Raquel Martín Caraballo
(19 de septiembre de 1972, Santa Cruz de Tenerife)
Desde muy temprana edad se interesó por la creación literaria, publicando su primer relato con sólo 6 años. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna y posteriormente realizó el Máster de Periodismo del diario EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Toda su actividad profesional ha estado ligada al mundo de la escritura: como redactora becaria en el periódico EL PAÍS (donde trabajó en las secciones de Cultura e Internacional); y como redactora cultural y editora del Suplemento de fin de semana MOSAICO, en el diario tinerfeño LA GACETA DE CANARIAS; más tarde, como creativa-copy en la Agencia de Comunicación ATLANTIS PUBLICIDAD y luego con su propio sello free-lance Boutique Creativa. Además, ha prestado servicios como lectora, correctora y coach literaria para distintas empresas editoriales.
Con 20 años ganó el Premio de Poesía Félix Francisco Casanova, con el poemario titulado Transfusión de voz. Ha publicado las novelas El Club de los Enred@dos (Ed. Afortunadas, 2002) y Antes del Último Sol (Ed. Afortunadas, 2005). También ha editado diversos materiales didácticos (como Canarias cumple 20 años de Autonomía: 2º y 3er Ciclo de Educación Primaria- Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 2003), colaboraciones literarias (volumen colectivo Pedro García Cabrera: aires de libertad (Ediciones Idea, 2006) y menciones por distintos relatos (La tortuga y Hemos vuelto al subsuelo, que fueron Premios literarios del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la Universidad de La Laguna, 1990 y 1992).
En 2010 recibió un accésit narrativo en el Certamen de micro-relatos “La Rioja y los 5 sentidos”, con el relato Herencia (Gobierno de La Rioja). Le siguió la mención por el relato Rescate, incluido en el libro colectivo Señales Mínimas. Microcuentos (Ediciones Idea, 2012), como parte del Certamen Literario de Ámbito Cultural de El Corte Inglés. En 2014 recibió el Premio de Poesía Pedro García Cabrera por su poemario Un árbol en Rodmell, promovido por la Fundación CajaCanarias, y fue también seleccionada para participar en la Antología de Poesía Española Contemporánea: del Uno al Otro Confín, editada por el sello Chiado Editorial. En la actualidad se dedica a la actividad literaria y prepara como docente unos Talleres de Escritura Creativa dirigidos a niños y jóvenes escritores.
La primera vez que hablé con mi psiquiatra
fue por e-mail.
Tengo que confesar que la temía.
Temo poderosamente a los psiquiatras
(recuerdo al inhóspito doctor Gordon
sacando a Esther Green
de su campana de cristal
y me estremezco con el desplome de la palanca
del electroshock).
Entonces elegí la e-vía para no verme demasiado obligada
a temerla tanto
(ya se sabe que a un click de distancia
las cosas se sienten distintas).
Esperé una respuesta fría y formal,
algo así como: “procederemos, pues, a nivel terapéutico”.
Pero entonces, como una ligera brisa desde el acantilado,
aterrizó en mi Bandeja de Entrada un mensaje un tanto diferente:
“claro que puedo ayudarla”.
La segunda vez que hablé con mi psiquiatra
fue cara a cara,
aunque aún sin mirarnos a los ojos.
Tengo que confesar que la temía,
si bien el pánico había quedado reducido a un residuo controlable.
La tercera vez que hablé con mi psiquiatra
ella no dudó en poner sobre la mesa su cajita de Kleenex.
Tengo que decir que, en aquel justo momento,
el miedo me abandonó.
(Del poemario No esperes nada)
Mi gato Onetti es largo
como el invierno.
Va de un muro a otro
y ya no sé cuántas sombras
le han sido atribuidas.
“Tiene usted un gato bipolar”,
me ha dicho el veterinario.
“Dele Prozac ½ y ½”.
Onetti es ingrávido y elástico como el agua.
Araña la noche allá donde más duele.
De pronto se estira como la luz
y salta de la alcantarilla a la esperanza
con una facilidad envidiable.
Onetti es relativo y se cuela en los sumideros.
De no creer en nada pasa a quererlo todo:
Vividor y putero. Navajero y poeta.
A veces es Borges. Otras, Homero.
Depende del ángulo de la luna que lo enfoque,
y de las hojas de marihuana que haya mascado.
Mi gato es un chicle viejo como el tiempo:
ciego e inmortal. Flaco como el desapego.
Ya no sé cuántas vidas le han sido señaladas.
A veces es blanco. Otras, negro.
(Del poemario Animal de luz)
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