Katarina Frostenson
Nació el 5 de marzo de 1953 en Brännkyrka, en la región de Estocolmo, SUECIA. Es escritora. Fue elegida miembro de la Academia Sueca el 27 de febrero de 1992 y tomó posesión del cargo el 20 de diciembre del mismo año. Frostenson sucedió al escritor Artur Lundkvist en el Sillón número 18. Ha recibido, entre otros honores, el Gran Premio de la Sociedad de Los Nueve en 1989, el Premio Bellman en 1994 y el Premio a la Lírica de la Radio sueca en 1996.
Nació el 5 de marzo de 1953 en Brännkyrka, en la región de Estocolmo, SUECIA. Es escritora. Fue elegida miembro de la Academia Sueca el 27 de febrero de 1992 y tomó posesión del cargo el 20 de diciembre del mismo año. Frostenson sucedió al escritor Artur Lundkvist en el Sillón número 18. Ha recibido, entre otros honores, el Gran Premio de la Sociedad de Los Nueve en 1989, el Premio Bellman en 1994 y el Premio a la Lírica de la Radio sueca en 1996.
Frostenson debutó como poeta con la colección de poesía I mellan (1978; “En-tre”). En el mismo año escribió el ensayo “Raymond Chandler och filmen” (“Raymond Chandler y la película”). Aunque no encuentra su propia voz hasta su colección de versos de los años ochenta, las premisas fundamentales ya se encuentran en I mellan –como el título atestigua–. La colección, con su título intralingüísticamente sonoro, es, sin duda alguna, una especie de ave extraña en la fauna de la poesía sueca de la década de los setenta.
Contrariamente a ello, la poesía de Katarina Frostenson ejerció una gran influencia en la poesía de los ochenta. En ese momento representó a menudo la nueva poesía femenina que se niega a adaptarse a los moldes existentes y que, en lugar de ello, se adentra en las fibras más íntimas del lenguaje para descubrir sus sonidos antes no oídos y sus dimensiones intactas. Sobre todo es evitada la poesía metafórica, creadora de imágenes, pero también todas las formas de narración. Las narraciones y las metáforas son los pilares sobrecargados que sustentan ideológicamente la literatura. En la poesía de Frostenson están presentes las fuertes energías mentales de la poesía expresiva, aunque están constantemente asociadas a los movimientos y la progresión del lenguaje y no son usadas para esconder y separar niveles de significación. Es una poesía en extremo cautelosa de sí, que no deja de observarse a sí misma e inmediatamente se contiene cuando se traba con las estructuras estéticas existentes. Es una poesía que no da nada por garantizado y que sigue sólo sus propias leyes –leyes que se manifiestan en la escritura–.
Durante la década de los ochenta, Katarina Frostenson publicó varias colecciones de poesía. Rena land (1980; “País puro”) puede ser aún descrita como una colección de poemas ordenada con relativa convencionalidad, con ciertos cambios textuales bastante ligeros. Lo que posteriormente sería una de sus principales características – las líneas separadas, los bruscos espacios vacíos entre palabras– se insinúan aquí sólo levemente. Pero el tono era, incluso desde el principio, un tono muy propio, los escenarios de un cuerpo “desmetaforizado” y los muy frecuentados espacios abiertos. Toda sintaxis “normal” se ha colapsado a favor de una voz textual completamente arbitraria que, por ejemplo, puede sonar así: “Boca en tierra sexo en hojas. Esto / tira. Ahora siento / sed / cabeza cuerpo un miembro mi pie / suelo la respuesta de los tendones”.
Den andra (1982; “El otro”) supone un viraje más acentuado. Aquí las precondiciones estéticas parecen estar establecidas; las estructuras están fijadas, la autoconsciencia poética es mayor. “No hay nada más allá de tus palabras. Te lanzas con franqueza. Sin protección”. Aquí hay una exigente y clara forma de dirigirse al lector, que le exige una inversión de sí mismo y que se adentre en algo ajeno, extraño, para poder, al menos, leer. Es una forma de trato que no sale al encuentro del lector sino que lo espera –quién es “el otro” es algo en absoluto evidente–.
