraria D. Pedro V (Luís Burnay), Esc. 7.260$50 (cca. 36,30 euros). Mostra-se também, na imagem, a capa da edição em verso de O Pobre Tolo, de 1930.
http://arpose.blogspot.com.es/2010/10/bibliofilia-33-teixeira-de-pascoaes.html
Extraídos de
POETAS PORTUGUESES Y BRASILEÑOS
de los simbolistas a los modernistas.
Traducciones de Rodolfo Alonso
DE NOITE
Quando me deito ao pé da minha dor,
Minha Noiva-fantasma; e em derredor
Do meu leito, a penumbra se condensa,
E já não vejo mais que a noite imensa,
Ante os meus olhos intimas, acesos,
Extáticos, surpresos,
Aparece-me o Reino Espiritual...
E ali, despido o hábito carnal,
Tu brincas e passeias; não comigo,
Mas com a minha dor ... o amor antigo.
A minha dor está comigoali,
Como outrora, eu estava ao pé de ti ...
Se eu fosse a minha dor, com que alegria,
De novo, a tua face beijaria!
Mas eu não sou a dor, a dor etérea ...
Sou a Carne que sofre; esta miséria
Que no silêncio clama!
A Sombra, o Corpo doloroso, o Drama ...
DE NOCHE
Cuando me acuesto al pie de mi dolor,
De mi Novia-fantasma; y en redor
De mi lecho, la sombra se condensa,
Y ya no veo más que la noche inmensa
Ante mis ojos íntimos, ardientes,
Sorprendidos, extáticos,
Me aparece el Reino Espiritual ...
Y alli, desnudo el hábito carnal,
Tú juegas y paseas; no conmigo
Sino con mi dolor ... amor antiguo.
Mi dolor está conmigo allí,
Como antaño, yo estaba al pie de ti ...
¡Siendo yo mi dolor, con qué alegría
De nuevo, tu rostro besaría!
Mas no soy el dolor, dolor etéreo ...
iSoy la Carne que sufre; esta miseria
Que en el silencio clama!
La Sombra, e Cuerpo doloroso, el Drama ...
ESPERANÇA E TRISTEZA
Minha tristeza é pior que a tua dor;
Um dia, no teu ventre sentirás
Reencarnar para o mundo o teu amor:
A mesma alma, o mesmo olhar ... verás!
Eu sei que há-de-voltar; e assim terás
A alegria primeira, ainda maior...
E então, de novo, alegre ficarás;
Será primeiro o teu segundo amor!
Mas eu que, antes do tempo, já declino,
Quem sabe se verei o teu Menino,
Numa idade em que possa compreender?
E partirei sem lhe deixar,
Na memória, esse interno e fundo olhar,
A comovida imagem do meu ser ...
ESPERANZA Y TRlSTEZA
Mi tristeza es peor que tu dolor;
Un día, en tu vientre sentirás
Reencarnar para el mundo tu amor:
iLa misma alma, igual mirar ... verás!
Yo sé que ha de volver; y así tendrás
La alegría primera, aún mayor ...
De nuevo, entonces, alegre quedarás;
¡Será el primero tu segundo amor!
Mas yo que, antes de tiempo, ya declino,
¿Quién sabe si no veré a tu Niño
A una edad en que pueda comprender?
Y partiré sin que le deje,
De recuerdo, un mirar intenso y hondo,
La conmovida imagen de mi ser. ..
(Elegias, 1912)
CANÇÃO DE UMA SOMBRA
Ai, se não fosse a névoa da manhã
E a velhinha janela onde me vou
Debruçar para ouvir a voz das causas,
Eu não era o que sou.
Se não fosse esta fonte que chorava
E como nós, cantava e que secou ...
E este sol que eu comungo, de joelhos,
Eu não era o que sou.
Ai, se não fosse este luar que chama
Os aspectos à Vida, e se infiltrou,
Como fluido mágico, em meu ser,
Eu não era o que sou.
E se a estrela da tarde não brilhasse;
E se não fosse o vento que embalou
Meu coração e as nuvens nos seus braços
Eu não era o que sou.
