viernes, 9 de enero de 2015

SHOLEH WOLPÉ [14.443] Poeta de Irán



Sholeh Wolpé 

Poeta, escritora, editora y traductora. Nació en Irán y pasó la mayor parte de su adolescencia en Trinidad y Gran Bretaña antes instalarse en Estados Unidos. En 2014 fue galardonada con el PEN/Heim award, en 2013 con el Midwest Book Award y en 2012 con el Lois Roth Persian Translation Prize. Wolpé ha publicado tres libros de poesía, dos traducciones y es editora de tres antologías.

La prestigiosa Poetry Foundation ha dicho de ella: “El verso libre de Wolpé (conciso, valiente, a veces irónico) explora los territorios de la violencia, la cultura y el género. Muchos de sus poemas tratan la violenta situación de Oriente Medio, sin embargo, de forma a la vez desafiante y lúdica no permite que la muerte imponga su soberbia.”

El primer libro de Wolpé, The Scar Saloon, recibió esta excelente crítica de Billy Collins “son poemas que iluminan  algo que todos tenemos en común.”  El poeta y novelista Chris Abani dijo que los poemas eran “políticos, satíricos, valientes en medio de la guerra, la tiranía y la pérdida … transforman la experiencia en la magia de lo imaginado.”

De su segundo libro, Rooftops of Tehran, la poeta Nathalie Handal dijo que los poemas eran “tan vivos como atrevidos” y Richard Katrovas escribió que esta publicación era “un evento único: un importante libro de poesía.”

De su último poemario, Keeping Time With Blue Hyacinths, la revista Shelf Awareness escribió: “con gran talento esta poeta irano-estadounidense habla del amor, de la pérdida del amor, de la belleza, la guerra y los fantasmas del pasado.”

La traducción que Wolpé hizo del emblemático poeta iraní Forugh Farrokhzah recibió en 2010 el codiciado premio Lois Roth de traducción.  Los jueces valoraron que “podían percibir con ojos nuevos los poemas persas de Forugh.” Alicia Ostriker alabó la traducción porque era “hipnótica en su fuerza y belleza”. Willis Barnstone dijo que era “extravagantemente majestuosa”, hasta tal punto que “resucita a Forugh”.

Wolpé ha traducido junto con Mohsen Emadi el poema de Walt Whitman Song of  Myself. Esta traducción, un encargo del Programa Internacional de la Universidad de Iowa, puede verse en la website de la universidad y será pronto publicada en Irán.

Las antologías de Wolpé han recibido el unánime elogio de la crítica. Robert Olen Butler declaró que Breaking the Jaws of Silence “es una colección profundamente humana y estéticamente estimulante.” La obra The Forbidden: Poems from Iran and Its Exhiles, galardonada con el Midwest Book Award, incluye varias traducciones de Wolpé, y fue descrita por Sam Hamil como “un espléndido regalo” que “ilumina los más profundos vínculos y aspiraciones del ser humano.” Joy Harjo escribió: “¿Qué demonio puede resistirse a la belleza y verdad de estos poetas? ¿Qué corazón no se abrirá al escuchar estos poemas?”

El número de Atlanta Rreview dedicado a Irán y editado por Wolpé fue el volumen más vendido de esa revista. Wolpé es también coordinadora regional de Tablet and Pen: Literary Landscape from The Modern Middle East (editado por Reza Aslan) y asidua colaboaradora de Los Angeles Review of Books.

La obra de Wolpé ha sido traducida a varios idiomas; sus poemas y relatos han sido incluidos en numerosas antologías tanto de Estados Unidos como de otros países. Wolpé ha dado clases de poesía y traducción literaria en el máster de Stonecoast y, frecuentemente, participa en festivales, programas internacionales y diversas actividades universitarias.

Vive (la mayor parte del tiempo) en Los Ángeles.



“Que las culturas y las gentes dialoguen a través de la poesía, no de los políticos.”

–Sholeh Wolpé



Preludio

En la pausa que separa las lluvias de la primavera 
una mujer hace piruetas en un campo.

Su piel es de mil espejos.



Poemas de: 
Cómo Escribir una Canción de Amor, Poemas, Sholeh Wolpé, Universidad Autónoma del Estado de México, Noviembre 2016

POEMAS DE SHOLEH WOLPÉ


Sanctuary 

Home is a missing tooth. 
The tongue reaches 
for hardness 
but falls 
into absence.



Santuario 

El hogar es el diente que nos falta. 
La lengua busca 
su dureza, 
solo encuentra 
la ausencia.




