viernes, 30 de septiembre de 2016

TED HUGHES [19.178]


Ted Hughes

Edward James Hughes (West Riding of Yorkshire, 17 de agosto de 1930 - Londres, 28 de octubre de 1998 ), más conocido como Ted Hughes, fue un poeta inglés y escritor de libros infantiles. Considerado por la crítica como uno de los mejores poetas de su generación.

Contrajo matrimonio con la poetisa estadounidense Sylvia Plath en 1956 y permaneció casado con ella hasta su muerte por suicidio en 1963, a la edad de 30 años. Su relación se tornó polémica por algunas disputas con feministas y, especialmente, con admiradoras estadounidense de Plath. Su último trabajo poético, Cartas de cumpleaños (1998), explora sus complejas relaciones matrimoniales. Los poemas hacen referencia al suicidio de Plath, pero de ninguna manera se dirige de forma directa a las circunstancias de su muerte. Un poema descubierto en octubre de 2010, Última carta, describe qué pasó durante los tres días que condujeron al suicidio de su esposa Sylvia.

En 2008 la revista The Times clasificó a Hughes como cuarto en su lista de "Los 50 mejores escritores británicos desde 1945". El 22 de marzo de 2010, se anunció que Hughes sería conmemorado con un monumento en el Rincón de los Poetas en la Abadía de Westminster, a instalarse a principios del 2011.

Ted Hughes nació el 17 de agosto de 1930 en Aspinal Street, en Mytholmroyd, West Riding of Yorkshire como hijo de William Henry y Edith (de soltera, Farrar) Hughes6 y creció entre las granjas locales del valle de Calder y en los páramos de Pennine. Olwyn, la hermana de Hughes, era dos años mayor y su hermano Gerald, diez años mayor que él. La familia de su madre podía rastrear su genealogía hasta William de Ferrières, quien llegó a Inglaterra con Guillermo el Conquistador en el siglo XI. Su propio padre fundó la comunidad religiosa de Little Gidding. La mayoría de las más recientes generaciones de su familia habían trabajado en el área en la industria del vestuario y la molienda. El padre de Hughes, un carpintero, se incorporó a los Fusileros de Lancashire y peleó en Ypres. 30 000 se incorporaron; cerca de la mitad fueron muertos en acción. Una bala estuvo cerca de matar a William Hughes cuando se incrustó en su libreta de cuentas que tenía metida en el bolsillo del pecho. Él fue uno de los solo 17 hombres de su regimiento que volvió de la Campaña de los Dardanelos (1915-1916). Las historias paternas de los campos de Flandes llenaron la imaginación infantil de Hughes (más tarde descritos en el poema "Out"). Hughes narró, "mis primeros seis años perfilaron todo."

Hughes hijo amaba cazar y pescar, nadar e ir de picnic con su familia. Iba a la Burnley Road School hasta que cuando tenía siete años su familia se mudó a Mexborough, South Yorkshire, en donde fue a la escuela primaria de Schofield Street. Sus padres tenían una agencia de diarios y una tienda de tabacos. En Poetry in Making el rememora haberse fascinado con los animales, coleccionar y dibujar criaturas para juegos. Participaba como recolector cuando su hermano mayor, que era guardabosques, disparaba a urracas, búhos, ratas y zarapitos, creciendo rodeado por las rigurosas realidades de las granjas de trabajo en los valles y en los páramos. Durante su estadía en Mexborough el exploró Manor Farm at Old Denaby, de la que llegó a decir que el conocía "mejor que cualquier otro lugar en la tierra". Su primer poema "The Thought Fox", y su primer cuento "El caballo de lluvia" fueron recolecciones del lugar. John Wholey, un amigo cercano en ese tiempo, llevó a Hughes al estado de Crookhill sobre Conisbrough, donde los niños ocupaban grandes ringleras de tiempo. Hughes se convirtió en allegado de la familia y aprendió mucho sobre la vida silvestre del padre de Wholey, un guardabosques. El venía a ver pescar casi como una experiencia religiosa.

Hughes iba a la Escuela de Gramática de Mexborough, cuando una serie de profesores lo alentaron a escribir, y desarrollaron su interés en la poesía. Los profesores McLeod y Mayne lo introdujeron en los poetas Hopkins y Eliot. Hughes fue tutoreado por su hermana Olwyn, quien era muy versada en poesía, popy por su profesor John Fisher. El poeta Harold Massingham también fue a su escuela y también fue tutoreado por Fisher. En 1946 uno de los primeros poemas de Hughes, "Wild West" y un cuento corto fueron publicados en la revista de la escuela de gramática, The Don and Dearne, seguidos por otros poemas en 1948.7 A la edad de 16 ya solo pensaba en ser un poeta.

Durante el mismo año Hughes se ganó una beca en Inglés en Pembroke College, Cambridge, pero prefirió hacer primero su Servicio Militar. Sus dos años de Servicio Militar (1949–51) pasaron comparativamente fácilmente. Hughes fue asignado como mecánico inalámbrico en tierra en la Real Fuerza Aérea (RAF) en una aislada estación de tres hombres en el este de Yorkshire, durante cuyo tiempo el no tuvo nada más que hacer que "leer y releer a Shakespeare y ver crecer el pasto".7 Se aprendión muchas de las obras de memoria y memorizó grandes cantidades de la poesía de Yeats.

Carrera

En 1951, Hughes estudió Inglés inicialmente en el Colegio Pembroke bajo M. J. C. Hodhart, una autoridad en la métrica de baladas. Hughes se sintió alentado y apoyado por la supervisión de Hodhart, pero asistió a pocas lecciones y no escribió más poesía en ese entonces, sintiéndose almidonado por la academia literaria y el "terrible, sofocante, maternal pulpo" de la tradición literaria. Escribió: "podría decir que tenía tanto talento para el estilo de Leavis de desmantelar los textos como cualquier otro, e incluso tenía una inclinación especial para ello, cercana a una veta sádica en eso, pero me parecía que no solo era un juego tonto, sino profundamente autodestructivo." En su tercer año se cambió a antropología y arqueología, ambos de las cuales referiría en su poesía. No destacó como escolar. Su primera poesía publicada apareció en Chequer. Un poema denominado "Los niñitos y las estaciones", escrito en esta época, fue publicado en Granta, bajo el pseudónimo de Daniel Hearing.

Después de la universidad, viviendo en Londres y Cambridge, Hughes continuó teniendo muchos y variados trabajos, incluso como jardinero de rosas, vigilante nocturno y lector para la compañía británica de películas J. Arthur Rank. También trabajó en un zoológico local, un puesto que le ofrecía innumerables oportunidades de observar animales en espacios estrechos. El 26 de febrero de 1956, Hughes y sus amigos hicieron una fiesta para lanzar St. Botolph's Review, que duró un solo número. En él Hughes tenía cuatro poemas. En la fiesta el conoció a la poetisa americana Sylvia Plath, que estaba estudiando en Cambridge a través de una beca Fulbright. Ella ya había publicado extensamente, habiendo ganado varios premios, y había venido especialmente para contactar a Hughes y su compañero poeta Lucas Myers. Hubo una gran atracción mutua pero ellos no volvieron a verse hasta un mes después, cuando Plath estaba pasando por Londres, camino a París. Ella lo visitó de nuevo a su vuelta, tres semanas después.

Cold, delicately as the dark snow,
A fox’s nose touches twig, leaf;
Two eyes serve a movement, that now
And again now, and now, and now

Fría, delicada como la nieve obscura
una nariz de zorro toca ramilla, hoja;
Dos ojos sirven un movimiento, que ahora
y de nuevo ahora, y ahora, y ahora

Sets neat prints into the snow
Between trees, and warily a lame
Shadow lags by stump and in hollow
Of a body that is bold to come

Estampa claras huellas sobre la nieve
entre árboles, y cautelosamente un cojo
Sombras retrasadas por muñón y en hueco
de un cuerpo que es seguro que vendrá

Across clearings, an eye,
A widening deepening greenness,
Brilliantly, concentratedly,
Coming about its own business

A través de claros, un ojo,
un verdor amplio y profundo,
brillantemente, concentradamente,
viniendo por sus propios asuntos

Till, with a sudden sharp hot stink of fox
It enters the dark hole of the head.
The window is starless still; the clock ticks,
The page is printed.

Hasta que, con un repentino afinado fuerte hedor a zorro
entra en el obscuro hoyo de la cabeza.
La ventana está aún sin estrellas; el reloj tictaquea,
La página está impresa.

Hughes y Plath salían juntos y luego se casaron en St George the Martyr Holborn, el 16 de junio de 1956, cuatro meses después de que se vieron por primera vez. La fecha, el Bloomsday, fue intencionalmente elegida en honor a James Joyce. La madre de Plath fue la única invitada a la boda y los acompañó también en la luna de miel a Benidorm en la costa de España. Los biógrafos de Hughes describen que Plath no le mencionó su historia de depresiones y suicidios hasta mucho después.8 Reflejándolo posteriormente en Cartas de cumpleaños, Hughes comentó que tempranamente el pudo ver abismos de diferencias entre si mismo y Plath, pero que en los primeros años de su matrimonio ambos se sintieron felices y apoyados, ávidamente sumergidos en sus carreras de escritores. A la vuelta a Cambridge, ellos vivieron en 55 Eltisley Avenue. Ese año ambos tuvieron poemas publicados en The Nation, Poesía y The Atlantic. Plath tipeó los manuscritos de Hughes para su colección Halcón en la lluvia que llegó a ganar una competencia de poesía organizada por el centro de poesía de la Young Men's and Young Women's Hebrew Association de Nueva York. El primer premio consistía en la publicación por Harper y Hughes se granjeó un amplio aplauso de la crítica con el lanzamiento del libro en septiembre de 1957, ganando el Premio Somerset Maugham. El trabajo prefería muy afectados troqueos y espondeos, reminiscencias del Inglés de medioevo sobre los gentiles sonidos latinizados; un estilo que el usó a través de toda su carrera.

La pareja se trasladó a Estados Unidos de modo que Plath pudiese ocupar una posición docente en su alma mater, Smith College; durante este tiempo Hughes enseñó en la Universidad de Massachusetts, Amherst. En 1958 ellos conocieron a Leonard Baskin quien más tarde ilustraría muchos de los libros de Hughes, incluyendo Cuervo. La pareja retornó a Inglaterra, quedándose un breve tiempo en Heptonstall y luego hallando un pequeño departamento en Primrose Hill, Londres. Ambos estaban escribiendo, Hughes trabajando en programas para la BBC así como produciendo ensayos, artículos, críticas y conversaciones. Durante este período el escribió los poemas que serían publicados en Wodwo (1967) y Recklings (1966). En marzo de 1960 salió Lupercal y ganó el Premio Hawthornden. Hugues encontró que estaba siendo rotulado como el poeta de lo salvaje, escribiendo solo sobre animales.8 Comenzó a explorar seriamente sobre el mito y las prácticas esotéricas dentro del chamanismo, el Budismo y la alquimia, percibiendo que tal imaginación podría curar bisecciones dualísticas en la psiquis humana y que la poesía era el lenguaje de trabajo.

