Philip Sidney
Sir Philip Sidney (30 de noviembre de 1554 - 17 de octubre de 1586) fue una de las figuras más prominentes de la época isabelina inglesa y modelo de hombre renacentista y famoso en su día en Inglaterra como escritor, cortesano y militar, introdujo el soneto a la literatura inglesa.
Se le conoce principalmente por ser el autor de Astrophil and Stella (Astrophil y Stella, 1581, pub. 1591) y su ensayo, The Defence of Poesy (Defensa de la poesía o An Apology for Poetry, 1581, pub. 1595, en el que expone su pensamiento sobre la creación literaria.
Su otra obra conocida es The Countess of Pembroke's Arcadia (1580, pub. 1590).
Nacido en Penshurst, Kent, era el hijo mayor de Henry Sidney y lady Mary Dudley. Su madre era hija de John Dudley, primer duque de Northumberland, y hermano de Robert Dudley, primer conde de Leicester. Su hermana menor, Mary Sidney, se casó con Henry Herbert, segundo conde de Pembroke.
Philip fue educado en Shrewsbury School y Christ Church, Oxford. Viajó mucho y fue muy erudito. En 1572, viajó a Francia. Pasó varios años en Europa, moviéndose por Alemania, Italia, Polonia, y Austria. En estos viajes, conoció a muchos intelectuales y políticos europeos.
Al volver a Inglaterra en 1575, Sidney conoció a Penelope Devereaux, la futura Penelope Blount; aunque mucho más joven, fue la inspiradora de su famosa obra Astrophil y Stella. Se decía que el padre de la joven, el conde de Essex, planeaba casarla con Sidney; sin embargo, murió en 1576. En Inglaterra, Sidney se dedicaba a la política y al arte. Defendió la administración que su padre hizo de Irlanda en un extenso documento. Más seriamente, disputó con Edward de Vere, decimoséptimo conde de Oxford, probablemente por la oposición de Sidney al matrimonio francés, que de Vere promovía. Tras este episodio, Sidney retó a de Vere a un duelo, que la reina Isabel prohibió; entonces escribió a la reina una larga carta detallando la imprudencia del matrimonio francés. Isabel se enfadó por su presuntuosidad, y Sidney, prudente, se retiró de la corte.
Sus contactos artísticos fueron más pacíficos y significativos para su fama duradera. Durante su ausencia de la corte, escribió la Arcadia y, probablemente, Defensa de la poesía. Un poco antes, había conocido a Edmund Spenser, quien le dedicó el Shepheardes Calendar. Otros contactos literarios le llevaron a ser miembro, del (probablemente ficticio) 'Areopagus', un esfuerzo humanista para hacer clásico el verso inglés, y su amistad con su hermana, quien después de su muerte completó la traducción en verso de los Salmos que él había comenzado.
A mediados de 1581, Sidney volvió a la corte; ese mismo año se casó Penelope Devereaux, aparentemente contra su voluntad, con lord Rich. Sidney fue nombrado caballero en 1583. En 1571 había fracasado un primer proyecto matrimonial con Anne Cecil, hija de William Cecil; en 1583 se casó con Frances, la hija adolescente de Francis Walsingham. Al año siguiente conoció a Giordano Bruno, quien después dedicó dos libros a Sidney.
Tanto por su herencia familiar como por su experiencia personal (estaba en la casa de Walsingham en París durante la Matanza de San Bartolomé), Sidney fue un protestante muy militante. En la década de 1570, persuadió a John Casimir para que considerara las propuestas de un esfuerzo protestante unificado contra la Iglesia católica y España; en los primeros años de la década de 1580, promovió sin éxito atacar la propia España. En 1585, su entusiasmo por la lucha protestante pudo desarrollarse plenamente cuando le hicieron gobernador de Flesinga, en los Países Bajos, donde constantemente instaba a su superior, el conde de Leicester, a que fuera osado. Intervino con éxito contra las tropas españolas cerca de Axel en julio de 1586; más tarde, ese mismo año, se unió a John Norreys en la batalla de Zutphen. Durante el sitio, fue alcanzado por una bala en el muslo y murió veintidós días después.
