Virginia Brindis de Salas
Virginia Brindis de Salas (1908 - 1958) fue una activista, escritora y poetisa afrouruguaya, la primera en toda América del Sur en publicar un libro y colecciones de poesía.
Contribuyó de forma activa en el periódico Nuestra raza, junto a Pilar Barrios, otro activista y escritor afrouruguayo, militante del Partido Autóctono Negro (PAN). Su obra la convirtió en una de las primeras escritoras uruguayas en publicar un libro.
Probablemente las colecciones de poesía Marimorena (1946) y Cien cárceles de amor (1949) son sus obras más conocidas internacionalmente. De hecho, la escritora chilena Gabriela Mistral reconoció su influencia en todo el continente americano, incluyendo a la ciudad de Los Ángeles, donde su poesía contribuyó al movimiento afroamericano.
En 1954, su poema Tango fue traducido al alemán. Virginia Brindis murió en Montevideo con 50 años de edad.
VIRGINIA BRINDIS DE SALAS
MONTEVIDEO
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CIEN CÁRCELES DE AMOR
DEDICADO con toda la admiración que estremece las alas de mi alma ante la revelación de espíritus dilectos , a los integrantes de la “Peña Meri ... ”, a través de su más alto representante , Humberto Zarrilli; a la
Agrupación de Residentes Minuanos y al Grupo Americanista.
PROLOGÓ
A VIRGINIA BRINDIS DE SALAS
¡Corazón! manantial de amor del psiquismo humano.
Eje del que parten los cálidos rayos para vivificar el amor maternal, de esposa, de amigo , fuente de amor!
Carcelero que abres las puertas, sístole y diástole, divino son que hace vibrar las fibras y quiebra las quejas que aprisionan cual rejas al amor. Y¡ en el corazón de Virginia se unieron los lejanos lamentos de su raza. Las buenas Hadas no mecieron la cuna de ébano de sus antepasados. Sus errajes fueron de esclavitud. Escala descendente vibraba en el alma del blanco con chasquidos de aquilón. Impotentes para ver en el ascua de los ojos de una raza, resplandores de luz. Por eso, “su Cristo" se retuerce. La fragua de los blancos, reblandece el hierro de sus músculos y sus labios murmuran : Liberación.
El leño de su cruz echó raíces que el viento del olvido no ha borrado, pero (su Huésped de polvo " es lluvia benéfica que a través del prisma de su espíritu musita: Perdón.
Ola de llanto que castiga en la noche el arrefice del alma y busca al llegar el día del camino del sol.
¡Corazón! que pulsas la heredad de una raza, que tan de cerca toca a Virginia, por el talento dp su predecesor y por su tío al gran Brindis de Salas, que escaló en el pentagrama la legión más alta: el alma.
Desde que el hombre pudo vislumbrar sus vivencias espirituales, busca simbolizarlas ya en la estrella, o su inquietud, cual ícaro lo lleva al éter, o busca ansioso el reino de Poseidón.
Virginia inaugura hoy, la ruta más segura, tejida con fibras del corazón para dar vida a “ Cien cárceles de amor".
Quiera la buena estrella alumbrarle el camino para premiar su abnegación. Porque el sufrimiento le esclaviza como al blanco.
La herencia de sus mayores que es gloria, llame pronto a la puerta del que pueda darle un material bienestar, para decir con orgullo no hay esclavos en mi Patria ¡hoy! El trabajo delibera, pero el sacrificio de quien se entrega a él, abrumado por eventuales circunstancias, sin pocber elegir libremente su vocación, entonces aquél se convierte en cadenas que ata por horas y pone grillos al prisionero soñador.
Por eso quisiera que su nuevo libro “Cien cárceles de amor" le abriera las puertas de la liberación material, problema en que lleva años de incruenta lucha, porque su vuelo espiritual ya le ha remontado y no volverá, cual Icaro, sino que sus alas triunfantes la llevan al norte que señala su brújula poética : la Olímpica mansión.
Isaura Bajac de Borjes
De Gabriela Mistral a Virginia B. de Salas.
San Francisco de California. LOS ANGELES.
Querida Virginia:
Un largo silencio se ha prolongado entre Ud. y yo; siempre recuerdo, nuestra amistad nacida en la Argentina, querida hermana en triunfos y en el dolor; luego de darme una fiesta espiritual con su precioso y valioso Pregón de Marimorena, que llegó hasta este rincón sus dos poemas del próximo segundo libro titulado “Cien cárceles de amor”. Mi corazón y el sueño de Abuelo Mon, la elevan a las alturas de la fama como su padre, en la pintura, como sus tíos en el violín y en la guitarra.
Le auguro éxitos y sé que nada la hará cambiar de rutas: cante querida Virginia que Ud. es la única y la. figura entre su raza del Uruguay; en Los Angeles se conoce su poesía, en el Oeste. ¿Ño canta más romanzas
y lamentos?...
