Gwenn-Aëlle Folange Téry
Escribe tanto en español como en francés, yendo de un idioma al otro como va de Bretaña, donde sueña, a México, donde vive.
Descendiente de bretones, hombres y mujeres de mar, pero también y sobretodo, de escritores, músicos y pintores, reparte su vida entre su familia y sus pasiones, la escritura y la pintura. En su taller, los pinceles, las palabras, los lienzos, colores y sentimientos cobran vida bajo sus manos.
Cada día, Gwenn-Aëlle toma la palabra y habla de la vida.
Su libro más reciente “Ráices de luz”.
Llora mi tierra
Caminan los hombres
De blanco vestidos
Parecen astronautas
Pero no visitan la Luna
Ni Marte ni el Universo
Basura es lo que revuelven
Usan lanzas y banderas
Mas caballeros no son
Revuelven basura
Y hueso es lo que buscan
Bajo una hoja de maíz podrida
Bajo el papel de envoltura de algún chocolate
Aparece un fémur
O tal vez una dentadura
La de un muchacho
Normalista le dicen
Detrás de un bote de cátsup
Una mano, o una rótula
La neblina espesa cae como la noche
Se lamenta el viento
Es casi día de muertos en México dice el calendario
Ignorando que por estos lares
Es día de muertos diario
La tierra roja negra y café llora ríos de sangre
La neblina esconde lágrimas, esconde angustia, esconde ira
El viento se lleva lamentos, el suyo, el mío y el de los desaparecidos
Llora México, lloro yo, llora una madre, un hermano, un hijo
Los padres empuñan machetes
Llora México
Lágrimas de sangre
La neblina ahoga los gritos
Los huesos negros emergen entre la basura
Los papeles vuelan
La tierra los vomita
La basura hiede
Hiede la muerte como hiede la culpa
Como hiede su miedo
Por aquel tiradero
Las voces callan, la neblina ahoga sentires
Los cobardes cuervos han huido
Y yo, con el poder que me otorga la palabra,
Yo
Los maldigo.
Ma terre pleure
De blanc vêtus
Les hommes marchent
Semblables aux astronautes
Mais ils ne visitent ni la Lune
Ni Mars ni même l’Univers
La décharge publique est leur champ
À la main lances et drapeaux
Mais chevaliers ils ne sont
Ils ne remuent que détritus
Et ne recherchent que des ossements
Sous une feuille de maïs pourrie
Sous un vieil emballage de chocolat
Apparaît un fémur ou encore une mâchoire
Celle d’un jeune homme
Normalien qu’on l’appelle
Derrière un pot de sauce tomate
Une main, ou une rotule
Le brouillard épais tombe comme la nuit
Le vent se lamente
C’est bientôt le Jour des Morts au Mexique ressasse le calendrier
Ignorant que chez nous
C’est jour des morts tout le temps
La terre rouge noire et marron pleure des fleuves de sang
Le brouillard ensevelit les larmes, ensevelit l’angoisse, ensevelit la colère
Le Mexique pleure, je pleure, une mère pleure, un frère, un fils
Les pères empoignent leurs machettes
Le Mexique pleure
Des larmes de sang
Le brouillard étouffe les cris
Les os noirs émergent entre les détritus
Les papiers s’envolent
La terre les régurgite
La poubelle pue
La mort pue de même que la vilenie pue
Que leur lâcheté pue
Au milieu de cette décharge
Les voix se taisent, le brouillard noie les sentiments
Les corbeaux, couards, ont fuit
Et moi, de par le pouvoir que me donne la parole,
Moi
Je les maudis.
