sábado, 22 de marzo de 2014

ORIETTE D´ANGELO [11.327]



ORIETTE D´ANGELO

Oriette D’Angelo  (Caracas, Venezuela   1990). Es Abogada por  la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Participó  en  el  Taller  de  Poesía  (2011)  del  Instituto de  Creatividad  y Comunicación  a  cargo  de Eleonora  Requena  y  en  el  Taller de  Poesía  (2011-2012)  del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.  Trabaja en el área del Derecho y lleva el blog ‘‘Descendencia y Paradero’’.


Estoy condenada a perder la memoria

Me dijeron que podía quedarme ciega
y que a veces los tumores aparecen solos
Me recetaron una pastilla vencida
y la sangre se me retrasó toda una infancia.
Me ofrecieron una operación de hambre
y un trasplante de gusto

Tengo rota la columna
y un hueso desprendido que me duele en la conciencia.

Tengo genes propensos a quebrarse
y me inventé un cromosoma Y para no sufrir tanto
Tengo heridas que huelen a asfalto
y glóbulos rojos llenando vacíos

Estoy condenada a perder la memoria,
uno de mis hemisferios cerebrales se quedó en la gaveta.
Sufro de despiste selectivo
y mi vesícula tiene todas las piedras que me han lanzado
Estoy condenada a perder la memoria
y a tener el pecho
lleno de atrocidades.



Caracas, sé que encontraré mi nombre en tu falta

El que con plomo viene, con plomo se va
Famasloop

Caracas es una mujer con el pecho lleno de balas. Me siento extranjera al lado de tanto plomo. Nos observa el mito del volcán dormido y se burla de nosotros por incapaces. La ciudad de los padres y de los abuelos. La Caracas entre los dientes que no queremos soltar. La del torrente sanguíneo congestionado. La ciudad a la que le temo. Esa, la de comunidades en forma de avalancha pero que presume ser comuna, la de las arterias tapadas. Caracas, oxigeno sin tanque y sala de emergencia de todos los días. La de la morgue. La de los hierros. La que no quiero ser cuando me vaya y que no quiero que me sea. Caracas, la única mujer que te obliga a quererla mientras te apunta en la sien.



Extravío I

Tengo una enfermedad que juzga
Mi condena:     tener el vientre lleno de suicidios.




Hueso escafoide


Tengo tres abismos muertos en cada palma de la mano. [me rompo]. Soy un tendón olvidado, una huella desconfigurada: pasaje en una identidad perdida. Uno vuelve a sus espectros, como queriendo identificar fantasmas. Me dan espasmos y duelo. Solo tengo mis manos con sus líneas, inventándose el desastre. Hueso escafoide. Hueso trapecio. Hueso bailable. Alivio mi dolor mediante señas. Tiembla mi boca, succionada por lo táctil. Te doy mi gesto    como inventando terremotos.



Extravío II


Sé:
que cuando el amor entra por la puerta
es porque va saliendo de un hotel



Aeternus

Dame una definición de la palabra eterno
Quítame las ganas
de chamuscar la lengua
de poner mi cabeza
en tu plato
de censurar mis senos
con una camisa XL
Dame una definición calcinada
redonda
y con osteoporosis
Dime lo que es
quererse mucho
o excesivamente
mientras te olvido.




Extravío III

Sé:
que cuando el amor entra por la puerta
es porque va saliendo de un hotel



Memoria trapecista

Procedemos de un circo
de una memoria trapecista
Cansa ser noviembre y mancha de poema ajeno.
Cansa nuestro tiempo y espacio,
que ahora es distinto.
Cansa el fragmento roto que me une,
la fachada del tornillo que me aprieta,
la sala de espera que soy todos los días.
Cansa serte
Olvidarte
Cansa la humanidad que escondo
en el trapecio que me zumba
al vacío de tus piernas.
Cansa ir de aquí
para allá
Ser todos los lugares 
y a la vez ninguno.
Memoria cansada en tu vaivén 
Cerebro cansado de tantos olvidos
Deja que se rompa la cuerda
y sálvame.



Cortar la carne es permitir el hueso
YAMILA GRECO

Punto, sutura, 
paraíso
Descanso en hilo suspendido
aguja rota en sueño momentáneo
Herida abierta sobre un plato
Sutura descompuesta
Salvación extemporánea
Mi cuerpo es una transición que grita
¡no me salves! Que no te lo he pedido
Te muestro los huesos
y te ruego
me abandones
que ya estoy cansada de suturarme la memoria,
de esconder la herida abierta que eres
de olvidarte a golpes 
de empujarte hacia el hemisferio sur de mi cerebro
de verte feliz
mientras mi cuerpo explota
Déjame el cuerpo quieto,
que tiembla con tus manos 
de plaquetas frías.



Sala de emergencia

Hemos recorrido más que el asfalto. Dejamos pasar los avisos de tránsito que nos advertían del posible desastre. Nos convertimos en un accidente que dejó estragos, carros destruidos y cauchos fragmentados. Explosión completa de una desilusión avisada. Te conocí cometiendo el delito de lanzar una bomba directo al miocardio. No medí los frenos, me automediqué y me provoqué una sobredosis. [No entiendo cómo se desintoxica una herida queriendo a alguien roto] Aquí estamos, en el eco distante del olvido y en la catástrofe del metrónomo. Tenemos la cronología completa de los accidentes y el país nos ayuda a reinventar la historia. Pasamos las venas como pasamos la página, pero no olvidamos, o lo hacemos sólo cuando no queremos sangrar. He cometido el error de quererme poco y dejar que otros se den cuenta. Sin embargo, vuelvo sin venganza al accidente que fuiste y lo convierto en un vendaje para no mostrar el hueso. Coloco mi herida en la candela. Me revuelco en la miseria que dejaste      y la muestro.




En mi pecho se devoran paraísos

Nos hemos convertido en una Pantalla. Adormecidos ante el estruendo de las piernas. [Una cobija hueca con noticias de otro mundo. El muerto que no nos pertenece y el Presidente obsoleto acusado de corrupción. El programa en otro idioma y la antena infaltable en cada ventana en cada hogar. Nos dicen que aquí vale más el derecho a la alimentación que el derecho a la vida. Y morimos, pero comemos. En mi pecho se devoran paraísos, las playas, Los Roques, Mercal, La Tortuga. Subrayo un título como subrayo un país. El tiempo cambia y nos inventamos las estaciones. Nuestro invierno es una lluviecita y el verano es El Guri seco. Nos atropella una moto y seguimos. Tengo una patria de enjambres vacíos, pero la tengo. ¿Quién nos enseña a salir de la pantalla? Quiéreme y sácame de aquí, dijo Manolo García, pero nunca lo escuchaste.




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