El cuerpo de Sidney regresó a Londres y fue enterrado en la catedral de San Pablo el 16 de febrero de 1587. Ya en vida, pero especialmente después de su muerte, se había convertido para muchos ingleses, en el epítome del cortesano: instruido y político, pero al mismo tiempo generoso, valiente e impulsivo. Nunca llegó a ser otra cosa que una figura marginal en la política de su tiempo, pero fue inmortalizado como la flor de la virilidad inglesa en la obra de Edmund Spenser Astrophel, una de las más grandes elegías del Renacimiento inglés.
Una famosa anécdota sobre Philip pretendía ilustrar su noble carácter: mientras moría, daba su cantimplora a otro soldado herido, diciendo: «Tu necesidad es mayor que la mía». Una temprana biografía de Sidney fue escrita por su amigo y compañero de escuela, Fulke Greville, primer barón de Brooke.
La vida y los escritos de Sidney son un legado. En 1819, Thomas Campbell concluye que la vida de Sidney fue «poesía en acción», y luego en 1858, William Stigant escribió que «el auténtico poema de Sidney fue su vida, y su enseñanza fue su ejemplo» (citado por Garrett, Sidney). Sidney, el hombre, es aparentemente en todas partes en sus obras: un estudio de las obras de Sidney es un estudio del hombre (Kimbrough, "Preface").
Algernon Sidney, conspirador involucrado en el "Complot de Rye House", en tiempos de Carlos II de Inglaterra, fue su sobrino nieto.
Obras
Astrophil y Stella
La primera de las famosas series de sonetos en idioma inglés, Astrophil y Stella fue probablemente compuesto a principios de los años 1580. Los sonetos se habían difundido mucho en manuscrito antes de la primera edición que, al parecer, fue pirata (1591); sólo en 1598 fue impresa una edición autorizada. La secuencia marcó un hito en la poesía inglesa del Renacimiento. En ella, Sidney imitó parcialmente rasgos claves de su modelo italiano, Petrarca: variedad de emoción de un poema a otro, una narrativa parcialmente oscura; las trampas filosóficas; las meditaciones sobre el acto de la propia creación poética. Sus experimentos con el esquema métrico no eran menos notables; sirvieron para liberar al soneto inglés de los estrictos requisitos de rima de la forma italiana.
The Countess of Pembroke's Arcadia
La Arcadia, de lejos la más ambiciosa de sus obras, fue tan destacada como los sonetos. La obra es un romance que combina elementos pastorales con una disposición derivada del modelo helenístico de Heliodoro de Émesa. La obra ofrece una versión altamente idealizada de la vida del pastor, y coexiste (no siempre con naturalidad) con historias de justas, traiciones, secuestros, batallas, y violaciones. Como está publicado en el siglo XVI, la narrativa sigue el modelo griego: las historias se encajan unas dentro de otras, y se entrelazan diferentes líneas de la trama.
Arcadia existe en dos versiones significativamente diferentes. Sidney escribió una versión temprana durante una estancia en casa de su hermana, Mary Herbert, condesa de Pembroke; esta versión es narrada de manera directa y secuencial. La escribió con el propósito de divertir a las amistades (Ifor Evans). Más tarde revisó el trabajo con un plan más ambicioso. Completó la mayor parte de los tres primeros libros, pero el proyecto quedó inacabado al morir. Después de la publicación de los tres primeros libros (1590) se despertó el interés, por lo que la versión extensa se hizo con material de la primera versión (1593).
La obra disfrutó de gran popularidad durante más de un siglo después de su publicación. William Shakespeare tomó elementos de ella para la subtrama de Gloucester del Rey Lear; partes de él fueron también dramatizadas por John Day y James Shirley. De acuerdo con una historia bastante difundida, el rey Carlos I citaba frases del libro mientras subía al patíbulo para ser ejecutado. Continuaba siendo popular en el siglo XVIII: Samuel Richardson tomó de Sidney el nombre de la heroína de su primera novela, Pamela.
Defensa de la poesía
Sidney escribió esta Defensa antes de 1583. Se cree que en parte estuvo motivada por Stephen Gosson, que atacó a Sidney en su obra The School of Abuse (1579), pero Sidney se dirige, ante todo, a otras objeciones contra la poesía, como las de Platón. Gosson lanzó lo que era, en esencia, un ataque puritano contra la literatura imaginativa (Griffiths).