Barco de piedra
Es cierto
Es cierto que algunos barcos son de piedra
Que se quedan, inmóviles, viendo a la mar ir y venir
Pero también es cierto que los otros barcos, aquellos que parecen ser libres, esperan ellos también la marea, encallados en la arena
Es cierto
Es cierto que algunos barcos están detenidos, marcando el suelo con su peso
Que se quedan, inmóviles, diciendo muy alto la inanidad de sus anclas
Pero también es cierto que los otros barcos, aquellos que parecen ser libres, se ven obligados a seguir al timonel, incapaces de partir solos si no es a la deriva
Es cierto
Es cierto que algunos barcos parecen estar muertos
Que se quedan, inmóviles, viendo lo azul del cielo
Pero también es cierto que los otros barcos, a pesar de sus colores tornasolados, no son más que cascos vacíos esperando a su amo
Es cierto
Es cierto también que mi cuerpo parece ser de piedra
Que se queda, inmóvil, viendo a la vida ir y venir
Pero también es cierto que los otros cuerpos, los que parecen ser libres, siguen esperando la oportunidad de su vida para ponerse al fin en movimiento
Es cierto
Es cierto que mi cuerpo parece estar detenido, marcando la cama con su peso
Que se queda, inmóvil, diciendo fuerte la inanidad de una cadena
Pero es cierto también que los otros cuerpos, a pesar de sus ganas de reír, siguen las leyes, la moda y a menudo, los apetitos de otro
Es cierto
Es cierto que mi cuerpo parece estar muerto
Que se queda, inmóvil, viendo a las ventanas
Pero es cierto también que florece como ese barco de piedra
Que a pesar de la terrible inmovilidad a la que está sometido, mi alma vive y no espera a nadie
Que los pensamientos toman su vuelo
Que las palabras hablan fuerte, en voz alta
Muy alta
Es cierto
Es cierto que mis manos parecen ser de piedra
Pero viven, y empuñando pinceles y colores, se abren, vibran y sobre todo
Ay, sobre todo…
Hacen vibrar…
Es cierto
Es cierto que ese barco de piedra está destinado a hundirse
Es cierto también que los otros barcos se burlan de él, y esperan el final
Pero también es cierto que soy libre, libre y llena de vida, de palabras y de colores...
Es cierto
Tan cierto
SEGUNDO BLOQUE
Dolor
A veces, el cuerpo es el que gana.
El dolor se multiplica, llena el universo de su aliento viciado y te muerde la cara.
La piel quema, los músculos se distienden, todo el cuerpo aúlla. Los ojos cerrados, crispados, no puedo más que respirar bajito, de a poquitos, rehuyendo la evidencia. Me duele.
Hoy, mi cuerpo es el que gana.
Mis piernas se rehúsan a moverse, de repente como de plomo caliente, ardiente, líquido de fuego sobre la cama. El calor es tal que las sábanas se incendian y se arremolinan sobre ellas. Largos lamentos emanan de ellas, como para volverse loco.
Volverse loco.
Mis manos no son más que terribles palas de madera, de bordes rugosos, pesadas y ardientes. La fiebre las invade, lengua de fuego que destruye todo al pasar. Poco a poco, abro los ojos, decidida esta vez a una decapitación de manos, lo cual no es tan loco porque ellas solas son como una cabeza entera, llena de ideas locas que se estrellan contra las paredes como pájaros enjaulados. El corazón acelerado, como encarcelado, las miro, sorprendida: no veo más que manos, simples, normales. Esperaba una masa roja, abotagada, y no veo más que manos. Casi blancas. Cinco dedos cada una. Casi bonitas. Crispadas, sí. Inmóviles, sí. Más no el horror que esperaba.
¿Será que el infierno sólo está en mi cabeza…?
Vuelvo a cerrar los ojos, respirando un poco más, de a poquitos todavía. Me concentro, pienso en mí. Trato de mover una pierna, la otra. La espalda. El dolor aúlla, como si él fuera el que sufre. La parálisis me parece más llevadera, el dolor me hace perder toda medida. Me duele.
Los ojos cerrados, hay zarabanda en mi cabeza, el diablo festeja y se ríe. La quemazón crece, se vuelve hoguera. Rojas las mejillas, lágrimas sobre los labios, veo, sí, veo, mis manos deformes, sanguinolentas, mi espalda torcida y mis piernas podridas…
A veces…
El cuerpo es el que gana.
TERCER BLOQUE
Esas mujeres
A esas mujeres, me las encontré un día a la vuelta de una revista. Sus fotos, en página central, ilustraban un texto corto. En su país, un hombre había decidido, en nombre de no sé qué política económica, mandarlas a esterilizar… a la fuerza. Trescientas mil mujeres, algunas dormidas, otras amenazadas, otras tantas por costumbre -obedecer se vuelve rápido una costumbre cuando lo amaestran a uno desde la infancia-, perdieron así una parte de su cuerpo, de su vida, de su derecho a elegir.
Las reuní sobre un lienzo, las pinté exactamente como habían escogido posar: con su ropa, su peinado, hasta sus aretes… Pero sobre todo con su mirada.
A menudo pienso que debería de pintar más retratos…
El de la niña a la que le jalan el cabello para peinarla bien y que aprende que hay que ser bella, que para serlo, hay que sufrir y que no se atreve ni a respirar por miedo a ensuciar su maravilloso vestido nuevo, el rosa.
El de la mujer que tiene miedo: miedo a que no le salga la sopa, a que llegue su esposo, miedo a su padre, a su hermano, miedo a decir, a hablar, a pensar.
El de la que se siente culpable por desear más, o por desear, a secas.
El retrato de la chavita de once años que acaba de tener un hijo, cuya violación no fue denunciada… La vergüenza es más fuerte que la ira, y la justicia no es más que una palabra que usan los hombres, les pertenece a ellos.
