martes, 12 de mayo de 2015

MARÍA ELENA ROCCHIO [15.937]


María Elena Rocchio 

Nació en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires (Argentina). Reside en la ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Publicó los libros “Ahora mis alas, ahora” (2000); “Himno circular” (2002); “Luz indefensa” (2009) y "El misterio posible" (2015). 

Sus poemas fueron incluidos en diversas antologías. Desde el año 2000 es coordinadora del Café Literario “Antonio Aliberti”. Citada en el “Diccionario Histórico” dirigido por Fermín Chávez, en el año 2005. Fue coordinadora de la peña literaria Julia Prilutzky Farny desde el año 2005 al año 2007 inclusive. Participó de numerosos encuentros literarios.




Poemas de: LUZ INDEFENSA


Poema I

Interacción del alma con los fantasmas del parque,
cubierto de hojas secas
como el recuerdo del verano,
en estos días de mayo el corazón tembló tanto,
que solo muy lentamente va reconociendo el cuerpo
que habita.

Las palabras, heridas de ausencia, 
se enredan como espinas alrededor de las manos.
La soledad descubre infiernos,
tendidos mansamente en la memoria.

La felicidad, olvido de la muerte,
momentos en que se detiene el corazón
para anunciar el vértigo con ojos de música.

Hay calles que me llevaban a lo más alto
del espíritu,
habitadas por la inminencia del encuentro, 
ahora las recuerdo para adormecer en el alma
las sensaciones del paisaje, 

Hay que entibiarse en un fuego inventado, a veces.



Poema II

no tomen en cuenta las manos tendidas, la sonrisa
no tomen en cuenta todas las palabras
ni el cálido regocijo del abrazo

tomen en cuenta el silencio del olvido
los nombres borrados de la agenda
la purificación de la palabra en el dolor

la duda de Dios
la duda del amor
espinas del egoísmo
y tantas horas de incertidumbre

no quiero ser verdugo de este día




Poema III

mi lágrima
cántaro de bendiciones
pila bautismal de los pecados
toda noche de amor
fue concebida por la búsqueda
la intrínseca poesía
del mandato

el deseo es la anunciación de la morada




Poema V

bajo los párpados recuerdo los sueños

revisé tu nombre sobre todas las cosas
releí el cuento de hadas
que nunca me creíste 
la venganza de besos
sobre alfombra y nube de palabras

devota mesura ojos cerrados
del amante

más tarde la intimidad se nos pierde
en el vientre de la ciudad

como un poema publicado





Poema VII

Tenemos esta vida
entre tantas posibilidades de no
tenerla
dice Maria Granata

Y por qué no la eternidad
la compasión y el éxtasis,

esas magnolias que quedaron
como belleza primera
en los sentidos de la infancia
acechando, preparando

el alma para Dios
la piel para el milagro.




Poema IX

“… y el calor y la violencia de un corazón de poeta /
negocian desde siempre mal con el cuerpo.”

María Negroni


la lujuria ha sido audaz
como el tránsito del viento
destruyendo techos
mientras el sol cegaba las persianas

ahora en la noche estéril
la memoria se abre paso
en la piel devastada
deseo y lágrimas son la misma sangre
una dulce calma tan triste

cuando el sueño aparece
sin el calor de tu cuerpo




Poema XI

rehúye la fuerza del relámpago
cual es la tortura
fuera del pensamiento?

en la piel montan luces
en el preciso espacio
que ocupa mi almanaque

cabe todo lo intenso
entre la infancia y los sentidos
la derrota del miedo

y despertar de a poco
oh! Dios como ordenar la historia
mientras bosteza el gato




Poema XII

delectación y verbo

busco la luz perdida
en los rincones del alma
una utopía para trascender

el tiempo desangra la sed de vivir

nadie sabe que desato los cordones
que la ilusión persiste
al borde del silencio

que la hoja en blanco
es un demonio abierto




Poema XIII

mi espíritu está ahí donde la noche
entorna las puertas al desprevenido
siento mi sed de oleaje

en el faro se estrella el silencio
el duelo de mi palabra y la belleza
impune de los astros

el pecado del mar es su inmortalidad
enfriando mis manos
mis manos




Poema XIV

viviré anhelando el mar
hasta el último aliento

las paredes que miro me devuelven
al centro de las cosas
no llevan tu retrato me impresionan
como el final de un largo muelle
donde el regreso es impreciso

amor nunca estaremos solos
presiento que los dos
bebemos del mismo vino
con un brillo de lágrimas

