Gonzalo Argote de Molina
Gonzalo Argote de Molina (Sevilla, 1548 - Las Palmas de Gran Canaria, 1596) fue un escritor, filólogo, editor literario, anticuario, historiador y genealogista español.
A la edad de 15 años participó en la conquista del Peñón de Vélez de la Gomera. Fue veinticuatro de Sevilla, alférez provincial de la Santa Hermandad de Andalucía y señor de la Torre de Gil de Olid. En 1568 combatió contra los moriscos durante la rebelión de las Alpujarras.
Se casó con Constanza, la hija del primer marqués de Lanzarote, don Agustín de Herrera y Rojas, y marchó a las Islas Canarias. En la isla de Lanzarote mandó construir en 1588 el convento franciscano de Teguise, del que sólo queda la iglesia, un templo que fue dedicado a Nuestra Señora de Miraflores.
Poseyó una gran colección de antigüedades (colección de retratos, armas, monedas, animales disecados, piedras y libros antiguos), como cuenta Francisco Pacheco:
Después destos exercicios de las armas, se dio al estudio de las letras, i hizo en sus casas de cal de Francos (con buena elección a mucha costa suya) un famoso museo, juntando raros i peregrinos libros de istorias impresas y de mano, luzidos i extraordinarios cavallos, de linda raça i vario pelo, i una gran copia de armas antiguas i modernas, que entre diferentes cabeças de animales y famosas pinturas de fábulas i retratos de insignes hombres, de mano de Alonso Sánchez Coello, hazían maravillosa correspondencia.
En su valiosísima biblioteca había algunos códices medievales de los que no se conserva más noticia que la que él brindó, entre ellos un manuscrito perdido del Libro de Buen Amor de Juan Ruiz y otro del Poema de Fernán González. Fue, en efecto, uno de los primeros medievalistas españoles. Trató a figuras del humanismo como Juan de Mal Lara, y a poetas como Fernando de Herrera, Gutierre de Cetina, Luis Barahona de Soto, Juan de la Cueva, etc.
Fue también autor de varias composiciones poéticas, recogidas en volúmenes misceláneos. Se le debe un Discurso sobre la poesía castellana (1575), incluido en su edición de El Conde Lucanor, así como un apéndice a este, el Discurso de la lengua antigua castellana, que incluye una lista de 239 vocablos antiguos empleados por don Juan Manuel; en efecto, Gonzalo Argote de Molina sintió algunas preocupaciones filológicas que le hicieron ser especialmente respetuoso con la lengua de los textos que editaba. Este Discurso es una brevísima historia de la poesía española que recuerda la Carta Proemio del Marqués de Santillana; revaloriza, entre otros aciertos -y también errores- la poesía medieval.
Es autor además de los seis libros del repertorio nobiliario Nobleza del Andalucía (Sevilla, 1588),1 que contiene además diversas informaciones históricas y literarias. Escribió algunas obras no publicadas como Repartimiento de Sevilla y elogio de sus conquistadores, y la Historia de Baeza, desaparecida, de clara vocación genealogista.
Publicó el Libro de la montería de Alfonso XI (Sevilla: Pescioni, 1582), la Historia del gran Tamorlán de Ruy González de Clavijo (Sevilla: Pescioni, 1582) y, a través de un testimonio hoy desconocido, El Conde Lucanor (Sevilla: Hernando Díaz, 1575). Este libro fue especialmente influyente, y hay huellas de que lo aprovecharon con fruto en las obras de Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Baltasar Gracián y Pedro Calderón de la Barca.
Obras
Discurso sobre la poesía castellana (1575)
Discurso de la lengua antigua castellana
Nobleza del Andalucía (Sevilla, 1588)
Repartimiento de Sevilla y elogio de sus conquistadores
Historia de Baeza, (desaparecida)
Libro de la montería
Historia del gran Tamorlán de Ruy González de Clavijo (Sevilla: Pescioni, 1582)
ELOGIO DE LA HISTORIA MEDICINAL
Cuanto del mundo extraño
nuestra España abastece
y a todo el Oriente hace avaro
no es de precio tamaño
ni tanto te enriquece,
Sevilla, como un hijo muy preclaro
cuyo retrato claro
nos representa el arte,
que es Monardes ilustre,
grande ornamento y lustre
y de tu gran valor la mejor parte,
o luz del sacro chorro
de nuestro Betis gloria y gran tesoro.
