lunes, 1 de junio de 2015

JULIA WARD HOWE [16.155] Poeta de Estados Unidos


Julia Ward Howe

Julia Ward (27 de mayo de 1819 – 17 de octubre de 1910) fue una célebre abolicionista y activista, defensora de los derechos de las mujeres en el contexto sociopolítico propio de la sociedad norteamericana de mediados del siglo XIX. Su pensamiento evolucionó hacia las filas del sufragismo que inicialmente no consideraba prioritario. El apellido Howe es el que le correspondía desde que contrajo matrimonio con Samuel Gridley Howe el 23 de abril de 1843. Conocida por haber escrito la letra de la canción The Battle Hymn of the Republic y por su Proclama para el día de las madres (1870), Julia Ward es autora de ensayos, libros de viajes y poemas, que le valieron llegar a ser la primera mujer elegida para la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, en 1908.

Julia Ward fue hija de Samuel Ward y de Julia de Rush Cutler. Apenas conoció a su madre, poeta, quien falleció en 1824, después de dar a luz al séptimo hijo.

Tras la muerte de su madre, Julia fue educada por su tío de ideas liberales, lo que le permitió estudiar y desarrollar su inteligencia. Conoció a escritores como Honoré de Balzac, Henry Wadsworth Longfellow, Charles Dickens, Charles Sumner y Margaret Fuller. Junto a sus hermanas, fue introducida en la sociedad de Nueva York.

Desde que el 23 abril de 1843, contrajo matrimonio con Samuel Gridley Howe, veinte años mayor que ella, tuvo que adaptarse a la idea de mujer casada que su marido, de carácter fuerte y autocrático, le impuso. Julia sabía que el hombre con el que se casaba y al que debía apoyar, era médico, abolicionista, promotor de reformas de cárceles y del derecho a la educación de sordociegos, conocido por el éxito con una de sus alumnas, Laura Bridgman, primera niña sordociega que aprendió a hablar en el idioma inglés. Lo que Julia no sabía es que ella debía convertirse, por obediencia debida a su esposo, en el tipo de mujer casada, sin vida fuera del hogar, que no podía participar en las cuestiones públicas ni administrar sus bienes. En las cartas que envió a sus hermanas, describió los primeros años de matrimonio como un momento difícil para la pareja, expresando la tristeza y luchas de una mujer que busca la independencia y la comprensión. Julia fue madre de cinco hijos y, aunque consideró el divorcio varias veces llegando incluso a separarse en 1852, regresó y siguió casada con Samuel Howe, en parte porque le amaba y admiraba, y en parte porque él la amenazó con alejarla de sus hijos si se divorciaba tal y como establecía la ley de divorcio y la práctica estándar y común en ese momento.

Julia, en su aislamiento, estudió Filosofía, aprendió varios idiomas y se dedicó a su propia autoformación, así como la educación y el cuidado de sus hijos. Después de una reconciliación, publicó de forma anónima "Flores de Pasión", una colección de sus poemas.

Por el lado de su activismo, promovió un encuentro anual de mujeres de los Ministros y en la década de 1870 que ayudó a fundar la libre asociación religiosa. Se convirtió también en activista en el movimiento de club de la mujer, que actuaba como Presidente del Club de mujeres de Nueva Inglaterra desde 1871. Ayudó a fundar la Asociación para el adelanto de la mujer (AAW) en 1873.

Cuando enviudó en enero de 1876, escribió en su diario las palabras: “Inicio hoy mi nueva vida”.

En 1883 publicó una biografía de Margaret Fuller y en 1889 contribuyó a la fusión de la AWSA con la organización de sufragio rival, dirigida por Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony, formando la Asociación Nacional estadounidense de sufragio de la mujer (NAWSA). Ayudó a fundar clubes de la Federación General de mujeres. Se involucró en otras causas como el apoyo a libertad ruso y los armenios en las guerras turcas.