The World Grows Blackthorn Walls 

Tall, stiff and spiny. 
Try to make it to the other side 
and risk savage thorns. 

We who left home in our teens, 
children who crossed boundaries and were torn 
by its thousand serrated tongues, 
                 who have we become? 

We who bear scars that bloom 
and bloom beneath healed skins, 
                 where are we going? 

I ask myself 
is home my ghost? 

Does it wear my underwear 
folded neatly in the antique chest 
of drawers I bought twenty years ago? 
Or nest inside my blouse that hangs 
from a metal hanger I’ve been meaning to discard? 
Is it lost between the lines of books 
shelved alphabetical in a language 
I was not born to? Or here on the lip 
of this chipped cup left behind 
by a lover long gone? 

Why do they call us alien, 
as if we come from other planets? 

I carry seeds in my mouth, plant 
turmeric, cardamom, and tiny 
aromatic cucumbers in this garden, 
water them with rain I wring

from my grandmother’s songs. 
They will grow, I know, against 
these blackthorn walls. They are magic. 
They can push through anything, 
                                           uncut. 

I left home at thirteen. 
I hadn’t lived enough to know how 
not to love. 
Home was the Caspian Sea, the busy bazaars, 
the aroma of kebab and rice, Friday 
lunches, picnics by mountain streams. 
I never meant to stay away. 

But they said come back 
and you will die. 

Exile is a suitcase full of meanings. I fill up 
a hundred notebooks with scribbles. 
And when I am done I throw them into fire 
and begin to write again; this time 
tattooing the words on my forehead. 
This time, writing only not to forget. 

Complacency is communicable 
like the common cold. 
I swim upstream to lay my purple eggs. 

Spirits urge and spirits go, 
but I write postcards only to the future. 
What is a transplanted tree 
but a time being 
who has adapted to adoption? 

They say draw sustenance from this land, 
but look how my fruits hang in spirals
and smell of old notebooks and lace. 

Perhaps it’s only in exile that spirits arrive. 
They weep and wail at the door of the temple 
where I sit at the edge of an abyss. 
But even this is an illusion.




El mundo hace crecer muros de endrino 

Altos, tiesos y con pinchos. 
Tratad de atravesar al otro lado 
y arriesgaos a los espinos salvajes. 

Nosotros, que nos fuimos de casa de adolescentes, 
niños que cruzamos fronteras y sus mil 
lenguas dentadas nos desgarraron, 
                                 ¿en qué nos hemos convertido? 

Nosotros, con heridas que florecen una vez y otra vez 
bajo una piel cicatrizada, 
                                ¿adónde vamos? 

Me pregunto 
¿es mi hogar mi fantasma? 

¿Se pone mi ropa interior 
doblada con esmero en el arcón antiguo 
con cajones que compré hace veinte años? 
¿O anida en mi blusa colgada 
de esa percha de alambre que querría tirar? 
¿Se ha perdido entre los versos de libros 
ordenados alfabéticamente en una lengua 
que no es la mía? ¿O aquí en el borde 
de esta taza astillada 
de un amante que hace tiempo se fue? 

¿Por qué nos llaman alien, 
como si viniésemos de otros planetas? 

Llevo semillas en la boca, planto 
cúrcuma, cardamomo y pequeños 
pepinos aromáticos en este jardín, 
los riego con la lluvia que escurro 
de los cantos de mi abuela. 
Crecerán, lo sé, contra 
esos muros de endrino. Son mágicas. 
Pueden atravesarlo todo, 
                                     sin desgarrarse. 
Me fui de casa a los trece.

No había vivido tanto para saber cómo 
no amar. 

Mi hogar era el Mar Caspio, los atareados bazares, 
el aroma del kebab y el arroz, las comidas de los viernes, 
picnics junto a arroyos de montaña. 
                               No tenía intención de no volver. 

Pero me dijeron vuelve 
y morirás. 

El exilio es una maleta colmada de significados. Lleno 
cientos de cuadernos con garabatos. 
Y una vez acabo los echo al fuego 
y empiezo a escribir de nuevo; esta vez 
tatuándome en la frente las palabras. 
Esta vez, escribiendo sólo para no olvidar. 

La autocomplacencia es contagiosa 
como el catarro común. 
Nado contracorriente para poner mis huevas moradas. 

Los espíritus exigen y los espíritus se van, 
pero yo escribo postales sólo para el futuro. 
¿Qué es un árbol transplantado 
sino un ser de tiempo 
que se adaptó a la adopción? 