Sidney defiende, en cambio, la nobleza de su poesía, pues mueve a acciones virtuosas (Robertson). Los verdaderos poetas saben instruir y entretener a un tiempo, punto de vista que puede remontarse a Horacio. En su ensayo, Sidney integra un número de preceptos clásicos e italianos sobre la ficción. La esencia de su defensa es que la poesía, al combinar la vitalidad de la historia con el enfoque ético de la filosofía, es más efectiva que la historia o la filosofía para llevar a los lectores a la virtud. Le da la vuelta al razonamiento de Platón de que los poetas eran mentirosos, diciendo que son “los menos mentirosos” (Leitch).
En una época de antipatía hacia la poesía, y de creencia puritana en la corrupción de la literatura, la defensa de Sidney fue una importante contribución al género de la crítica literaria. Fue la primera defensa filosófica en Inglaterra en la cual describe el antiguo e indispensable lugar en la sociedad, su naturaleza mimética, y su función ética (Harvey).
La obra también ofrece importantes comentarios sobre Edmund Spenser y el drama isabelino. La antiteatralidad era otro fenómeno en la época de Sidney, como una preocupación estética e ideológica del círculo de Sidney en la corte (Acheson). El teatro se hizo asunto polémico, en parte por la culminación del creciente desprecio por los valores de la emergente cultura del consumo. En la “Apología” se muestra contrario a esta corriente de la época que presta poca atención a la unidad de lugar en el drama (Bear), pero más específicamente, su preocupación es por la “forma” y la “materia” de las historias (Leitch). Explica que la tragedia no debe quedar atada por la historia sino por las “leyes de la poesía”, habiendo “libertad, tanto para fingir nueva materia, como para adaptar la historia a las conveniencias más trágicas”.
Influencia (Defensa de la Poesía)
Desde su publicación, esta obra influyó en la crítica literaria inglesa. Uno de los ejemplos más importantes es la obra del poeta y crítico, Percy Bysshe Shelley. El argumento moderno de Shelley a favor de la poesía está moldeado por una fuerza romántica en su obra titulada A Defence of Poetry. En 1858, William Stigant, un traductor educado en Cambridge, poeta y ensayista, escribe su ensayo titulado «Sir Philip Sidney» en Cambridge Essays que la Defensa de la Poesía tan bellamente escrita por Shelley es una obra que analiza la verdadera esencia interior de la poesía y la razón de su existencia —su desarrollo a partir de la mente del hombre—. Shelley escribe en la Defensa que mientras la ciencia ética ordena los elementos que la poesía ha creado y conduce a una vida civil, la poesía actúa de tal manera que despierta y amplía la propia mente haciendo de ella el receptáculo para un millar de combinaciones de pensamiento.
Astrofil y Stella, Nº 39
¡Ven Sueño! Oh Sueño, lazo verdadero de la paz,
lugar que atrae el ingenio, el bálsamo del infortunio,
La riqueza del pobre, la liberación del prisionero,
El juez indiferente entre lo alto y lo bajo
Con fuerte escudo escúdame de los encomios
De esos fieros dardos lanzados hacia mi por la desesperación
¡Ay! Y haz que terminen las guerras civiles en mí,
Te pagaré buen tributo si lo haces
Toma mis suaves almohadas y el lecho más dulce,
Una recámara sorda al ruido y ciega a la luz,
Una guirnalda de rosas y una cabeza cansada:
Y si estas cosas, tuyas por derecho,
No conmueven tu profunda gracia, veras en mí
Más vívida que en cualquier otra parte, la imagen de Stella.
(Trad. Lucas Margarit)
Astrophil and Stella 39: Come Sleep! O Sleep, the certain knot of peace
Come Sleep! O Sleep, the certain knot of peace,
The baiting-place of wit, the balm of woe,
The poor man’s wealth, the prisoner’s release,
Th’ indifferent judge between the high and low.
With shield of proof shield me from out the prease
Of those fierce darts despair at me doth throw:
O make in me those civil wars to cease;
I will good tribute pay, if thou do so.
Take thou of me smooth pillows, sweetest bed,
A chamber deaf to noise and blind to light,
A rosy garland and a weary head:
And if these things, as being thine by right,
Move not thy heavy grace, thou shalt in me,
Livelier than elsewhere, Stella’s image see.