Yo la he recomendado para unos artistas que viajan hacia esas playas, quizás Ud. pueda crear algo para el cine; le envío un recuerdo por intermedio de mis amigos y le digo : que vendrá Ud. un día en aras de su triunfo, a Los Angeles; lo mismo que los chilenos, la queremos de corazón como a Juana de América, a Zarrilli, a Manuel de Castro y Ortiz Saralegui, y muchos otros queridos uruguayos.
Por amigos diplomáticos sé de Ud., de sus tareas, y quiera Dios que este libro sea la llave que abra el cofre de dicha a la única negra valiente y decidida que yo conozco en el Uruguay.
Un abrazo grande como mi afecto.
GABRIELA MISTRAL
JUICIO
Es sorprendente el caso de esta admirable mujer, Virginia Brindis de Salas, heredera de un nombre tan ilustre como lo es el del genial Paganini negro.
Yo que tengo la dicha de conocerla y de ser testigo de su vida sacrificada, tan llena de dificultades de toda índole, soy el primer asombrado de su heroicidad que se trasunta en su producción poética, que le nace, así, de pronto, como obedeciendo a una urgencia de la hora en que vive, tal vez brotada como agua de consuelo para sí misma y los compañeros de raza y de infortunio.
Aunque no tuviera más destino que éste que apuntamos, ya sería meritoria la obra de Brindis de Salas. Pero es el caso, que de pronto nos sorprende con poemas definitivos, logrados tan plenamente y tan ricos en imágenes novedosísimas a fuerza de revelarnos el encanto de las cosas bellas o dolorosas que afloran en torno nuestro cotidianamente y que no advertiríamos si el poeta no las revelara.
Bienvenido, pues, este libro de versos “Cien Cárceles de Amor”, que además de ser el más completo de poesía negra que se publica en el Uruguay, merece por algunos de sus poemas, como “Mi corazón” y “Abuelo Mon”, éste último consagrado con un cálido elogio de Gabriela Mistral, ser digno de figurar en primera línea en la prestigiosa literatura de nuestro país.
Humberto Zarrilli
Eco de herrumbrosas cadenas girando en erguida y yacente protesta. Es lo esencial de la poesía de Virginia Brindis de Salas.
Mariano Olivera Ubíos
Montevideo, Junio 25 de 1946.
Señora Virginia Brindis de Sala.
De mi alta estima:
Un apellido ilustre preside este libro “Pregón de Marimorena” que Ud. gentilmente ha hecho llegar a mis manos y que he leído con vivo interés. Una gran alma lírica hace resplandecer sus poemas, con una intensa, amarga y rebelde voz de raza, que Ud. enriquece con su canto. Ya está Ud. en la ladera de la montaña tremenda de la poesía. Ojalá no la lastimen demasiado las breñas espinosas, las gujas agudas, las emboscadas en la sombra.
Con su sensibilidad, es seguro que mucho han de hacerla sufrir. No importa. Cante, como en ese libro, dándose entera y generosa a su misión. Posee ya los elementos sagrados.
La felicito y le deseo el dolor y el triunfo.
Muy atte.
J. de A.
Evidencia atavismo y dulzura esta brillante producción de Virginia Brindis de Salas: “Cien cárceles de amor”.
Magnífica alfarera de prodigios, trueca el símbolo del aherrojado, que aún debe vibrar en sus hondones ancestrales ritmos, en un cálido alvéolo de ternura.
Por eso hay en su musa rebeldías, simbolismo, ascua de antiguos crisoles, pero surge en esencia purificada y honda; sencilla y dolorosa. Como el guardafaros que en la noche de borrascas, mantiene en alto la lumbre aunque su rostro se llene de sal, de yodo y de lá-
grimas . . .
Iris de López Crespo
Virginia Brindis de Salas.
Cumplido un acarreo me allegué al rancho de mis amores. Amargueaba junto al fogón con la patrona, mientras un costillar se doraba en las brasas de unos coronillas, y en la prosiada salió a luz la versada que Ud. había compuesto pa’ su raza, recordarme cuasi enseguida de mi fiel y querido negro B enicio jué sólo un momento, negro como el carbón, corpulento y duro como el quebracho, de alma noble y sencilla, era pa’el patroncito como me solía llamar el padre, el amigo y el consejero.
Por eso Virginia, quiero a su raza, y aunque en principio fueron tenidos como esclavos, hoy ocupan el lugar que se merecen en el corazón de los que sentimos la libertad y nos liemos hermanaos en los mesmós
principios de igualdad y respeto.
Fué un negro altiva y valiente, fiel hasta la muerte, el que acompañó a nuestro Artigas hasta la lejana Patria del Paraguay, siempre fiel y consecuente; fué un negro de alma grande y de inspiración que le cantó
a Paysandú ; nombro a estos dos porque uno era nues- tro y el otro argentino, hermanaos por un mesmo sol y un mesmo cielo, y hoy Ud. les canta a todos por igual ; siga por esa senda, y aunque se quede algún día sin lectores, acuérdese que hay en mí un corazón gaucho que siempre aunque sea a los tropezones, me pondré a leer sus versadas.
