Carolyn Riquelme
Nació en 1973, y reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. Es profesora de Matemáticas. Textos suyos fueron publicados en “Marcas en el Tránsito”, antología reunida por Graciela Cros (Ediciones Último Reino, 1995) y en “Desorbitados: poetas novísimos del Sur de la Argentina” compilación realizada por Cristian Aliaga (Fondo Nacional de las Artes, 2009). En 2001, la editorial “Revuelto Magallanes” publicó “Andreas y Jardines”.
Andamiada IV
Las mujeres conversan después de los quehaceres
preparan mate y roban galletas reservadas a los niños
Se cuentan los nacimientos
las muertes
los enfermos
El inventario es preciso:
no desmerecen detalles ni lástimas por la pobre gente
por nosotras pobres
mirá lo que nos ha tocado
Recuentan las muertes con adjetivos preciosos
Andamiada V
Y así pasan los días
Escandalosas las mujeres
van gritando de una habitación a otra
mientras friegan
Nadie las escucha pero ellas
ponen las leyes en su reino
Dolores oscuros a veces las silencian
ellas cuidan los enfermos
limpian heridas
sacan la mugre
ellas crían los hijos que nadie quiere
los hacen crecer
les vigilan la fiebre y las palabras nuevas
ellas van a los entierros
apenas se enteran planchan el vestido de luto
matan algunas gallinas corren a la huerta
y preparan la comida para los dolientes
consuelan porque de eso saben
Andamiada VI
Las mujeres que viven de negro
a veces mueren
a sus entierros va todo el pueblo
las vecinas llevan flores cortadas de sus propios jardines
¿cuidarán sus flores para cuando mueren ellas?
Los hijos de crianza las llaman tías, mi tiíta dicen
como si dijeran amparo
comida caliente
vueltos de mercado para golosinas
y los enfermos se retuercen en sus catres
perturbados
¿quién velará por nosotros ahora?
Pero los hijos de sus vientres
siempre estamos lejos
las mujeres
nos mandaron a la ciudad
para que no seamos como ellas
El maldito olvidador II
Los símbolos escriben el miedo
pero no se agitan en la oscuridad
La mano que escribe no tiembla
El escribiente no palidece
Una criatura cruje de miedo y no escribe
El símbolo impreciso relata a la criatura tangible
Nadie se limpia la tinta bajo las uñas
Ni cierra el ojo ciego
El maldito olvidador IV
En los hedores de la memoria
ahí es
donde se cuece el símbolo
con el olfato vigilante
a la embarcación que trae y lleva el olor
del grito
de madres trizadas
Cuatro:
I
El tenía sed
Esa era su única posesión
Sed que le brotaba garganta abajo, hasta la orina
Sed, maldita y propia
II
Precipicio de sexo y muerte
y un país ajeno
Posesiones para enumerar en los bordes del amor
Y la soledad, esa rotura
que se le hizo en la infancia
Y la belleza
III
El era un hombre en el desierto
Ventolera de rabia
Tuvo que elegir
Y escogió la brisa en las manos de una mujer
que está en calma
cuando termina el día
IV
Soy la que recolecta días:
horas minuciosas de amor y asombro
Ciega, en resplandeciente oscuridad
Madrecita en las rajaduras de la ceguera
Territorio VII
En este lado sur
del territorio
el desamparo
es una premonición exacta
aprendemos a adivinar la soledad
pero a veces
nada
es tan perfecto
como el subsuelo
cuando se enciende
Sentidos
así fue
que el infinito estuvo en una bóveda
y que Alicia en el país
terminó en brazos de un hombre triste
de otro alcohólico y ardiente
y de uno muerto hace ya un tiempo largo
así son
las historias que contamos
para distraernos
en las tardes blancas
en esas horas de escarcha permanente
Babel
El revés de la sed
no es el agua
es una criatura hermosa
que apenas me tocó
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