Philip Sydney y la poesía erótica inglesa en “Astrophil y Stella”
por Vigee-Lebrun
Como Garcilaso en España, Philip Sydney consigue la perfección del soneto amoroso en la Inglaterra de la era isabelina: 1554 es el año de su nacimiento. Diez años antes, los sonetos de Boscán y Garcilaso habían sido impresos por primera vez. Si los españoles tuvieron como precedente claro al marqués de Santillana, los ingleses se basaron en la poesía de Thomas Wyatt y del conde de Surrey, que introdujeron la forma italiana a la literatura inglesa.
Las similitudes no acaban aquí: si Garcilaso es noble, no lo es menos Sydney y si Garcilaso lucha en Europa por Carlos V, lo hace Sydney contra los españoles en los Países Bajos. Ambos desdeñan la armadura: Garcilaso en el asedio a la torre de Muy, en 1536. Sydney en Zutphfen, en inferioridad de condiciones, pues el ejército español triplica al suyo, en 1586, cincuenta años más tarde. Ambos poetas mueren a consecuencia de las heridas causadas por tal alarde de valor.
La fama de Sydney supera con mucho la de contemporáneos como Edmund Spencer, dos años mayor que Sydney, William Shakespeare, ligeramente menor, Ben Jonson o el metafísico John Donne . Su obra se convierte en “bestseller” igual que la de Garcilaso en la península. Como el español, el inglés decide también purificar la lengua inglesa, limpiarla de arcaísmos o latinismos, buscar el lenguaje poético dignificando el coloquial, sin hacerlo pedante. Y busca y encuentra un nuevo ritmo que supera los cuatro acentos y el bipartidismo de los versos que proceden del antiguo sajón.
En este caso, afirma: “Ni Teócrito en griego, ni Virgilio en latín, ni Sannazaro en italiano cultivaban la afectación” (Defensa de la poesía, 1579)
En su nacimiento, en el seno de una familia noble, tiene como padrino a Felipe de Austria, aún no rey de España – sería Felipe II-, pero ya rey consorte de Inglaterra con Mary Tudor. Su padre gozó del favor de Elizabeth I y fue tres veces gobernador de Irlanda. La formación de Sydney en retórica, gramática y letras clásicas es profunda, acude a Oxford, continuando años de estudios, y si no llega a graduarse es por una epidemia de cólera que cierra la universidad. Recorre la Europa agitada por la matanza de San Bartolomé; por tres años aprende lenguas, se interesa por el arte, la ciencia y la filosofía. Conoce países. Crece. Vuelve a Inglaterra con 21 años, ya sabio e inquieto. Su retrato ha sido pintado por el Veronés; muchas obras, científicas o literarias se han impreso bajo su patrocinio.
Elizabeth, a pesar de la preparación de Sydney, no le confía misiones importantes, por lo que el poeta se vuelca en su actividad intelectual. Forma parte de al menos dos elitistas grupos artísticos, el “Aerópago” (cuyas regiones se hacían en la casa del conde de Leicester) o en casa de la hermana de Sydney, Lady Pembroke, verdadera “Madame Staël” de las letras inglesas, en cuya tertulia se reunía la flor y la nata de la intelectualidad y la ciencia de la isla.
Así, entretenido o en ocasiones aburrido por la inacción, Sydney conoce a Penélope Deveraux, hija de Essex, el antiguo favorito de la reina, de quien hablé ya en otro articulo. Hermosa, joven, culta. Dieciocho años: ojos negros, blanca piel, cabellos rubios como el oro, a quien la poderosa familia de los Essex casa en 1581con celeridad con el joven y muy noble Lord Rich en matrimonio de conveniencia a uso de la época, que fracasa desde su inicio.
Dos años después, el propio Sydney contrae matrimonio con la joven Frances, de 16 años, hija del ministro de Elizabeth, Walsingham, el hombre más importante del reino en ese momento. Los famosos sonetos amorosos que Sydney dedica a Penélope son escritos en el periodo que va entre el matrimonio de ella y el matrimonio de él: dos años.
Sydney cae bajo el hechizo de Penélope con total inocencia e ingenuidad, a pesar de que le llevaba varios años. Ella es audaz, abierta, y no teme engañar a su marido. Guarda apenas el decoro suficiente para no ser abiertamente condenada por la corte. Pero Sydney no llega a enterarse de esto, pues por fin consigue una misión y parte para el Continente con destino a los Países Bajos, en donde, como he dicho, muere poco después.