G. BORGES
Montevideo, enero 28 de 1949.
“Mis dos tíos ilustres”
Voy a hablar brevemente, pues el tratamiento ocular que me trae a Buenos Aires, me impone un reposo a mis ojos que me sustrae por ahora, casi completamente a mi amada tarea de escribir, por último, no
quiero dejar de hablar de dos hombres de mi raza y de mi sangre, que en esta gran ciudad magnífica, tuvieron su corona de gloria y su cruz de martirio: Claudio Brindis de Sala, el gran violinista y Gabino Ezeiza, el extraordinario payador, el lírico puro, que hizo de su inspiración unida a la voz sonora de la guitarra, una conmovida devoción nacional. Ofrezco la emoción de estas evocaciones, a mis amigos bonaerenses. Es un puñado de margaritas orientales ; de margaritas punzó, como en la dulce y adorable canción de Fernán Silva Valdés, nuestro bardo ilustre, ahora tan enfermo, desdichadamente. Tan enfermo que, con humildad y asombro uno le gritaría a la Divinidad: ¿Es posible que sufran los dioses? Y la voz de la historia, esa tremenda voz de tan verídicos acentos, me contestaría, como siempre :
Sí: por eso murió en el dolor y la miseria aquel ser de excepción que en su época fue llamado “el Paganini negro”, por su arte y el “Apolo de ébano” por su escultural y viril belleza. Por eso terminó casi de igual modo sus días Gabino Ezeiza, el triunfal cantor que electrizaba a las masas gauchas y populares, con su verbo romántico de iluminada gestación. Yo siento en el pecho, cuando hablo de estos dos hombres ilustres que me legaron su sangre, un orgullo doliente, una ternura expectante, porque quisiera enfrentarme con sus sombras y preguntarles mi sino.
Claudio Brindis de Sala nació en Cuba, la isla maravillosa de Marti, el héroe y el santo, libertó legándole su gran código de justicia y democracia, que ha adoptado todo el continente. No tuvo cuna de esclavo ni de pobre. Todo le sonrió en la vida. Los públicos europeos y americanos lo aclamaron en apoteosis inolvidables ; fue amado, fué rico, fué célebre.
Cuando se rompió su estrella, en uno de sus cataclismos del destino que parecen repercutir en el ritmo eterno de las esferas, vagó mísero y olvidado por este mismo Buenos Aires, que un día tuviera para él todos los mimos del éxito, todo el esplendor de la fama, toda la magnificencia que se concede a los que conquistan la victoria. El Paganini negro, murió oscuramente y miserablemente. Pero su sombra posee la riqueza indestructible de la gloria.
Gabino Ezeiza amó su tierra argentina con una inmensa pasión de buen hijo. Cotidianamente era el objeto de sus improvisaciones y era la patria amada, como una novia que en la vidalita o la décima, fuese exaltada con supremo amor.
Los gandes hombres de mi sangre y de mi raza, señores. Esta raza de tan grandes valores morales, que cuando se quiere hablar de fidelidad y nobleza, a ella se recurre y cuando se necesita recordar el coraje desbordante o sufrido, ella es también un exacto punto de referencia. Al evocar a estos dos negros ilustres y líricos, cómo me lleno de esperanza en el porvenir y cómo pienso en la conquista lenta y segura de la liberación de la raza. Algún día, Africa, su cuna, resplandecerá por ella. Bien sabemos como en Estados Unidos la colectividad es ya una fuerza positiva y creciente, con grandes cerebros científicos y creadores. Sobre ese fragmento de humanidad que hecha como si renovase día a día la hazaña de los titanes, Marian Henderson, como un ruiseñor divino, da su canto, eleva su trino inmortal.
Negros de todo el mundo; negros de América, negros de Europa; ¡oh! fuerte y querido Rene Marán!, no olvidéis dos glorias que si me pertenecen a mi por herencia de sangre, os pertenecen también a todos por herencia de raza: Claudio Brindis de Sala el magnífico; Gabino Ezeiza, el célebre. Yo me inclino reverente ante sus sombras inmortales! . ..
Virginia Brindis de Salas
Porque mi corazón
es miel y blanda cera
pecho ha de ser herido
hasta que muera
y mientras sueño, espera y desespero,
y en cárceles de amor
muriendo, muero.
Virginia
Crisantemos
Crisantemos de Mayo . . .
Crisantemos de Otoño . . .
Unos blancos y otros rojos,
Lilas y amarillos.
Dobles y sencillos,
Matizados otros.
Bella flor de mayo,
Eres ilusión . . .
Ilusión de novia.
Novias que soñaron con un traje blanco . . .
Un ave María . . .
Y sus ilusiones que quedaron truncas,
Como el crisantemo que no se arrancó
Se secó en la planta,
Igual que la novia, que murió de amor.
£a Carta
Nada ha muerto . . .
Ni la primera cita,
Ni aquel tu primer beso,
Ni el dulce hasta mañana.
