TOMÁS QUINTERO ECHEVERRI
(Cali, Colombia 1945-1978)
Profesor de literatura en el Departamento de Letras de la Universidad del Valle, y en otras Universidades de Cali.
El escritor Tomás Quintero recibió su bachillerato en el San Luis Gonzaga y su Licenciatura en Letras, en la Universidad del Valle. Especialista en Literatura Española y conocedor profundo de la obra de Cervantes.
Además de su producción poética, deja inéditos importantes ensayos Literarios y una rica correspondencia.
Tomás Quintero, poeta de la ausencia
Por Carlos Vásquez-Zawadzki
On est exilé dans sa patrie!!!
Arthur Rimbaud
Del escritor colombiano Tomás Quintero Echeverri (1945-1978), la Universidad del Valle -a la cual estuvo vinculado como profesor- publicó dos volúmenes que recogen los textos más significativos de su obra poética. A saber: Venid a buscar conmigo la Muerte o la Libertad [1] y Poemas de la ausencia [2]. En varias antologías regionales y nacionales se ha divulgado, a partir de 1978, la producción literaria de uno de los poetas más importantes de la llamada -por Isaías Peña Gutiérrez o Juan Gustavo Cobo Borda- ‘la generación perdida’, posterior al advenimiento tardío de la vanguardia nadaísta.
“La generación de Tomás Quintero, escribió Alvaro Escobar Navia, aparece poco después del paréntesis de nihilismo y ligereza que trazara el movimiento nadaísta. En cierta forma se halló de manos a boca en un escenario al que habían retirado sus dioses y demolido sus estatuas (…). La generación intelectual que lo sucedió hubo de afrontar la necesidad de un orden nuevo -o un antiorden- tanto en lo personal como en lo social y político. Esta generación vibró con la revolución latinoamericana al tiempo que atisbaba el pensamiento sicoanalítico, la novela urbana, la tercera etapa de la poesía nerudiana, la desacralización impenitente de Nietzsche, y se revolvía inconforme, ante el socialismo soviético” [3].
Ahora bien, en Venid a buscar conmigo la Muerte o la Libertad, título de uno de los múltiples proyectos creativos del autor -inéditos éstos hasta su inesperada desaparición a los 33 años de edad-, se recogió la mayor parte de su obra in progress, obra en principio no destinada en esa forma inacabada y fragmentaria a su publicación.
Desde un punto de vista temático, por ejemplo, saga e historia, presencia y ausencia, amor y olvido, Dionisios y Apolo, victoria y derrota, revelación y sombra, pulsión de vida y pulsión de muerte, juventud y decadencia, amistad e indiferencia, presente y revolución, poema y escritura del poema, sensualidad y sexualidad…, son algunos de los principales ejes semánticos de este complejo, rico y autorreflexivo mundo literario.
En el mismo, como proceso de construcción y diferenciación, el lector encuentra filiaciones y negaciones con relación a literaturas y culturas, obras y escritores del país colombiano y de otras latitudes. Por ejemplo, con el Siglo de Oro de Cervantes y la poesía española vanguardista de un García Lorca; con la literatura latinoamericana de Vallejo, Neruda, De Greiff, López Velarde, Lugones, Darío, Aurelio Arturo… Con la poesía europea de Baudelaire y Cavafis…En este sentido, Tomás Quintero es escritor de escritores, escritor de sus lecturas.
Poemas de la ausencia
La obra está conformada por un conjunto de veintidós textos poéticos. En su primera edición escribíamos:
“Y un capítulo ‘aparte’ en la producción de Tomás Quintero. Se trata en realidad de la única serie de poemas destinados a su publicación(…). El juego de enunciados fragmentados, de versiones diferentes de un solo texto, etc., parece detenerse, interrumpirse …” Ello, con relación a la totalidad de poemas incluidos en Venid a buscar conmigo la Muerte o la Libertad, poemas en los que se evidencia el trabajo lúcido del autor sobre el lenguaje: “Un trabajo poético que se estructura en el cuerpo y la sexualidad (como principio de placer) y en la política (como principio de realidad)” [4].
