viernes, 2 de enero de 2015

EFRÉN REBOLLEDO [14.395] Poeta de México


Efrén Rebolledo

Efrén Rebolledo (Actopan, Hidalgo, 9 de julio de 1877 -Madrid, España, 1929) fue un poeta mexicano.

Poeta del Modernismo mexicano. Nació en Actopan, Hidalgo, en 1877, y murió en Madrid, España, 11 de diciembre en 1929. Fue bautizado e inscrito en el Registro Civil con el nombre de Santiago Procopio, nombre que cambió antes de ingresar a la preparatoria, en Pachuca. En la ciudad de México realizó estudios de derecho y llegó a ser abogado.

Participó activamente en la Revista Moderna, El Mundo y El Mundo Ilustrado, entre muchas otras publicaciones periódicas. Con Enrique González Martínez y con Ramón López Velarde fue fundador de la Revista Pegaso.

En 1901 ingresó a la diplomacia y representó a México en Guatemala, Japón, Noruega, Bélgica, Chile y España.

Sus obras más importantes son, sin duda, Caro victix y Salamandra. Sus Poemas escogidos, con prólogo de Xavier Villaurrutia, se publicaron en 1939, diez años después de su fallecimiento. En 1968 Luis Mario Schneider publicó sus Obras completas, y en 2004 Benjamín Rocha publicó sus Obras reunidas, con una muy bien documentada biografía. En 1997 se reeditó, en un solo volumen, Salamandra – Caro victrix, con prólogo de Luis Mario Schneider.

Obra

El enemigo (novela, 1900)
Cuarzos (poesía, 1902),
Más allá de las nubes (poesía, 1903)
Estela (poesía y prosa poética, 1907)
Joyeles (antología, 1907)
Rimas japonesas (poesía, 1907, reeditada en 1915)
Nikko (libro de viajes, 1910)
Hojas de bambú (novela, 1910)
El desencanto de Dulcinea (prosa poética, 1916)
Caro victrix (poesía, 1916)
Libro de loco amor (1916)
El águila que cae (tragedia, 1916)
Salamandra, novela de Efrén Rebolledo (1919, reeditada en Noruega en 1922)
Joyelero (poesías completas, 1922)
Saga de Sigrida la Blonda (novela, 1922)






Posesión

Se nublaron los cielos de tus ojos,
y como una paloma agonizante,
abatiste en mi pecho tu semblante
que tiñó el rosicler de los sonrojos.

Jardín de nardos y de mirtos rojos
era tu seno mórbido y fragante,
y al sucumbir, abriste palpitante
las puertas de marfil de tus hinojos.

Me diste generosa tus ardientes
labios, tu aguda lengua que cual fino
dardo vibraba en medio de tus dientes.

Y dócil, mustia, como débil hoja
que gime cuando pasa el torbellino,
gemiste de delicia y de congoja.






Ante el ara

Te brindas voluptuosa e impudente,
y se antoja tu cuerpo soberano
intacta nieve de crestón lejano,
nítida perla de sedoso oriente.

Ebúrneos brazos, nuca transparente,
aromático busto beso ufano,
y de tu breve y satinada mano
escurren las caricias lentamente.

Tu seno se hincha como láctea ola,
el albo armiño de mullida estola
no iguala de tus muslos la blancura,
mientras tu vientre al que mi labio inclino,
es un vergel de lóbrega espesura,
un edén en un páramo de lino.





La tentación de San Antonio

Es en vano que more en el desierto
el demacrado y hosco cenobita,
porque no se ha calmado la infinita
ansia de amar ni el apetito ha muerto.

Del oscuro capuz surge un incierto
perfil que tiene albor de margarita,
una boca encarnada y exquisita,
una crencha olorosa como un huerto.

Ante la aparición blanca y risueña,
se estremece su carne con ardores
febriles bajo el sayo de estameña,

y piensa con el alma dolorida,
que en lugar de un edén de aves y flores,
es un inmenso páramo la vida.






En las tinieblas

El crespón de la sombra más profunda
arrebuja mi lecho afortunado,
y ciñendo tus formas a mi lado
de pasión te estremeces moribunda.

Tu cabello balsámico circunda
los lirios de tu rostro delicado,
y al flotar por mis dedos destrenzado
de más capuz el tálamo se inunda.

Vibra el alma en mi mano palpitante
al palpar tu melena lujuriante,
surca sedosos piélagos de aromas,

busca ocultos jardines de delicias,
y cubriendo las flores y las pomas
nievan calladamente mis caricias.




El beso de Safo

Más pulidos que el mármol transparente,
más blancos que los blancos vellocinos,
se anudan los dos cuerpos femeninos
en un grupo escultórico y ardiente.

Ancas de cebra, escorzos de serpiente,
combas rotundas, senos colombinos,
una lumbre los labios purpurinos,
y las dos cabelleras un torrente.

En el vivo combate, los pezones
que se embisten, parecen dos pitones
trabados en eróticas pendencias,

y en medio de los muslos enlazados,
dos rosas de capullos inviolados
destilan y confunden sus esencias.




Claro de luna

Como un cisne espectral, la luna blanca
en el espacio transparente riela,
y en el follaje espeso, Filomela
melifluas notas de su buche arranca.

Brilla en el fondo oscuro de la banca
tu peinador de vaporosa tela,
y por las frondas de satín se cuela
o en los claros la nívea luz se estanca.

Después de recorrer el mármol frío
de tu pulida tez, toco una rosa
que se abre mojada de rocío;

todo enmudece, y al sentir el grato
calor de tus caricias, mi ardorosa
virilidad se enarca como un gato.





Leteo

Saturados de bíblica fragancia
se abaten tus cabellos en racimo
de negros bucles, y con dulce mimo
en mi boca tu boca fuego escancia.

Se yerguen con indómita fragancia
tus senos que con lenta mano oprimo,
y tu cuerpo suave, blanco, opimo,
se refleja en las lunas de la estancia.

En la molicie de tu rico lecho,
quebrantando la horrible tiranía
el dolor y la muerte exulta el pecho,

y el fastidio letal y la sombría
desesperanza y el feroz despecho
se funden en tu himen de ambrosía.



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