Guillermo Clemente
(Oaxaca, Oaxaca; México 1984). Es autor de los libros de poesía Lápida del bosque (FETA, 2011) y Agua tardía (SCC/Puerta Abierta Editores, 2012). Ha participado en diversas antologías, entre ellas Desde el fondo de la tierra. Poetas jóvenes de Oaxaca (Praxis, 2012). Becario del FECA 2012-2013 y ha publicado en distintas revistas y diarios del país.
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El agua desterrada
Le pregunté a mi padre cuando caminábamos
-¿Qué es la vida?
Iba con una rama golpeaba el pastizal abriendo camino
yo iba tras él
observaba cómo el mundo se abría ante mi vista.
No es lo que uno quiere – me dijo
y seguimos avanzando.
**
En el río todas las cosas pasan
la corriente seguirá el cauce que se dicta
se moverán en ellas los peces y las ramas
la fugacidad dejará su misterio musical de flautas
y las cosas que en ella viajan
al final del recorrido
se volverán huesos y polvo.
**
Más allá del río se esconde la ausencia
nadie quiere que dejen de escucharse las cosas que suceden
atrás se oye el bramido de los ecos
y más atrás sus despojos se dispersan hasta volverse nada
qué habrá pasado con el silencio
aquí la corriente del río ya no quiere nombrarlo
Cántico nocturno
Ni una sola amenaza podrá alejarme de esta noche y su definición mejor
ya que escape el sopor de cebolla cortada
su rumor de especias
silencio de la horda que infringe una derrota en retirada
aunque la pesadez de su plomo se me venga encima
ya me quedaré aquí
para siempre
aunque cayéndome
aunque estando herido
aunque el afluente de sus plumas me aplaste hasta la muerte
aquí me quedaré
porque nada cambiará mi deseo quedarme
junto a los bordes oscuros
porque sólo así
yo podré estar tranquilo
Sublevación litoral
Aquí viene el mar como un ejército
un ataque masivo de flechas hirvientes
fragor de la batalla que corta mi rostro.
La infantería y su fuerza de aguas
es gritar radiante, prontitud latente
enormidad de plagas arrasan la tierra.
Ahí viene su falange de agua aplastante
ahí viene la caballería que sube y baja territorios.
Se puede ver la angustia del barquero
cuando el sonido de olas demuele sus oídos
el cataclismo latente que lo nombra.
Miro cómo el mar tiene deseos de combatir
miro cómo ese enorme tropel rebosa de emoción.
Pero hoy no será
continuaré caminado por la playa
quizá mañana esté listo, para entrar a la guerra.
Deseo litoral
Ahora que yo estoy sentado en la bahía
veo pasar el mar
como una revelación del cielo vencido
como un relámpago.
Veo sus olas ciertas
el plumaje ardiente que se parte, se redime
emprende el vuelo hacia las rocas donde se agrieta
en el pliegue donde se acoplan dos montes.
Veo mi corazón
como ese mar donde la tempestad no termina
el agua arde al acampar en las comisuras de la tierra
y a la orilla, la hinchazón de la arena aguarda
lugar donde el mar busca refugiarse.
Escucho el gruñir de los embates de agua
la crestas acuáticas estrellan entre ellas sus espesuras
sus membranas que son las mías
su deseo breve
la lenta destrucción que se genera
las olas levantan su piel
y la esperanza duerme en el ojo de los peces.
Veo mi raíz que naufraga
el temblor del amanecer me pretende llevar al otro lado
aunque hay un alto oleaje que cae y me desintegra
el mar se apacigua, ahora sólo es un puente
y mi corazón es pura luz
pura fe
puro deseo.
Pulso
Escucha el viento en las paredes de tu casa. Pon atención. Un deseo rompe a la orilla del mundo. El silencio brota en su hueco. Un sueño pende de la ausencia en la mirada y anhelará enroscarse en la torre. Hay una esclavitud en los ojos del abismo, su carcajeo trepa sobre ti. Con escalada furia el deseo recorre tu aliento, cae en marejada sobre tu boca, una tormenta de arena que quiebra tu lengua. Toca tu rostro, arde en las manos. Mira hacia donde incide el olfato de la brújula. Mira que la puerta está abierta para emprender el viaje. No voltees a ver tu recorrido porque ya todos huyeron. Porque la lluvia borra el estruendo de las huellas. Porque la lluvia borra el latido de tus pasos, el temblor en mi cuerpo de otro tiempo que persigo.
Zoografía nocturna
1
Loba
Podrá transformarse en el ícono de otro espécimen, podrá saber como el tiempo encendido se detiene, el espacio y la materia laten en su cosmología. Serán los hijos de los lobos quienes sigan la voz que no pertenece a su manada. Será la luna que dicte los rayos sobre sus escaramuzas. La hechicera no sigue las reglas humanas que la condicionan y esto la guía hacia un estado más vivo, latente, pleno de luz y poderío. Puede que su deseo sea más fuerte que la cordura _flor abierta en el arroyo de los sueños_, lo que permite transgredir el latido del cielo y de los aires. Sabrá que una alianza con goces ultra-terrenos tendrá su recompensa, cambiará el estado incompleto del espacio, las células en líquidos corpóreos hasta hacerse de un cuerpo animal. Podrá también encontrar la flor del zodiaco. Todo lo cambiará por sentir el rugido del trueno en sus arterias, la detención del tiempo bajo su piel, el roce de los perros salvajes en ella. Pero será en las horas oscuras, como le fue señalada, donde el efecto de su alquimia brotará, y la noche, contemplándola, la abrazará para guiarla por sus comarcas.
2
Gato negro
Gato negro huella de la ceguera en abundancia felino de luz corpórea Sucede que su cuerpo circula por las calles y rebosa en el matiz de la noche toda su brillantez se confunde viene a habitar las páginas donde los astros se dibujan y trastoca las calles cuando nadie más las habita Gato de apariencia intangible fruto de la opacidad fluido cuerpo naciendo de la disolvencia gato que cuando todos ven corta la piel de la noche y la penetra para ser confundido con ella
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