[...]
Con nuevo olor eterno
por tu verde ribera ha derramado
y de otro nuevo mundo
te siembra plantas de frescor jocundo.
Alhambra amorosa lloran tus castillos
Alhambra amorosa, lloran tus castillos,
ó Muley Vuabdeli, que se ven perdidos
dad me mi cavallo, y mi blanca adarga
para pelear, y ganar la Alhambra
dad me mi cavallo, y mi adarga azul
para pelear, y librar mis hijos
Guadix tiene mis hijos, Gibraltar mi muger
señora Malfata, heziste me perder
en Guadix mis hijos, y yo en Gibraltar,
señora Malfata, heziste me errar.
Redondilla
Si por el vicio e holgura
la buena fama perdemos,
la vida muy poco dura
denostados fincaremos.
Versos grandes
Non vos engáñeles, ni créales que en donado
dase come por otro su daño de grado.
Estonces era Castilla un pequeño rencor,
era de Castellanos Monté doca mojón
e de la otra parte Fitero fondón,
Moros tenían Caracho en aquella sazón.
Era toda Castilla solo un alcaldía,
maguer era poca e de poca valía
nunca de tomes buenos ella fue vacía,
de cuales ellos fueron, parece hoy en día
Varones castellanos, fuera su cuidado
llegar su señor, a más alto estado,
de un alcaldía pobre, finieron la condado,
tornárosla después cabeza de reinado.
Ovo nombre Ferrando el conde primero,
nunca ovo en el mundo a tal caballero,
fue este para Moros mortal mísero,
desciñe le por las lides el buitre carnicero
De una de mis cueitas he fecho cincuenta
De una de mis cuentas he fecho cincuenta
al Criador acorro, en esta sobrevienta
demandando le ayuda, en tan grande tormenta
del regalo de mi patria, non fago ya cuenta
que daré que non puedo vencer me en esta afrenta
Mil años y garota
Mil años y garota
Véase el agua en vede
Arroc Guipúzcoa incluyen:
Gazteluco echean
Nafarroquin se fusionan
Beotibaren Pelé
Texe tu oliva fresca
con la casia olorosa,
y el cierto cinamomo peregrino
y en el medio parezca
la colorada rosa,
y en el candido azahar de olor divino,
con vn lazo benino
del precioso tabaco
de color de esmeralda;
y sea tu guirnalda
más linda que Apolo, ni de Baco;
tal corona conuiene
a quien tan glorioso hijo tiene.
«Elogio al retrato de Nicolás Monardes».
Como a David valiente y animoso
svcede Salomón sabio y prudente
assí a Fernando, Sancto victorioso
se sigue Alfonso en ciencias eminente.
', Y aunque no menos que él fue valeroso,
en esto quiso ser más excelente,
sabiendo que el reynar con ignorancia
es vna bruta y bárbara arrogancia.
«Elogio al Retrato de don Alonso el Sabio»
ELOGIO DE GoNZALO DE ARGÓTE Y DE MOLINA A LA HISTORIA, Y A LAS ANTIGÜEDADES DE ESPAÑA, Y AL RETRATO DE AMBROSIO DE MORALES, QUE SE VEE EN SEVILLA EN SU GRAN MUSEO, ENTRE LOS OTROS RETRATOS DE LOS VARONES ILLUSTRES EN LETRAS DEL ANDALUZÍA QUE EN ÉL TIENE
Levanta noble España
tu coronada frente,
y alégrate de verte renascida
por todo quanto baña
en torno la corriente
del uno y otro mar con mejor vida,
qual Fénix encendida
en gloriosa llama
de ingenio soberano
muy alto y muy humano,
que a ti y a sí dio vida y inmortal fama,
que durará en el suelo
quanto la inmortal obra de Marcelo.
Dejaron muy escura
las importunas guerras
de vándalos y godos generosos
la antigua hermosura
de tus felices tierras
y sitios de tus pueblos gloriosos:
y al fin más envidiosos
de tu belleza ilustre
los fieros africanos
con muy profanas manos
estragaron del todo el sacro lustre
del terreno más lindo
que hay desde el mar Atlántico hasta el Indo.
Merced de santos reyes
que con valor del cielo
(pues fuerza no bastó, según se entiende)
volvieron a sus leyes
todo tu fértil suelo,
desterrando los bárbaros allende;
florecerán por ende
en siglos prolongados
con merecida gloria,
y en inmortal historia
revivirán mal grado de los hados;
mas todos estos daños
aun no acabaron ochocientos años.