O el de esa niña que aprende a cocinar, a barrer, a tender las camas, para después, para cuando tenga su casa, ¿verdad?
El de la que está tan orgullosa de sus medias nuevas, aunque le aprieten, de sus zapatos de tacón alto que le impiden correr y de la pintura sobre su cara, que todo es, menos pintura de guerra.
El retrato de la mujer de negocios que a diario usa falda porque llevar pantalón no se le permite en la empresa donde trabaja.
Y casi casi al opuesto, el de la mujer que no trabaja por un sueldo porque no puede, no sabe, no se atreve… Porque tantas veces le dijeron que no es buena para nada… Aun cuando en casa el dinero le sea calculado, negado, condicionado.
O el de esa mujer, la que intenta hablar, decir tan sólo una palabra, porque no está de acuerdo, y que sabe, bien que lo sabe, que sólo recibirá un insulto si le va bien, o golpes, casi siempre.
Necesitaría claro varios lienzos para las mujeres que hablan fuerte, que luchan y que ganan. A las que llaman marimachas o salvajes, y que comparan con un hombre diciendo que, después de todo, no lo hacen tan mal, las que trabajan duro por dinero y más duro aún cuando llegan por fin a casa. Las que terminan por matar al no aguantar tanto sometimiento.
Pero las escogí a ellas… Las que no dijeron que no… A las que obligaron, arrastraron a veces, o engañaron… Las que un día vencieron ese miedo terrible y prestaron su rostro para un artículo, en una revista extranjera…
Las escogí, a ellas… Porque un día, a pesar de todas las trabas, todas las tradiciones, todas las amenazas…
Vencieron al miedo.
De patos
De repente entendí el cuento del patito feo…
Lo había visto siempre del punto de vista del pato, del inadecuado.
Sí saben no, como cuando te dicen, y te la crees, que eres demasiado esto o demasiado lo otro
Que si tus dientotes, que si tu estatura
Que si tu sensibilidad
Que si te gusta ser la protagonista en la vida de otros
Que a qué juegas, siempre
Que te calles
Que no digas eso, ni así
Que si no entiendes, nunca
Que si eres tan diferente, mi amor, que no sé, cómo te digo…Eres rara…
Y sí, conoces el cuento pero no se te ocurre que el patito feo puedas ser tú. No por feo, ni por pato, sino por la posibilidad de ser cisne.
No se te ocurre que lejos, muy lejos, aunque sólo a la vuelta del estanque, hay otros como tú, grandes, habladores, ruidosos, calmados, sensibles, grandotes y hasta dientones.
Y entonces la vida te regala por fin lo que pedías, sales, levantas la cabeza, hablas, escuchas y ves, descubres, te maravillas, caes casi: hay otros como tú.
No importa si son patos o cisnes, gansos o renacuajos, hay otros como tú.
No eres rara
Ni estás loca
¡Ni diferente eres con un carajo!
Sólo andabas en el estanque equivocado…
Une histoire de canard
Tout à coup j’ai compris l’histoire du vilain petit canard…
Je l’avais toujours vue du point de vue du canard, de celui qui détonne.
Vous savez de quoi je parle non, comme quand on te dit, et puis t’y crois, que tu es trop ceci ou trop cela.
Qu’on te parle de tes grandes dents, de ta taille
De ta sensibilité
De ta façon de vouloir être au premier rang dans la vie des autres
Quand on te demande à quoi tu joues, encore
Quand on dit de la fermer ta gueule
Ne dis pas ça, ou le dis pas comme ça
Quand t’as rien compris, encore
Quand tu es si différente, mon amour, que je ne sais pas comment te dire… Tu es étrange…
Et oui, tu connais l’histoire mais tu n’aurais pas idée de te comparer au vilain petit canard. Pas parce qu’il est vilain, ni parce que c’est un canard, juste parce qu’il s’agit d’un cygne.
T’as pas idée non plus que loin, très loin, ouais juste dans l’autre mare quoi, y’en a plein des comme toi, des grands, des qui causent, des qui font du bruit, des calmes, des sensibles, des trop grands et des dentus.
Et alors la vie t’offre enfin ce que tu as demandé toujours, tu sors, tu relèves la tête, tu parles, tu écoutes et tu vois, tu découvres, tu t’émerveilles, tu tombes presque : y’en a d’autres des comme toi.
Pas grave de savoir si ce sont des canards ou des cygnes, des oies ou des têtards, y’en a d’autres des comme toi.
Tu n’es pas étrange
Ni folle
Même pas différente Putain de Merde !
Tu t’étais juste trompée de mare…
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