Luego apareció I det gula (1985; “En el amarillo”), donde las palabras a veces se despliegan por las páginas. La voz textual es aún más persistente, pero lo que realmente pretende resulta menos claro que nunca. Cualquier intento de capturarla con descripciones poéticas habituales está condenado a quedar extraviado. Se puede hablar del juego de lo incoloro contra el amarillo, o del lenguaje corporal compacto y contaminado (“Afeitado corazón-suelo”, “árido suelo sexuado”, “mi boca una puntada”) pero no es a ese tipo de comunicación a la que invita la poesía de Katarina Frostenson. El aspecto de esa conversación, de ese encuentro, es la cuestión ininterrumpida de la poesía. Samtalet (1987; “La conversación”) no aporta respuestas, sino que continúa preguntando. Los poemas son, en algunas partes, más vigorosos, juegos orquestales más que cuartetos de cuerda, tales como “Ställverket” (“La caja de señales”), pero hay también pequeñas y moderadas piezas a cappella como la breve “Broar” (“Puentes”).
Entre 1987 y 1996, Katarina Frostenson fue editora del calendario literario anual Halifax, y también tradujo obras del francés de, entre otros, Emmanuel Bove, Marguerite Duras y Georges Bataille. En 1992 fue elegida miembro de la Academia Sueca, siendo la quinta mujer en la historia en ser elegida.
Durante los años ochenta, Frostenson también creó un género dramático propio que fue representado en la radio y en el teatro. Llamó al género “monodramas” y los recopiló en 1990 en el libro 4 monodramer (“Cuatro monodramas”). Son monólogos compactos y paradójicos que tienen su punto de partida en lugares que aún pueden contener secretos, sitios con vida, tiempo, dolor, calma –sitios con recuerdos. Aquí habla un “yo” sin dirigirse a nadie, sin recurrir a un “tú”. Es un tipo de voz pura, autosuficiente y con una desesperación más o menos contenida.
Durante los años noventa, la obra dramática de Frostenson se orientó en una dirección menos monológica. El singular encuentro que tiene lugar en la obra Traum (1992; “Sueño”), subtitulada “Una comedia ligera del dolor del lenguaje”, muestra con sus continuos juegos de palabras, proverbios y rimas, que el lenguaje sigue siendo el verdadero protagonista de la obra de Katarina Frostenson. La obra Sal P (1995; “Sala P”) se sitúa en un marco histórico. En la conocida clínica Salpêtrière del psiquiatra Charcot se hizo que miles de mujeres llamadas “histéricas” exhibieran sus síntomas como demostraciones teatrales frente a un cuerpo médico compuesto estrictamente por hombres. Aún así, Frostenson no se preocupa por la mirada masculina, sino que se centra en las mujeres que están detrás de la escena, no tocadas por otras miradas diferentes a las de ellas mismas. En 1998 escribió el libreto para la ópera de Sven-David Sandström Staden (“La ciudad”), y en 2000 se publicaron en libro dos obras más: Kristallvägen (“Calle cristal”) y Safirgränd (“Callejón zafiro”).
La poesía de Frostenson de los años noventa incluye también, en parte, un nuevo giro. Se puede hablar con cierta justificación de su “poesía de los noventa” como una fase de su propia poesía. Las “tres partes” de Joner (1991; “Iones”) constituye una obra más extensa y coherente que las anteriores; las palabras están menos esparcidas y desconectadas. Con sus profusas alusiones al mito y la saga, Joner representa un nuevo paso en el desarrollo poético de Frostenson. Las grandes colecciones de versos Tankarna (1994; “Los pensamientos”) y Korallen (1999; “El coral”) también pueden ser descritas hasta cierto punto como más coherentes y “clarificadas” –más tradicionales en cierta medida pero también más ricas–.
Por último, la prosa de Frostenson culminó con el extraño Berättelser från dom (1992; “Cuentos de ellos”). “Ellos” es una gente profundamente hundida en algún sitio en la distancia, fugazmente redescubierta “como un reino que se levantó lentamente desde el fondo del mar”. “Ellos” vivían antes de que el lenguaje fuera secundario, antes de que las palabras empezaran a representar la realidad. En la obra el lenguaje es doblado y estirado, vuelto del revés y moldeado: raras veces se han visto contenidos en un mismo tomo tantos tratamientos tan distintos del lenguaje, pero, sin embargo, unidos en una prosa tan hipnótica.
Texto: Jan Arnald
(Maria Bernal)
Poesía Nórdica. F J Úriz. Ediciones de la Torre 1.999
No __ no lo negro, coagulado como
hombres como cuerdas, rígidos, clasificantes __ ¡es lo azul!
con branquias, que envuelven con cuidado __ los que saben
silenciosamente desaparecer 1.982
*
No
no empieces no empieces ahora, de nuevo
no empieces a encerrar mundos en corsé; con cordones de palabras
ata, determina, tuerce palabras
hasta que los poemas anden por sí mismos con los pies para adentro;
animales guías, animales perezosos
eternos, divididos, Escritura poética
en líneas, raicillas con viejo olor a arce
limpias, pulidas
mundos cerrados __ tics
viejos tics hediondos __ no, no empieces __ 1.982
Fuegos verdes
El camino está bordeado de espejos cubiertos
el campo resplandece apagado:
Tres remiendos negros, y uno verde
una huella fresca en mi alma
Paraje de distancia El deseo
es mi pensamiento
El cielo tensa su lienzo gris
arde un fuego junto a mi rodilla
se mueven unas liebres entre las espigas.
