Armando Chirveches (n. en La Paz en 1881 y fallecido en París el 29 de octubre de 1926), fue un abogado, poeta y escritor boliviano.
Estudió en la Universidad de San Francisco Xavier de Sucre, donde se recibió de abogado. En 1908 se unió al Partido Liberal. Durante los años siguientes ejerció labor diplomática, en varios países americanos y europeos.
En 1920 se exilió en París, debido al ascenso al poder en Bolivia del Partido Republicano.
Se enmarca dentro de la generación de 1910, que transitó del romanticismo al modernismo. También escribió obras de temas jurídicos.
Las vicisitudes de la vida dejaron al escritor sumido en una profunda soledad, en una de sus últimas cartas relata:
Estoy tan solo. No he creado hogar. Conmigo se extingue el nombre de mi familia y los amigos casi no cuentan.
Se suicidó en París en 1926.
Obra
Su obra es costumbrista, usando técnicas del realismo para describir lo que acontece en su país natal. Entre sus principales influencias están los novelistas españoles como José María de Pereda, Armando Palacio Valdés y Vicente Blasco Ibáñez y los modernistas franceses. Su obra poética es considerada menor, y se destaca por su prosa, en especial las novelas La candidatura de Rojas,La casa solariega y La Virgen del Lago.
1901 Lilí (poesía).
1904 Noche estival (poesía).
1905 Celeste (novela).
1909 La candidatura de Rojas (novela).
1912 Cantos de primavera (poesía).
1916 La casa solariega (novela).
1920 La virgen del lago (novela).
1920 Añoranzas, al amor y a ellas (poesía).
1926 Flor del trópico (novela).
1926 A la vera del mar (novela).
Primavera
Hoy pienso en el amor, siento la Vida
Bullendo en torno a mí. En cada arbusto
revelase, palpita enardecida
con lascivias y mimos de querida
y yo la miro así triste y adusto.
Las magnolias entreábrense incitantes
Con senos desnudos
En que ponen luciolas palpitantes,
Con raudos vuelos
Y fugaces nudos,
Sus collares nocturnos de diamantes.
En la mórbida tez de los jazmines
columpiase el moscón con peto con oro
y un pájaro canoro,
oculto en el verdor de los jardines,
tañe su flauta de cristal sonoro.
En un añoso tronco que supura
su látex mate como cera vieja,
labra su miel oscura
el blondo reino de una rubia abeja.
De un árbol milenario hasta a una rama,
de una pareja de bayás que se ama,
cuelga el hermoso nido,
cual canasto de bodas
Pasan volando claras mariposas,
Como fuga de rosas.
Se ve, al tiempo que el ave curruquea
un idilio rastrero de escarabajo;
se juntan los de arriba y los de abajo.
Es la vida que crece
En el amor abyecto
Y en el amor que sube;
En el rápido acoplo del insecto
Y en el alzado ensueño de la nube.
Y pienso en el amor. Cruje el follaje
y murmura mil cosas a mi oído
como la fimbria del fular de un traje;
voy cerrando los ojos, adormido,
con la modorra de un deliquio ardiente
y un rostro de mujer que se destaca
sobre fondo de gris… mientras la hamaca
oscila lentamente.
Mi Abuela
Es de noche. En la sala silenciosa
flota un alma ancestral y cariñosa:
es la noble figura de mi abuela,
que benigna me ve desde su tela;
retrato al óleo en pálidos colores
que me habla de años idos y mejores.
Sobre el fondo monótono y oscuro,
en la orgullosa vetustez del muro,
destacase con garbo y gentileza…
los dedos largos, finos, inquietantes,
cuajados de sortijas de diamantes;
breve y recta nariz, labios sensuales,
grandes ojos dormidos y orientales
con ojeras; indómitas guedejas
crespas pestañas y sutiles cejas;
en la manta magnifica del pelo,
tan negra como el negro terciopelo,
que en su opulencia majestad oscura
hace mas negra la lilial blancura
alto el moño y en él bucles lucientes
cual fantástico nudo de serpientes,
y hendiendo su masa suave y prieta
la gloria de carey de una peineta.
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