martes, 1 de diciembre de 2015

CATHERINE BERNALES [17.659] Poeta de Chile


Catherine Bernales 

Chile
Es periodista y poeta, cuenta con un diplomado en traducción (inglés/español) y con un  Máster en Edición Literaria de la Universidad Complutense de Madrid y el Grupo Santillana Hispanoamérica. Durante sus estudios de posgrado, obtuvo matrícula de honor por su proyecto editorial Alas de Papel.

Ha residido durante los últimos años en diversas capitales culturales como Barcelona, Madrid y Londres, que se han transformado en fuentes de inspiración para su poesía nómada y multicultural.

Durante su paso por España, Catherine colaboró con la Editorial Impedimenta, galardonada con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, 2008. Asimismo, trabajó como profesora de inglés en diversas academias en Madrid y participó en las populares jam sessions poéticas del Bella Ciao y otros clásicos de la escena literaria madrileña.

Actualmente reside en Inglaterra. Ha realizado cursos avanzados de inglés de negocios en la Universidad de Westminster y de profundización en lengua inglesa en la Universidad de las Artes, ambas en Londres.

Su gran afición por la literatura  y el arte multicultural en los círculos creativos londinenses, han sido de gran influencia para sus proyectos literarios.  

Ha publicado el poemario “Nómadas”, Mago, 2015





“Nómadas”, Catherine Bernales. Mago, 2015
     


Ciudad en 5 tiempos

Londres, te hallé de improviso. Ibas en dirección contraria, hablándome de Babel y paseándote con el mundo entero. 
Londres, de orilla a orilla, me enseñaste las 28 formas de cruzar el Támesis. 

¿Qué hiciste para que volviera a dejarlo todo? ¡Para que volviera paupérrima a correr detrás de ti! 

¿Fue un mind the gap en el metro? ¿Fue tu aliento a curry al medio día? ¿Fueron las pints pm de tus barrios bajos? ¿Tus paraguas afilados? ¿Tu talento en cebras por Abbey Road?

Fuiste tú, ciudad fría y lejana. Tu cacería intrépida, tus sílabas costosas, ¡vivías desenfrenada!
Me gustaba tu color. 




A pie

Caminante solitario, cuéntame de la ópera de tus pies, quiero seguir tu geografía, oír las teclas de tus dedos al andar. 




Migración en Brighton

Las aves migran sincronizadas en un ballet de plumas. Tarima de mar, telón de cielo, ayuda, no sé cómo alcanzarlas.  





MEMORIA DE UN VIVERO

Reflexiones en el campo chileno

Riégame a cántaros y púrgame con tus pompas de savia
Que quiero drenar mi pena con el amparo de tus raíces.

Luego exfóliame con firmeza, escurriendo en mi piel tus cristales de aloe,
¡que quiero brillar!
sentirme viva y majestuosa,
¡en fotosíntesis, en plenitud!
Y cuando retorne a la semilla,
a la yema, a la hoja ,a la flor y al fruto,
Aclárame con agua sagrada de huerto
que hoy he vuelto a renacer.

Quiero desayunar de tus tallos,
Con mermelada de guindas
y a pies descalzos.
Recorrer tus hectáreas copiosas
Que algún día rechacé.
O tus senderos con bocas de mar,
Que abandoné  a medio camino.

Y ahora busco mis pupilas entre tus margaritas amarillas
Y te robo los pétalos para poder pestañar

Avanzo con los párpados bien sellados
con los ojos muy abiertos,
Sólo me entero al despertar.

Al despertar, estando despierta,
No somos más que un estado de frágil memoria.



CORDILLERA

Reflexiones desde un paisaje plano

Tú siempre incondicional,
genoma montañoso de mis células andinas. Te ignoro la mayoría del tiempo,
no puedo vivir sin ti.
Los que ya se fueron te buscarán por siempre,
mas yo te persigo y te reinvento sobre monotonías llanas en estratos foráneos.

Silenciosa, no me pides nada a cambio, sólo estás ahí,
nevada en invierno y agreste en verano. Tu figura indómita,
tu escoliosis kilometrada, tus vertebras sedimentarias y mis latidos graníticos.