Aunque autor de muchas otras obras, entre ellas una novela pastoril como Lope de Vega o Miguel de Cervantes, titulada también “Arcadia”, la obra que lleva a Sydney a ser inmortal es “Astrophil y Stella”*, (Astrophil es el amante de la estrella y Stella, la estrella), colección que recoge 33 tipos distintos de sonetos amorosos –en 108 sonetos-,y once canciones y que no va a ser publicada en vida del poeta -como tampoco lo fueron las obras de Garcilaso-, La diferencia radica en que Sydney va a contarnos una historia en la que cada soneto o canción adquiere significado en el contexto de una narración, la narración de una historia amorosa con las tres partes que debe tener toda historia similar: La conquista de la amada-La búsqueda y satisfacción del deseo carnal-El desengaño y la desesperación de la pérdida.
En esta historia Sydney narra las trampas del amor, la lucha entre el amor y la virtud o la razón y la pasión, la aparición del engaño, y con el engaño, el dolor. Es decir: la trayectoria de toda historia amorosa, pero creada “artificialmente”, mas no inventada o mentirosa, por un poeta que domina su oficio y que hace de esta historia una que vale la pena no olvidar si no por su originalidad temática, sí por su originalidad poética.
La historia en sí no es importante. La importancia la otorga el Arte con el que la historia es contada (el arte de la invención, de la creación que dice el poeta), que es capaz de hacerla sobrevivir a su propio acabamiento y a su propia muerte. Así lo entiende Sydney cuando dice:
Vacilan las palabras, desean que llegue la invención del arte,
La invención, hija de la naturaleza…
Yo de palabras henchido, abandonado a mi dolor,
Golpeo mi ociosa pluma y me golpeo a mí mismo.
Y la Musa me dijo: “Estúpido, Mira en tu corazón y escribe”.
El enamorado caballero es esclavo de su pasión, a la que se somete:
Llamo premio a sufrir bajo la tiranía;
Y empleo lo que queda de mi ingenio
Para intentar creer que todo va bien,
Mientras con mi cerebro pinto mi propio infierno.
El poeta desciende a los infiernos pues ella se resiste: el amor es como una batalla:
Habiendo abierto una brecha y luchado bien,
Gritas: “¡Victoria! El bello día es nuestro!”
Oh, no, su corazón es una ciudadela,
Fortificada, soberbia, inteligente, desdeñosa:
Para ganarla, sólo valen la inteligencia y el dolor.
La amada se entrega, pero pronto el desdén triunfa. Él no es digno de su amor, pues ha amado a la belleza y la belleza se ha encarnado en otras mujeres también:
Natura bien me inclina a ver
Bellezas, aupadas en brillantes carros
Destellando kilates y encendiendo
Mi espíritu a inclinarse pronto a ellas.
Y Amor, creí que lleno estaba de ti,
Mas no encontrando llamas incansables,
Inclineme hacia otras, olvidando
La estrella que debía guiar mi paso.
Ahora sí que Amor con desamor he comprendido.
Y probando el veneno he sido envenenado.
Vuelvo, perezoso, a su amor,
Mas ella huye y de sus ojos salen volando flechas a mis ojos.
Así, comienzan las súplicas y las humillaciones:
Querida ¿atiendes más a un perro que a mí?
Si él ama, yo ardo, ardo en amor.
Si él sabe esperar, yo de aquí no me moveré.(…)
Si él trae un guante, yo traigo mi alma a ti.
La dama es acusada de crueldad:
Cuando ella despierta, es demasiado, demasiado cruel.
Su lengua al despertar dice que “No”.
Y aún durmiendo, el “No” está en su lengua.
Oh dulce beso robado. Ah, pero ella ya despierta,
Con su belleza hostil me castiga:
Ahora debería huir de aquí.
Estúpido de mí, estúpido: más debí haber robado.
Finalmente, el poeta acepta su destino:
Si estos signos divinos quieren probar mi dolor,
Adiós, felicidad, déjame vivir sufriendo.
Solamente el Arte logra salvar la trillada historia de los dos amantes.
Y el amor de Sydney y Penélope sobrevive solamente por estos poemas. Por lo demás, es polvo, es sombra, es viento, es nada.
* Los sonetos de “Astrophil y Stella” fueron publicados en español por la Ed. Cátedra, en traducción (que no he utilizado) e introducción, por Fernando Galván, en la colección “Letras Universales”.
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