[Rosa, pequeña guirnalda]
A Rosa Luxemburgo
Rosa, boca
de un mundo, el todo
nacida en marzo
muerta en enero
el petirrojo, la fase negra
renga y bizca
exacta de cerca, al lado de la reja
miopía
la baya, el hueso de pájaro
el campo la piel desnuda
la estrella desgarrada, amarilla en la borde oscuridad de la noche
tan bella si uno sabe cómo mirarla
Si es un pozo
afuera en el jardín del hospital, debes escuchar de él
el gorjeo, la moneda
y cuando la superficie se arrugó en el agua era
sospechosamente parecida a una sonrisa
te alegró, incomprensiblemente
que el mundo en toda su evidencia estuviera aquí
como sonido
y fulgor
esto es para ver
Rosa, la sonrisa
la que uno contempla
en todo el sentido de la palabra
se ríe también de sí misma
cuando no entiende
la liviandad
torbellino de grava, el sonido de pájaro
la oreja tensa contra el mundo conjuga
grava y llanto
ocurre, el cielo se tensa, juega a los animales
la nube pasa
todo se acaba
y toda la espléndida guerra pasó por delante de mí…
© Traducció: Víctor Rojas
[El suburbio es largo]
Los plátanos se despellejan, brillo
de manchas áridas – un rayo de luz fuerte topa con el torno desnudo del árbol
pasa sobre los rastros de la calle, relampaguea – oh
qué largo es el suburbio. Vamos a lo largo del bulevar
camino de un teatro. Gorjeos. “¿Son helechos?
“Son pájaros carboneros.” Rubor. Qué más da
las palabras son sombrías en el idioma en que uno no tiene sus
recuerdos, el profundo susurro allí abajo, red de vénulas,
la marca de dos labios, el calor
de la huella de una mano – hablamos mi idioma y tú lo haces con acento. Pronto eso me pasará a mí, pronto cuando sea la vuelta. ¡Nos pasará a todos!
Día del juicio final. Que la palabra es una grava en boca que la quijada
por encima de todo quiere triturar, pulverizar, mezclar con
la saliva, escupirla en algún lugar de la calle y verla fermentar
hacerse una montaña – Mira
aquel hombre camina solo y habla, agita
maniático el brazo y dice: “Ven, ven tanza
mit mir, mit moi, ischt gud, ist god, ischt” –
en la calle… allí… ahora oiremos a Leonce
ustedes saben: el del ancho cráneo, el
que se hizo eco de las lenguas de Europa pronto hará doscientos años
ustedes saben: Leonce… que bailaba
en anchos salones, valsaba con la cabeza en la mano, escuchaba
todo el mar interior de su cabeza – el murmullo gélido –
le hablaba al eco de sí mismo, al
fantasma de su voz diurna, la sombra allí
hola –Leonce
cómo se llama este claroscuro lugar, cómo
se llama terreno suburbial – cómo se llama aquí -
de respiros está lleno el aire
de las sombras y el grito que nadie descifra aún
el gran mar que susurra, va
de treinta y siete idiomas este lugar –
hablamos de la sencillez, del idioma
que se siente el mejor; que las palabras vendrán a nosotros
de afuera, formadas en un discurso
que se llama Nuevo. No algo lírico
nada propio, singular. Pero Público, como una lluvia
la lluvia que fue, que sonó y fue
suave, fuerte, neutral cayó sobre los objetos… entonces
Brillante, de la calle, con rapidez, como un alboroto –
un reflejo, un niño con rizos negros
arroja agua de un vaso desde la alta ventana
al cuartel gris del vecindario – qué cortas son las sombras acá, sesgados
rayos de sol son fibras nerviosas
© Traducció: Víctor Rojas
[Carta]
Tu falta de sueño entró en mi sangre
y las noches se volvieron blancas
la primavera no llegó con sueño, aquí
al otro lado del golfo es la vigilia
más desnuda que nada
La redondez atizada de los abedules
La molienda de los pensamientos viaja
en la ancha estría de la calle: te escribo
desde la ciudad de las líneas
la manía despierta, líneas, líneas
borrachera se llaman los coches amarillos
bananos en fila sobre una especie de puestos
junto a la fachada
y las calles parecen ir derecho a las aguas: hay
una belleza silvestre
en los parques, tranquilos cuadrados
en medio de todo
Canales y negrura
azul de Neva así
líneas ebrias sobre el agua