Tu acento enamorado
Mantuvo de mis noches
El sueño desvelado:
De niña me decías
Y era pura mi alma
Y era grande mi anhelo,
Será testigo el cielo
Que nada habrá en el mundo
Que pueda separarnos.
¿ Recuerdas ?
Y mi alma que fue tuya
Y tuyo fué mi cuerpo,
Mi amor, toda mi vida
Cual lirio perfumado
Y un viento deshojado . . .
Pues tuya es esta carta
Que acaso no comprendo
Ni volveré a leer;
Me sumo en recuerdo,
Y era tibio tu aliento.
Tu voz emocionada
De gracia delicada.
Que frías tus palabras
Que me hablan de arrebato,
De cosas ya pasadas.
¿Me pides que te olvide?
¿Que olvide yo el instante
Supremo de mi vida?
Nada ha muerto,
Ni la primera cita,
Ni aquel tu primer beso.
Ni el dulce hasta mañana.
Me cabe el cañaveral
en cuatro dedos de ron.
Poco paga el yanqui ya
por este millón de cañas
que el negro sembró y cortó.
Mas no me trago este trago,
porque es trago de sudor.
Aquí el borracho es marino,
pero si se pone a andar
se ve que es de tierra el mar.
La ola suelta de un trago
aquí siempre es de huracán.
Mas si aquello va al hocico
con el instinto del cacho,
es que el ron siempre al borracho
le quema primero el pico.
Y por el pico esta vez
no es mi tufo el que echaré;
le voy a tirar al rico
desde aquí toda mi sed.
Cantando tal vez no pueda
pasar algodón de seda . . .
Mas como quiero cantar
bien claro, me voy a echar
todo el Caribe en un trago.
Y este viaje yo no pago
si ya el viajero es el mar.
Y mataré con mi boca
lo que con balas no mato.
Si un hombre cuerdo es barato,
que se me baje a los pies
el trago que no me achata,
que calientes de bachatas
con mis pies quiero esta vez
un idioma hablar que diga
que el ron no está en mi barriga,
que bajo este sol mulato
el ron no está en mis zapatos,
pero que también sin fiesta
si está el yanqui, se me junta
el ron en aquella punta
con la que mi potro vuela,
porque ante el yanqui borracho
se me emborracha la espuela.
Es que poco o mucho ya
me saco lo mío hoy;
me lo saco, porque el mar,
aunque se pone a golpear
puertos que de aquí no son,
siempre con mañas de ron
¡qué criollo camina el mar!
Me saco este grito hoy,
me saco este hueso ya;
¡que como en olas van rumbas
nunca estará yanqui el mar!
Pero como el negro suelta
agua - triste como yo.
Mientras el yanqui en el bar
duerme su siesta de ron.
Este trago no me trago
por ser trago de sudor.
“Tu Corazón”
Dije a mi corazón:
estás cansado
como águila en prisión,
odias la vida.
Si es cierto en ti
que la ilusión perdida
se esfumó con la sombra del pasado.
Yo te sé luchador
gigante y bravo;
ha palpitado en ti
sangre de esclavo.
Y eres fuerte y viril
como el acero.
¿Por qué palpitas trágico y callado?,
¿Por qué no te libertas de tus rejas?
Y habló mi corazón:
— “Amo y espero . . ”
Navidad palermitana
Cielo con muchas estrellas
Y luna blanca y redonda.
Qué linda que fue en Palermo
La noche de Navidad.
Enfarolada de cañas
Y de vinachos guerreros
La negrada entusiasmada
Hacía repicar los cueros.
Candombe de Navidad,
Candombe de sol caliente,
Reminiscencia africana
Que reviven los morenos
En nuestra fiesta cristiana.
Recinto de los esclavos
Del viejo Montevideo,
En donde por vez primera
Repicó mi tamboril.
Con mi candombe te evoco,
Con mi candombe te canto
Porque hoy los negros son libres
En esta tierra Oriental.
£a Criada de Color
Poema
A pesar de su risa estridente que alegra,
El rostro de la negra,
Fulge de sus pupilas un no se qué de origen:
Con ese primitivo mirar y su aborigen
Que en su piel de color su raza integra;
Y hace pensar en tribus y esclavos que se rigen
Por el servil recato de timidez sumida,
En angustia y zozobra de miserable vida
De quienes se lo exigen . . .
Con una resignada paciencia que obedece,
A todo ese mandato de rigor que estremece
Sentimientos muy hondos que vibran un latido,
Sobre el pecho cansado de sentirse oprimido . . .
Anhelos que fracasan entre tantos ultrajes
Como reminiscencias de aquellas selvas vírgenes:
Ocultas en frondosa fecundidad de bosques.
Por entre los paisajes
Sobre tierras salvajes
Verde aceituna y ocres...
La risa agudizada sobre sus dientes blancos,
Guarda en lo más profundo castigos de otra raza ;
Como pasión ferviente de querer libertarse,
Del ímpetu despótico con que se le rebaja.