Exposición de Chicago

En 1893, Julia Ward Howe participó en la Exposición de Chicago (Feria Mundial), en la que presidió una sesión y presentó un informe sobre "Moral y reforma Social". Publicó ¿Qué es la religión? En donde afirma que cualquier religión que sacrifica a las mujeres a la brutalidad de los hombres no es una religión.

Funeral

Julia Ward falleció en 1910. Cuatro mil personas asistieron a su funeral.





PROCLAMA DEL DÍA DE LAS MADRES

“¡Levántense, mujeres de hoy!”

“¡Levántense todas las que tienen corazones,
sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas!”

“Digan con firmeza”:

“No permitiremos que los asuntos
sean decididos por agencias irrelevantes.
Nuestros maridos no regresarán a nosotras
en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas.
No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan
todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad,
la compasión y la paciencia”.

“Nosotras, mujeres de un país,
tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país,
como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos.

Desde el seno de una tierra devastada,
una voz se alza con la nuestra y dice
¡Desarma! ¡Desarma!”

“La espada del asesinato no es la balanza de la justicia.
La sangre no limpia el deshonor,
ni la violencia es señal de posesión”.

“En nombre de la maternidad y la humanidad,
les pido solemnemente que sea designado
un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad,
y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente,
a la brevedad posible, para promover la alianza
de diferentes nacionalidades,
el arreglo amistoso de cuestiones internacionales”

Los grandes intereses generales y de la paz.



MOTHER DAY PROCLAMATION

Arise then...women of this day!
Arise, all women who have hearts!
Whether your baptism be of water or of tears!
Say firmly:
"We will not have questions answered by irrelevant agencies,
Our husbands will not come to us, reeking with carnage,
For caresses and applause.
Our sons shall not be taken from us to unlearn
All that we have been able to teach them of charity, mercy and patience.
We, the women of one country,
Will be too tender of those of another country
To allow our sons to be trained to injure theirs."

From the voice of a devastated Earth a voice goes up with
Our own. It says: "Disarm! Disarm!
The sword of murder is not the balance of justice."
Blood does not wipe our dishonor,
Nor violence indicate possession.
As men have often forsaken the plough and the anvil
At the summons of war,
Let women now leave all that may be left of home
For a great and earnest day of counsel.
Let them meet first, as women, to bewail and commemorate the dead.
Let them solemnly take counsel with each other as to the means
Whereby the great human family can live in peace...
Each bearing after his own time the sacred impress, not of Caesar,
But of God -
In the name of womanhood and humanity, I earnestly ask
That a general congress of women without limit of nationality,
May be appointed and held at someplace deemed most convenient
And the earliest period consistent with its objects,
To promote the alliance of the different nationalities,
The amicable settlement of international questions,
The great and general interests of peace.




Reivindicando a las madres, Julia Ward Howe (1819-1910)

A mediados del siglo XIX, cuando en todo el mundo se empezaban a oír cada vez con más fuerza voces a favor de la igualdad entre sexos y razas, fueron muchas las mujeres que destacaron como grandes luchadoras de dichas causas. Una de ellas fue Julia Ward Howe. De ideas liberales, abolicionista y posteriormente sufragista, pasó a la historia por sus reivindicaciones sociales. Una de ellas fue la creación del día de la madre como momento en el que se ensalzara el importante papel que ejercían las mujeres en esta faceta de sus vidas. Luchadora incansable, su vida personal no fue en absoluto un camino de rosas. 

La niña que aprendió de su hermano
Julia Ward nació el 27 de mayo de 1819 en Nueva York. Hija de Samuel Ward, un banquero de éxito de Wall Street, apenas conoció a su madre, Julia de Rush Cutler. Poeta y madre de siete hijos, murió en 1824 al dar a luz al último de ellos. 

Samuel se hizo cargo de sus hijos, algo que no siempre fue fácil. Julia, una niña inteligente y ávida de conocimientos, buscó allí donde pudo la manera de ampliar su saber. Los libros que su hermano Sam trajo de Europa sirvieron para formar a Julia en unas ideas liberales que contrastaban con el puritanismo calvinista de su padre al que siempre quiso y respetó. 