Ai, se não fosse a noite misteriosa
Que meus olhos de sombras povoou
E de vozes sombrias meus ouvidos,
Eu não era o que sou.
Sem esta terra funda e fundo rio
Que ergue as asas e sobe em claro vôo;
Sem estes ermos montes e arvoredos
Eu não era o que sou.
CANCIÓN DE UNA SOMBRA
Ay, si no fuera la niebla matinal
Y la vieja ventana donde voy
A asomarme para oír voces de cosas,
No sería e1 que soy.
Si no fuera esta fuente que lloraba
Y como nos, cantaba y que secó ...
Y este sol que comulgo, de rodillas,
No sería el que soy.
Ay, si no fuera esta luna que llama
Espectros a la Vida, y se infiltró,
Como fluído mágico, en mi ser,
No sería el que soy.
Y si el astro en la tarde no brillase;
Y si no fuera el viento que meció
Mi corazón y las nubes en sus brazos
No sería el que soy.
Ay, si no fuera la noche misteriosa
Que mis ojos de sombras abrumó
Y de voces sombrías mis oídos,
No sería el que soy.
Sin esta tierra honda y hondo río
Que yergue alas y sube en claro vuelo;
Sin estos yermos montes y arboledas
No sería el que soy.
A SOMBRA DE EURÍDICE
I
Canção divina as cousas comovia,
E de ternura as árvores choravam ...
E lembrava o luar a luz do dia
E os ribeiros, extáticos, paravam.
Era Orfeu, de inspirado, que descia
Às entranhas da terra! E se afundavam
Os seus olhos na noite, muda e fria,
Onde as pálidas sombras vagueavam.
Eurídice, o seu morto e triste amor,
Ouvindo-o, tomou forma e viva cor,
Íntima luz à face lhe subiu ...
Mas Orfeu, pobre amante enlouquecido,
Quis ver aquele corpo estremecido ...
E, outra vez sombra, Eurídice fugiu ...
II
Ai dos que vêem as cousas da Natura
Com este olhar da Carne, escuridão,
Que tudo nos transtorna e desfigura,
Nem mostra o mundo e o céu como eles são!
Com este olhar de trágica amargura
— Torva luz de delírio e confusão!
Que nos faz ver, brutal e tosca e dura,
A sensível e viva Criação!
Ó desgraçada luz, que só revelas
A face tenebrosa das estrelas
E a nossa pobre sombra, entregue à sorte ...
Candeia, onde é o azeite água dorida,
Não nos mostras o mundo em alma e vida,
Mas em lívido corpo e negra morte!
LA SOMIBRA DE EURÍDICE
I
Sacra canción las cosas conmovía,
Y de ternura los árboles lloraban ...
Recordaba la luna luz del día
Y cesaban, en éxtasis, arroyos.
¡Era Orfeo, inspirado, descendiendo
A entrañas de la tierra! Y se hundían
Sus ojos en la noche, muda y fría
Donde las sombras pálidas erraban.
Eurídice, su muerto y triste amor,
Oyéndolo, tomó forma y color,
Íntima luz al rostro le subió ...
Pero Orfeo, pobre amante enloquecido,
Quiso ver aquel cuerpo estremecido .
Y, otra vez sombra, Eurídice huyó.
II
¡Ay de quien mira a la Naturaleza
Con ojos de la Carne, oscuridad,
Que todo nos trastorna y desfigura,
Ni muestra cielo o mundo como son!
—¡Torva luz de delirio y confusión!
Nos hace ver, brutal y tosca y dura,
La viva y la sensible Creación!
Oh desgraciada luz, sólo revelas
La tenebrosa faz de las estrellas
Y nuestra pobre sombra, a su suerte ...
¡Candil, hecha agua de dolor tu aceite,
No nos muestras el mundo en alma y vida
Sino en lívido cuerpo y negra muerte!
Creio que não viria nenhum mal ao mundo, se se indicasse donde vem a imagem da dedicatória autógrafa de Pascoaes, em "O Pobre Tolo"...
ResponderEliminarok, mis disculpas
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