Alejandro Rosales Lugo
Pintor y poeta, nació en Ciudad Victoria, Tamaulipas, en 1945. Realizó estudios de Filosofía y Letras en la UNAM y en la Academia de Bellas Artes de Roma. Trabajó como ilustrador para la Imprenta Universitaria de la UNAM y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), y actualmente es profesor de Diseño Gráfico y Psicología del Arte en la ULSA-Victoria.
Rosales es artista desde 1976, y su trabajo, que podríamos describir como “realismo mágico, con un toque surrealista” forma parte de diversas colecciones privadas y de murales que engalanan algunos edificios públicos de Tamaulipas como el Hospital General, la Torre de Cristal, el Tecnológico de Victoria y el Centro de Convenciones de Matamoros.
En junio de 2013 presentó Tatuajes en la magna biblioteca de la Universidad La Salle en el Distrito Federal, y ha expuesto en Monterrey, Guadalajara, Guanajuato, San Antonio, Austin, Nueva York, Roma, Argentina y Malasia, entre otras ciudades y países. En octubre de 2001 abrió su galería de arte y diseño plástico en Ciudad Victoria, donde recibe a quien quiera ser testigo de su proceso artístico pues no es celoso con su técnica ni con su trabajo.
Como poeta ha publicado cuatro libros: Bicicleta de poesía (1967), Mamaleón (1978), El Paisaje del Cuerpo (1978), De Adán a Cezanne pasando por Newton (2004) y Bodegón (2011), además de un libro de crónica: Personajes de mi ciudad; locos, cuerdos y sabios, 2010.
Apenas Un Minuto
Para Santiago
Apenas un minuto suspira la vida
y por un minuto en el reloj del cielo
la fruta madura y gira entre los dientes
como los engranes del aire a los pulmones
minuto a minuto el tiempo se hace ahora
y en manos de las horas quedamos ya sin tiempo
pero en el suspiro entra el aire todo
y abrimos la garganta al fuego que no espera
pero sí el fruto de las manos
el piro
la hoguera de las horas convertidas
en suspiros
y apenas un minuto la vida gira
como un corazón de arena
el polvo del tiempo
y todo lo que queda
en el toque de la noche la luz de una pera
el fruto de la espera
delicia de la boca en los dientes de la vida
y apenas un minuto de amistad sincera.
Lámpara de Letras
Mientras la lámpara de escritorio deja caer su luz
como un pájaro nocturno picoteo las teclas
que brincan de una letra a otra
levantando palabras
en las yemas de mis dedos
que tocan como si fuera un piano
las letras de tu nombre en las formas
en que esta noche me amparo
Todo
Lo que tus manos tocan
lo que tus ojos miran
lo que tu oído escucha
lo que tu corazón contiene
y el espíritu de un Dios invisible que te lleva
por los caminos sagrados de las letras
cantando, soñando, el trabajo de ser mujer
y estar viva como una fruta para mi boca.
El cuerpo
(Es cosa de dejar que el cuerpo y sus costumbres se disuelvan en otros moldes de arena)
El cuerpo es un pez grabado por los siglos
Es una armonía que viaja desnuda
A golpes de luz se erige una estrella
A golpes de viento en hojas
El cuerpo se abre como celeste pez
En mar celeste
Es casa de sí mismo
Estampa tan antigua/tan nueva y tan distinta
V
Crezco como un sueño húmedo
En mí circula la emoción del viento
No tengo nombre
Soy lo que tú eres.
El tiempo camina en mis adentros
Y en frágiles instantes se evapora
Más allá de tu cuerpo está la vida
Ayer
El río
Pasó en nosotros
Como una serpiente disuelta en luna
Eras
Un fresco lirio en mis riberas
Recuerdo que tu cuerpo tenía un olor a almendras.
XXI
A Gemma Testi Nardi
Un aire húmedo de ruinas
Precipita a la memoria de los ojos
El encaje celeste de los mares.
Te escucho lluvia saltar entre las piedras
Campanas van campanas vienen
En los vitrales de la tarde.
Fuentes flores murciélagos de agua
En los labios de las calles
La lluvia camina en ti ciudad
Con su ondular de nubes en las torres.
XXXIX
A Rosaelia, Rosalía, Rosbiel, tres ríos
Nos metimos en el río y el río se volvió mar
Cuando llegamos a casa la sala era un acuario
Abrimos las ventanas para que escapara la sal
Salimos del mar y el mar se volvió río
Cuando llegamos a casa de lirios invadida
Abrimos las ventanas para que escapara el sol.
En el bosque los ríos cantan
En el mar las sirenas cantas.
Esa ansia vegetal que nos circunda
Como un rabioso y transparente río
Nos vuelve casi aves y casi flores
Hundidos por un sol de trigo
Porque antes que amantes somos árboles
Árbol es tu cuerpo deshojándose
Árbol es mi cuerpo floreciendo
Árboles somos y en los caminos
En fruta y sombra andamos.
Disección
A Víctor Hugo y Socorro
Si abrimos un árbol por su frente
Encontramos nubes oxidadas
Pájaros
Aviones antiguos
Si cortamos su cintura hallaremos polvo
De los besos
Y si desnudamos la raíz
Ladrarán los perros.
Aserradero:
Entre los dos crece el tiempo encanecido
Como los versos en el árbol
Lejos del cerco
Bajo los postes mágicos del cielo
Nuestros cuerpos reverdecen.
De El paisaje del cuerpo (1998)
Mientras se abría la rosa
Cada mañana
no sabían los dioses
que en sus pétalos movían
el ardor del sexo
no sabían
los dioses que las rosas
pregaban al viento sus dolores
de saberse lejos de otras flores
Las hojas del árbol de la vida
Páginas no escritas
palabras detenidas
frustación en la portada de un poema inconcluso
no puedo competir con superhombres
soy un pirata sin mar sin cuchillo
y de antifaz
He puesto mi palabra en el andamio
a Homero de la Garza Tamez
Contribuyo una casa de palabras
de cal y arena al viento
cargar palabras pesa y pesa sostener
el cuento y la novela en las fragiles columnas de la poesía
somos obreros en dura carga y amasijo de letras
sin palabra de toque todo inicio es frágil
ignoramos por dónde vuela el viento
pero toda palabra tiene un arquitecto
que tiembla y goza en una casa nueva
del poemario Bodegón, 2011
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