puentes que bostezan
frentes descansan contra el gris celeste
y allí abajo, quizás
un arrecife
que se alarga hasta tu noche
y amarra
toda una ciudad, una
extraña Vineta
de campanilleo, cuerdas, rojas
heridas y una pena
abierta que era como pública
© Traducció: Víctor Rojas
Rosa, liten krans
till Rosa Luxemburg
Rosa, mun
till en värld , det hela
i mars geboren
januari död
rödhaken, den svarta fasen
halt och sidoseende
exakt i närhet, invid gallret
närsynhet
bäret, fågelbenet
fältet den bara huden
avsliten stjärnan, gul vid sargen nattens mörker
är så vackert om man vet hur man skall betrakta det
Om det är en brunn
därute på lasarettsgården, så nog hör du ur den
kvillret, slanten
och när ytan rynkades på vattnet var det
misstänkt likt ett leende
gladde dig, ofattbart
att världen i all sin påtaglighet var här
som ljud
och sken
att se är väl detta
Rosa, leendet
det man överser
i ordets vida mening
det ler också åt sig
när det inte begriper
lättheten
grusvirveln, fågelljudet
örat spänt mot världen sammanbinder
grus och gråt
det sker, himlen spänns, leker djur
moln går
allt går över
och hela det härliga kriget drog förbi mig...
Förorten är lång
Platanerna skinnar, glans
av kala fläckar – en stråle hårt ljus träffar trädets nakna rund
går över gatans spår, det blixtrar – å
vad förorten är lång. Vi går längs utkantsboulevarden
på väg till en teater. Det kvittrar. ”Är det ormbunkar?”
”Det är talgoxar.” Rodnad. Än sen
orden är dunkla på det språk man inte har sitt
minne i, det djupa sorlet lågt därnere, kärlets ådring,
märket av två läppar, värman
av ett handavtryck – vi talar mitt språk och du säger fel. Snart
skall det hända mig, snart när det vänder. Det skall hända alla!
Domedag. Att ordet är ett grus i mun som käken
helst av allt vill krossa, mala sönder samman, blanda med
saliven, spotta ut på gatan någonstans och se det jäsa
bli ett berg – Se
den där mannen går ensam och talar, rycker
med armen maniskt och säger: ”Kom, kom tanza
mit mir, mit moi, ischt gud, ist god, ischt” –
över gatan...där... vi skall nu höra Leonce
ni vet: han med den vida skallen, han
som ekade Europas alla språk för snart tvåhundra år sedan
ni vet: Leonce... som dansade
i vida salar, valsade med huvudet i handen, hörde
skallens hela innanhav – det kalla brus –
han talade till ekot av sig själv, till
spöket av sin röst i dagen, skuggan där
hallå – Leonce
vad heter denna dunkla ljusa ort, vad
heter förortsmark – vad heter här-
av andetag är luften full
av skuggorna och ropet ingen tyder än
det stora hav som sorlar, går
av trettiosju språk denna plats –
vi pratade om enfalden, om språket
som känns övertaget; att orden snart skall komma till oss
utifrån, formas till ett tal
som heter Nytt. Inte något lyriskt
inget eget, säreget. Men Allmänt, som ett regn
det regn som var, som lät och var
milt, starkt, neutralt föll över föremålen... då
Blänk, från gatan, hastigt, likt ett stim –
en spegelkatt, ett barn med svarta lockar
kastar vatten ur ett glas från fönstret högt
i hyreshusets grå kasern – vad skuggorna är korta här, sneda
solstrålar det är nervtrådar
Brev
Din sömnlöshet gick in i mitt blod
och nätterna blev vita
våren kom inte med sömn, här
på den andra sidan viken är vakan
barare än något
Björkars kritade rundlar
Tankarnas malande far ut
i gatstreckens vida: jag skriver till dig
från linjernas stad
manin är vaken, linjer, linjer
rus heter bilarna gula
bananer i rad på ett slags ställningar
intill fasaden
och gatorna verkar gå rakt mot vattnen: det finns
en underbar vildvuxenhet
i parkerna, stilla fyrkanter
mitt i det hela
Kanaler och svärta
Nevas blå så
rusa linjer ut över vatten
broar som gapar
pannor vilar mot himlens grå
och därunder, kanske
ett rev
som sträcker sig ut mot din natt
och förbinder
en hel stad, ett
underligt Vineta
av klockklang, strängar, röda
sår och en öppen
sorg som var som allmän
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