Hughes y Plath tuvieron dos hijos, Frieda Rebecca (1960) y Nicholas Farrar (1962) y en 1961, compró la casa de Court Green, en North Tawton, Devon. En el verano de 1962 Hughes comenzó una relación con Assia Wevill quien había subarrendado el departamento de Primrose Hill con su marido. Bajo la nube de su affair, Hughes y Plath se separaron en el otoño de 1962 y ella reinició su vida en un nuevo piso con los niños.

La muerte de Plath

Abrumada por la depresión, y con un historial de intentos de suicidios, Plath se quitó la vida el 11 de febrero de 1963, aunque no ha quedado claro si ella quería finalmente lograrlo. Hughes estaba devastado. En una carta a una antigua amiga del Smith College, le escribió, "Este es el fin de mi vida. El resto es póstumo." Algunas feministas arguyeron que Hughes llevó a Plath al suicidio. La lápida de Plath fue vandalizada repetidamente por aquellos agraviados que "Hughes" estuviese grabado en la piedra e intentaron sacarlo a cincel, dejando solo el nombre de "Sylvia Plath." En 1970, la poetisa feminista radical Robin Morgan publicó el poema "Arraignment"(lectura del acta de acusación), en el cual ella acusa abiertamente a Hughes de palizas y asesinato de Plath; otras feministas amenazaron con asesinarlo en nombre de Plath. En 1989, estando Hughes bajo ataque público, se libró una batalla en la página de cartas del diario The Guardian y del The Independent. En el The Guardian del 20 de abril de 1989 Hughes escribió el artículo "El lugar donde Sylvia Plath debiera descansar en paz":

En los años siguientes a la muerte de Plath, cuando los estudiantes se me acercaban, yo trataba de tomar sus aparentemente serias preocupaciones por la verdad sobre Sylvia Plath seriamante. Pero aprendí la lección tempranamente... Si trataba esforzadamente de explicar como ocurrió alguna cosa, en la esperanza de rectificar alguna fantasía, era muy probable que yo fuese acusado de intentar suprimir el Libre Discurso. En general, mi rechazo a tener algo que ver con la Fantasía Plath ha sido considerado como un intento de suprimir el Libre Discurso...La Fantasía acerca de Sylvia Plath es más necesitada que los hechos. Si ello permite el respeto por la verdad de su vida (y de la mía), o de su memoria, o por la tradición literaria, yo no lo sé.

Como viudo de Plath, Hughes, controversialmente, se convirtió en el ejecutor de los bienes personales y literarios de Plath. El supervigiló la publicación de sus manuscritos, incluyendo Ariel (1966). Algunos críticos estuvieron insatisfechos por su elección del orden de los poemas y por omisiones en el libro y algunas feministas arguyeron que Hughes esencialmente la condujo a ella al suicidio y por lo tanto no debiera ser responsable por su legado literario. El denunció haber destruido el último volumen del diario de Plath, en que detallaba sus últimos meses juntos. En su prólogo de los diarios de Sylvia Plath, defendía sus acciones como una consideración para con los jóvenes hijos de la pareja.

A continuación del suicidio de Plath, él escribió dos poemas "El Aullido del los Lobos" y "Canción de una Rata" y luego no escribió poesía durante tres años. Actuó como locutor extensivamente, escribió ensayos críticos y se vio involucrado en organizar festivales internacionales de poesía en la esperanza de conectar la poesía inglesa con el resto del mundo. En 1966, el escribió poemas para acompañar las ilustraciones de cuervos de Leonard Baskin, que devino en la narrativa épica La vida y canciones del cuervo, uno de los trabajos por el cual Hughes es más conocido.8

El 23 de marzo de 1969, seis años después del suicidio de Plath por asfixia del gas de una estufa, Assia Wevill cometió suicidio del mismo modo. Wevill también asesinó a su hija, Alexandra Tatiana Elise (denominada Shura), la hija de cuatro años que había tenido con Hughes, nacida el 3 de marzo de 1965. Sus muertes llevaron a denuncias que Hughes había sido abusivo tanto con Plath como con Wevill. En estado de shock, Hughes no pudo terminar la secuencia del Cuervo y permaneció inconclusa hasta que se publicó la obra Pájaros de cueva en 1975. Cuervo y el timing de su publicación, parecieron destacar la predisposición de Hughes hacia la violencia solapada, un ejemplo de la naturaleza sobre lo que escribió, rojo "con dientes y uñas". No ayudó a su causa.

1970-1998

Lumb Bank

En agosto de 1970 Hughes se casó con Carol Orchard, una enfermera, y ellos permanecieron juntos hasta su muerte. El compró la casa de Lumb Bank cerca de Hebden Bridge, West Yorkshire, y mantuvo la propiedad en Court Green. Comenzó a explotar una pequeña granja cerca de Winkleigh llamada Pueblo del páramo, que después quedó embebido en el título de una de sus colecciones de poesía. Posteriormente llegó a ser Presidente de la institución de caridad Granjas para niños de ciudad, fundada por su amigo Michael Morpurgo en Iddesleigh. En octubre de 1970 se publicó Cuervo. Fue nombrado Poeta Laureado en 1984, a continuación de Sir John Betjeman. Hughes publicó muchos trabajos para niños y colaboró estrechamente con Peter Brook y la National Theatre Company. Se dedicó a la Fundación Arvon que promueve la educación en escritura, impartiendo cursos residenciales de escritura en la casa de Hughes en Lumb Bank, West Yorkshire.


Lumb Bank en Colden Valley

Hughes fue nombrado miembro de la Orden al Mérito por la reina reina Isabel II justo antes de su fallecimiento. Hughes continuó viviendo en su casa de Devon, hasta su fatal infarto de miocardio en un hospital de Southwark, Londres el 28 de octubre de 1998, mientras estaba bajo tratamiento por un cáncer al colon. Sus funerales se realizaron el 3 de noviembre de 1998, en la iglesia de North Tawton, y fue cremado en Exeter. Hablando en el funeral, su colega poeta Séamus Heaney, dijo: "Ninguna muerte fuera de mi familia directa me ha dejado más desposeído. Ninguna muerte en mi vida ha herido más a los poetas. Él fue un torre de ternura y fuerza, un gran arco bajo el cual el menor de los niños poetas podía entrar y sentirse seguro. Sus poderes creativos eran, como dijo Shakespeare, aún crecientes. A su muerte, el velo de la poesía se ha desgarrado y las paredes del aprendizaje se han roto."

Obra

Homenaje a Ted Hughes por Reginald Gray. Propiedad de Bankfield Museum, Yorkshire
La primera colección de Hughes, Halcón en la lluvia (1957) atrajo considerables aplausos de la crítica. En 1959 ganó el premio Galbraith que consistía en $5,000. Su trabajo más significativo es tal vez Cuervo (1970), que mientras que ha sido ampliamente elogiado también ha dividido a la crítica, combinando una visión apocalíptica, amarga, cínica y surrealista del universo con lo que a ratos aparece como verso simple e infantil.

En una entrevista dada a London Magazine en 1971, Hughes citó como sus mayores influencias a Blake, Donne, Hopkins y Eliot. También mencionó a Schopenhauer, los libros de Robert Graves La diosa blanca y El libro tibetano de los muertos.

Hughes trabajo durante 10 años en un poema en prosa, "Gaudete", que el esparaba que se convirtiese en una película. Cuenta la historia del vicario de una villa inglesa que es carried off por espíritus elementales, y sustituido en la villa por su doble enantiodrómico, un desafiante, fashioned from a log, quien a pesar de todo tiene las mismas memorias que el vicario original. El doble es una fuerza de la naturaleza que organiza a las mujeres del villorio a un "aquelarre de amor" en orden a que el pueda apadrinar un nuevo Mesías. Cuando los miembros masculinos de la comunidad descubren que es lo que está pasando, ellos lo matan. El epílogo consiste en una serie de líricas dichas por el restaurado presbítero en alabanza a la diosa de la naturaleza, inspiradas en la Diosa blanca de Robert Graves. Fue impreso en 1977. Hughes estaba muy interesado en la relación entre su poesía y los libros de arte y muchos de sus libros fueron impresos por destacados impresores y en colaborativas ediciones con artistas, como por ejemplo con Leonard Baskin.

Adicionalmente a su propia poesía, Hughes escribió una cantidad de traducciones de obras europeas, principalmente clásicas. Sus Cuentos de Ovidio (1997) contienen una selección de traducciones en verso libre de Las metamorfosis de Ovidio. También escribió tanto prosa como poesía para niños, siendo uno de sus libros más exitosos El hombre de acero, escrito para reconfortar a sus hijos después del suicidio de Sylvia Plath. Más tarde se convirtió en la base de la ópera rock de Pete Townshend del mismo nombre, y de la película animada The Iron Giant.

Hughes fue designado como Poet Laureate en 1984 tras la muerte de John Betjeman. Más tarde se supo que Hughes era la segunda opción a la designación. Philip Larkin, el nominado preferido, declinó, por estar mal de salud y bloqueado para escribir. Hughes sirvió en su posición hasta su muerte en 1998.

En 1992, Hughes publicó Shakespeare y la diosa del Ser Total, un trabajo monumental inspirado en La Diosa Blanca de Graves. En Cartas de cumpleaños, su última colección, Hughes rompió su silencio acerca de Plath, detallando aspectos de su vida en común y de su propio comportamiento en aquella época. El arte de la portada pertenece a su hija Frieda. Los definitivos póstumos Collected Poems de Hughes, de 1333 páginas (Faber & Faber) aparecieron el 2003. Un poema descubierto en octubre de 2010, "Última carta", describe que ocurrió durante los tres días que conllevaron al suicidio de Plath.3 Fue publicado en New Statesman el Día Nacional de la Poesía, en octubre de 2010.

En 2011 diversas cartas, que no habían sido editadas previamente, dirigidas por Hughes a Craig Raine fueron publicadas en la revista literaria Areté. Principalmente, ellas relatan el proceso de editar Shakespeare y la diosa del ser total, y también contienen una serie de borradores de cartas en las cuales Raine intenta explicar a Hughes su desinterés en publicar el poema de Hughes El elenco en una antología que él estaba editando, sobre la base de que podría conducir a nuevos ataques contra Hughes con respecto al asunto de Sylvia Plath. "Estimado Ted, Gracias por el poema. Es muy interesante y podría causar una pequeña sensación" (4 de abril de 1997). El poema fue eventualmente publicado en Cartas de cumpleaños y Hughes hace una referencia al pasar de su hasta el momento inpublicada colección: "Tengo una pila entera de piezas que son todas - de un modo u otro - pequeñas bombas para los estudiosos e interesados en tirármelas a mi." (5 de abril de 1997).

Temas

This house has been far out at sea all night,
The woods crashing through darkness, the booming hills,
Winds stampeding the fields under the window
Floundering black astride and blinding wet

Esta casa ha estado lejana en el mar toda la noche,
Los bosques estrellándose a través de la obscuridad, los resonantes cerros,
Los vientos desbandándose por los campos bajo la ventana
revolcando horcajadas negras y enceguecedora humedad

Till day rose; then under an orange sky
The hills had new places, and wind wielded
Blade-light, luminous black and emerald,
Flexing like the lens of a mad eye.

Hasta que el día afloró; entonces bajo un cielo naranja
Los cerros tuvieron nuevos sitios, y el viento manejó
luz cortante, luminosidad negra y esmeralda,
flectándose como el lente de un ojo loco.