Me dicen saca provecho de esta tierra, 
pero mirad: mis frutos penden en espiral 
y huelen a viejos cuadernos y a encajes. 

Quizás sea sólo en el exilio donde los espíritus llegan. 
Lloran y gimen a las puertas del templo 
allí donde me siento al pie del abismo. 
Pero hasta esto es una ilusión.




Pickles and Donuts 

Cold basements remind me of the dead 
fruit my mother smothered in sugar, the phallic 
pickles souring in tight-lipped jars. 

I keep my school uniform stained, my 
long hair pulled back tight, my walnut 
breasts cloaked with baggy shawls, 

tell my friend next door about the red 
jam donut beneath our skirts, teach her 
the waist-twisting dance of wrapping childhood's 
curtain around her body so soon unfolded 
like voodoo air from an uncapped perfume bottle. 

I breathe in books that turn my eyelashes 
to blue feathers, my eyelid’s veins into delicate 
wing-bones that flap and lift, travel me 
to an island house on stilt legs. 

She eats the stone pages of an old Quran, 
comes of age at dusk where bombs fall 
on paved roads and the sky rains scalding 
lava that streams and streams, carries her 
to the sharp edge of the world.




Pepinillos y donuts 

El frío de los sótanos me recuerda a la fruta 
muerta que mi madre ahogaba en azúcar, los fálicos 
pepinillos que se agriaban en botes herméticos. 

Llevo manchado el uniforme del colegio, 
la melena repeinada hacia atrás, bien sujeta, mis pechos
nuececillas ocultas con ropa holgada,

le cuento a mi vecina lo de los donuts 
de mermelada roja bajo nuestras faldas, le enseño a bailar 
girando la cintura, a envolver el velo de la infancia 
alrededor de su cuerpo que se revela demasiado pronto 
como aire de vudú al abrir una botella de perfume. 

Respiro entre libros que convierten mis pestañas 
en plumas azules, las venas de mis párpados en delicadas 
alas que se agitan, me elevan, me transportan 
a una casa levantada sobre maderos en medio de una isla. 

Ella se come las hojas de piedra de un viejo Corán, 
se hace mujer al atardecer donde bombas 
caen sobre el asfalto y el cielo llueve lava 
candente que fluye y fluye, que la lleva 
a los afilados confines del mundo.




View From Above 

A figure walks on the beach. 

The sun is setting and he is a silhouette, 
his shadow walking in front. 

From up here, on the bluff, 
he makes two identical figures 
indistinguishable, deceiving. 

Grandmother laughs, slaps my back and points. 
Look, she says, there’s God and the Devil 
walking on the sand. 

Can you tell me which is which?



A Vista De Pájaro 

Al atardecer un hombre da un paseo 

en la playa, es una silueta que avanza 
con su sombra delante. 

Desde aquí arriba, en el acantilado, 
el hombre es igual que su sombra, 
son idénticos, indistinguibles, engañosos. 

Mi abuela se ríe, me da un manotazo en la espalda. 
Mira, dice, ahí están Dios y el Diablo 
paseando en la arena. 

Pero ¿sabes quién es quién?



The Outsider 

I know what it’s like to be an outsider, a kharejee. 

I know how English sounds 
when every word is only music. 

I know how it feels not 
to be an American, an English, a French. 
Call them 

—Amrikayee, Ingleesee, Faransavi, 
see them 
see me as alien, immigrant, Iranee. 

But I’ve been here so long. 
they may call me American, 
with an American husband 
and American children… 

But mark this— I do not belong anywhere. 
I have an accent in every language I speak.






Extranjera

Sé lo que es ser extranjera, kharejee.

Sé cómo suena el inglés cuando las palabras son solo música.

Sé lo que es no ser americano, inglés, francés. Los llaman —Amerikayee, Ingleesee, Faransavi, los ven me ven como extranjera, como emigrante, Iranee.

Pero llevo aquí tanto tiempo que me dicen americana, con un marido americano con hijos americanos …

Pero no te olvides— no soy de ningún sitio. Todas las lenguas que hablo, las hablo con acento.


          





The Green of Iran

No departures here.
In Tehran out and in are closed,
under and over, stained.

Yet how green is the green of her sky.
The clouds bleed this green,
green the river, fields of rice,
the moss that grows
on Alborz mountain rocks.

The earth births this green
that the ants carry through
the cracks of Evin’s walls.
The birds shit green
on the turbans of bearded men.