No hay tapujos ni secretos entre nosotras porque somos una, paridas de la misma corteza. Aunque estás lejos, siempre cerca,
me pierdo en tus recodos fértiles inhalando, desde lejos,
la hierba fresca de tus papilas silvestres.

 Y me pierdo…me pierdo…
Y más arriba el silencio,
en el litio de tus salares,
en las tersas hebras de tus alpacas,
en el desfile selecto de tus flamencos minerales y en la geografía pura que grava mi ser.

Sigo escalando,
me filtro por tus quebradas angostas, secas, copiosas,
que calman mi sed de ti.
Desciendo a través de macro formas ilegibles, demasiado lógicas para mi poca lógica, esquiando desde tus más altas cumbres, deslizándome hacia el vacío incierto,
que me arrastra por tus pies torrentosos entre meñiques de litre y talones de arrayán.

Cómo sería introducirme en lo hondo de tus cráteres volcánicos, entre las cenizas de tu combustión,
en el humo confuso de mi confusión, en tu lava ardiente, despiadada,
y en lo más profundo, el magma de tu ser; mi fuego, tu fuego.

Yo me agitaría
la ciudad temblaría
y los cielos se sacudirían.

Bastaría un movimiento de la corteza
para desatar mi adrenalina furiosa, fogosa, porque cuando tú te mueves,
reina el caos.

De pronto, la liberación súbita, el brote de tu contenido mineral, el éxtasis de nuestra pasión,
cálida en el norte, templada en el centro, gélida en el sur.
¡Oh, Cordillera de los Andes, Cordillera de Chile!
Quiero petrificar mi alma sumergiéndome contigo bajo el mar eterno.






“No somos más que un estado de frágil memoria”
(“Nómadas”, Catherine Bernales. Mago, 2015)

Por Álvaro Agurto

Comenzando a leer “Nómadas”, recordé ese poema de Ezra Pound en el cual el hablante intenta infundirle un alma a Nueva York (“verás cómo respiraré en tu alma”). Lo recordé porque Catherine Bernales arranca su poemario haciendo un movimiento inverso: otorgar el crédito a Londres por el alma que esta ciudad le ha insuflado.

Esa moción, mirada o aliento, es la que marca el tono general del libro: una mirada agradecida y nostálgica, hacia Chile en particular, pero también hacia lugares, geografías, personas y objetos que han conformado el paisaje nómade de la poeta.

Con la claridad que regala el mirar desde lejos, y permeada por los distintos puntos que ha recorrido, la hablante, a la manera de Whitman, se concibe a sí misma desde la fusión con su entorno (“Nunca tuve tantos pies ni tantas manos”) Coloca ante sí un conjunto de imágenes, y va componiendo el poemario como quien se deja crear a la hora de hacer un collage. Levanta, también, una crónica que tiene por objeto preservar la memoria: Cathy escribe como un ejercicio para conservar la memoria. (“Retorno de un recuerdo siempre queda” “..y en fragmentos que luchan por detener el tiempo”)

También escribe desde la observación. Escribe una poesía extraída de impresiones directas: no con los libros al lado, sino mientras baila tango, se divierte con una amiga en Salvador de Bahía, o mientras navega por el Nilo.

Sus poemas muestran la influencia de los aspectos formales de la poesía española y el aliento épico del Neruda del Canto General; además, la comunión con la naturaleza de un Juvencio Valle.

Dejan entrever también, a medida que se avanza en la lectura, una voluntad de ir más allá. Una especie de flujo continuo de sensaciones que, con ritmo trepidante y a través de pasajes largos, cristaliza no pocas pocas veces en versos frescos y vívidos:

“con el rostro al sol/ con la realidad en suspenso” “Cisne en vela/ se pierde mi aliento/ con tus espejismos de arena”

Podrá haber ripio, pero en general, el conjunto trasunta un frescor y una humanidad que se agradecen. Por ahí algunos críticos de cine afirman preferir imágenes poco técnicas pero cargadas de humanidad, a imágenes perfectamente geométricas mas sin emoción. Creo que aquí aplica una lógica similar:

“Nómadas” se presenta como un poemario no tanto para quien busque nuevas formas de decir las cosas, como para quien desee encontrar algo de aire fresco.






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