Quedaste tan trocada
de lo que ser solías
ante de aquel estado lamentable,
que siendo rescatada
aun no te conocías
viéndote en trage extraño y miserable,
con horror espantable
tus pueblos destruidos,
sin dellos quedar nombre,
y de otros el renombre
apenas con los sitios conocidos;
y siendo antes ladina
hablabas aljamía peregrina.
Bien puedes gloriarte,
¡oh, reina del Poniente!
de trofeos haberte enriquecido
el invencible Marte;
mas es más eminente
la gloria deste ingenio esclarecido,
que te libró de olvido,
y como Prometeo
tu gran cuerpo reforma
en la primera forma
de partes y facciones y de aseo,
y del fuego más fino
te da luz, vida, lengua y ser divino.
El consorte de Pirra
de las piedras renueva
las gentes en diluvio submergidas,
y aquesta luz de Cirra
con más divina prueba
levanta tus ciudades destruidas
de piedras escondidas
y mármoles sagrados
al son de un nuevo acento,
que mueve al raudo viento,
y a las selvas y montes encumbrados,
con más lindeza y gracia
que hicieran el de Tebas y el de Tracia.
Deja el ropaje mauro,
y cativo quebranto,
pues eres ya señora triunfante,
por el sagrado lauro,
y vístete del manto
de púrpura real y rozagante
por do más claros que ante
con curso placentero
los espaciosos senos
de varias flores llenos
vayan bordando Duero, Tajo, Ibero,
y la felice Copia
vierta mortal ambrosía y eliotropia.
Entre ellos más lustroso
Guadalquivir parezca
coronado de fresca y verde oliva,
y el ganado hermoso
con el oro enriquezca,
que en su cristal produce y fuente viva,
y con letras escriba
de perlas muy ufano
en la urna cristalina
de su luciente mina
dos Sénecas, un Mena y un Lucano,
un Genesio, un Eulosio,
y entre éstos un ilustre y claro Ambrosio.
Pues ves, sagrado Betis,
quán pobre loa es ésta,
haz que canten tus cisnes lo que resta.
4
ELOGIO AL RETRATO DE JERÓNIMO DE CHAVES
Espíritu divino en mortal velo,
que secreto fatal abres y sellas,
perdona mi piadoso, ardiente zelo,
si encubro en los colores tus centellas;
más merecías estar allá en el cielo
pintado con la luz de tus estrellas;
diera sombras Diana, Apolo lustre,
haciendo tu retrato más ilustre.
Iris con mil matices pabonada
el manto te bordara rozagante
de azul y blanco, y púrpura rosada,
de verde aromatiz y rutilante:
riqueza de color tan afinada
ni la supo Parrasio, ni Timante;
y cierto que a sujeto tal convino
que el arte y el color fuera divino.
Atlante con Alcides animoso
sudó llevando la celeste cumbre;
mas con egemplo nuevo y glorioso,
fuera de humana fuerza y de costumbre
en tu ánimo capaz, ingenioso,
y en una mano traes sin pesadumbre
quanto rodea el húm.ido elemento,
y con su luz ilustra el firmamento.
Seguro subes al etéreo monte,
en alas de un ingenio soberano,
no como el temerario Faetonte,
ni 'el que volando, al mar dio nombre vano
Júpiter que al osado Oromedonte
de su alcázar temió ver tan cercano.
Chaves, con más razón ahora temiera,
si en tus manos tu reino puesto viera.
5
ELOGIO AL SANTO REY DON FERNANDO
Otro tiempo el reynar era llamado
violencia, rigor y tiranía,
y de ánimo sangriento era notado
el que cetro y corona poseía,
que por sólo alcanzar tan alto estado
al cielo y la justicia posponía,
y en qualquier temerario y feo hedió
de su solo querer hacía derecho.
No se hallaban cosas más conformes
que el odio y el reinado miserable,
ni que entre sí más fuesen disconformes,
que el imperio y la fe sacra inviolable:
ni partes más impropias y disformes
al cetro que el amar y ser amable:
el ser avaro, vengativo, injusto,
declan que eran fueros de un Augusto.
Con tus muy justas obras se desmiente
esta infamia real, sacro Fernando,
que coronando Dios tu sacra frente,
tu pensamiento en él fuiste empleando,
y con divino egemplo a toda gente
de celestial virtud fuiste mostrando
la diferencia que hay de un gran tirano
a un Rey que Dios consagra de su mano.