Cuando hasta se le ultraja,
Y tiene que humillarse
Con la cabeza baja!!!
Por eso es que en su risa como grito estridente.
Hay recuerdos remotos del Pasado al Presente.
Y ahí se “desencaja”
Fuera de todo ambiente:
Y evoca los vestigios de ahogadas rebeldías,
Que curvan reverencias como de servidumbres,
Agrietando su rostro que hasta padece y se aja.
Mientras se resquebraja
Con débil pesadumbre,
Es la amarga tortura de tener mieldo al ¡amo!!!
*
Esto que lo rodea,
esto que en la distancia tiene su primitiva,
su inevitable fuerza;
esto que ya te sale de tu cuerpo,
esto que no te sale de tu cuerpo,
esto que sale a tiempo de planetas antiguos;
esto que viene sin horario, furioso y desatado,
esto que viene siempre
levantado de clima de animal y de ángel,
y a veces,
de lágrimas de viaje,
y a ratos,
de caprichos, de algo
que siendo lo accesorio se levanta y de súbito
te resume distancias,
como si de repente se escuchara en su gota
conversación de siglos.
Pero a veces,
tú lo dejas caer como piedra,
como una piedra simple,
esto que casi siempre no se cae como cosa
de física inocente . . .
Esto que tiene a veces palabras en latín,
olor de incienso alto,
esto que cabe a veces en un anillo serio.
Huésped de yodo
Todavía este viento. No para los veleros.
Sí para los que ha tiempo te navegan los ojos.
Allá los barcos fijos a los pies del océano;
allá con sus costillas de ballena sin carne
como un bosque desnudo. Todo barco que muere
se envuelve con la misma esmeralda rabiosa.
Ya no podrás volver (usan tus pies ciudades).
Además, ya conoces los árboles del agua,
los que un día te hicieron presentir en el fondo
que existe alguna cosa que hace versos, la cosa
que no es hombre y le pone jardines a los peces.
Sabemos que tu oficio fue pescador de perlas.
Sabemos que tu brazo se alargó como un grito
que algo buscas en el agua. Sin embargo, tus ojos
caen con un retazo de campana temible.
Pero el mapa, ese mapa. ¿Tú ves bien ese mapa?
Aquí la tierra grande como un grito de pan.
Y este viento, ¿lo sientes? No es el viento marino,
huele más bien a manos, huele más bien a piernas.
Un continente es fácil. Es lo fijo tan fácil
que casi no se nubla... Tacto siempre, ¿qué más?
T|u sonrisa de piedra y un poco de tierra
y otro poco de mar. (Tu quietad hace leguas).
Sabemos que tu oficio fué pescador de perlas.
Sin embargo, tú nunca dices cosas bonitas.
¿Será porque en tu llaga Dios se te está pudriendo?
*
Donde la voz parece más del árbol,
donde el hombre se un árbol
aquí donde los ojos de los niños . . .
Tal vez aquí no puedo decir nada,
tan cerca estoy de cosas que están
siempre, desnudas
puede mi tiempo ahora hervir la tarde.
Yo vengo de tan lejos y de tantas palabras,
vengo de tantas manos y de carne con
precio,
vengo de tantos vientres con inéditos
gritos,
que me sube la voz
igual que un ojo.
Aquí, donde este hombre
para decirme que no tiene
ropas,
desentierra los huesos
de su sonrisa:
tu azucena saliente y definida,
la azucena harapienta.
Es que tal vez comprende que
por su herida grande
pueden salir más
pájaros y ríos.
Se te van desprendiendo:
los ojos,
los brazos,
la sonrisa,
la voz,
tu cifra líquida.
¿Con qué entonces
vas a llenar tu aire de preguntas?
Tal vez con esta gota que está anciana de pura,
con esta gota blanca que se te cae tan vieja
como el mar que era gente en el primer sudor.
Cantos
En los bosques seculares
del Africa Virginal
Donde el león y el fiero chacal
aterran al colibrí.
Con las aves de los trópicos
hace el plumaje altanero.
Y donde canta el jilguero,
allí fue donde nací.
Si el sol, sol tostó
a mi frente, no igual a
mi corazón.
A la inspiración
de esta gran familia humana.
Aprendiendo los deberes
negros : no rechacen los placeres
que ensanchan al corazón.
NEGRO: SIEMPRE TRISTE
Tristezas de negros
tu canto es dolor, silencio,
humildad.
No cruces los brazos;
los negros no deben cruzarlos
jamás.
Tus antepasados los cruzaron ya . . .
Por temor al amor, por esclavitud
negro triste olvida . . .
Los buques negreros, aquellas sentinas oscuras
del barco, horrores, el hambre,
azotes sufridos, olvídalo todo;
que lentamente viene, la ansiada libertad!
Yo negra soy
Porque tengo la piel negra
¡ Esclava no ! . . .
Yo nací de vientre libre.
Badagris Badagris, dictador
de la puñalada y el veneno.