El trabajo poético inicial de Hughes está enrraizado en la naturaleza y, en particular, en la inocente salvajedad de los animales, un interés suyo desde su temprana edad. Escribió frecuentemente acerca de la mezcla de belleza y violencia en el mundo de la naturaleza. Los animales sirven como metáfora para su visión de la vida: los animales viven una lucha por la supervivencia de los más aptos del mismo modo que los humanos luchan por la ascendencia y el éxito. Ejemplos pueden ser vistos en los poemas "Hawk Roosting" y "Jaguar".

El dialecto juvenil de West Riding de Hughes se mantuvo engrapado en su poesía, llevando su vocabulario a una textura concreta, tersa, enfática, económica pero poderosa. El modo de discurrir interpreta los hechos duros de las cosas y rechaza la autoindulgencia.

El trabajo tardío de Hughes está profundamente relacionado con el mito y la tradicíón barda inglesa, inflectada fuertemente con un punto de vista modernista, Jungiano y ecológico. El retrabajó el mito clásico y arqueotipado con una concepción de la obscura subconciencia.

Conmemoración y legado

Un camino peatonal fue inaugurado en 2005, saliendo de la villa de Devon en Belstone hasta la piedra conmemorativa de Hughes sobre el Río Taw, en Dartmoor.

El 28 de abril de 2011, una placa azul en conmemoración a Hughes fue desvelada en North Tawton por su esposa Carol. En Lumb Bridge cerca de Pecket Well, Calderdale hay una placa, instalada por The Elmet Trust, conmemorando el poema de Hughes "Seis hombres jóvenes", que se inspiró en una antigua fotografía de seis jóvenes retratados en ese lugar. La fotografía, tomada justo antes del inicio de la primera guerra mundial, era de seis jóvenes que pronto perderían la vida en la guerra Un festival Ted Hughes es realizado cada año en Mytholmroyd, dirigido por Elmet Trust, un cuerpo educacional fundado para apoyar el trabajo y el legado de Hughes.

En 2010, se anunció que Hughes sería conmemorado con un memorial en el rincón de los poetas en la Abadía de Westminster. La piedra conmemorativa será pizarra verde de Kirkstone y será coloca a los pies del memorial conmemrando a T. S. Eliot. Lecturas serán impartidas por el poeta Seamus Heaney y la actriz Juliet Stevenson, y también atenderá la ceremonia la viuda Hughes, Carol Orchard y la hija Frieda. La ceremonia tendrá lugar el 6 de diciembre de 2011.

Archivo

El material de archivo de Hughes es guardado por instituciones tales como la Emory University, Atlanta, Exeter University. Biblioteca Británica también tiene una vasta colección que comprende más de 220 archivos que contienen manuscritos, cartas, diarios, diarios personales y correspondencia. A partir de 2010 la biblioteca está accesible a través del sitio de la Biblioteca Británica.48 Inspirado en Cuervo de Hughes, el pintor alemán Johannes Heisig creó una gran serie de cuadros en blanco y negro que fueron presentados por primera vez al público con ocasión de la noche larga del Museo de Berlín en agosto de en el SEZ Berlín.

Premio Ted Hughes

En 2009 se estableció el Premio Ted Hughes para nuevos trabajos en poesía con el permiso de Carol Hughes. La Sociedad de Poesía explica que "el premio es nombrado en honor a Ted Hughes, Poet Laureate, y uno de los más grandes poetas del siglo veinte, tanto para niños como para adultos”. Miembros de la Sociedad de Poesía y Sociedad de Libros de Poesía recomiendan un poeta que esté viviendo en el Reino Unido que haya completado el más nuevo y más innovativo trabajo ese año, "destacando relevantes contribuciones hechas por poetas a nuestra vida cultural." Las £5,000 de premio se obtienen de los honorarios anuales que la Poet Laureate Carol Ann Duffy recibe como Laureate de la Reina.

Alice Oswald fue la ganadora inaugural en 2010 por su colección Hierbas y Flores salvajes (grabados al aguafuerte de Jessica Greenman). En 2011 los jueces Gillian Clarke, Stephen Raw y Jeanette Winterson otorgaron el premio a Kaite O’Reilly por su sitio que específicamnete recuenta la obra de Esquilo, Los persas (producida por primera vez en 472 a.C.). Los otros tres poetas preseleccionados fueron Christopher Reid que trabajó con el director Niall MacCormick para adaptar su poema narrativo La canción del almuerzo en una película de 50 minutos de la BBC2. El privilegio de la lluvia de David Swann, (publicado por Waterloo Press, con grabados en madera por Clare Dunne), es una colección compilada después de un año como Escritor Residente en HMP Nottingham (prisión). El hombre flotante, de Katharine Towers, es una colección debutante publicada por Picador.

Obras selectas

Colecciones de Poesía

1957 The Hawk in the Rain
1960 Lupercal
1967 Wodwo
1970 Crow: From the Life and the Songs of the Crow (en español: Cuervo, trad. Jordi Doce, Hiperión, Madrid, 1999)
1972 Selected Poems 1957-1967
1975 Cave Birds
1977 Gaudete
1979 Remains of Elmet' (with photographs by Fay Godwin)
1979 Moortown
1983 River
1986 Flowers and Insects
1989 Wolfwatching
1992 Rain-charm for the Duchy
1994 New Selected Poems 1957-1994
1997 Tales from Ovid
1998 Birthday Letters — winner of the 1998 Forward Poetry Prize for best collection, the 1998 T. S. Eliot Prize, and the 1999 British Book of the Year award.
2003 Collected Poems (en castellano, la antología El azor en el páramo, traducción, introducción y notas de Xoán Abeleira, Bartleby Editores, Madrid, 2010)
Volúmenes de traducción[editar]
Despertar de primavera por Frank Wedekind
Bodas de Sangre por Federico García Lorca
1977 Amen by Yehuda Amichai, Amen, Harper (New York, NY)
1968 Yehuda Amichai, Poemas selectos Cape Goliard Press (Londres, Inglaterra), edición revisada publicada como Poemas, Harper (Nueva York, NY), 1969.
1997 Cuentos de Ovidio por Ovidio Farrar, Straus, y Giroux (Nueva York, NY)
1999 The Oresteia por Esquilo, Farrar, Straus, y Giroux (Nueva York, NY)
1999 Fedra por Jean Racine, Farrar, Straus, y Giroux (Nueva York, NY),
1999 Alcestis por Eurípides, Farrar, Straus, y Giroux (Nueva York, NY)
Antologías editadas por Hughes[editar]
Poemas selectos de Emily Dickinson
Poemas selectos de Sylvia Plath
Versos selectos de Shakespeare
Una elección de versos de Coleridge
La bolsa de traqueteo (editado con Séamus Heaney)
El bolsón escolar (editado con Seamus Heaney)
De memoria: 101 Poemas para recordar
Colecciones de cuentos cortos[editar]
1995 El luchador de sueños, y otros cuentos creativos. Faber and Faber (Londres, Inglaterra)
1995 Dificultades de una novia: Pequeños cuentos selectos. Picador (New York, NY)

Prosa

1967 "Poetry Is," Doubleday (New York)
1967 Poetry in the Making: An Anthology of Poems and Programmes from "Listening and Writing. Faber (London) 1967.
1992 Shakespeare and the Goddess of Complete Being Farrar, Straus, and Giroux (New York)
1993 A Dancer to God Tributes to T. S. Eliot. (Editor) Farrar, Straus, and Giroux (New York)
1994 Winter Pollen: Occasional Prose. (Essay collection). Edited by William Scammell, Faber (London). Picador USA (New York) 1995.

Libros para niños

Meet my Folks! (Illustrated by George Adamson, published 1961)
How the Whale Became (Illustrated by George Adamson, published 1963)
The Earth-Owl and Other Moon-People (Illustrated by R.A. Brandt, published 1963)
Nessie the Mannerless Monster (Illustrated by Gerald Rose, published 1964)
The Iron Man (Illustrated by George Adamson, published 1968)
Coming of the Kings and Other Plays (1970)
Season Songs (Illustrated by Leonard Baskin, published 1976)
Moon-Whales and Other Moon Poems (Illustrated by Leonard Baskin, published 1976)
Moon-Bells and Other Poems (Illustrated by Felicity Roma Bowers, published 1978)
Under the North Star (Illustrated by Leonard Baskin, published 1981)
Ffangs the Vampire Bat and the Kiss of Truth (Illustrated by Chris Riddell, published 1986)
Tales of the Early World (Illustrated by Andrew Davidson, published 1988)
The Iron Woman ( 1993)
Collected Animal Poems: Vols. 1–4
The Mermaid's Purse (Illustrated by R.J. Lloyd, published by Sunstone Press, 1993)
The Cat and the Cuckoo (Illustrated by R.J. Lloyd, published 1987)
Obras[editar]
The House of Aries (interpretada en radio), transmisión, 1960.
The Calm producida in Boston, MA, 1961.
A Houseful of Women (interpretada en radio), transmisión, 1961.
The Wound (interpretada en radio), transmisión, ver también abajo), 1962
Difficulties of a Bridegroom (interpretada en radio), transmisión, 1963.
Epithalamium producida en Londres, 1963.
Dogs (interpretada en radio), transmisión, 1964.
The House of Donkeys (interpretada en radio), transmisión, 1965.
The Head of Gold (interpretada en radio), transmisión, 1967.
The Coming of the Kings and Other Plays (juvenil)
The Price of a Bride (juvenil; interpretada en radio), transmisión, 1966.
Adaptada de Edipo de Séneca (producida en Londres, 1968)
Orghast producida en Persépolis, Irán, 1971.
Eat Crow Rainbow Press (Londres, Inglaterra), 1971.
The Iron Man (basada en su libro juvenil; televisada, 1972).
Orpheus 1973.



Alas

I
                          El señor Sartre medita sobre asuntos de actualidad

     Encogido, en la enorme ala rota de su sombra,
recrea el mundo en el interior de su cráneo, como el espectro de una flor.

     Sus ojos son prisioneros del hecho
de que sus manos se han convertido en moscas.

     Con sonrisas calaverales, las poblaciones de la tierra
deambulan entre tumbas, como el hoguera apagada por la lluvia.

     Bosteza, ladeando un ojo extinto
hacia la mosca dormida en la tulipa.

     Pero su corazón sigue impertérrito...

     El pólipo fragmentador de cráneos de su cerebro, sobre su diminuta raíz,
se cierne irónico sobre él:

los ángeles, susurra, son metáforas, a imagen del hombre,
para diversión de la amiba.

     Sigue sentado en la estancia doblemente oscura,
meditando en la raya carroñófaga.

     Y en sus alas, leves, blancas, como de ángel,
y en los labios cupídicos del vientre nefasto.

     Y en el mar, esta lengua en su oreja, lamiendo la última página.




II
                                                                 Kafka escribe

     Y él es un búho
es un búho, «hombre», tatuado en el sobaco
bajo el ala rota
(aturdido por la luz cayó aquí mismo)
bajo el ala rota de inmensa sombra que se agita sobre el suelo.

     Un hombre de impotentes plumas.