Entre el sumo poder y amor sincero
nunca se vio jamás mayor concordia,
ni entre avara injusticia y real fuero
más extraña esquivez, mayor discordia;
ni con pedio m.ás dulce y placentero
jamás se vio reynar misericordia,
que sin severidad pesada y grave
hacía el jugo a todo ser suave.
Astrea por honrar tu excelsa silla
del Cielo decendió, y se vio en la tierra
con ella la verdad, la fe sencilla,
y el gran valor que al mundo hace guerra;
la religión zelosa a maravilla,
que a toda falsedad y error destierra;
al fin hicieron cortes en el suelo
las virtudes que reynan en el cielo.
Con este soberano y sacro coro. 195
que a tu trono hacía triunfante,
vido España un dichoso siglo de oro,
y un reyno al celestial muy semejante:
no sólo bastecido de tesoro,
y de los ricos dones de Levante,
mas de bondad y de ánimos leales,
y de obediencia y gracias celestiales.
No solamente Copia enriquecía
el suelo Hesperio con felice cuerno
y siempre primavera parecía
en medio del rigor del frío invierno:
la sanidad templada y alegría
los males desterraban al infierno,
haciendo que hubiese en aquel tiempo
sino salud, placer y pasatiempo:
Mas aun también la heroyca fortaleza,
que del ocio servil no se pagaba,
con felice suceso y gran destreza
en infieles la lanza ensangrentaba,
ganando de la bárbara fiereza
(que toda la Vandalia aún ocupaba)
casi toda esta rica y fértil tierra
hasta donde el Océano la cierra.
¿De qué trance dudoso, o qué batalla
saliste sin triunfo laureado?
¿Quántas veces te viste entre canalla
de moros en el campo rodeado,
sin resistir, rey santo, arnés, ni malla
al golpe de tu brazo denodado?
¿Quántos reynos ganaste? ¿Quántos reyes
recibieron tu yugo y justas leyes?
Como David a veces alternando
la harpa con la espada vitoriosa,
y con ésta unas veces discantando
la magestad del cielo gloriosa,
con aquella otro tiempo triunfando
de la gente idumea belicosa,
ofrecía al Señor digno servicio
con los dones del uno y otro oficio:
Así, claro Fernando, repartías
el tiempo, y todo a Dios lo dedicabas,
o quando contra infieles te encendías,
y dellos mil ciudades conquistabas,
o quando con la paz te corregías,
y en corregir los tuyos te empleabas,
de uno y otro ofreciendo ricos dones
de despojos y votos y oraciones.
¡Quántos templos al cielo levantaste
de mármol sumptuoso peregrino!
¡De quán ricos tesoros los dotaste
a honor y gloria del amor divino!
¡Quánto más pío en esto te mostraste
que nuestro avaro siglo infiel, malino,
en que vemos los templos destruidos
por príncipes hereges fementidos!
Por estas santas obras mereciste
ver aquellos dos grandes patriarcas
Dominico y Francisco, que tuviste
en más que a quantos reyes y monarcas
engrandeció jamás el siglo triste,
y al cabo los vencieron las tres Parcas;
mas estos dos con fuerza y nombre eterno
vencieron a los hados y al infierno,
¡Quántos veces la púrpura y brocado
trocar quisiste por sayal grosero,
y seguir de los dos el santo estado,
posponiendo el regalo al voto austero! .
mas quedara tu Reino despojado
de un rey clemente, justo y limosnero:
y ofreciste bastante sacrificio
en levantar primero este edificio,
haciendo que en España comenzase
de estas dos religiones la milicia,
que fuese guarnición, que la amparase
de luxuria, soberbia y avaricia,
y con armas divinas extirpase 198
el error, la ignorancia y la malicia:
al fin contra enemigos invisibles
pusiste estos presidios invencibles.
Aquesto fue ganar de nuevo a España
de enemigos más bravos y hambrientos
de nuestra mortandad, que en la campaña
se mostraron jamás moros sangrientos.
¿Con qué se pagará merced tamaña?
¡oh, padre de la patria! ¿O en qué cuentos
podrá caber de muy prolija historia
todo lo que merece esta memoria?