Tras la muerte de su padre en 1839, ella y dos de sus hermanas se fueron a vivir con Sam y su esposa Emily Astor quien las introdujo en la sociedad neoyorkina. Pero la felicidad de la familia terminó drásticamente dos años después con la muerte de su cuñada y el bebé que había acabado de tener. 

Un matrimonio incongruente

En abril de 1843 Julia conoció a Samuel Gridley Howe, un médico con ideas liberales como ella, defensor del abolicionismo y del derecho a la educación de personas desfavorecidas. Pero si Julia creía que las ideas igualitarias de su marido iban a reflejarse también en su matrimonio se equivocó de lleno. Aplicando una doble moral, Samuel obligó a su esposa a recluirse en su casa y ejercer el papel de esposa y madre sumida y callada, sin ideas ni opiniones ni actividad pública de ningún tipo. Veinte años mayor que ella, Samuel llegó incluso a controlar todo el capital que había heredado Julia, a pesar de las protestas de la familia de su esposa. 

Recluida en Boston, alejada de sus hermanos, los sentimientos de Julia se sumieron entonces en una lucha interna entre el amor a su marido y sus cinco hijos y la sensación de injusticia que se cernía sobre ella y muchas otras mujeres en su misma situación. Y como ya hiciera estando en casa de su padre, Julia no se resignó y continuó con su formación autodidacta y la escritura en secreto de un libro de poesía.  

Flores de pasión (marchitas)
El libro fue publicado de forma anónima bajo el título Flores de pasión. Pero para desgracia de Julia, su esposo pronto supo que había sido su propia mujer quien había escrito esa colección de poemas desafiando las órdenes estrictas que había dejado bien claras desde el primer momento. 

A punto estuvo de perderlo todo pero Sam consiguió superar lo que consideraba una traición de su esposa y el matrimonio no se rompió. Después de aquel episodio, Julia no se resignó a volver a la reclusión del hogar y continuó estudiando y escribiendo. 

Un himno liberador

En 1869 Sam y Julia Howe fueron invitados por el presidente Abraham Lincoln a visitar un campamento del ejército de la Unión en Virgina. Durante la visita cerca del río Potomac, escucharon una triste canción compuesta para los oficios religiosos que hablaba del cuerpo sin vida de un soldado llamado John Brown. 

James Freeman Clarke, un clérigo conocedor del talento para la poesía de Julia, la animó a rehacer la letra de aquel himno triste y convertirlo en el famoso himno de la batalla de la república. 

A partir de ese momento consiguió cierta libertad y empezó a implicarse en distintas actividades relacionadas con el activismo femenino. Entre las iniciativa que emprendió destaca el encuentro anual de mujeres de Ministros, la fundación de la Asociación para el avance de la mujer en la sociedad y su nombramiento como Presidenta del Club de Mujeres de Nueva Inglaterra.

Viuda empobrecida (pero liberada)

Cuando Julia Ward enviudó, en enero de 1876, el dinero que creía iba a recibir y que su marido había estado reteniendo durante su vida en común, resultó ser mucho menos de lo que ella creía, pues Samuel se había gastado parte de su herencia familiar. Aun así, a pesar de ser una mujer viuda sin pocos recursos, la liberación que sintió compensó con creces su situación económica. "Inicio hoy mi nueva vida", escribía en su diario tras la muerte de Samuel.

Desde entonces, y hasta su muerte en 1910, Julia Ward trabajó de manera incansable en favor de los derechos de las mujeres. Escribió una biografía sobre la periodista feminista Margaret Fuller, informes y ensayos sobre las injusticias sociales e incluso libros de viaje. Su obra escrita le valió llegar a ser la primera mujer elegida para formar parte de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras.