III
                                                                 Einstein toca a Bach

     Y cayó finalmente. Y la gran ala en trizas
de sombra sobre el suelo.
Su memoria eleva cuanto recuerda
de ambos mundos, y unas pocas palabras.

     La fatigada máscara de arrugas, los ojos de luto,
la tristeza del mono en su jaula.
Estrella que mira estrellas a través de las paredes
de una jaula llena de nada.

     Y ninguna perdiz cae
de la nube. Ni maná
para ángeles.
Sólo la columna de fuego contrae su fuerza en una mota estelar.

     Ahora el sargazo de un solo grano de arena
sería más dulce que un arroyo roquero
e a una boca
hendida por vapores estelares.

Un petirrojo le vio andar...  ¡Emocionantel
Pero las lágrimas casi vertidas fuéronse,
una nube grande como su mano,
una corona arrugada de relámpagos que no encontraban la tierra.

     Se inclina, orante, sobre música, como sobre un pozo.
Pero es el calderón del átomo.
Y es el ojo de Dios en el tifón.
Es un horno, rugiente de llamas.

     Es una cuenca quemada y sin fondo
llena de moscas
en fugas
y reza

«¡Madre! ¡Madre!
                                    Oh madre

mándame amor.»

                                    Pero las moscas
las moscas se elevan en nube.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971



Canción

     Dama, cuando la punta lunar te bendecía
te hiciste fuego suave grácil como una nube;
difíciles estrellas te nadaron el rostro;
erecta estabas y era tu sombra mi lugar:
te volviste y volvióse tu sombra entonces hielo,
                                   Oh, mi dama.

     Dama, cuando las aguas del mar te acariciaban,
eras mármol de espuma, mas guardabas silencio.
¿Cuándo nos abrirá la lápida su tumba?
¿Cuándo nos cederán sus espumas las olas?
Tú no perecerás ni volverás a casa,
                                  Oh, mi dama.

     Dama, cuando los vientos te besaban,
música les volviste pues eras caracola.
Yo sigo en pos del agua y de los vientos desde
que los oyó mi alma rompiéndose en pedazos
hurtados por vosotros, amantes desalmados,
                                 Oh, mi dama.

Dama, piensa en el día cuando te habré perdido,
la luna a manos llenas esparcerá sus sobras,
las manos del mar, sucias del pecho de la tierra,
la herrumbre del planeta bajo el tacto del viento,
y mi cabeza, rota de amor, por fin tranquila
entre mis manos que estarán llenas de polvo,
                                 Oh, mi dama.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971



Cómo empezó a jugar el agua

     Agua quería vivir
fue al sol y volvió llorando
Agua quería vivir
fue a los árboles la quemaron volvió llorando
La pudrieron volvió llorando
Agua quería vivir
fue a las flores la pisaron volvió llorando
Quería vivir
fue al vientre encontró sangre
volvió llorando
fue al vientre encontró cuchillo
volvió llorando
fue al vientre encontró gusano y podredumbre
volvió llorando quería morir

     Fue al tiempo fue por la puerta de piedra
volvió llorando
fue por todo el espacio buscando nada
volvió llorando quería morir

     Hasta que no le quedó lloro

     Yacía en el fondo de todas las cosas

completamente    agotada     completamente    claro todo

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971



Cuervo Ego

     Cuervo esperó a que Ulises se volviera
gusano, y Cuervo lo comió.

     Luchando con las dos víboras de Hércules
asfixió sin querer a Deyanira.

     El oro que rindieron las cenizas de Hércules
es ahora electrodo en los sesos de Cuervo.

     Bebiendo sangre de Beowulfo y abrigándose
con su piel, Cuervo alterna con fantasmas.

     Sus alas son el lomo rígido de su libro,
él mismo única página, toda ella de tinta.

     Por eso mira al fondo del pasado
como un gitano el vidrio del futuro,

o un leopardo la selva pingüe.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971



El salmo de los jejenes

El jején es de linaje más antiguo que el hombre
                                                                           
Proverbio

     Cuando los jejenes danzan en la tarde
luchando en el aire, garabateando,
y deshilachando su léxico loco,
agitando su muda cábala
bajo la sombra de las hojas

     Hojas sólo hojas
contra las espesas saetas del sol
contra las saetas del tardío sol
a sus ojos frágiles y su ánimo oscuro

     Danzando
     Danzando
en el aire escriben, lo que escriben borran
anudan las letras, las hacen maraña
y todo son yoyo de todos los otros

Inmensos imanes en redor de un centro

     Ni escriben ni luchan pero cantan cantan
que no son materia sus ciclos vitales
que no tienen miedo del sol y que el único
sol que tienen vive demasiado cerca
rompe su canción de todos los soles
que son ellos mismos soles de sí mismos
su propio residuo
suelto por la nada
sus alas la llama van des dibujando
cantando
cantando

que ellos son los clavos
en los miembros ágiles del jején divino
que el sufrir sonoro del viento ellos oyen
por entre la hierba
y de la colina nocturna el dolor
y las poblaciones junto al cementerio
vanse ensombreciendo más y más oscuras

     El viento se inclina con gritos raspantes
y los aeropuertos y los tierrapuertos
danzando en el viento
la danza del viento, la danza mortal,
en marjales húndense y entre la maleza
y en ciudades como boñigas en polvo

     No así los jejenes, cuya agilidad
ha sobrepasado ya estos umbrales
y les pone a salvo de la hambrienta hierba
danzando
danzando
a la sombra amiga de los sicómoros

una danza que nunca cambia
que da sus cuerpos a la hoguera

sus rostros de momia no serán usados

sus pequeños rostros barbudos tejiendo
y sobrenadando en la nada, agítanse
en el aire agítanse, agítanse
y sus pies colgantes como pies de víctimas

     ¡Oh pequeños santos
muertos de fatiga por sus propios cuerpos
matando a fatiga a sus propios cuerpos
sois vosotros ángeles del único cielo!

     ¡Dios es un jején todopoderoso!
¡Sois la más potente de las nebulosas!
Mis manos al aire vuelan, son locuras
mi lengua en las hojas arriba
y mis pensamientos se esconden

     Vuestra danza
vuestra danza

rodea mi cráneo lentamente aléjalo   al   espacio abierto.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971



Estaciones

I

     De pronto su pobre cuerpo
se quedó sin la defensa
de su mente adormilada.

     Antes de que el funeral se diluyera,
el féretro, como una lancha, se rompió a fuerza de sacudidas
entre las grandes estrellas que nadaban por su ruta.

     Un rato

el tallo del tulipán a la puerta superviviente
y su chaqueta, y su esposa, y su última almohada
cogidos unos a otros.


II

     Comprendo los ojos hundidos
de los viejos

secos residuos

rotos por mares que no podían vivir.


III

     Eres extraño, sales de un huevo
puesto por tu ausencia.

     En el gran vacío te sientas contento,
mirlo entre nieve húmeda.

     Si pudieras hacer sólo una comparación:
tu situación es tan triste que desistirías.

     Pero tú, desde el principio, rendido al vacío total,
luego a él se lo dejas todo.

     Ausencia. Tu propia
ausencia

llora su reposo a través de tu música consumada,
su capa oscura sobre tu alimentar.


IV

     Ya digas, pienses, sepas
o no, así es, así es, como
sobre raíles sobre
el cuello que dejan sus ruedas
la cabeza con su vocabulario inútil,
entre los plátanos azotados.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971


Examen a la puerta del útero

     ¿De quién son estas patas huesudas?
De la Muerte.
¿De quién este rostro quemado e hirsuto?
De la Muerte.
¿De quién estos pulmones que aún funcionan?
De la Muerte.
¿De quién esta capa de músculos utilitarios?
De la Muerte.
¿De quién estas entrañas increíbles?
De la Muerte.
¿Y toda esta sucia sangre?
De la Muerte.
¿Estos ojos que apenas ven?
De la Muerte.
¿Esta lengüecilla aviesa?
De la Muerte.
¿Esta atención arbitraria?
De la Muerte.

¿Dado, robado o en espera de juicio?
Asido.

¿De quién es esta tierra pétrea y lluviosa?
De la Muerte.
¿De quién es todo el espacio?
De la Muerte.
¿Quién es más fuerte que la esperanza?
La Muerte.
¿Quién es más fuerte que la voluntad?
La Muerte.
¿Más fuerte que el amor?
La Muerte.
¿Más fuerte que la vida?
La Muerte.
¿Pero quién es más fuerte que la muerte?
                                                           Está visto que yo.
     Cuervo, pasa.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971


Los compañeros de juegos de Cuervo

     Cuervo, solitario, creó a los dioses para sus juegos:
pero el dios de la montaña se liberó de él

y cuervo cayó de la pared pétrea de los montes
con lo que se vio muy reducido.

     El dios fluvial sustrajo los ríos
a sus líquidos vivientes.

     Un dios tras otro: y todos fuéronse liberando de él
robándole su hogar y su fuerza.

     Cuervo vaciló, sus restos, inertemente despojados.
Era residuo de sí mismo, escupitajo de sí mismo.

Era lo que su mismo cerebro no alcanzaba a comprender.

     Y así, el mínimo, el menos vivo objeto existente
fue merodeando sobre su grandeza inmortal

más solitario que nunca.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971


Montañas

     Soy una mosca si éstas no son piedras,
si no son piedras éstas soy un dedo.

     Dedo, hombro, ojo.
El aire las rodea como atento.

     Allí estaban ayer y el mundo anteayer,
contentas todas de su herencia,

no hacía falta trabajo, sólo poseer el día,
sólo poseer poder y su presencia,

sonriendo a distancia, luminosas las faces
de la paz del paterno testamento,

flores en el cabello, decorando sus miembros
el dolor del amor y el dolor del temor y el dolor de la muerte.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971


Pibroch

     El mar aúlla con su voz vacía 
tratando por igual vivos y muertos,
cansado de la bóveda celeste
después de innumerables noches faltas
de sueño, de objetivo, de autoengaño.

     Como piedra. La piedra es prisionera
como ninguna cosa muerta o viva.
Universo de ovejas negras. Crece
consciente a veces de la mancha roja
del sol, soñando que es de Dios el feto.

     Sobre la piedra el viento se apresura
y sabe penetrar en nada, como
la oreja de la piedra ciega misma,
que se da vuelta como si sintiese
su mente una explosión de direcciones.

     Bebiendo el mar, la roca devorando,
el árbol lucha por abrirse en hojas:
una vieja caída del espacio
que desconoce nuestras circunstancias.
Sigue asiéndose, enteramente loca.

     Minuto tras minuto, evo tras evo,
nada se frena ni se desarrolla.
Y no es tanteo ni frustrada prueba.
Aquí ojiabiertos ángeles penetran.
Aquí todos los astros se arrodillan.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971


Rosa del alba

     Está fundiéndose una vieja luna helada.

     Agonía bajo agonía, el silencio del polvo,
y un cuervo que conversa con los cielos de piedra.

     Desolado es el grito recortado del cuervo
como boca de vieja
cuando los párpados terminan
y las colinas persisten.

     Un grito
sin palabras
como el quejarse del recién nacido
en la balanza metálica.

     Como el sordo fogonazo y su estertor
entre coníferos, a la media luz lluviosa.