¿Quién vido los cilicios escondidos
debajo del brocado rozagante,
los ayunos santísimos servidos
en mesa de oro y plata rutilante:
la contrición, los llantos y gemidos
con el sarao alegre y el discante,
y en absoluta y poderosa cumbre
no dejarse llevar de la costumbre?
Este milagro solo es suficiente
para canonizar tu sacro nombre,
y que entre los que sabe toda gente
con espanto más justo nos asombre:
ni se puede negar, que es evidente,
y el cielo le aprobó y le dio renombre,
que estuviese en las ondas tan sereno,
y siendo rey Fernando fuiste bueno.
Si a pura santidad y limpio zelo
de virtudes heroycas religiosas,
y a tantos testimonios que da el cielo
de señales divinas milagrosas,
que confirman el crédito del suelo
en lo que siente de obras tan piadosas,
se debe culto y rito memorable,
¿por qué se olvida un hedió tan notable?
Prestará su favor y diestra santa
a tan debido y piadoso oficio
la autoridad de Pedro sacrosanta 199-
dedicándole fiesta y sacrificio.
Si en nosotros memoria hubiera, quanta
merece tan ilustre beneficio,
como fue libertarnos de las manos
de crueles y pérfidos tiranos.
Vendrá un siglo más santo y religioso
que adoren tus altares inciensados
con el olor de Arabia piadoso
y con humilde voto visitados;
y en el número santo y venturoso
tus hedios se verán ya registrados,
y tu Sevilla te fabrique un templo,
que de antigua grandeza sea egemplo.
Veranse en blanco mármol entalladas
tus hazañas en un cuadro espacioso,
y con raro artificio retratadas
de color y pincel maravilloso:
que en las luces y sombras relevadas
muestren vivez y aliento muy gracioso,
venciendo a la materia el arte y genio,
y a la naturaleza el vivo ingenio.
En una parte quatro reyes moros,
de Ecija, Jaén, Murcia y Baeza,
entregarán su llaves y tesoros,
hasta el suelo humillando la cabeza
al santo rey sentado entre dos coros
de virtudes, armado toda pieza,
que la justa obediencia está aceptando
con ademán real y sacro mando.
Irá a otra parte la corriente honda
del bárbaro Genil muy colorada,
cortando con lustrosa y fértil onda
la fresquísima vega de Granada:
quejoso que a su voto no responda
su pérfido profeta, y vea talada
la ribera sombría y su frescura
hedía de tantos hijos sepultura,
Y que sus fuertes moros van huyendo.
y ver a los christianos con denuedo
ir en ellos matando y destruyendo,
y de sangre bañando el campo ledo:
irán propios colores distinguiendo
en los unos orgullo, en otros miedo:
diréis que se menean en el ayre
las plumas y almayzares con donayre.
Diréis que el algazara y Santiago
se percibe en los gestos y mudanza,
y que tiene a los pies de sangre un lago
el fuerte rey siguiendo la matanza:
haciendo de paganos grande estrago
con mañoso ginete, espada y lanza,
ganando gran Vitoria en aquel lance,
y despojo muy rico del alcance.
Luego vendrán a humilde vasallage,
haciendo con debida reverencia
la ceremonia fiel del homenage
los reyes de Granada y de Valencia:
marlotas de brocado y real trage
rastrando por el suelo en la presencia
del sacro rey, que en relevado asiento
recibe su homenage y juramento.
En otro espacio toda la frontera
se mostrará pintada hasta los Zades,
sin quedar pueblo en monte, ni en ribera
de gazíes y fuertes almohades,
que no tema, Fernando, tu vandera
triufante ya por todas las ciudades:
veranse los estragos destos canes
por mano de tus claros capitanes.
En otro lado se verá entregarse
Córdoba con ardid y estraño modo
al poderoso rey, y sujetarse
con ella su campaña y reyno todo:
verase con más lustre renovarse
que tuvo en el felice tiempo godo,
en nobleza y tesoro acrecentándose.
y en religión y templos ilustrándose.
Luego al vivo estará representada
Sevilla con su campo y gran llanura,
de altas cumbres en torno torreada,
llena de magestad y hermosura,
de palacios y templos adornada,
que aun su grandeza espante en la pintura,
con la torre mayor, cuya lindeza
vence de las pirámides la alteza.
Con más rico labor, que a todo exceda,
irá bañando Betis caudaloso
sus riberas cercadas de arboleda,
y de un frescor risueño y amoroso,
tocando en la muralla excelsa y leda
con un rodeo blando y muy gracioso,
que divide a Triana de esta parte,
y él igualmente en medio se reparte.
