miércoles, 13 de mayo de 2015

PAUL S. FLORES [15.954]


Paul S. Flores 

(Chula Vista, California, EE.UU.)
Poeta y novelista publicado, y uno de los actores/poetas de palabra hablada más prominentes de la nación. Se creó en el borde de Tijuana y San Diego, lo que lo llevó a centrarse en temas como la inmigración, los problemas limítrofes y la identidad latina. Ha mostrado su trabajo como dramaturgo y actor en Fear of a Brown Planet y No Man’s Land. Flores es autor de la novela Along the Border Lies, la cual ganó el premio Pen Oakland /Josephine Miles National Literary en el 2003. Ha actuado en el Festival Nacional de Hip-Hop en La Havana, Cuba, y ha aparecido en el Russell Simmons Presents: Def Poetry Jam en HBO.
También, ha actuado en la Americans for the Arts Conference en Milwaukee, Wisconsin y la National Association of Latino Arts and Culture Conference en San Antonio, Texas en el 2006. 




Sueños Cafés *

Esta es una historia real sobre un sueño café hundiéndose en el Tigris y Eúfrates.
Este es un sueño café.
Era la última noche que Francisco pasaba con sus amigos,
los tres iban a ver la película de ciencia ficción más reciente.
Iban manejando.
Un estéreo en el que sonaba el top 40 del rap,
porque era lo único que escuchaba.
Pero no importaba,
la música era sólo parte del escenario
pero no la motivación para la lluvia de ideas nocturna
sobre cómo hacer dinero,
o cómo escapar de ese sentimiento
de haber sido apartados de ese sueño que muchos pintaron
de rojo, blanco y azul.
Pero su sueño era café.
Café como su piel.
Café e impuro.
Café como la manzana de Eva después de haberle dado el primer mordisco.
Café como esa duradera borrosidad de ingleses, africanos e hindúes
moviéndose a través de los bosques de este continente
cuatrocientos años antes de que fuera conocido como destino.
Antes de que él hubiera incluso escuchado la palabra migrante,
frijolero, sudaca, estúpido, sucio.
Antes incluso de que él hubiera soñado con la asimilación.
Él tiene 18 y es mexicano.
Él está en San Diego,
Tupeka, Búfalo, San Antonio,
Oakland, California.
Él quiere un pedazo del sueño americano.
Francisco quería un título universitario,
quería ser un profesionista,
un corredor de bolsa o un agente de la FBI,
porque esos eran los trabajos con más poder.
Si él hubiera podido ser una estrella de rock o un superhéroe
no habría tenido la necesidad de enlistarse.
Pero tenía que ser un ciudadano de Estados Unidos
si quería ganarse la vida como ellos.
El reclutador del ejército en su escuela
le dijo que si servía en la milicia
podía automáticamente convertirse en ciudadano estadounidense.
Después de cuatro años en deber y licenciamiento honorable,
tendría dinero de sobra
para que continuara con sus estudios en una buena institución.
O tal vez podría usar sus habilidades técnicas
de operador de tanques
o de experto en armas pequeñas
y aplicarlas en un trabajo de civil.
Era emocionante:
Chico moreno, que ni siquiera era un ciudadano,
que sólo había residido allá cinco años,
que no tenía mucha educación,
ahora estaba dispuesto a morir para convertirse en estudiante.
Un año después
estaba trabajando en un tanque de la unidad de batalla en Iraq.
Francisco escuchó que era la segunda vez
que el presidente invadía esta nación.
Estaban manejando en el desierto.
Estaban siendo consumidos por las flamas, viraron.
El tanque perdió el control
y se dirigió hacia el río.
Mientras los pulmones de Francisco se llenaban de agua
recordó la última noche con sus amigos;
cómo su madre iba a prepararle una cena
pero él no quiso pasar ni una hora más
en ese departamento estrecho donde ella cocinaba para sus seis hermanos,
sus dos tíos y sus “compadres”.
En lugar de eso, Francisco invitó a José y a Diego al cine
porque era lo que los americanos hacían.
Ahora su alma es un ancestro en el Eúfrates.
Sangre de chicano mezclada con petróleo árabe,
regresando al jardín del Edén
vía el “U.S Army”,
de la misma forma que había llegado.
Sólo que esta vez, al fin obtendría
lo que le habían prometido:
un sobre con sellos oficiales encima de la Antigua Gloria.
La ciudadanía nunca fue ganada de manera tan agraciada.
Incluso si llega de manera póstuma,
¡al menos se extiende a la familia de la víctima!
La realidad del sueño americano es sucia.
¿Por qué los chicanos tienen que morir
para ganar la aprobación de la sociedad?
Este es un sueño café.
Café como la unión de los conductores de autobús.
Café como la gasolina.
Café como el Tigris y el Eúfrates,
el Mississippi y el Río Grande.
Café como los coyotes.
Café como la arena inundada de sangre de Iraq
y los ranchos de los vigilantes de la frontera en Arizona.
Café como la “Affirmative Action”* en la milicia pero no en la universidad.
Este es el sueño café.


*Política que provee de oportunidades especiales a aquellas personas que son parte de un grupo minoritario que sufre de discriminación.

Traducción de Alina Hernández








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