martes, 6 de enero de 2015

ISOLDA DOSAMANTES [14.414] Poeta de México


Isolda Dosamantes 

Nació en el estado de Tlaxcala, México (1969). Es Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Tiene la Especialización en Literatura Mexicana por la Universidad Autónoma Metropolitana y el Diplomado en Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Fue becaria de la ´Fundación Alberti´, del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Tlaxcala y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en su programa de Apoyo a Proyectos y Coinversiones. Ha publicado diversos poemarios entre los que destacan ´Altura Lustral´ (2001) y ´Utopías de Olvido´ (1997). Colaboró en los suplementos culturales de ´El sol de Tlaxcala´, así como en diversas revistas culturales como ´Textos´,´ Tierra Adentro´, ´Pasto Verde´, ´Oráculo´, ´Deriva´ y ´Molino de letras´. Figura en algunas antologías como ´Eco de Voces. Generación poética de los sesenta´ (2004), ´Melíferas Bocas´, (2004), ´Para tu exclusivo placer´ (2003) y en las selecciones ´Sueños que a plena luz evaporan los soles´ (1993) y ´Nos queremos casar de rojo´ (2001). Ha sido profesora de las preparatorias de la Ciudad de México, del CEPE UNAM, de la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekin, actalmente es profesora de la Universidad de Xiangtan, China.




ARTÍCULO 27

Mi país está colmado de montañas
de sierras verdes    peñascos
ríos que se desbordan con la lluvia grande
mi país tiene montañas verdes,
cerros de arena y de tezontle
tiene también cemento
que va cubriendo poco a poco la tierra del maíz
y el canto del cenzontle.
Soy del sur y traigo el chiquihuite cargado de fruta
 mis manos son puños de semillas.

Soy la mujer de la cuesta
ando por los senderos
camino por azoteas de teja mirando al horizonte
busco tierras sedientas de maíz
su jardín
su pedazo de asfalto lo requiere.
Cuando nazcan milpas
comeremos elotes frente comal oyendo las memorias
alegres de una abuela..



CASINO

Llegaron con su olor a petróleo,
anduvieron metiéndose entre los clientes
dieron vueltas
vueltas
se tejieron con las maquinitas y las mesas,
giraban entre la copa de vino y el black jack,
mayates entre el azar del tiempo y un póker
buscaban a algo en medio de la tarde.

Trapeaba la señora Rode
y Juana con su pequeña panza
con su panza simpática de meses
daba grasa a sus zapatos
y de pronto
 todos corrieron
zapatos pasaron por mi cabeza
fui una alfombra
corrían todos sobre mi espalda
el aire se hizo oscuro, tosí
tosí
una y muchas veces maldiciéndolos
a esos que andan dando órdenes y no tienen rostro.
Maldije con fuerza
como si empujará un camión de carga
de nada sirvió
como de nada los soldados en las calles y los políticos que hablan
de nada sirven
igual que las marchas y los gritos de niños muertos
de nada sirven
a nadie culpan de las muertes del ABC,
a nadie de esta muerte mía que llega con el humo
y esta asfixia que siento en la tiroides
es un nudo grande de tristeza
me voy con otros que se me van adelantando, me voy a otra vida
a la muerte misma que no llega
mis ojos lloran
por todos los muertos de este México
mis ojos rojos son humo
siento el carbón en mis pies
ardo un poco y
¡cof!
qum
no sé
por
qué
no llegan los bomberos.




CARTA DE CONFESIÓN, 2008

A Gabriel Cruz Mayorga

Es una carga fuerte
somos un gigante mitológico cargando el mundo
nuestra espalda nudo
al no poder llegar a ningún sitio.

Hubo una vez  un loco que habló solo.
Habló con la voz grande de Tlatoani.
nombró las heridas en la espalda del monte
nombró las cabezas de niños muertos en las montañas.
Los locos vierten en sus sílabas
lágrimas nocturnas,
consejos
ellos dibujan mundos donde las milpas crecen en tierra agreste.

Todos estamos locos
somos locos de un mundo
cargado de balas y esperanza,
de balas que nos encorvan con su chirriar puntal en la cabeza.

Amigo, algunos pierden, perdemos, la memoria.
No queremos saber
nos basta con el plato de frijoles a tiempo ,
la medicina,
con un ron para olvidar el trajín diario,
perdemos piso,
perdemos alma.
y como si eso no fuera suficiente
las mojadas,
las indígenas,
las pensantes,
las pobres espaldas sobrias que oyen y ven,
bombas,
como si al atacar civiles los grandes capitales sintieran cosquillas.