Espíritu vuelto de los cañaverales
del Tafiá, Padre, del rencor
y de la ira,
negro: implora al
Legbá, Dembolá, Uedó, Avidá.
Yo negra soy,
porque tengo la piel negra.
¡ Esclava no ! . . .
Negros
Alarde de dientes blancos
Elevándose en la roja pulpa de las sandías.
Hombres que cantan y cantan sus penas.
Con el alma asomada a la boca.
Entre los cañaverales
El ojo avizor del hombre blanco
Al final,
A la noche hosca . . .
La oscurece el bongó.
Tía y algo en mis venas
Vuelvo y me digo: la raíz es del hombre;
debe haber otra vez algo en mis venas,
reconociéndolo todo, penetrándolo todo,
como un largo puñal vestido de palabra.
Yo siento que me duele la piedra sin tocarme.
Aquí la fuga es mía, la disgregada cosa.
Hacedme herida, tiempo; golpeadme, tiempo, el sueño
que por mi herida sale, la estatua de mi silencio.
Algo tendré que busco los pétalos obreros.
¿Tendré altura de rosa? ¿No mediré ya el viento?
Alguien busca y encuentra por mis perdidas venas
la familia de luces que la epidermis calla.
Estos huesos que siempre los muevo, dirigen
si el armazón no fuera de una palabra, un (hambre)
si la mano en la sombra.
¿Raza?
Y aquí tienes la fecha: todo lo que tú viste
leve como la sombra. Todo lo que tú viste
dormido sobre piedras, sobre estatuas salvajes,
sobre las que tu frente prolongaba caminos,
pero caminos grandes; nada de los que a veces
peregrinan a sombra la palabra más pura;
nada de los caminos que ponen en las manos
metales que deslumbran y oscurecen al hombre.
Tú traes tu viajero, casi junto a las venas,
y tan cerca del lirio, y tan cerca del asno
no eres . objeto siempre (la piedra lo sabe),
mas no importa que ignore, son así las ciudades.
Oye la tierra a veces sus cabellos de vidrio.
El agua de tus ojos también le llega limpia.
Aquí la carne sabe a tierra buena.
Aquí no engaña el verde que mastica el cordero,
ni aquel que sube a veces por los ojos del ario (*) ;
todo tiene la fuerza de mansedumbre tuya,
y todo tiene un poco de azul como aquel pozo.
Ya ves que el cielo a veces se derrite y te dice
que todo es para el ciego cosechero de trigo,
que todo es para el padre que hace gritos sin ropa,
(*) Amo en africano.
que todo es para el diente que encanece el instinto,
que todo es para el mudo que se trae en las manos
un retazo de monte, y otro poco de cielo . . .
Todo aquello te pone más fácil y más claro,
que te sube a la voz, tan precisa, tan justa;
esto y lo que no saben los metales que compran,
hay un metal que habla con la voz que lo afila.
Tú que tienes las manos tan justamente limpias
que se te llenan siempre de ojos municipales;
tú que llevas los dedos tan simplemente abiertos
lo mismo que diez frutos que ante el filo maduran;
es que siempre en el aire primitivo del hombre
oigo gritos de piedras, rumores tan antiguos
que pueden ser de ahora, cuando el aire es de bala.
Sin embargo, no tienes una tierra con cielo,
no la tienen tus manos, y tiene tu grito.
El tamaño que tiene pequeñeces de carne
te echa al aire la sangre, y así quiere crecer,
y así quiere de aquello . . . Siendo la carne tierra
que no quiere ser baja cuando quiere ser hombre,
¡cuando quiere ser hombre!
Tú vienes de las nieblas igual que el Continente.
Testamento “Negro"
¿Sabe, compañero.
Qué cosa me hicieron?,
Todo me estropearon;
Es una crueldad.
Pronto llega el día
Que todo concluye
Y entonces el negro
Tendrá libertad.
Andembo y andembo.
No cobrar la infamia
Que Pancho sufrió.
Qué importa que el alma
Se encuentre oprimida
Si un rayo de luz,
Nos puede dar vida!!!
Caballito
Cuando la hierba para ser más niña
venía como un ángel de la ubre.
Cuando vestido de azucena el tiempo
me ensuciaba.
Desde que vino la palabra falda
lavada por los pasos de los niños.
Antes de que supieran que con sangre
los violines.
Casi cuando la infancia galopaba
en caballito de madera muerto
tal vez cuando la patria era haragana
como quel caballito.
Cuando vestido de azucena el tiempo
entonces . . .
no mis sueños, mi infancia modelaba.
Inmóvil
Hay algo,
hay algo tuyo aquí . . .
pero no,
yo no quiero mirarlo,
la mirada lo rompe.
Aquí tengo lo más visible tuyo,
tus manos.
Pero tus manos, para decir las cosas,
más que para tocarlas.
Hay algo más,
tu frente,
tú misma,
sí, te alejas, huyes! . . .
Casi nunca estás contigo.
paz, ¡Bendita seas!
Madre, Madrecita Santa.
Haz que tus plegarias sean escuchadas
Por el redentor.
