Juana Adcock
(Monterrey, México 1982) es poeta y traductora. Licenciada en letras españolas por el Tec de Monterrey, con máster en creación literaria por la Universidad de Glasgow. Su trabajo ha sido incluido en publicaciones como Magma Poetry, Gutter, Glasgow Review of Books, Asymptote y Words Without Borders. Su primer libro, Manca, explora la anatomía de la violencia en México y fue considerado por el crítico Sergio González Rodríguez como uno de los mejores libros de poesía publicados en 2014.
MEDITATURBIO EXÓVULO EN UNA LAVANDERÍA
Mientras México me espera paciente con sus catedrales rococó,
sus balcones bauhaus, sus melones decapitados y sus doctores
miro las amígdalas de ropa su mojada musculatura
luchando contra sí misma vuelta y vuelta.
Alguna vez me senté en los azulejos
entre el lint y las tinieblas del detergente sucio
para recargar mi cabeza contra tu estómago: oh, lavadora!
consuelo de las mujeres sin pecado concebidas, torre de acabado enamel
inmaculado vaso de aguas circulares
eras tan tibia, y los líquidos y burbujas peristálticas
me daban maternal consuelo.
Un hombre gengibre que era pura carcajada desde la papada cervecera
hasta la pelusa del protuberante ombligo
me hacía recuento mostrándome las encías
de un episodio de Doctor Who
el piso y las paredes y nosotros temblábamos acelerando
las revoluciones aqua magic.
Hoy entre sus números
sólo me pasa una moneda heptagonal que reverbera
como una gota de agua en la palma de mi mano.
Con más de un muerto nadando en el cráneo
paso la mano por la convexa colandera, inserto la moneda
y el calor de las máquinas sus tubos ocultos
el insoportable plástico que resbala
los ejércitos de dobleces precisos
y las canastas sonrientes como muñecas rusas
me dicen: abandona la tanda, déjalo todo.
Salgo al frío y las hilazas se enredan en mis tónsilas
tontas hinchadas de mocos y lágrimas mal sublimadas
es el fin, y siento una aborazada gana
de haber vivido, de no volver
al principio, diciendo:
I, frantically
(publicado en Manca, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2014)
DESPUÉS DEL ESPECTACULAR ENTIERRO
DE LA PIERNA DEL SEÑOR PRESIDENTE
Cuánto hizo por nosotros, valiente
en toda su sabiduría en toda la beldad de su verdad
vello de cada ahogada glándula sebácea
Reparte acotamuros telegrafías garfias excrecencia
esculturales músculos divididos en agua meniscos
ligamentos cruzados
enarbolada varicosa varias cosas quisimos decirle
pero ahora
demasiado tarde
la pierna vestida de gala el pantalón de rayón
embalsamada
el zapato musical, encharolado
el Quinceuñas y setentaidosmil velas
Cada llama una banderita
una sílaba que se agita
PENIQUES, o de cómo single-handedly nos saqué de la crisis
Cuando llegué al dizque unido reino reinado
por autómatas y fantoches se me terminó
muy prontamente el dinero. Encontré en la alacena
del humilde hostal que me hospedaba un frasco
de monedas marrón en conserva.
De esa gelatina vital fui robando de cien en cien
para comprar un litro de leche, cualquier pan.
Hurgaba también
en el basurero las sobras de espagueti
los pimientos casi podridos.
A menudo en mis últimas horas de esperanza
encontraba en un charco una pesada moneda de libra
entonces lo invertía todo,
dios de la moneda por el dios del cacao.
Robaba las manzanas que se habían caído al pavimento
robaba sortijas plásticas de tiendas de regalos y novedades.
Madrugaba para sentarme esclava ante la caja registradora.
Las monedas que caían al ser contadas
engrapándoseme en la sien con su olor agudo
a balazos en otras tierras robadas de otros hombres.
No es mío, no es mío, no es mío, no es mío, no es tuyo, no es suyo, no es nuestro.
Cuántas veces tuve que caminar durante horas porque
no encontré el penique faltante para completar el pasaje.
Otrora el cobre. Cobre, cobre bien. Para que sepan
valorar lo que es bueno. Cobré. Pero un día recordé
el sempiternamente lleno frasco de conservas.
Había que repartir, sembrar las monedas en los asfaltos,
cultivar un sentimiento de abundancia –a penny a day
keeps your bad luck away– que al final es
esa sola fécula espécula financiaria intención mágica
lo que convierte al dinero auto-referenciándose
en dinero auto-referenciándose. El dios del dinero es circular:
que no se estanque, que –meagre as milk– no se acabe
vacas que vierten orines, ese claro
whisky first currency of Scotland
uisge beatha first water of life
pissed out of a cow
(publicado en Manca, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2014)
PENNIES, OR HOW I SINGLE-HANDEDLY GOT US OUT OF THE CRISIS
When I arrived to the so-called united
kingdom reigned by automatons and charlatans my money
soon ran out. I found in the pantry
of the humble hostal that housed me a big jarfull
of brown penny conserve, organic and handmade in a farm in the north of France.
From that vital jelly I started stealing, a bit at a time,
to buy a pint of milk, any bread.
I rummaged too
through bins for dispersed spaghetti strands,
for peppers almost rotting.
Often in my last moments of hope
I found in a puddle a heavy pound coin
then I invested it all at once
an offering from the god of money to the god of cacao.
I stole the apples fallen to the pavement
I stole plastic rings from pound shops
I rose at dawn to slave at the till,
the coins that fell as I cashed up
stapling through my temples with their high-pitched
smell of gunshots in lands of other men stolen by other men.
Not mine, not mine, not mine, not mine, not yours, not theirs, not ours.
How many times did I walk for hours for lacking
the last missing penny for my bus fare.
But one day I cracked it: I remembered the jar of conserve, always full, no matter how much I stole.
What we needed was to plant pennies on the pavement
to gift ourselves a feeling of abundance—a penny a day
keeps your bad luck away. The sole
speculation magical intention
that transforms self-referencing money
into self-referencing money. The god of money is circular:
may it not stagnate, may it—meagre as milk—never run out
just like cows when they pour themselves out
or that clear
whisky first currency of Scotland
usige beatha first water of life
pissed out of a cow
(Published in Gutter, issue 10, 2014)
MALQUISTO
Te quiero cucaracha, dátil exquisito
niño preciosista, charoles puntiagudodos,
cravats, punta de diamante (una sola,
preciosa, de sus lágrimas)
pájaro bordado en el cojín que te encontré en la calle
qué simulacro, alacranes celestiales,
cuando encajas tus pezuñas en las nubes
Published in San Diego Poetry Annual 2012/13
MY BAD ONE
I love you cockroach, exquisite date
precocious boy with poignant patent leathers,
cravats, points of diamond (a single,
sugared tear)
bird embroidered on the street-found cushion
what a sham, celestial scorpions,
when you dip your hooves in the clouds
translated by JL Williams
PIET MONDRIAN’S FLOWERS
There once was a man who defended the line
in its purest and simplest state. No trying
to appear three dimensional, no secondary colours,
just pure composition. To get at the most essential
state of things. He believed in this
as in a religion, bored his friends with his endless remonstrations,
disciplined schoolchildren according to the vertical line
and the horizontal line.
He made his whole habitat a realm of geometry.
He roused in the morning with square pillow marks on his square cheek,
pushed toothpaste from a square tube on a square toothbrush he’d fashioned himself,
ate square fried eggs on square toast on square white plates adorned with lines,
black and straight.
When he died,
they found in a little square box
under his square bed,
several hundred watercolour flowers,
each one neatly folded
in four equilateral parts.
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