Green is the green of this land,
the poplars lining parks,
green inked letters of lovers
holding hands in dark alleys
where green is the color of eyes,
the smell of dust swept clean.

Green is the ears of geraniums
on windowsills, and feet
of roses in backyards,
and the color of ponds
populated with green-
scaled fish, and frogs who sing
to the night dreams of green.



Prisoner in a Hole

Barely twenty-five, he smells
of yesterday’s spit and vomit,
black beard droops in clumps
from his drawn, sun-savaged face.

Hanging from a string
around his neck: a small holy book.

This man was once a child
held against the breast of a mother
who kissed his small meaty hands
that smelled of milk and tears.




“I never seen such days as this”

—Bahram (Pakistani 14-year-old held in an Afghan prison)

Like the pied piper
the mullah drives his battered truck
through dusty villages, his loudspeaker
singing: Join the battle against the infidels.
Fight for Jihad and live eternally with Allah.
Lift up your guns for Him and you shall never die.

Barefoot boys ragged, hungry
from years of hard soil, follow him
dancing into the straps of loaded guns,
pirouetting into caves and broken buildings

And the boys end up in a land not their own
but are told God is everywhere.
Many die. Others disappear
into dark prison bowels
where each day if you are 12, twelve filthy men
one after another . . .
if you are 14, then fourteen is your lot.

A father sells tea from a cart,
one cup at a time, washes the tiles
of a mosque with a yellow bar of soap
to earn the ransom the soldiers exact.

Every night in his dreams his son stands, calling:
Father, I never seen such days as this.




Pickles and Donuts

Cold basements remind me of the dead
fruit my mother smothered in sugar, the phallic
pickles souring in tight lipped jars.

I keep my school uniform stained, my
long hair pulled back tight, my walnut
breasts cloaked with baggy shawls,

tell my friend next door, about the red
jam donut beneath our skirts, teach her
the waist twisting dance of wrapping childhood's
curtain around her body so soon unfolded
like voodoo air from an uncapped perfume bottle.

I breathe in books that turn my eyelashes
to blue feathers, my eyelid’s veins into delicate
wing bones that flap and lift, travel me
to an island house on stilt legs.

She eats the stone pages of an old Quran,
comes of age at dusk where bombs fall
on paved roads and the sky rains scalding
lava that streams and streams, carries her
to the sharp edge of the world.




I Am Neda

Leave the Basiji bullet in my heart,
fall to prayer in my blood, 
and hush, father
--I am not dead.

More light than mass,
I flood through you, 
breathe with your eyes,
stand in your shoes, on the rooftops,
in the streets, march with you 
in the cities and villages of our country
shouting through you, with you.
I am Neda—thunder on your tongue.



Azza – The ceremony of grief

Women in black rock
their bodies, beat their chests,
girl-children serve in glass 
tumblers steaming auburn tea, 
baklava on plastic trays.

Here, tears flow like streams,
wet the ornate Persian rugs 
and in the courtyard
where she poured kerosene on her head, struck a match, 
silver fish roam the small pond, oblivious.

On the other side of the yard, men sit 
with hookah pipes, crack salted pistachios.

The butcher who was to take the girl as bride
sits on an embroidered cushion, strokes his twisting gray mustache.



Jerusalem, August 10, 2001

Rabbis rush out into blood- 
splashed streets in white gloves 
picking up pieces 
from the sidewalks
dusty hoods of dented cars.

A hand, a toe, a nose.

For to rest in peace 
one must be buried whole.

A child, her tears thinning 
the blood on her cheeks, 
stumbles over bodies, calling out 
to her mother and when she finds her 
she cannot fathom why her mother will not rise, 
take her hand and lead her away.

A man bleeds from a gap 
between his legs as he begs 
for help from a soldier 
who’s really just a boy in uniform.

The boy throws down his gun 
vomits not just the breakfast 
his mother made him that morning.

Will the rabbis see this and rush over, 
pick up with their white gloves 
the tenderness of this boy splashed 
on the sidewalk and put it back 
inside him so he can be whole again?





It's a Man's World To the End of the End

I am a woman. Simply.

To look at me is a sin — 
I must be veiled.

To hear my voice is a temptation 
that must be hushed.

For me to think is a crime 
so I must not be schooled.

I am to bear it all
and die quietly, without complaint.

Only then can I be admitted to the court of God 
where I must repose naked on a marble cloud 
feed virtuous men succulent grapes 
pour them wine from golden vats 
and murmur songs of love…


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