Señor : que cese la guerra . . .
Por las Madres, Novias, Niños inocentes,
Dios : que seamos libres . . .
Madre: tú que sabes del dolor,
De amor, de sacrificio;
Tú que has sentido palpitar
En tus entrañas el fruto bendito
Del amor . . .
Detente, piensa en las otras
Madres de la tierra,
Que el psiquismo que ha conmovido al mundo,
Como plaga infernal
Fenezca en una mañana luminosa
Y que nuestros corazones tumultuosos,
Hagan vibrar la lira de la paz.
Nuestros labios victoriosos
Este himno de paz entonarán :
...¡PAZ, BENDITA SEAS!
EDITADO EN COMPAÑIA IMPRESORA S. A. (C.I.S.A.)
ISLA DE FLORES 1582 - TEL.: 40 10 89
MONTEVIDEO
Presentación del Libro "Rompiendo silencios", un relato sobre la vida de Virginia Brindis de Salas.
La producción de Virginia Brindes de Salas es muy variada, y comprende la poesía social , y absorbe géneros prestigiosos como la poesía erótica y el tango.
Pregón de Marimorena, es un verdadero tríptico de esa tendencia.Guadalupe plante una preeminencia de lo político social sobre lo que denomina "ñoño sentimental". Pero el viejo armazón lírico pervive. Sinos detenemos en el poema
"La hora de la tierra en que tu duermes", hay un indiscutible llamado a la acción:
La hora ciega a los otros
Que vienen del otro lado
Amigo, quítate la venda
Que a ti te ciega en este
Quítate la venda.
Aparte del coloquialismo inicial y las fórmulas paralelísticas de las primeras estrofas, vemos como abruptamente, en la quinta estrofa semetaforiza todo lo anterior con un léxico pleno de un lirismo romántico:
Busca perlas en la luna
En su luz anacarada
Baja tu vista a la tierra
Que ella da luz escarlata
Las imágenes del lirismo tradicional aparecen como un lenguaje deseado e imposible de acariciar en la textura de la palabra. Por eso la belleza de la luna se desvanece ante el espectáculo terrestre de la "luz escarlata".Incluso el espectáculo de la muerte asume dimensiones propias de la antipoesía con la mención de metonimias que aluden a la muerte:
Es la hora del de abajo
Y aquí no hay napoleones
Ni dianas abanderadas
Donde surgieron cañones
Y socavaron la tierra
Cientos de miles de bombos
Desprendidas en los aviones.
Nota: en la imagen, sello del Correo Uruguayo, pintura de la artista plástica y activista afrouruguaya Mary Porto Casas.
El cuerpo se manifiesta en un plano desidealizado. No es el portador del alma, es aquella superficie sufriente. Por eso el poema termina con una sentencia
Amigo todo es materia
Y ella golpea a la puerta
De tu corazón herido
En esa hora tan cierta.
En el "Pregón N1" lo corporal también transparenta el alma sufriente .Aquí tampoco hay un intento de embellecimiento, y lo que gana es la deformidad de la locura:
Quiero tu angustia
Quiero tu pena
Toda tu pena
Y el tajo de tu boca
Cuando ríes como una loca
La boca es desprovista de toda la sensualidad tradicional, y a través de la metáfora del tajo se aparta de todo constructo patriarcal en torno a la figura femenina.Esta visión del cuerpo tiene su correlato con la reivindicación del registro oral que se manifiesta en "Canto para un muchacho negro americano del sur".En esta línea hay una re territorialización africana del tango . En el poema antes citado se repite dos veces la palabra "tango", y reaparece con toda su intensidad erótica en "Tango N 1".
En este último poema, el cuerpo es el espacio de una verdadera realización amorosa y vital. Esta imagen erotizada y desprejuiciada del cuerpo reaparece en "Madrigal" y "Semblanza". Abandonando el gesto despectivo del colonizador, que gustaba de bestializar al negro por su cultura de lo corporal, Brindis de Salas parece devolver el desafío: el cuerpo es propuesto como una geografía a recorrer. La imagen bestializada y demónica del cuerpo es re encauzada haciendo del cuerpo un territorio benéfico y paradisíaco.
La inversión más importante que realiza Brindis de Salas incide en el plano religioso. La poesía negra tenía un misticismo constante dado su fervor religioso. Brindis de Salas absorbe lo religioso, pero con fines trascendentales: lo religioso en ella se desvía hacia lo erótico, y en este punto no hace más que retomar la tradición bíblica del Cantar de los cantares. Las visiones más recientes de los estudios bíblicos coinciden en ver a este poema como un claro poema erótico, y no como pretende la doctrina católica que insiste en ver en él, el matrimonio entre Dios y el creyente. Incluso amplía el camino iniciado por San Juan de la Cruz o Santa Teresa dentro de la poesía mística española.Los rastros bíblicos del Cantar de los cantares son abundantes:
Tú miras mi carne morena
Con ojos que son dos ascuas
Quisiera ser una fuente
Donde escancies sed de ansias
("Madrigal")
(.)Porque mejores son tus amores
que el vino(.)