Poemas de la Ausencia en el sentido fuerte de absentia, arcaico y metafórico, es exilio. Infortunio: por ello se escribe sobre el cuerpo la tristeza; sobre la misma piel se graba el nombre de quien partirá, una vez estallen en su pecho las amapolas; así también la destrucción del amor alegre y fuerte de Bagoas; y la ausencia definitiva de Siri Fadal de quien sólo permanece el recuerdo de sus ojos pegados a su mediterráneo; o bien, el Ulises trashumante, con su eterno deambular…Pero, la misma palabra ritual anula y destruye pasado y recuerdos; el vino plácido ausenta de igual forma el canto al ser amado; la soledad se hace llanto porque sube hasta los ojos para humedecer algo así como un recuerdo de Julio Arenas; esto, mientras Grecia muere otra vez, se hace demanda amorosa del recuerdo en presencia del goce, muere Kamal Arabat sin que nadie lo sepa en un amanecer del Sinaí y se quiebra el tiempo encerrado en una celda… hasta el Poema Final, interrogado en su utilidad, en su mismo goce de ser y del ser escrito.
Todo se ausenta, es decir, se exilia, es decir aún, se hace miseria e infortunio. Poemas de la ausencia y ausencias, exilios, miserias, infortunios de la escritura poética:
Fiero dolor agazapado en los contornos de mi pecho,
De la escritura ingenua, de la Palabra
Que creyó decirlo todo. [5]
En el contexto del proceso creativo de Tomás Quintero, en la escritura poética, la significación estará a la deriva, el sentido fallará: los objetos estarán en proceso de perderse, también los sujetos. Así, la revelación: conciencia de la perdida o bien de lo que se fuga en el tiempo, el instante de la saga y la inaprehensión o sin sentido de la Historia y la Muerte:
Y cuando la palabra se termine
Y cuando no se pueda más escribir
Tu nombre sobre mi papel:
¿Acaso todo lo vivido quedará por fuera? [6]
NOTAS
1. Tomás Quintero, Venid a buscar conmigo la Muerte o la Libertad, Departamento de Letras, Universidad del Valle, Cali, 1978, 220 p.
2. Tomás Quintero, Poemas de la ausencia, Decanatura de Cultura, Universidad del Valle, Cali, 1993, 91 p.
3. Alvaro Escobar Navia, Introducción en Venid…, p. 7.
4. Carlos Vásquez-Zawadzki, Cómo fue hecho este libro, Ibidem, p. 221.
5. De la escritura ingenua, Ibidem, p. 13.
6. Cuando la palabra se termine, Ibidem, p.15.
Lázaro Osorio
Lázaro Osorio, amigo de barriada
con el duro San Nicolás de los 60
y que murió en lo suyo.
Pocos en verdad lo conocieron.
Pocos tal vez podrán contar su historia.
Joven y hermoso era.
Bacán de la milonga y las esquinas.
El barrio y el cuchillo hicieron su leyenda.
Terco y audaz, fue siempre con la muerte.
Una noche se encontraron
y los dos se sonrieron.
Allí comenzó el Vallano
Cuando el siglo moría de cansancio
entre la guerra llegaron los abuelos.
Bajaron cabalgando en mulas jóvenes
por la calle Real de sol y piedra.
Cargaban con baúles y negras milenarias
- que no esclavas sino parte de su propia historia –
Mi abuelo, su guitarra y su bigote
blanco, como ala de paloma, durmiéndose en el labio...
No quisieron el centro del poblado
de grandes casas con ruidos de charol en los zapatos
y perfume francés en las ventanas:
entre otras cosas porque el Alférez
y sus hijos azules y otras cosas
cerraron los zaguanes a su paso.