Entre sus múltiples reivindicaciones, Julia defendió siempre la importancia de las mujeres en su papel de madres, como garantes de los valores humanos y transmisoras de las virtudes fundamentales de los hombres. Su defensa de las madres se vio materializada años después de su muerte. El 9 de mayo de 1914 el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson firmó una resolución del Congreso en la que se establecía el segundo domingo de mayo como día de la madre. 

Cuando Julia Ward falleció el 17 de octubre de 1910, fueron muchos miles de personas las que asistieron a su funeral, rindiendo homenaje a una de las mujeres que más luchó en favor de los derechos femeninos en los últimos años del siglo XIX.




Himno de batalla de la república
Historias de himnos

Título en inglés: Battle hymn of the Republic
Letra: 1861, Julia Ward Howe (Mayo 27, 1819 – Octubre 17, 1910)
Música: 1856, William Steffe (1830-1890)
Arreglo: 1861, James E. Greenleaf, C. S. Hall, y C. B. Marsh

El Himno de batalla de la república es también conocido bajo los títulos de He visto la gloria, Himno de la batalla, Gloria Aleluya, entre otros. Este himno presenta un claro ejemplo de cómo en ocasiones se han tomado melodías y letras que no estaban destinadas originalmente a alabar a Dios, pero que fueron modificadas para este fin.

Este himno surgió del 2do Batallón de Infantería de Massachusetts. Allí había un soldado llamado John Brown. Resulta que anteriormente había existido un John Brown quien fue un conocido héroe abolicionista en la cultura americana. Sus camaradas solían molestarlo y cada vez que llegaba tarde a una formación o sucedía algo con él decían “Este no puede ser John Brown, ¿por qué? Porque John Brown está muerto.” Y luego en tono solemne decían “Sí, sí, el pobre John Brown está muerto, su cuerpo se descompone en la tumba.”

Estos versos pasaron de boca en boca y luego de varias transformaciones terminaron en las palabras

“El cuerpo de John se descompone en la tumba,
su alma sigue marchando.”
Y luego añadían
“Se ha ido a ser un soldado en la armada del Señor,
su alma sigue marchando.”

Estos versos fueron bien recibidos por los soldados y eran cantados con alegría, añadiendo el coro “Gloria, gloria, aleluya”.

Este batallón fue enviado a Murray, Kentucky, a comienzos de la Guerra Civil Americana. Allí la activista, abolicionista y poeta Julia Ward Howe escuchó esta curiosa tonada mientras asistía a una revista pública de las tropas a las afueras de Washington en Upton Hill, Virginia. Howe había ido en compañía del Reverendo James Freeman Clarke, y este le sugirió a Julia componer un poema nuevo para el himno de batalla de estos soldados. Hospedada en el Hotel Willard en Washington la noche del 18 de Noviembre, de 1861, Julia se levantó de madrugada con las seis estrofas para este poema en su mente. Julia cuenta de su experiencia:

“Me dije para mis adentros ‘debo levantarme y escribir estos versos, no sea que me quede dormida y se me olviden’”.

El Himno de batalla de la República fue publicado por primera vez en la primera plana del The Atlantic Monthly en la edición de Febrero de 1862. La sexta estrofa no se publicó y es la menos conocida de todas.

El Himno de batalla de la República es junto con The Star Spangled Banner y Sublime gracia parte de los himnos más patriotas y conocidos en los estados unidos. En sus estrofas se hacen varias alusiones al campo de batalla y se relacionan con la segunda venida de Cristo,

Este himno ha sido traducido al español en diversas ocasiones. Muchas de estas versiones no guardan absolutamente ninguna relación con el tema de la letra original en inglés.

Acá está la partitura del Himno de Batalla de la República para coro en Si bemo mayor.


La letra que dejo a continuación es la más fiel al texto original que logré encontrar.



Mis ojos ya perciben la gran gloria del Señor,
Cuando Él esté venciendo la maldad y el error.
Ya desnuda Su espada cual un rayo de furor;
Avanza Su verdad.