Morena soy,
Oh hijas de Jerusalén,
Pero codiciable
Claramente, las imágenes eróticas del Cantar son sobre explicitadas e intensificadas. También, al igual que en el Cantar, el erotismo se construye con referencias a la vegetación. En algunos casos, estos transportes llegan a combinar metáforas mediante los procedimientos que H. Friedrich dio en llamar técnica del fundido :
Quiero quemar la sangre
De mis venas en el trópico
De tu frenesí trashumante
("Madrigal")
De todo esto se puede concluir con que Virginia Brindis de Salas maneja diversos registros poéticos. Posee una facilidad para pasar de uno a otro.Su modernidad radica en la asunción de la polifuncionalidad de la palabra poética. Esta visión de la poesía se amolda dentro de otra que ve a la poesía como un acto comunicativo (visión que proviene de Sartre)
Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz.German Pitta (Poesìa Negra)
VIRGINIA BRINDIS DE SALAS:
PIONERA AFROURUGUAYA
Por Mario Grande
Solo servían para mucamas. Prejuicio que, pese a conquistas indudables, pervive en el imaginario popular. Por eso tardaron tanto en ser aceptadas y reconocidas como poetas. No importa que fueran memoria viva a través de historias, cantos y proverbios en las nuevas lenguas; mantenedoras del vínculo con los antepasados en un difícil ejercicio de sincretismo religioso; protagonistas de la emancipación. La cultura oficial las ninguneaba. Eran invisibles. No hace tantos años. Aunque en esto también hay algunas diferencias entre el norte y el sur del continente americano.
Curiosamente, el primer libro de una poeta afroamericana se publicó en Londres en 1773, antes de la independencia de las Trece Colonias: Poems on Various Subjects, Religious and Moral, obra de la poeta de origen senegalés Phillis Wheatley. Hubieron de pasar varias décadas hasta que publicaron sus poemarios Frances Harper (Forest Leaves, 1845; Poems on Miscellaneous Subjects, 1854, The Martyr of Alabama and Other Poems, 1894) y Lucy Terry (Bars Fight, 1855). Anne Spencer vio sus poemas publicados en antologías en los años veinte del siglo XX.
En cambio, en el área del Caribe, América Central y del Sur habrá que esperar a mediados del siglo XX para que las poetas afrodescendientes comiencen a publicar. Tal el caso de la cubana Georgina Herrera (GH, 1962), aun cuando la poesía de la colombiana Teresa Martínez de Varela y la brasileña Carolina de Jesús permaneció inédita muchos años, pese a haber visto ambas publicadas sus obras en prosa: la novela Guerra y amor (1947) y el inclasificable Quarto de despejo (1960), respectivamente.
Fue la uruguaya Virginia Brindis de Salas quien tuvo la fortuna de publicar el primer poemario escrito por una poeta afrodescendiente: Pregón de Marimorena (1946, reeditado en 1952), al que siguió Cien cárceles de amor (1949).
Virginia Brindis de Salas (pseudónimo de Iris Virginia Salas, Montevideo, 1908 - Buenos Aires, 1958) fue miembro activo del Círculo de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores Negros de Uruguay (CIAPEN) y de la redacción del periódico “Nuestra Raza” entre 1939 y 1948. Los versos de Brindis de Salas son un cántico al amor entreverado con la denuncia del racismo que sufren los negros de Uruguay.
Los dos tangos que siguen pertenecen a Pregón de Marimorena. Toda una síntesis de los orígenes negros de este baile/canto donde confluyen instrumentos, ritmos y letras de diversas procedencias.
TANGO NÚMERO UNO
Turbación de cuerpos adheridos,
el cadáver de una noche.
Ayer tambor,
hoy danza;
tenue langor,
alabanza.
Tambora
agitada en el solar,
sonora
tambora chás, chás.
El puñal del violín
se clava en el alma del piano.
Rueda de gallo,
tribu en el ostracismo.
Ay don Rafel de Sobremonte
¿quién los junta,
quién vio tantos negros juntos
alrededor de un tambor?
Ay don Rafael de Sobremonte!
Tangó,
Tangó, tangó, tangó.
¿Quién junta,
quién los junta
quién junta la música y el danzón,
al hombre y la mujer
pies y pecho?
Ídolo bandoneón.
TANGO NÚMERO DOS
Qué ojeras
tiene la noche
en las caderas del tango.
Tambor
que gime en el piano
y es canto
en el bandoneón.
(Danza
que bailaron esclavos,
parche y ritmo
en su elemental rueda de gallo)
Yimbamba – yimbamba
yimbamba – yambambé;
son de tus caderas
y tus pies.
Ahééé,
canta el chico
ahóóó,
canta el “piano”.
Yumba que yumba
yumba que yumba
yumba que yumba
yumba que yumba,
chás, chás!
Qué ojeras tiene la noche
que se va descaderando
con un tango dormilón.
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