     O como la estrella de sangre repentinamente caída,
pesadamente caída sobre la hoja suculenta.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971


Secretaria

Si alguien la toca llora, da un chillido,
se esconde, oculta la terrible herida:
como un gorrión se pasa el día entero,
entre hombres, mirando de reojo,

al menor ruido sale disparada.
Por la noche sortea los piropos
como un ratón. Por fin, segura, en casa,
cose camisas, zurce calcetines

al padre y al hermano, hace la cena,
se acuesta pronto y cierra, con la luz,
sus treinta años. Duerme nalguiprieta,
cierra sus bellos ojos hasta el día.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971



Setiembre

     Vemos la oscuridad cernerse lenta:
no la miden relojes.
Cuando besos y abrazos se repiten
desaparece el tiempo.

     Es verano. Las hojas cuelgan quietas:
a mi espalda una estrella,
bajo un brazo sedeño un mar me dice
que ya no existe el tiempo.

     Las hojas no midieron el verano
ni hacen falta relojes,
sólo tenemos lo que recordamos:
minutos que nos llenan la cabeza

como a esos reyes desafortunados
que el populacho acosa,
mientras, lentos, los árboles reflejan
sus copas en el charco.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971




El azor en el páramo (Trad. Xoán Abeleira). Madrid; Bartleby editores, 2010.


EL PENSAMIENTO-ZORRO

Imagino este momento del bosque a media noche:
Algo más está vivo
Junto a la soledad del reloj
Y esta página en blanco que recorren mis dedos.

A través de la ventana no se ve ni una estrella:
Algo más cercano
Aunque más profundo en el interior de lo oscuro
Se adentra en la soledad:

Fría y delicadamente como la nieve oscura
El hocico de un zorro roza rama, hoja;
Dos ojos propician un movimiento que ahora
Y de nuevo ahora, y ahora, y ahora

Imprime sus nítidas huellas en la nieve,
Por entre los árboles, y cautelosamente una sombra
Débil se rezaga junto a un tocón, y en la cavidad
De un cuerpo que se atreve a avanzar

Cruzando claros, una mirada,
Un profundo, dilatador verdor,
Brillante y concentradamente
Yendo a lo suyo, hasta que

Con un repentino, caliente y penetrante hedor a zorro
Se interna en el oscuro hueco de la cabeza.
Ni una sola estrella aún en la ventana; suena el reloj,
La página está impresa.



EL JAGUAR

Los monos bostezan y adoran sus pulgas bajo el sol.
Los loros chillan como si ardiesen, o se contonean
Como fulanas para que el paseante les dé una nuez.
Cansados de pura indolencia, el tigre y el león

Yacen quietos como el sol. La cola de la boa es un fósil.
Una tras otra, las jaulas parecen vacías, o bien
Cargadas del hedor que rezuma la paja de los que duermen.
Una escena ideal para decorar la pared de una guardería.

Pero, una vez pasadas éstas, quien corre como los demás llega
A otra jaula donde la multitud se detiene, observa hipnotizada,
Igual que un niño un sueño, un jaguar circulando rabioso
Por la oscuridad de su prisión, taladrándola con sus ojos

A punto de estallar. No aburrido —
La mirada satisfecha de que el ardor la ciegue,
Los oídos ensordecidos por el estruendo de la sangre en su cerebro —
Gira junto a los barrotes, aunque no hay jaula que pueda con él

Como no hay celda que aprese al visionario:
Su zancada es el páramo de la libertad:
El mundo rueda bajo el largo impulso de su talón
Que allega los horizontes al suelo de su jaula.


LOS CABALLOS

Escalé por entre los bosques, sumido en la oscuridad de la hora anterior al alba.
Un aire maligno, una quietud heladora,

Ni una sola hoja, ni un solo pájaro —
Un mundo fundido en escarcha. Salí por la corona del bosque

Donde mi aliento dejaba estatuas retorcidas en la luz de acero.
Pero los valles fueron drenando la oscuridad

Hasta que la linde del páramo —heces ennegrecidas del gris resplandeciente —
Partió en dos el cielo. Entonces vi los caballos:

Enormes en aquel gris espeso — diez megalitos juntos,
Quietos, Respiraban sin moverse un ápice,

Con las crines alisadas y las patas traseras ladeadas,
Sin emitir ningún sonido.

Pasé junto a ellos: ninguno bufó ni agitó la cabeza.
Grises fragmentos silentes

De un silente mundo gris.

En el alto del páramo me paré a escuchar el vacío.
La rabia del zarapito rajó el silencio con su filo.

Lentamente, algún que otro detalle comenzó a brotar de la oscuridad,
Justo cuando el sol anaranjado, rojo, rojo irrumpió

En silencio, y astillando hasta su cerne una nube rasgada y expelida
Con fuerza, sacudió la sima abierta, reveló el azul,

Y los grandes planetas colgantes.
Yo volví,

Tambaleándome en un sueño febril, abajo, hacia
Los bosques oscuros, desde aquellas alturas encendidas,

Y me acerqué a los caballos.
                                                   Allí seguían aún,
Aunque ahora humeando y fulgurando bajo el flujo de la luz,

Sus alisadas crines pétreas, sus patas traseras ladeadas,
Agitándose bajo el deshielo mientras a su alrededor

La escarcha mostraba sus fuegos. Pero ellos siguieron callados.
Ninguno bufó ni piafó,

Con las cabezas colgando, pacientes como los horizontes
En lo alto, por encima de los valles, bajo los rojos rayos niveladores…

Ah, ojalá que en el estruendo de las calles abarrotadas, caminando en medio de los años, de los rostros,
Pueda recordarme tal y como fui en aquel lugar tan solitario,

Entre los arroyos y las nubes rojas, oyendo a los zarapitos,
Oyendo persistir a los horizontes.



UNA NUTRIA

I

               Los ojos subacuáticos, el cuerpo de una anguila
Toda de aceite de agua, la nutria no es ni un pez ni un bicho:
xxTiene cuatro patas, pero dotadas para nadar mucho mejor que un pez;
Los pies palmeados, una larga cola a modo de timón
               Y la cabeza redonda como un gato viejo.

               Arrastra consigo su propia leyenda
Desde antes de las guerras y los entierros, a pesar de los sabuesos y las horcas;
       Nunca echa raíces como el tejón. Vaga, chilla;
            Galopa por la tierra a la que ya no pertenece
                  Y se re-interna en el agua fundiéndose con ella

           Aunque ya no es de la una ni de la otra. Buscando un mundo
Que perdió al zambullirse por primera vez y al que desde entonces ya no logra regresar,
    Introduce su cuerpo modificado en los cubiles de los lagos;
             Como a ciegas,surca la contracorriente hasta lamer
             Los guijarros del manantial; cruza de un mar a otro
             En apenas tres noches como un rey a escondidas.
Chillando a la vieja silueta de la tierra iluminada por los astros,
    Por encima de los casales derruidos donde los murciélagos vuelan en círculo,
         Sin obtener respuesta. Hasta que la luz y el canto del pájaro llegan
Matraqueando los caminos con el carro del lechero.



II

La jauría ha perdido su rastro. Las almohadillas en el fango,
Entre las juncias, la nariz un abalorio en la superficie,
La nutria permanece quieta durante horas. El aire,
Circulando alrededor de la esfera, contaminado pero necesario

Mezcla de humo y tabaco, sabuesos y perejil,
Llega cuidadosamente a los pulmones sumergidos.
Igual que yace bajo los ojos su yo,
Atento y retraído. La nutria es ducha

Tanto en robar como en ocultarse —
En el agua que la nutre y la cubre, y en la tierra
Que le dio su longitud y ese morro de sabueso.
Se mantiene gruesa en los reflejos del límpido

Integumento bajo el que vive. Su corazón late profuso, a toda
Máquina, enorme músculo de trucha libre del frío letal.
La sangre es el vientre de la lógica;  la nutria proseguirá
Lamiendo el hueso desnudo del pez. Puede coger y cubrir

Ardientemente a una hembra en un campo repleto
De caballos nerviosos, pero no morar ni demorar en ningún sitio.
Arrancada de los dientes de la jauría, ya no es nada de nada
Salvo este largo pellejo que cuelga del respaldo de una silla.



HELECHO

He aquí la fronda del helecho, desplegando un gesto,
Igual que un director de orquesta cuya música fuese ahora una pausa
Y la única nota de silencio
Con la que la tierra entera baila solemnemente.

La oreja del ratón despliega su confianza,
La araña recoge su legado,
Y la retina
Refrena la creación con una brida de agua.

Y, entre ellos, el helecho
Baila solemnemente, como el penacho
De un guerrero que vuelve, bajo las pequeñas colinas,

A su propio reino.



EL OSO

En el inmensamente abierto ojo durmiente de la montaña
El oso es el destello de la pupila
Pronta a despertar
Y enfocarse al instante.

El oso está pegando
El principio al fin
Con cola hecha de huesos
Humanos en su sueño.

El oso está horadando
En su sueño
El muro del Universo
Con el fémur de un hombre.

El oso es un pozo
Demasiado profundo
Como para brillar
Allí donde digiere tu grito.

El oso es un río
En el que la gente
Cuando se inclina a beber
Ve sus yos difuntos.

El oso duerme
En un reino de muros
En una red de ríos.

El oso es el barquero que nos lleva
A la tierra de los muertos,

Y el precio que exige por ello es todo.



HEPTONSTALL

Negra aldea de lápidas.
Calavera de un idiota
Cuyos sueños mueren de nuevo
Allí donde nacieron.

Calavera de una oveja
Cuya carne se funde
Bajo sus propias vigas.
Sólo las moscas la dejan.

Calavera de un pájaro,
Las vastas geografías
Desecadas hasta devenir suturas
De alféizares rajados.

La vida lo intenta.

La muerte lo intenta.

La piedra lo intenta.

Tan sólo la lluvia jamás se cansa.



MONTAÑAS

Si ésas no son piedras, entonces yo soy una mosca,
Si ésas no son piedras, entonces son un dedo —

Dedo, hombro, ojo.
El aire viene y va sobre ellas atenta, cortésmente.

Ayer ya estaban ahí, y antes del mundo de antes de ayer,
Contentas con su herencia,

Sin otra labor por realizar que la de ser dueñas de los días,
Tan sólo ser dueñas de su poder y su presencia,

Sonriendo a lo lejos, con el rostro iluminado por la paz
De la voluntad y el testamento del padre,

Luciendo flores en el pelo, adornando los ramales de su cuerpo
Con la agonía del amor y la agonía del miedo y la agonía de la muerte.



EL AULLAR DE LOS LOBOS

No tiene mundo.

¿Qué manifiestan, qué arrastran una y otra vez con esas largas traíllas de sonido
Que se disuelven en el silencio del aire?

Luego, el llanto de un niño, en este bosque de silencios famélicos,
Atrae a los lobos corriendo.
La nota de una viola, en este bosque tan fino como el oído de un búho,
Atrae a los lobos corriendo — atrae los cepos de acero batiendo y babeando,
El acero forrado de pellejo para no crujir de frío,
Los ojos que no comprenden por qué razón han llegado
A tener que vivir así,

A tener que vivir

La inocencia infiltrada sigilosamente en los minerales.

El viento barre todo y el lobo aterido tirita.
El lobo aúlla, pero quién sabe si es de agonía o de gozo.