Coro:
¡Gloria, gloria, aleluya!
¡Gloria, gloria, aleluya!
¡Gloria, gloria, aleluya!
Avanza Su verdad.

He leído la palabra que enseña la verdad
Que según el hombre siembre, eso mismo segará,
Y Jesús a la serpiente en la cabeza herirá,
Y Dios avanzará.

Ha llamado a la carga y no retrocederá.
A los hombres que lo siguen Jesucristo probará.
¡Oh, sé presta, pues, mi alma a seguirle donde va!
Pues Dios avanza ya.

Fue allende de los mares que el Rey Jesús nació,
Y con perfección sublime Él la luz a todos dio.
Sed valientes, pues, vosotros y luchad cual Él luchó.

Pues Dios avanza ya.


Battle-Hymn of the Republic

Mine eyes have seen the glory of the coming of the Lord:
He is trampling out the vintage where the grapes of wrath are stored;
He hath loosed the fatal lightning of his terrible swift sword:
      His truth is marching on.

I have seen Him in the watch-fires of a hundred circling camps;
They have builded Him an altar in the evening dews and damps;
I can read His righteous sentence by the dim and flaring lamps.
      His Day is marching on.

I have read a fiery gospel, writ in burnished rows of steel:
“As ye deal with my contemners, so with you my grace shall deal;
Let the Hero, born of woman, crush the serpent with his heel,
      Since God is marching on.”

He has sounded forth the trumpet that shall never call retreat;
He is sifting out the hearts of men before his judgment-seat:
Oh! be swift, my soul, to answer Him! be jubilant, my feet!
      Our God is marching on.

In the beauty of the lilies Christ was born across the sea,
With a glory in his bosom that transfigures you and me:
As he died to make men holy, let us die to make men free,
      While God is marching on.




Coquette et Froide

What is thy thought of me?
What is thy feeling?
Lov'st thou the veil of sense,
Or its revealing?

Leav'st thou the maiden rose
Drooping and blushing,
Or rend'st its bosom with
Kissing and crushing?

I would be beautiful
That thou should'st woo me,
Gentle, delightsome, but
To draw thee to me.

Yet should thy longing eye
Ever caress me,
And quickened Fantasy
Only, possess me,

Thus thy heart's highest need
Long would I cherish,
Lest its more trivial wish
Pall, and then perish.

Would that Love's fond pursuit
Were crownèd never,
Or that his virgin kiss
Lasted for ever!





rom Lyrics of the Street

Outside the Party

Thick throng the snow-flakes, the evening is dreary,
Glad rings the music in yonder gay hall;
On her who listens here, friendless and weary,
Heavier chill than the winter’s doth fall.

At yon clear window, light-opened before me,
Glances the face I have worshipped so well:
There’s the fine gentleman, grand in his glory;
There, the fair smile by whose sweetness I fell.

This is akin to him, shunned and forsaken,
That at my bosom sobs low, without bread;
Had not such pleading my marble heart shaken,
I had been quiet, long since, with the dead.

Oh! Could I enter there, ghastly and squalid,
Stand in men’s eyes with my spirit o’erborne,
Show them where roses bloomed, crushed now and pallid,
What he found innocent, leaving forlorn,—

How the fair ladies would fail from their dances,
Trembling, aghast at my horrible tale!
How would he shrink from my words and my glances!
How would they shrink from him, swooning and pale!

This is the hair that was soft to enchain him;
Snakelike, it snarls on my beautiless brow:
These are the hands that were fond to detain him
With a sense-magic then, powerless now!

No: could I come, like a ghost, to affright him,
How should that heal my wound, silence my pain?
Had I the wrath of God’s lightning to smite him,
That could not bring me my lost peace again.

Ne’er let him grieve while good fortunes betide him,
Ne’er count again the poor game lost of old;
When he comes forth, with his young bride beside him,
Here shall they find us both, dead in the cold.





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