Y uno tan acá del otro lado,
hablando todo esto con su almohada
porque a nadie le importa Gabriel que mi cabeza de vueltas
y piense en cada cuerpo frío como se piensa en el amor.

El mundo está poniéndose más triste
se deprime la economía
y la falta de sol nos consume frente al diván o al escritorio.

¿Cómo empezó este mes Gabriel,
cómo se nos viene el mundo encima?

Nadie habla del porqué de las bombas,
si pudiera hablar con los de las armas
si pudiera Gabriel,
les diría que los civiles no,
¡qué los civiles no!
¡Qué los civiles no!




MIGRANTE

Extraño a mis paisanos,
a los albañiles que chiflan cuando paso por la obra,
a los borrachos que cantan con José Alfredo,
a mis Alcántares,
extraño los apretones del metro,
un café en los portales de mi ciudad natal,
caminar por Dolores y Madero
beber una cerveza en la cantina de los lunes.

Busco ahuehuetes en bosques de miel,
añoro el río de mi  infancia
con los pirules custodiando su cauce cual guerreros .

Los dólares brillan me seducen
son grises regalos para el alma.





CLAUSTRO SANTA MARTHA

Mi hábito son los valles de concreto
sé que el polvo no tiene sabor tierra
el polvo se detiene
es una nube gris
es la ceniza
del tiempo en la memoria.

Tengo prisa y el tiempo se dilata
el microbús
en cada esquina frena
el reloj avanza a ritmo de polvo
se cuela el aroma del pescado
central de abastos.

El reloj camina
avanza el micro unas calles
(te acuerdas de tu casa invadida de grillos
eres una cucaracha en el concreto
un espectro que mira el sol rumbo al trabajo
no te han llamado
te has quedado en la prisión de los escombros)
un enfrenón te arrastra hacia adelante
un grito seco
el chofer que seca su cara del hastío
ante el suicida de una moto,
arranca, se detiene
ya pronto llegas a valle de concreto
donde eres una estatua inamovible.



Un canto

Quiero que llegue el mar, ser agua,
ser agua por un mes hasta librarme;
ser liebre, liebre, liebre, libre y danzar
desandar los nudos y bailar un ritmo nuevo,
sacudirme de las fuerzas oscuras
encontrar al duende
hablar con la musa
despertar al ángel
llegar al veste de la diosa y verla cobijarme.
Sentir que me abriga para callar el viento en mi cabeza
y poner las palabras en mi pluma.





Poemas del libro Paisaje sobre la seda



Espada del infierno

¿Con qué piel debo enfrentar los gritos del viento en mi cabeza?
no sé quien soy
desde la noche en que tomaron mi cuerpo para herirme
      (a cuatro manos ulceraron mis ramas
      a cuatro gritos lloré en la penumbra de sus rostros
      en el silencio más recóndito del día
      en el anonimato más insoportable
      en la cobardía más limpia del escombro)
hice como si no pasara nada
y en mis ojos nació una nube
oscuridad continua
espada del infierno
acuchillándome constante
¿con qué piel debo limpiarme del romero
para recuperar el reflejo cristal de mis pupilas?



Brujería

Cuando te nombro
caen una a una estrellas verdes
una cana, dos, diez años, 
retoño de los sueños
veinte años y regresas.




Te escucho pintadas las ojeras.

Caminaríamos una calle juntos
si no fueras aceite que quema y se consume.

Del barro nos fundimos espirales
las sábanas de hotel
se agitan a distancia.
Eres sólo un mal día
dolor de espalda
un peso que no quiero tener.

Con este conjuro te ordeno que te vayas.




Flor de loto

I

Si alguna vez amé quisiera recordarlo,
sentir el aleteo,
luciérnaga entre milpas
gacela en pastizales.

A veces quisiera un rostro cerca
de mis labios
y caminar las olas, 
jugando con el mar.

Tan sólo soy un pájaro
que vuela libre
y busca entre sus vuelcos
una rama en que abrigarse del calor.


II

Soy una mujer
en busca de algún lago.

El Lago Oeste viene hacia mis ojos
es parte de mi cuerpo,
en su tiniebla me acurruco.

El lago me refleja 
en sus sauces llorones.

Soy flor de loto que renace
en medio de sus hojas,
rodeada de llovizna
soy sirena 
y con mi tono de colores,
encuentro una canción al centro de mi vientre.