La tierra yace bajo su lengua,
Un peso muerto de oscuridad, intentando ver algo a través de sus ojos.

El lobo vive para la tierra.
Pero el lobo es muy pequeño, y comprende muy poco.

Va de aquí para allá, arrastrando sus ancas y gimoteando horriblemente.

Tiene un pellejo que alimentar.

La noche nieva estrellas y la tierra cruje.



CUERVO MÁS NEGRO QUE NUNCA

Cuando Dios, asqueado del hombre,
Se volvió cara al cielo,
Y el hombre, asqueado de Dios,
Se volvió cara a Eva,
Todo pareció desmoronarse.

Pero Cuervo Cuervo
Cuervo los juntó clavándolos,
Juntó el cielo y la tierra clavándolos —

Y entonces el hombre gritó, pero con la voz de Dios.
Y Dios sangró, pero la sangre del hombre.

El cielo y la tierra crujieron por la juntura
Que empezó a gangrenarse y a heder —
Un horror imposibe de redimir.

La agonía no disminuyó.

El hombre no podía ser hombre, ni Dios, Dios.

La agonía

Se intensificó.

Cuervo

Sonrió burlonamente

Gritando: “Ésta es mi Creación”,

Enarbolando la bandera negra de sí mismo.


FUERA

I. La época del sueño.

Mi padre sentado en su silla recuperándose
De aquellos cuatro años en los que fue masticado, carne de cañón y de fango,
El cuerpo lacerado, silenciado, enajenado por el tiempo que pasó empapándose
De los colores de la mutilación.
                                 Ya había curado valerosamente
Sus perforaciones externas, pero él y la lumbre del lar, su resplandor color sangre
En el cuenco de amasar galleta, en el piano, en la pata de la mesa,
Cada vez eran más y más presa del minuto a minuto
Que se adueñaba de ellos, mientras el minúsculo engranaje del reloj
Trabajaba sin descanso y, al hilo de su escucha,
Sacaba a rastras, físicamente, a mi padre de debajo
De los estratos encajados durante cuatro años de los ingleses muertos
A los que él estaba ligado. Él sentía que sus miembros se despejaban
A cada ínfimo, estimulante movimiento. Mientras yo, un niño de cuatro años,
Yacía en la alfombra como su doble infortunado,
El ancla de su memoria sepultada, inamovible,
Entre mandíbulas y botas voladas a pedazos, tocones de árboles, casquillos de obuses y cráteres,
Bajo la lluvia que aún hoy continúa golpeteando sus varas y espesando
Su reino, al que el sol ha abandonado, y donde nadie
Puede ya volver a salir del refugio.


II

El hombre muerto en su cueva empezando a sudar;
La visera de carne de bronce fundido
De la madre en el horno del bebé —
Nadie da crédito, aquello
Tal vez no sea nada, todos
Aguantan sonriendo al notar
Cómo la sangre deja de resonar por un instante en
Sus oídos, sus oídos, sus oídos, sus ojos
Tan sólo son gotas de agua e incluso el hombre muerto de repente
Se incorpora y estornuda — ¡Achís!
Entonces la enfermera lo arropa, sonriendo,
Y, aunque muy débilmente, aunque aquello no es más
Que otro nuevo bebé, la madre también sonríe.

Así, igual que tras haber sido volado en pedazos,
El soldado de infantería reensamblado
Sale a tientas, bamboleándose, mirando a su alrededor con los ojos
De un oficinista exhausto.


III. Día del Armisticio

La amapola es una herida, la amapola es la boca
De la tumba, quizá del útero buscando —

Una hermosura, una muñeca sobre un alambre,
Prostituyéndose hoy en todas partes. Hace años que luzco una.

Hace más años aún,
La metralla que hizo trizas la libreta de paga de mi padre

Me alcanzaba, y todos sus muertos lo alcanzaban a él
Devolviéndolo a una época

Que ni él ni ellos lograban superar, sino que, fundida en masa, como el acero,
Pesaba más en su ánimo que el trueque de los arados

En la pena negra que afloraba tras los ojos de mi madre —
Un ancla

Doblegando mi cuello juvenil hasta sumergirlo en aguas del Atlántico.

Así que adiós a esa flor de recuerdos sangrientos.

Y vosotros, muertos, enterrad a vuestros muertos.
Adiós a los cenotafios en los pechos de mi madre.

Adiós a todos los encantos residuales del hecho de que mi padre haya sobrevivido.

Dejemos que Inglaterra se cierre. Que se cierre la verde anémona marina.


EL GRITO

El sol en la pared — el cuadro del cuarto
De mi niñez. Y allí mi lápida
Compartía mis sueños, comía y bebía conmigo feliz.

Durante todo el día el azor perfeccionaba su arte
E incluso de noche persistía el milagro.

Las montañas holgazaneaban en su humeante campamento.
Los gusanos bajo la tierra hacían bien su trabajo.

La carne de bronce, excitada por una sed de bronce,
Como un recién nacido amamantado por un pecho,
Dormía bajo la luz de la piedad solar.

Y los inanes pesos de acero
Que, surgiendo de ninguna parte, chafan a la gente,
Tan sólo me hacían sentir tan bravo como las criaturas.

Cuando vi aquellas crías de conejo con la cabeza aplastada contra la carretera
Supe que iba montado en la rueda de la galaxia.

Las cabezas de los becerros, erizadas de rocío, sangrando en los mostradores,
Sonreían como máscaras bufas donde el sol y la luna danzaban.

Entonces mi compañero con la cara cosida
Justo allí donde se la habían abierto para extraerle algo
Alzó una mano —

Sonrió, medio en coma,
Una sonrisa de templo pétreo.

Luego, yo también abrí la boca para alabar —

Pero un silencio en forma de cuña se me atragantó.

Como un puñal de obsidiana, seco, con la punta afilada,
Un cacho callado de cristal volcánico,

El grito
Se vomitó a sí mismo.


DOS

Dos salieron, descendieron de la estrella de la mañana,
El urogallo coruscó, transformándolos en rescoldos robados.
El rocío escindió el color.
Y una mano ahuecada rebosó cantos de gallo.

Dos bajaron acompañados por inmensas sombras
Entre los dedos del alba,
Por los cuerpos cimbreantes de las liebres,
Y la agachadiza les hurtó sus joyas.

La corriente pronunció un oráculo sobre lo que no tiene fin,
El sol extendió una tierra a sus pies.

Dos cayeron de los bosques que colgaban del cielo
Trayendo los pies chamuscados de los cuervos carroñeros.

Y la guerra estalló —
                         alarido repentino
Rebotó entre las azoteas apiñadas.

El guía alzó el vuelo desde el sendero.

El otro se tambaleó.

La pluma que lucía en la cabeza se cayó.
El tambor que llevaba en la mano se calló.
La canción que traía en la boca se murió.

*

Un gesto

     He aquí este gesto escondido.
Buscaba un hogar. Tanteó rostros
distraídos, por ejemplo, el rostro
de una mujer que se sacaba un niño de entre las piernas
pero en aquel rostro duró poco tiempo el rostro
de un hombre preocupadísimo
con el acero volador en el instante
de un choque de automóviles se fue de su rostro
dejándolo solo eso duró menos tiempo incluso, el rostro
de un soldado disparando ráfagas de ametralladora no mucho tiempo y
el rostro de un jinete en el segundo
en que chocaba contra la tierra, los rostros
de dos amantes en los segundos
en que tanto se penetraban que olvidáronse
completamente uno de otro yeso estuvo bien
pero tampoco duraba.

     Así pues el gesto probó el rostro
de una persona perdida en sus gemidos
un rostro de asesino y el momento áspero
en que el hombre rompe todo
lo que se le pone a tiro y es capaz de romper
luego se fue de aquel cuerpo.

     Probó el rostro
en la silla eléctrica buscando una permanencia
de muerte eterna pero era demasiado plácido aquello.

     El gesto
volvió a hundirse, desconcertado por el momento,
en el cráneo.

Versión de Jesús Pardo
Antología poética Plaza & Janés, S.A., Editores 1971





El último poema de Ted Hughes a Sylvia Plath.

El 8 de febrero de 1963 Sylvia Plath escribió a su marido Ted Hughes, con el que ha comenzado trámites de separación, una carta. En un principio se pensó que era una nota de suicidio que había llegado antes de tiempo, pero lo que la carta contenía no tenía nada que ver con el suicidio. En 2010, póstumamente, apareció un poema de Hughes  titulado «Última carta», que rememora los días anteriores al suicidio de su esposa Sylvia Plath (1932-1963).



Se conocieron en una fiesta celebrada en la Universidad de Cambridge a mediados de la década de los cincuenta. Cuatro meses después contrajeron matrimonio. Tras varios años de relación atormentada, Ted Hughes abandonó a su mujer y a los dos hijos pequeños del matrimonio para irse a vivir con una mujer casada, la también poetisa Assia Wevill. Sola, en medio de un invierno durísimo, con escasos medios económicos, Sylvia Plath, que era proclive a la depresión, se levantaba a las cuatro de la madrugada para dar forma a sus poemas antes de que se despertaran sus hijos. Un día, la poetisa, que había intentado suicidarse en otras ocasiones, perdió la batalla con sus demonios. El 11 de febrero de 1963, tras dejar el desayuno preparado para sus hijos, Frieda y Nicholas, abrió la espita de gas e introdujo la cabeza en el horno.

Dio así comienzo un mito en el que nunca ha sido fácil discernir el papel desempeñado por Hughes. Como todavía estaban legalmente casados en el momento de la muerte de su esposa, Hughes se hizo cargo de sus manuscritos. Sucedieron dos cosas. Las composiciones que dejó Plath tras suicidarse eran muy superiores a cuanto había publicado en vida. El poemario titulado Ariel es uno de los mejores de la segunda mitad del siglo XX. Hughes lo editó con sumo cuidado, junto a otros títulos de Plath, pero hizo algo que se juzgó imperdonable: destruir una parte importante de los diarios de su esposa. Poco proclive a defenderse, Hughes se limitó a decir que su lectura hubiera infligido a sus hijos un daño irreparable.

Durante los años que siguieron, Hughes fue acumulando una obra personal de gran altura, a la vez que siguió editando de manera ejemplar los escritos de su esposa, pero nunca consiguió deshacerse del estigma que lo convirtió en el causante de su suicidio. Sus lecturas y conferencias se veían habitualmente interrumpidas por el grito de asesino. De la tumba de su mujer, en la que el nombre que aparecía inscrito era Sylvia Plath Hughes, manos desconocidas arrancaban sistemáticamente su apellido, que él siempre volvía a reponer. En 1981, Hughes publicó los Poemas reunidos de Sylvia Plath, cuidadosamente editados, como siempre, por él. El libro obtuvo el Premio Pulitzer con carácter póstumo. En 1998, enfermo de cáncer y sabiéndose cercano a la muerte, Hughes publicó Cartas de cumpleaños, un diario poético dirigido a su mujer en el que había trabajado de manera continuada desde el día en que se suicidó. Considerado su mejor libro, se vendieron medio millón de ejemplares, caso insólito para un libro de poesía, aunque no sirvió para borrar el estigma que pesaba sobre él. El hecho de que la mujer por la que había abandonado a Sylvia Plath se suicidara recurriendo a la asfixia por gas tras haber dado muerte a la hija que había tenido con Hughes contribuyó a ennegrecer aún más su imagen. Sin embargo, el poeta se volvió a casar.