única vanidad que me concedo



Poema XV

abandonar un poema
una luz indefensa
que pueda entristecer a los amigos

lejos de las pasiones
en la imaginación del alba
destejo fantasmas 

persiste una vaga inocencia
los hijos el viejo mantel

persiste la amistad
esa ráfaga de sol en la garganta

la inspiración es un altar
donde la cobra del pasado
sacrifica recuerdos

mis versos no respiran
imaginan el aire
enrarecido a veces por un vago temor

la inquietud de abandonar un poema
una luz indefensa
que pueda entristecer a los amigos



Poema XVII

suicidio de las imágenes
que se sublevaron
sin dejarme nada

no hay venganza al silencio
nada inmaterial es víctima
del asedio del miedo

ni el pasado se entera
del látigo de excusas
que me golpea en vano

elevo el rosario con cuidado
para que el rostro de la virgen
no se moje de lágrimas

de todas las instancias del amor
desde las calles desde el mar los bares
de todas las instancias del amor

elijo el poema
liturgia del alma
Violada por tanta belleza

el pecado es querer vivir
como las flores rojas
deseada por los ojos y las manos

haber besado tu garganta
bebido el vino de uvas inocentes

una sola cosa temo
oír los latidos del corazón

la imaginación puede morir
sin consumar la palabra



Poema XVIII

hasta que el otro se bosqueja
en las propias pupilas
un sitio de espera es el naufragio

cuando llegas todo es luz
como los arabescos de incienso
en la misa de la infancia

en el hueco de tu cuello tibio
no me llegan voces ni paisaje
ni me creo inmortal

es mi secreto



Poema XIX

confieso que temo las armas del dolor
sobrevivo respiro deleite
por aquella felicidad
la plenitud de la piel
resplandor de la mesa que supe tender

escribo porque fluye en palabras
la sal de mis heridas

gastadas por el tiempo y el olvido





Poema XX

piedras mojadas
es verano la lluvia cae sobre mí
ninguna cruz para esta muerte amor

sola yo sobre la tierra abrazo mis rodillas
un latido debajo de la piel
en silencio con las manos quietas
pienso te pienso

la lluvia sigue y sigue mojándolo todo
por qué resbala así
como el pasado

qué dioses nos habitan
en esta casa sin fuego





Poema XXIV

A la memoria del poeta Hugo Acevedo


Voy a estar ausente del sendero bellísimo.
Hojas verdes como caricias de amante universal,
torso amarillo del otoño
piel convocada al fuego del verano.

Ay, mis pasos tan lentos para el vértigo
de la naturaleza estremecida
le hablo con lágrimas que mojan la tierra,
que no se entera, que no se rinde como yo, 
que no siente mis pasos
la palma de las manos.

En la frontera del amanecer
asoma un día cálido.




Poema XXX

jirones del espíritu
la gracia del poema

recobro las cosas y los nombres

tantas veces volveré a decir
palabras ancestrales

el alma se comprende
en círculos y círculos de amor

nada se muere






El misterio posible - María Elena Rocchio


“Las ceremonias son alfileres/clavados en el aire/para herir el silencio” dice María Elena Rocchio y tiende ante nosotros su ceremonia de escritura develando el misterio posible.

Débora Di Iácono nos adelanta en el prólogo: El poema cercano a la plegaria, su hermana.

Y también Marcos Silber nos anticipa su ceremonia de entrega: Su reposada belleza nos remite al templo…

“El mantel de la mesa/de mi madre/ángel que todo sabe/y todo calma”

La religiosidad sobrevuela la poesía de María Elena Rocchio y cae en la palabra reveladora: “cuando se tuvo amor se tuvo todo/hay un dios en la puerta de la casa”

La duda muere con la muerte: qué habremos de salvar/el yo, el otro, el alma, la materia?/qué pirueta divina nos espera/por fuera de los libros/
Yace Hamlet en lo profundo del mar/sereno en la poesía del ángel?/una caricia de sal en los ojos/de los que llegan a destino/si todo muere/la duda también.

Y si es en la palabra donde encuentra alguna verdad y nos la ofrenda, en la hondura de su recuerdo de las horas pasadas y futuras sabe que algo más fuerte, más poderoso, más cierto se impone, el deseo: cuando anochece/las palabras se abren al deseo/se desliza la lluvia/del otro lado de mis manos/mis libros no saben/de la íntima sed… 

María Elena Rocchio, 2014














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