IGOR QUIROGA CLAROS
(Cochabamba, Bolivia 1961).- Poeta y ensayista.
Estudió en el Instituto Laredo y salió bachiller con una formación en música. Siguió estudios de Filosofía en la Universidad Católica de Cochabamba. Trabajó como funcionario municipal.
En entrevista con Luisa Bursztyn Blau, Quiroga dijo que la poesía es "como la única posibilidad de estar en este mundo arriesgado. Como un diálogo con los dioses y los hombres. Como un acto de amor. Como una venganza contra las circunstancias. Como una respuesta vivencial del cuerpo al poder. La libertad misma".
En su poema ‘Yo’
expresa:
Miro mi rostro
oigo en mi pecho un retumbar continuo
Siento a cada instante que la forma
que asumió el mundo, un instante,
en mí, se va mutando: en mi rostro
una verde pradera me sonríe.
Me veo extraño
y hay alegría en mí.
Moriré, pero no a causa de la muerte.
LIBRO
Poesía: Los ríos del aire (Premio Alcaldía de Cochabamba, 1988, ed. 1990).
Annapurna, La montaña empírica (Fábulas de un funcionario), 2013.
Teatro: Dolores, el interior de nosotros (1995).
Ref.- Pereira, Antología, 2005, 29-30; Arze, Contribución, 82; Varios, Noche de Arawikus, 1989, 83-89
ADÁN LE DICE A EVA
Ahora que puedo obsequiarte los días de mi muerte.
Ahora que el Señor ya nunca buscará mi desnudez
ni la tuya, mi árbol del desierto.
Ahora que puedo vestir mi cuerpo con legitimas vergüenzas
de mostrarme ante ti con el falo en la mano, duro.
Ahora que no soy eterno y me hallo huérfano de Dios
como del Paraíso donde no eramos para nosotros sino de Él,
te digo: me doy a ti , en este instante eterno en que soy mío.
En este primer paso fuera del infierno del Edén
me sufro, feliz, de serme para ti tan solo.
Jubilosa mi carne de ser libre y dada a morirte.
Sentados mis días y los tuyos en que sufriremos
la honra de haber pecado contra designios
que nos embargaban a eternidades sin mí, sin ti.
Bien escogiste, mi amor, a la serpiente
que sabe ofrecer lo que ansiamos dentro.
Loado sea el membrillo que conocí
en tu piel, en tu sexo ofrecido a mi boca
con desobediencia y sudores
y que invadí sin saberlo, de futuros crepúsculos
que apagarías con tus ojos de éxtasis.
Loado el árbol que prometió la víspera
de la expulsión enfrutandose del Bien que sabes
moverte conmigo dentro, y donde me desahogo, caliente,
de aprender buenamente el Mal de morirme un poco.
Moriremos, amor, nos lo ganamos.
Habrá una noche que dormiremos para siempre
y será buena corona de los pocos días míos
que he conquistado para ti, toda mi vida.
Moriremos luego de andar y sufrir
en esta hermosa tierra
que Él ha maldecido por nuestra culpa gozosa
de darnos cómo diré, besos en la boca.
Moriré de ti, por ti, Eva mía.
Orgulloso del marchitarse mi carne al lado tuyo.
Moriré, pero no a causa de la muerte
que me espera, sudor, con los hijos que crujirán
dentro el dolor feliz con que tus carnes
los brindarán bienaventurada a luz y a mundo.
Él ha maldecido este lugar con ausencias de Él
Y es mío y tuyo y de nuestros hijos
lo que hagamos en la tierra que besamos
como nos besará para polvo ella.
He abandonado a Dios por ti
y no conozco otro aire que tu aire, mi alegría.
Y no quiero vida sin tu vida.
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