Su viuda, Carol, recibió de manera positiva el hallazgo del poema. Con él se da una vuelta de tuerca al mito. Mientras investigaba en la Biblioteca Británica, lord Melvyn Bragg encontró entre los cuadernos de Hughes un poema titulado Última carta. De una dureza insoportable, el poema es un testimonio trágico de la obsesión de Hughes por tratar de fijar la noche del suicidio de Sylvia Plath. Murió sin conseguirlo, por eso no lo incluyó en Cartas de cumpleaños. La noticia del hallazgo causó conmoción en Inglaterra. Un actor profesional leyó el poema, que había sido publicado en el New Statesman, durante la emisión de noticias del Canal 4 de Televisión. Según su descubridor, es el mejor poema de Hughes, aunque es difícil suponer que este sea el cierre final de una tragedia que ha perseguido al poeta más allá de su muerte. En marzo de 2009 uno de los hijos que tuvo con Sylvia Plath, Nicholas, también se suicidó.



Última carta

¿Qué ocurrió aquella noche? Aquella última noche
En que todo fue expuesto dos veces,
Tres. Te vi viva por última vez
Al caer la tarde del viernes
Quemando en el cenicero con una extraña sonrisa
Esa última carta a mí. ¿Había yo estropeado tus planes?
¿O me había sorprendido antes de lo que tenías previsto?
Una hora más tarde y ya te habrías marchado
Donde yo no pudiese encontrarte.
Yo, con tu carta en la mano,
Un rayo que no podía llegar a la tierra,
Me habría alejado de tu puerta cerrada y roja
Que ya nadie abriría.
Eso para mí
Hubiera sido un tratamiento de choque
Que se repetiría una vez y otra, todo el fin de semana,
Cuando la leyera o simplemente al pensarla.
Eso hubiera ordenado mis pensamiento y mi vida.
El tratamiento que planeabas necesitaba tiempo.
No puedo imaginarme cómo
Hubiera podido soportar ese fin de semana.
No puedo imaginarlo. ¿Lo tenías ya todo planeado?

Tu nota me llegó demasiado pronto. Ese mismo día,
Viernes en la tarde y la habías mandado en la mañana.
La adelantaron los demonios que siempre prevalecen.
Esa fue una más de las pajas de la mala suerte
Que contra ti quiso poner el servicio postal
Y que se añadió a tu carga. Salí rápido por entre la nieve
Ya azulada en Febrero. Anochecía en Londres.
Lloré de alivio cuando abriste la puerta.
Mil y un acertijos a solucionar. Lágrimas precoces
Que no pude interpretar, que fracasaron al comunicar
Su verdadera importancia. Pero lo que dijiste,
Sobre las cenizas aún humeantes de esa carta
Destruida con tanto cuidado, con tanta calma,
Me dejó dejarte, marcharme
Para que quitaras las cenizas de tu plan, del cenicero
En el que apoyaste para que yo leyera
El número de teléfono del doctor.
Mi huida
Se había convertido en un hechizo,
Desesperanzado e insomne, con todos sus sueños gastados,
Y yo sólo quería volver a capturarlos, sólo quería
Caer en algún sitio fuera de ese vacío.
Dos días de no hacer nada. Dos días gratis.
Dos días sin calendario y robados
De un mundo sin nombre
Más allá de lo del día, de sentimientos y de nombres.

El amor de mi vida lo agarró. El desmayado amor de mi vida
Con sus dos agujas locas,
Esas que tejían su rosa, esas que atravesaban y anudaban
En el tapete su tatuaje sangriento
En algún sitio y adentro de mí,
Anudando ese embrollo blasonado,
Dos agujas locas, pespuntando sus pespuntes,
Eligiendo
De mis nervios sus colores,
Rehaciéndose adentro de mi piel, rehaciéndose
La una a la otra como una caricatura.

Su obsesionado entrar y salir. Dos mujeres
Cada una con una aguja.

Esa noche
Mi Susan de De la Robbia. Me moví
Con la circunspección
De una llama en la mecha. Toda mi furia
Era un esfuerzo abandonado de volar
El viejo globo sobre el que las sombras doblaban
Mi delator rastro de ceniza. Corrí
De un lado a otro, corrí mirando atrás, una película al revés.
¿Corrí hacia dónde? Fuimos a Rugby Street
Donde tú y yo comenzamos.
¿Por qué fuimos allí? ¿De todos los lugares donde pudimos ir,
Por qué fuimos allí? La perversidad
En el arte de nuestro destino
Ajustó sus refinamientos para ti, para mí,
Para Susan. Un solitario
Que jugaba a ser el minotauro de ese laberinto
Que incluía hasta a Helena en la planta baja.
Tú te habías fijado en ella: una chica para un cuento.
Nunca la conociste. Pocos la conocieron
Si no era a través de los oídos y la máscara hambrienta
De su perro alsaciano. Tú ni siquiera la habías visto.
Tú tan solo te encogías
Cuando el demente animal se impactaba contra la puerta
Mientras atravesábamos el pasillo
Y la oíamos ahogarse en un infinito odio alemán.

Aquel sábado en la noche abrió su puerta
Apenas unos centímetros.
Susan se encontró con sus ojos negros, con el triste
Sobrepeso y la cara amorosa que se veía
Al otro lado de la cadena. Se cerró la puerta.
La oímos consolar al carcelero en su celda,
En su guarida, esa en la que apenas unos días después,
Lo ahogaría en gas, se ahogaría ella misma.

Susan y yo pasamos esa noche
En la cama de nuestra primera noche. No lo había vuelto a ver
Desde que nos tumbamos en ella la noche de bodas.
No me la llevé a mi propia cama.
Se me ocurrió que con el fin de semana
Pudieras aparecer en una visita sorpresa.
¿Apareciste para tocar en mi ventana oscura?
Por eso me quedé con Susan escondiéndome de ti
En nuestro lecho conyugal, el mismo
Del que en tres años se la llevarían a morir
Al mismo hospital en el que,
En doce horas,
Yo te encontraría muerta.
El lunes en la mañana
La llevé al trabajo, a la City
Y después estacioné el auto al norte de Euston Road
Y volví a donde mi teléfono me esperaba.

Lo que pasó esa noche, en tus horas,
Nadie lo sabe, como si nunca hubiera ocurrido.
La acumulación de toda tu vida,
Como en un esfuerzo inconsciente, como en el nacimiento
Que pasa lento, que atraviesa la membrana de un segundo
Hasta el siguiente, ocurrió
Sólo como si no pudiese ocurrir,
Como si no estuviera ocurriendo. ¿Cuántas veces sonó
En mi habitación vacía el teléfono
Contigo en el tuyo oyendo el tono
Y a ambos lados una memoria que se desvanece
De un teléfono sonando
En una mente que ya estaba muerta.
Cuento las veces que fuiste hasta la cabina
Al final de Saint George.
Ahí estás siempre que miro, apenas
A la salida de Fitzroy Road, cruzando
Entre los montículos de azúcar sucio.
Con tu largo abrigo negro,
Con la coleta a tus espaldas,
Con tu andar que no se mueve ni despierta
Y nadie más anda,
Andando por las escaleras de Primrose Hill
Hacia la cabina de teléfono a la que nunca llegas.
Antes de medianoche. Después. Otra vez
Y otra y otra vez. Y, ya cerca del alba, otra.

¿En qué posición de las manecillas de mi reloj hiciste
Tu último intento,
Ya más allá de mí capacidad de escucharlo
Y agitaste la almohada
De esa cama vacía? ¿Una última vez
Que rozó apenas mis papeles y mis libros?
Cuando llegué el teléfono ya estaba dormido.
La almohada inocente. Dormía mi habitación
Henchida de la nevada luz matutina.
Encendí el fuego y saqué los papeles.
Y apenas había comenzado a escribir cuando el teléfono
Se despertó como alarmado,
Como recordando todo. Tomó vida de nuevo en mi mano.
Y después, como un arma elegida cuidadosamente
O como una inyección,
Depositó con frialdad sus cuatro palabras
En lo más profundo de mi oído: “Su esposa ha muerto”.

— Ted Hughes.

https://algundiaenalgunaparte.com/2015/10/29/el-ultimo-poema-de-ted-hughes-a-sylvia-plath/


*


Ted Hughes: cinco poemas
La traducción es de Sergio Eduardo Cruz (Estado de México, 1994).



Halcón anidando

Me siento en el cénit del bosque, mis ojos cerrados.
No hay acción mientras el falso quehacer del sueño
no existe entre la cabeza arqueada y las arqueadas patas;
al soñar ensayo perfectas muertes:
las que devoro.
La conveniencia de los altos árboles,
el flotar del aire y el rayo solar
son mis ventajas
y el rostro de la tierra yace para que lo inspeccione.
Mis patas están atadas a la corteza áspera del árbol.
Tardó toda la Creación
producir estas patas, cada pluma:
ahora sujeto a la Creación con mi garra
o vuelo hacia arriba, y lentamente todo macero.
Mato donde quiero porque todo esto es mío.
No hay filosofadas en mi cuerpo:
mis modales son el arrancamiento
de cabezas –
el vivero de la muerte.
Para el camino único mi vuelo es directo
entre los huesos de quienes viven.
Ningún argumento defiende mi realeza:
llevo al sol detrás de mí.
Nada ha cambiado desde que empecé.
Mi ojo no ha permitido cambio alguno.
Mantendré las cosas como están.


Hawk Roosting

I sit in the top of the wood, my eyes closed.
Inaction, no falsifying dream
Between my hooked head and hooked feet:
Or in sleep rehearse perfect kills and eat.
The convenience of the high trees!
The air’s buoyancy and the sun’s ray
Are of advantage to me;
And the earth’s face upward for my inspection.
My feet are locked upon the rough bark.
It took the whole of Creation
To produce my foot, my each feather:
Now I hold Creation in my foot
Or fly up, and revolve it all slowly –
I kill where I please because it is all mine.
There is no sophistry in my body:
My manners are tearing off heads –
The allotment of death.
For the one path of my flight is direct
Through the bones of the living.
No arguments assert my right:
The sun is behind me.
Nothing has changed since I began.
My eye has permitted no change.
I am going to keep things like this.


La teología de Cuervo

Cuervo se dio cuenta de que Dios lo amaba-
de otra manera, él hubiera caído muerto;
así que eso estaba probado.
Cuervo se tendió, maravillado, en su propio pulso

y se dio cuenta de que Dios dijo Cuervo-
el hecho de que existiera era Su revelación.

Pero, ¿Qué amaba a las piedras y dijo piedra?
Ellas, también, parecían existir.
¿Y qué dijo a ese extraño silencio
después de que un clamor de pezuñas se extinguiera?

¿Y Qué amaba al plomo
chorreando de esos cuervos atados, embalsamados?
¿Y Qué dijo al silencio del plomo?

Cuervo se dio cuenta de que había dos Dios-

Uno de ellos era más grande que el otro
amaba a sus enemigos
y poseía todas las armas.