Gustaron más del sitio cerca al río y al llano
donde comenzaba el pueblo o terminaba.
Y allí comenzó el Vallano, el Barrio,
pila de aguas tranquilas
en una plaza verde.
Y comenzó la saga del adobe y la casa
del corredor y los geranios.
Arabat Kamal, el palestino
En casa te esperaban Arabat Kamal.
Madre había tendido el mantel blanco
y un vino dulce esperaba en la mesa.
Laila tiene lista la camisa
y soñando con tu cuerpo
canta y espera tu regreso.
Abdul, el viejo, fuma de su pipa
y desde la penumbra de sus ojos
piensa en ti,
todos te queremos Arabat Kamla,
todo te esperan.
Lo que nadie sabe
es que este amanecer del Sinaí
manos judías te han dado la muerte.
Amor
El amor comienza en el encuentro
y agoniza en la partida.
El resto no es más que juegos ilusorios,
fiebre y fantasía del sueño y del recuerdo.
Ya Homero, el vidente, lo ha explicado:
el llanto de Calipso en la remota isla,
la furia y el perdón de la ardorosa Circe,
los senos temblorosos de la joven Nausica
y el fiel trajinar de Penélope sobre el inagotable manto.
Palabra-mujer. Amor-palabra.
Lenguaje que las hizo y las deshizo.
¿O fue, tal vez, Ulises trashumante,
con su eterno deambular, con su partida?
TE PARTIERON LA RISA
Poema del Compañero Tomás Quintero
a Carlos Augusto González el día de la muerte de Carlos
Te partieron la risa, Camarada,
Marzo te sorprendió
con balas en la espalda,
te quitaron paisajes y faroles
y las lunas que viste crecer en tu ventana,
te quitaron las tardes y los árboles
y los domingos largos...
te arrancaron de pronto los años
que guardabas,
en cambio te entregaron
en cápsulas de odio:
todo el rencor que cupo
debajo de tus carnes.
Te partieron la risa, Camarada,
Marzo te sorprendió
con balas en la espalda,
te quitaron paisajes y faroles
y las lunas que viste crecer en tu ventana,
te quitaron las tardes y los árboles
y los domingos largos...
te arrancaron de pronto los años
que guardabas,
en cambio te entregaron
en cápsulas de odio:
todo el rencor que cupo
debajo de tus carnes.
Se robaron tu aliento, Camarada,
en esta misma calle
de esquinas y muchachas
en esa misma calle
que fue un Vietnam furioso
de minutos escasos...
porque eras la América
de barbas y metralla,
porque hacías las trincheras
y en ellas te quedabas
caíste para que alguien pueda
cargar mañana azucenas y niños
en lugar de fusiles.
Y ahora, Camarada,
perdoná que no lloremos,
perdoná que no llevemos
traje negro ni que pongamos
cintas en nuestras
banderas rojas.
Tenemos que dejarte
debajo de la hierva verde,
debajo de la tierra
Olvidaste, perdoná,
yo sé que lo sabías;
que aquí es costumbre antigua
fusilar primaveras
y asesinar gorriones
que no quieren jaulas.
Caíste en el silencio
con las alas plegadas
y claveles violentos
floreciendo en tus hombros;
caíste con el grito
que atravesó distancias
con las mejillas rotas
y las manos cansadas,
con la consigna herida
por bombas y por balas
y con algo de tiempo
que le sobró a la nada.
Caíste por que eras
Colombia sublevada y de las nubes.
Delante de las filas
quedó vacío tu puesto;
tenemos que seguir la marcha
y borrar tu sangre con más sangre.
Y luego volveremos,
tenlo por seguro,
volveremos con cantos
y palomas blancas
con los fusiles mudos y humeantes
a colocar los himnos
al lado de tu tumba;
y a recordar, mordiendo la nostalgia,
al muchacho guerrero
que se fue cuando marzo
apenas comenzaba.
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