Camino bajo ocotes

Cuando se escuchan las milpas secas
y danzan sobre el oído
tu voz se acerca en el crepúsculo
que pone a brillar a los maizales.

Cuando el viento imprime su toque de elegancia
en cada surco de la tierra
y comienza la lluvia
un aroma surge para invadir 
el aire que respiro.

Cuando camino bajo ocotes
entre el aroma inundado de barro
y la primera estrella de la tarde
tengo la certeza de estar viva.



Cuervos en la memoria

      Mis manos danzan sobre tu espalda,
y nace en mis ojos un brillo de alegría, 
es un goce el aroma de tu piel en mis cabellos
es río que nace en mi entrepierna.

En la penumbra de la luna
cuando nuestros cuerpos encuentran el sosiego
soy dichosa de tan libre,
en cada paso la certeza de la luz.

Soy una luciérnaga constante,
burbuja de tus labios 
con esa forma sutil de tus miradas.

Soy la bella emperatriz de tus anhelos
gacela entre montañas,
tu cáliz y tortura.

Soy gacela, luciérnaga, burbuja
soy veneno, emperatriz y lágrima
en el instante que me estrello con tu olvido.
Soy vértigo, ensoñación del aguamala
y busco en los escombros
descubro entonces el otro lado de mi piel
y me estremezco.
No sé cuando te perdí, ni donde reencontrarme
¿dónde el brillo de luciérnaga, en qué beso, en cuál esquina?
Y soy pescado de mil cañas.

Y soy pescado de bambúes y de carrizos
soy pescado
y me recuerdo en la sonrisa de una niña.





En la cantina

Bastó con iniciar el ron primero
una copa tras otra,
carcajadas,
un día sobre otro en otra cama,
una cerveza en la mañana,
un caldo para calmar la sed,
a la cantina,
un bolero de José Alfredo,
flores para la culpa,
cochecitos de carreras,
platicar con las banquetas,
un vaso más de ron y otro mañana;
una boca que pasa sus labios sobre tu rostro
otro ron y desvestirse en el disfrute de los cuerpos
que dan pena de tan torpes que caminan.





Por un amor

 Ojalá pudiera nombrarte.
Sobre tu pecho un amuleto incandescente. 
Eras el fuego de la mesa
incendiabas la sala con tu voz:
cantabas las palabras de un poema
tus ojos-águila atravesaban a la gente
hasta encontrarse con los míos,
después fue caminar en círculos, 
entre calles nocturnas
y sonrisas sonámbulas,
amanecer en otro pueblo,
comer para amainar la cruda,
andar por las fuentes de Durango
y despertar al sol en la ciudad. 
Te me perdiste. 
Pasaron días que se hicieron años
sólo tu voz en las revistas.
Hasta una tarde solitaria 
cuando desandaba en Álvaro Obregón
el abrazo feliz al encontrarnos:
tu veste de mezclilla y tu amuleto,
unas copas de tinto en nuestros labios
y tus ojos-águila que cruzaron mi saliva
provocaron el fuego de mi vientre
y fuimos con urgencia hacia la noche
para bebernos todo el vértigo de años.
Sin cuestionarnos el tiempo por venir
ni el viento rondando nuestros cuerpos
sólo fuimos dos lazos hechos nudo
cuerdas girando en los sabores de la carne, 
nos sorprendieron las horas del deseo, 
llama desnuda de las pieles,
fue tan perfecto
que esta noche solitaria del otoño
hago un brindis con té verde
en memoria de tus besos.





Un canto

Quiero que llegue el mar, ser agua,
ser agua por un mes hasta librarme;
ser liebre, liebre, liebre, libre y danzar
desandar los nudos y bailar un ritmo nuevo,
sacudirme de las fuerzas oscuras
encontrar al duende 
hablar con la musa
despertar al ángel
llegar al veste de la diosa y verla cobijarme. 
Sentir que me abriga para callar el viento en mi cabeza 
y poner las palabras en mi pluma.




Al viento

Sé que el camino andado está y quisiera volver hacia algún punto 
hacia el lugar donde perdí la fuerza
quisiera tener voz y gritar a cuatro vientos mis canciones
facilidad perdida en algún sitio:
quizá el duende me hurtó 
la musa esta enojada
el ángel ocupado
y la diosa
la blanca mujer omnipotente
me mira desde allá, desde occidente
con lástima de mí
por mi silencio.


Una lágrima 
se hace piedra en la garganta y estropea 
el brillo incandescente de unos ojos.



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