Crow’s Theology

Crow realized God loved him-
Otherwise, he would have dropped dead.
So that was proved.
Crow reclined, marvelling, on his heart-beat.
And he realized that God spoke Crow-
Just existing was His revelation.
But What loved the stones and spoke stone?
They seemed to exist too.
And What spoke that strange silence
After his clamour of caws faded?
And what loved the shot-pellets
That dribbled from those strung-up mummifying crows?
What spoke the silence of lead?
Crow realized there were two Gods-
One of them much bigger than the other
Loving his enemies
And having all the weapons.


Luz

Ojos abiertos e inocentes, a quienes mostraron hojas.

Ojos riendo infantiles
corrían entre flores de hojas
y miraban al puente de luz
que se formaba en una, hacia arriba, y en otra hacia abajo.

Ojos inciertos
probaron cada apariencia
y la luz parecía sonreír.

Ojos corrieron al límite
de la última hoja
a la última vena de la última hoja de flor.

La luz sonreía
y sonreía y sonreía

Ojos
oscurecieron
de repente aterrados
y nada más pasó.



Light

Eased eyes open, showed leaves.

Eyes laughing and childish
Ran among flowers of leaves
And looked at light’s bridge
Which led from leaf, upward, and back down to leaf.

Eyes uncertain
Tested each semblance
Light seemed to smile.

Eyes ran to the limit
To the last leaf
To the last vein of the least flower-leaf.

Light smiled,
And smiled and smiled

Eyes
Darkened
Afraid suddenly
That this was all there was to it.




Marido y mujer yacen ocultos por tres días
Ella entrega los ojos de Él; los encontró
entre piedras fragmentadas y escarabajos

Él entrega la piel de Ella;
parece que nada más la arrancó del aire y se la echó encima
Ella plañe repleta de dolor y asombro

Ella encontró manos para Él, y las colocó frescas en sus muñecas
y ellas, encantadas por sí mismas, viajan sintiéndola

Él ha construido su columna, limpió cada vértebra con tacto
y las ha puesto en perfecto orden
rompecabezas sobrehumano, sí, pero ella lo inspira
Ella se acuesta retorciéndose hacia acá y hacia allá, usando la columna y riendo
incrédula.

Ahora ella trajo pies para Él, que los está conectando
para que su cuerpo entero se ilumine

y Él le ha armado nuevas caderas
con las encajaduras enteras y nuevos tornillos, todo perfectamente aceitado
Está puliendo cada parte, Él mismo no lo puede creer

se llevan el uno al otro al sol, saben que pueden fácilmente
probar las nuevas cosas a cada paso

y ahora Ella pule los trozos del cráneo
para que sus costuras no sean visibles

y ahora Él conecta una garganta, unos pechos, y el pozo del estómago
con un sólo cable

Ella le regala dientes, atando raíces al centro del cuerpo.

Él graba tiaras pequeñas en cada dedo

Ella cose el cuerpo aquí y allá con seda metálica

Él aceita los torniquetes delicados de su boca

Ella rellena con papiros cortados el verso de su cuello

Él hunde en su lugar al interior de los muslos

y así, gimiendo con alegría, con gritos de encanto
como dos dioses mal colocados
en el lodo, pero con infinito cuidado
se llevan, el uno al otro, a la perfección.




Bride and Groom Lie Hidden for Three Days
She gives him his eyes, she found them
Among some rubble, among some beetles

He gives her her skin
He just seemed to pull it down out of the air and lay it over her
She weeps with fearfulness and astonishment

She has found his hands for him, and fitted them freshly at the wrists
They are amazed at themselves, they go feeling all over her

He has assembled her spine, he cleaned each piece carefully
And sets them in perfect order
A superhuman puzzle but he is inspired
She leans back twisting this way and that, using it and laughing
Incredulous

Now she has brought his feet, she is connecting them
So that his whole body lights up

And he has fashioned her new hips
With all fittings complete and with newly wound coils, all shiningly oiled
He is polishing every part, he himself can hardly believe it

They keep taking each other to the sun, they find they can easily
To test each new thing at each new step

And now she smoothes over him the plates of his skull
So that the joints are invisible

And now he connects her throat, her breasts and the pit of her stomach
With a single wire

She gives him his teeth, tying the the roots to the centrepin of his body

He sets the little circlets on her fingertips

She stitches his body here and there with steely purple silk

He oils the delicate cogs of her mouth

She inlays with deep cut scrolls the nape of his neck

He sinks into place the inside of her thighs

So, gasping with joy, with cries of wonderment
Like two gods of mud
Sprawling in the dirt, but with infinite care
They bring each other to perfection.




Luna terrestre

Érase una vez una persona
que caminaba por ahí
y conoció a la luna llena hirviente
que giraba hacia él muy, muy lento
resquebrajando piedras y hogares por el camino.
Ella lo cegó con su brillo
Él tomó su daga
y apuñaló apuñaló apuñaló;
el ruido que salió de las heridas lunares
dio vuelta a la tierra.
La luna empequeñeció, como dirigible agujereado
se hundió, haciéndose cada vez más pequeña
hasta que no era nada
más que un pañuelo, destrozado
y húmedo como lágrimas.
La persona la levantó. Caminó hacia adelante
dentro de la noche sin luna
cargando su extraño trofeo.



Earth-Moon

Once upon a time there was a person
He was walking along
He met the full burning moon
Rolling slowly towards him
Crushing the stones and houses by the wayside.
She shut his eyes from the glare.
He drew his dagger
And stabbed and stabbed and stabbed.
The cry that quit the moon’s wounds
Circled the earth.
The moon shrank, like a punctured airship,
Shrank, shrank, smaller, smaller,
Till it was nothing
But a silk handkerchief, torn,
And wet as tears.
The person picked it up. He walked on
Into moonless night
Carrying his strange trophy.

N. del T.: Dedico estas versiones a Argel Corpus




*



TED HUGHES. DOS POEMAS CON PARTOS DE ANIMALES.



17 DE FEBRERO

Un cordero no podía nacer. Venía un viento helado 
de un horizonte matinal que parecía un trapo mojado. La madre 
yacía en la ladera embarrada. Se levantó al sentirse acosada
y aquel bulto oscuro se le meneó en el trasero, 
debajo del rabo. Después de mucho galopar, 
de maniobrar un poco, de que ondeara mucho aquel bulto 
que era la cabeza expectante del cordero,
la atrapé con una cuerda. La tumbé cabeza arriba 
y examiné al cordero. Una pelota hinchada y ensangrentada 
cubierta de fieltro negro. Tenía la boca torcida 
y aplastada. La lengua fuera y negra.
Su madre lo había estrangulado. Toqué por dentro,
la soga de carne materna, dentro del túnel de músculo 
resbaladizo. Busqué alguna pezuña con los dedos. 
Miré otra vez el hueco de la pelvis.
Pero no había pezuñas. Había sacado la cabeza muy pronto 
y las patas no habían podido salir. Tendría que haber 
palpado el camino, de puntillas, con las pezuñas 
bien colocadas debajo de la nariz, 
para aterrizar bien. Me puse de rodillas y forcejeé.
Ella gemía. No pude pasar la mano 
junto al cuello del cordero para meterla dentro
y agarrar una rodilla. Até la cabeza infantil 
y estiré hasta que ella gritó y trató de 
levantarse. Vi que todo era inútil. Recorrí dos millas 
en busca de una navaja y la inyección.
Corté la garganta del cordero, hice palanca con un cuchillo 
entre las vértebras, arranqué la cabeza y la dejé 
mirando a su madre. La traquea apoyada en el barro.
Toda la tierra era su cuerpo. Empujé 
el muñón del cuello otra vez adentro, y mientras tanto 
ella empujaba también. Ella empujaba chillando y yo tragando saliva.
Y la fuerza que ella hacía para parir y el impulso de mi pulgar 
contra aquella vértebra suelta se contrarrestaban, 
era un estúpido tira y afloja. Hasta que logré 
meter una mano y cogí una rodilla. Entonces fue como 
hacer fuerza hacia el techo con el dedo 
tirando de un lazo. Coordiné mi esfuerzo 
con el que ella hacía para parir. Tiré 
de aquel cadáver que no quería salir. Hasta que salió. 
Y detrás de sí, la bolsa de la vida, larga y amarilla 
como la yema de un huevo,
en medio de una gelatina de caldos, aceites y pringues.
Así nació el cuerpo y quedó junto a la cabeza cortada. 




FORCEJEO

Estábamos esperando que pariera 
y al final lo hizo, poco después del alba.
En privado, detrás de unas ramas podadas, en un humilde rincón.
Acercarse a ella era acercarse al peligro. 
Era su primer ternero y la enclenque vaquilla blanca y negra 
lo estaba pasando mal. Levantó la cabeza, 
nos buscó con una mirada furibunda
y se tendió de nuevo. Allí estaba el ternero,
de color leonado, con la cara blanca, enorme, atrapado 
por la cintura en el tejido elástico y purpúreo de su madre.
Dobló las largas patas fingiendo un galope que todavía no había aprendido.
Giró la cabeza hacia arriba y atrás, buscando la ubre 
que aún no había aparecido. Se había arañado la nariz 
con un montón de juncos mordidos y fuera de sitio.
Tenía el pelo seco como si llevara 
horas a medio nacer y seguramente era así.
Entonces tiramos de él de las patas delanteras 
y el cuello; él mugió sin acabar de nacer,
quejándose de todo. Luego lo doblamos hacia abajo, 
entre las patas de ella y metimos la mano 
por el túnel caliente, intentando ayudar
a que las caderas huesudas pasaran por la pelvis.
Luego lo doblamos más, casi parecía 
que se le iba a salir la columna.
Uno tiraba de las patas; otro abrazaba la cintura mojada, 
parecía que sacábamos a alguien de una ciénaga.
Uno de nosotros ayudó con las manos a que las caderas salieran 
del túnel materno y así se movieran un poco.
La madre sacudió la cabeza y levantó la pata trasera 
para que estiráramos, y algo se movió 
con una especie de chasquido.
Y los enormes flancos, llenos de rozaduras, se deslizaron fuera, 
tenían un color chillón y las larguísimas patas traseras 
salieron de la bolsa roja palpitante y fláccida, 
seguido de un borbotón de colores, un revoltijo 
de tejidos encharcados y pulpas.
Mugió sin fuerzas y yació como Cristo en una pietá
bajo la fría luz matinal que venía del este. Lo arrastramos 
junto al morro y la cabeza exhausta de su madre 
para que ella pudiera reconocerlo con lametones. 
Yacieron cara a cara como dos duelistas heridos de muerte.
Nosotros retrocedimos para que ganaran fuerza.
A la madre le dimos agua y heno. El ternero 
inició su convalecencia
después del penoso viaje. Yació el día entero 
vencido por el cansancio y la gravedad.
Le dimos  leche de su madre,
pero no tenía fuerza para tragar. 
Dio unos sorbos torpes y siguió tumbado, 
ocupado solamente en respirar. 
Lo llevamos adentro. Lo arropamos 
delante de un fogón y quisimos darle 
leche caliente y whisky sin que se le metiera en los pulmones. 
Pero su mirada seguía soportando el peso monstruoso de su cabeza
y el esfuerzo imposible de sus enormes patas. 
No lo consiguió. Cuando murió lo llamamos Forcejeo. 
Hijo de Paciencia.

Traducción de Javier Calvo








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