viernes, 2 de enero de 2015

CAROLYN RIQUELME [14.397] Poeta de Argentina


Carolyn Riquelme 

Nació en 1973, y reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. Es profesora de Matemáticas. Textos suyos fueron publicados en “Marcas en el Tránsito”, antología reunida por Graciela Cros (Ediciones Último Reino, 1995) y en “Desorbitados: poetas novísimos del Sur de la Argentina” compilación realizada por Cristian Aliaga (Fondo Nacional de las Artes, 2009).  En 2001, la editorial “Revuelto Magallanes” publicó “Andreas y Jardines”.


Andamiada IV

Las mujeres conversan después de los quehaceres
preparan mate y roban galletas reservadas a los niños

Se cuentan los nacimientos

las muertes

los enfermos

El inventario es preciso:
no desmerecen detalles ni lástimas por la pobre gente
por nosotras pobres
mirá lo que nos ha tocado

Recuentan las muertes con adjetivos preciosos






Andamiada V

Y así pasan los días

Escandalosas las mujeres
van gritando de una habitación a otra
mientras friegan

Nadie las escucha pero ellas
ponen las leyes en su reino 

Dolores oscuros a veces las silencian
ellas cuidan los enfermos
limpian heridas
sacan la mugre

ellas crían los hijos que nadie quiere
los hacen crecer
les vigilan la fiebre y las palabras nuevas

ellas van a los entierros

apenas se enteran planchan el vestido de luto
matan algunas gallinas corren a la huerta
y preparan la comida para los dolientes

consuelan porque de eso saben




Andamiada VI

Las mujeres que viven de negro
a veces mueren

a sus entierros va todo el pueblo

las vecinas llevan flores cortadas de sus propios jardines
¿cuidarán sus flores para cuando mueren ellas?

Los hijos de crianza las llaman tías, mi tiíta dicen 
como si dijeran amparo 
comida caliente
vueltos de mercado para golosinas

y los enfermos se retuercen en sus catres
perturbados
¿quién velará por nosotros ahora?

Pero los hijos de sus vientres
siempre estamos lejos

las mujeres
nos mandaron a la ciudad

para que no seamos como ellas




El maldito olvidador II

Los símbolos escriben el miedo
pero no se agitan en la oscuridad
La mano que escribe no tiembla
El escribiente no palidece
Una criatura cruje de miedo y no escribe
El símbolo impreciso relata a la criatura tangible

Nadie se limpia la tinta bajo las uñas
Ni cierra el ojo ciego






El maldito olvidador IV

En los hedores de la memoria
ahí es 
donde se cuece el símbolo

con el olfato vigilante
a la embarcación que trae y lleva el olor
del grito 
de madres trizadas 





Cuatro:

I

El tenía sed
Esa era su única posesión
Sed que le brotaba garganta abajo, hasta la orina
Sed, maldita y propia


II

Precipicio de sexo y muerte
y un país ajeno
Posesiones para enumerar en los bordes del amor

Y la soledad, esa rotura
que se le hizo en la infancia

Y la belleza


III

El era un hombre en el desierto
Ventolera de rabia
Tuvo que elegir
Y escogió la brisa en las manos de una mujer
que está en calma
cuando termina el día


IV

Soy la que recolecta días:
horas minuciosas de amor y asombro

Ciega, en resplandeciente oscuridad
Madrecita en las rajaduras de la ceguera






Territorio VII

En este lado sur
del territorio
el desamparo
es una premonición exacta

aprendemos a adivinar la soledad

pero a veces

nada
es tan perfecto
como el subsuelo

cuando se enciende





Sentidos

así fue
que el infinito estuvo en una bóveda

y que Alicia en el país
terminó en brazos de un hombre triste

de otro alcohólico y ardiente

y de uno muerto hace ya un tiempo largo

así son

las historias que contamos
para distraernos
en las tardes blancas

en esas horas de escarcha permanente






Babel

El revés de la sed
no es el agua

es una criatura hermosa
que apenas me tocó



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