De perlas orientales coronado,
entretegidas con la verde oliva,
en sil cristal verase recostado
del oro derramando y agua viva:
terna docientas ninfas a su lado,
ninguna dellas rústica ni esquiva,
que en su bello, gracioso y dulce viso
demuestre cada una un paraíso.
Ya libres de las manos agarenas,
soltando el oro crespo a las espaldas,
adornarán las frentes muy serenas
con riquísimas joyas y guirnaldas,
y con alegre fiesta en las arenas
derramarán aljófar y esmeraldas
de la inmensa riqueza y saco mano,
que ofrecerá el tesoro sevillano.
Después de tanto asalto y cerco grave,
y tantas gentes sarracenas muertas:
después que Bonifacio con la nave
del río las cadenas hizo abiertas,
verase el gran Clemente con su llave
abrir las combatidas y altas puertas,
y en su felice y venturoso día
entregarla el rey moro a pleytesía.
Veranse cien altares ahumando
en la ribera con olor sabeo,
puestos por el sagrado rey Fernando
con ilustre aparato y santo arreo;
y en cada uno junto tremolando
una vandera bárbara, un trofeo,
y el invencible rey puesto de inojos
dará a Dios lo mejor de los despojos.
Junto estará la pompa alegre, ufana,
con que entra por Sevilla triunfante
la Princesa del Cielo soberana
en un carro de plata radiante
llevando la canalla mahometana
y sus caudillos presos adelante,
y al rey moro, que el rostro bravo altivo
aún muestre en el retrato, aunque captivo.
En torno desta Reyna gloriosa
vendrán en procesión obispos santos,
y clero ilustre en forma muy vistosa
a coros repitiendo en dulces cantos
loores de su diestra poderosa,
que los libró de bárbaros quebrantos:
al cabo irá el rey dándole gloria
y el triunfo de toda esta Vitoria.
Allí luego hará el repartimiento
a ricos-hombres, nobles e infanzones,
que su fuerza mostraron y ardimiento
contra los africanos escuadrones,
quedando cada uno muy contento
de la real clemencia y ricos dones,
de donde la nobleza hora deciende,
que en esta gran ciudad se comprehende.
No menos liberal, pío y jocundo
se mostrará en el templo consagrado
por el santo arzobvipo don Reymundo,
dotándolo de renta y gran ditado,
haciéndole en España sin segundo,
y con razón a todos el primado:
a sus lados Leandro y Isidoro
alegres mirarán su antiguo coro.
Fenecerá este cuadro y argumento
con los claros milagros del rey santo,
que despedido del vital aliento,
con angélico coro y dulce canto
verán que sube al alto firmamento
vestido de oro y de purpúreo manto;
y con dulce semblante allí divisa
a la ciudad que tiene su devisa.
Todos aquestos hechos admirables
en su templo verán los que vinieren,
y en su tierra dirán los memorables
milagros que muy ciertos aquí vieren:
el culto y ceremonias venerables
de los que a sus altares asistieren;
y así por todo el mundo irán diciéndose,
sacro rey, tus loores, y estendiéndose.
Esperando aquel siglo hora entretanto
tu muy agradecida y leal Sevilla,
tu sagrada reliquia y cuerpo santo
deposita en altísima capilla,
en sepulcro que cause más espanto
que cualquiera otra antigua maravilla,
cuya labor, ornato y magisterio
no tenga par en todo el emisferio.
Mas pues en tanta alteza sublimado
(lejos de nuestra pompa y arrogancia)
estás de santos reyes coronado,
de un gran Cario, un Luis que dio la Francia,
de un Esteban de Ungría coronado,
de un Casimiro, rey de gran constancia,
de Edelberto que vido a su Inglaterra
muy lejos de hacer al cielo guerra.
Y pues posees reyno más didioso.
que de toda mudanza se asegura,
clarísimo Fernando glorioso,
en una dulce paz, eterna y pura,
y de lejos adviertes piadoso
de nuestro triste ser la sombra oscura,
alcánzanos, señor, de allá del cielo,
suceso a nuestros ruegos y consuelo.
Ya se assienta el rey Ramiro
Ya se asienta el rey Ramiro,
ya se asienta á sus yantares,
los tres de sus adalides
se le pararon delante,
mantenga vos Dios el rey,
adalides bien vengados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario