María Elena Rocchio
Nació en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires (Argentina). Reside en la ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Publicó los libros “Ahora mis alas, ahora” (2000); “Himno circular” (2002); “Luz indefensa” (2009) y "El misterio posible" (2015).
Sus poemas fueron incluidos en diversas antologías. Desde el año 2000 es coordinadora del Café Literario “Antonio Aliberti”. Citada en el “Diccionario Histórico” dirigido por Fermín Chávez, en el año 2005. Fue coordinadora de la peña literaria Julia Prilutzky Farny desde el año 2005 al año 2007 inclusive. Participó de numerosos encuentros literarios.
Poemas de: LUZ INDEFENSA
Poema I
Interacción del alma con los fantasmas del parque,
cubierto de hojas secas
como el recuerdo del verano,
en estos días de mayo el corazón tembló tanto,
que solo muy lentamente va reconociendo el cuerpo
que habita.
Las palabras, heridas de ausencia,
se enredan como espinas alrededor de las manos.
La soledad descubre infiernos,
tendidos mansamente en la memoria.
La felicidad, olvido de la muerte,
momentos en que se detiene el corazón
para anunciar el vértigo con ojos de música.
Hay calles que me llevaban a lo más alto
del espíritu,
habitadas por la inminencia del encuentro,
ahora las recuerdo para adormecer en el alma
las sensaciones del paisaje,
Hay que entibiarse en un fuego inventado, a veces.
Poema II
no tomen en cuenta las manos tendidas, la sonrisa
no tomen en cuenta todas las palabras
ni el cálido regocijo del abrazo
tomen en cuenta el silencio del olvido
los nombres borrados de la agenda
la purificación de la palabra en el dolor
la duda de Dios
la duda del amor
espinas del egoísmo
y tantas horas de incertidumbre
no quiero ser verdugo de este día
Poema III
mi lágrima
cántaro de bendiciones
pila bautismal de los pecados
toda noche de amor
fue concebida por la búsqueda
la intrínseca poesía
del mandato
el deseo es la anunciación de la morada
Poema V
bajo los párpados recuerdo los sueños
revisé tu nombre sobre todas las cosas
releí el cuento de hadas
que nunca me creíste
la venganza de besos
sobre alfombra y nube de palabras
devota mesura ojos cerrados
del amante
más tarde la intimidad se nos pierde
en el vientre de la ciudad
como un poema publicado
Poema VII
Tenemos esta vida
entre tantas posibilidades de no
tenerla
dice Maria Granata
Y por qué no la eternidad
la compasión y el éxtasis,
esas magnolias que quedaron
como belleza primera
en los sentidos de la infancia
acechando, preparando
el alma para Dios
la piel para el milagro.
Poema IX
“… y el calor y la violencia de un corazón de poeta /
negocian desde siempre mal con el cuerpo.”
María Negroni
la lujuria ha sido audaz
como el tránsito del viento
destruyendo techos
mientras el sol cegaba las persianas
ahora en la noche estéril
la memoria se abre paso
en la piel devastada
deseo y lágrimas son la misma sangre
una dulce calma tan triste
cuando el sueño aparece
sin el calor de tu cuerpo
Poema XI
rehúye la fuerza del relámpago
cual es la tortura
fuera del pensamiento?
en la piel montan luces
en el preciso espacio
que ocupa mi almanaque
cabe todo lo intenso
entre la infancia y los sentidos
la derrota del miedo
y despertar de a poco
oh! Dios como ordenar la historia
mientras bosteza el gato
Poema XII
delectación y verbo
busco la luz perdida
en los rincones del alma
una utopía para trascender
el tiempo desangra la sed de vivir
nadie sabe que desato los cordones
que la ilusión persiste
al borde del silencio
que la hoja en blanco
es un demonio abierto
Poema XIII
mi espíritu está ahí donde la noche
entorna las puertas al desprevenido
siento mi sed de oleaje
en el faro se estrella el silencio
el duelo de mi palabra y la belleza
impune de los astros
el pecado del mar es su inmortalidad
enfriando mis manos
mis manos
Poema XIV
viviré anhelando el mar
hasta el último aliento
las paredes que miro me devuelven
al centro de las cosas
no llevan tu retrato me impresionan
como el final de un largo muelle
donde el regreso es impreciso
amor nunca estaremos solos
presiento que los dos
bebemos del mismo vino
con un brillo de lágrimas
única vanidad que me concedo
Poema XV
abandonar un poema
una luz indefensa
que pueda entristecer a los amigos
lejos de las pasiones
en la imaginación del alba
destejo fantasmas
persiste una vaga inocencia
los hijos el viejo mantel
persiste la amistad
esa ráfaga de sol en la garganta
la inspiración es un altar
donde la cobra del pasado
sacrifica recuerdos
mis versos no respiran
imaginan el aire
enrarecido a veces por un vago temor
la inquietud de abandonar un poema
una luz indefensa
que pueda entristecer a los amigos
Poema XVII
suicidio de las imágenes
que se sublevaron
sin dejarme nada
no hay venganza al silencio
nada inmaterial es víctima
del asedio del miedo
ni el pasado se entera
del látigo de excusas
que me golpea en vano
elevo el rosario con cuidado
para que el rostro de la virgen
no se moje de lágrimas
de todas las instancias del amor
desde las calles desde el mar los bares
de todas las instancias del amor
elijo el poema
liturgia del alma
Violada por tanta belleza
el pecado es querer vivir
como las flores rojas
deseada por los ojos y las manos
haber besado tu garganta
bebido el vino de uvas inocentes
una sola cosa temo
oír los latidos del corazón
la imaginación puede morir
sin consumar la palabra
Poema XVIII
hasta que el otro se bosqueja
en las propias pupilas
un sitio de espera es el naufragio
cuando llegas todo es luz
como los arabescos de incienso
en la misa de la infancia
en el hueco de tu cuello tibio
no me llegan voces ni paisaje
ni me creo inmortal
es mi secreto
Poema XIX
confieso que temo las armas del dolor
sobrevivo respiro deleite
por aquella felicidad
la plenitud de la piel
resplandor de la mesa que supe tender
escribo porque fluye en palabras
la sal de mis heridas
gastadas por el tiempo y el olvido
Poema XX
piedras mojadas
es verano la lluvia cae sobre mí
ninguna cruz para esta muerte amor
sola yo sobre la tierra abrazo mis rodillas
un latido debajo de la piel
en silencio con las manos quietas
pienso te pienso
la lluvia sigue y sigue mojándolo todo
por qué resbala así
como el pasado
qué dioses nos habitan
en esta casa sin fuego
Poema XXIV
A la memoria del poeta Hugo Acevedo
Voy a estar ausente del sendero bellísimo.
Hojas verdes como caricias de amante universal,
torso amarillo del otoño
piel convocada al fuego del verano.
Ay, mis pasos tan lentos para el vértigo
de la naturaleza estremecida
le hablo con lágrimas que mojan la tierra,
que no se entera, que no se rinde como yo,
que no siente mis pasos
la palma de las manos.
En la frontera del amanecer
asoma un día cálido.
Poema XXX
jirones del espíritu
la gracia del poema
recobro las cosas y los nombres
tantas veces volveré a decir
palabras ancestrales
el alma se comprende
en círculos y círculos de amor
nada se muere
El misterio posible - María Elena Rocchio
“Las ceremonias son alfileres/clavados en el aire/para herir el silencio” dice María Elena Rocchio y tiende ante nosotros su ceremonia de escritura develando el misterio posible.
Débora Di Iácono nos adelanta en el prólogo: El poema cercano a la plegaria, su hermana.
Y también Marcos Silber nos anticipa su ceremonia de entrega: Su reposada belleza nos remite al templo…
“El mantel de la mesa/de mi madre/ángel que todo sabe/y todo calma”
La religiosidad sobrevuela la poesía de María Elena Rocchio y cae en la palabra reveladora: “cuando se tuvo amor se tuvo todo/hay un dios en la puerta de la casa”
La duda muere con la muerte: qué habremos de salvar/el yo, el otro, el alma, la materia?/qué pirueta divina nos espera/por fuera de los libros/
Yace Hamlet en lo profundo del mar/sereno en la poesía del ángel?/una caricia de sal en los ojos/de los que llegan a destino/si todo muere/la duda también.
Y si es en la palabra donde encuentra alguna verdad y nos la ofrenda, en la hondura de su recuerdo de las horas pasadas y futuras sabe que algo más fuerte, más poderoso, más cierto se impone, el deseo: cuando anochece/las palabras se abren al deseo/se desliza la lluvia/del otro lado de mis manos/mis libros no saben/de la íntima sed…
María Elena Rocchio, 2014
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