Iglesia San Francisco - Sucre, Bolivia
EUFEMIA SÁNCHEZ BORJA
(Sucre, Bolivia, 1981).- Poeta y ensayista.
Cultiva la literatura desde su infancia. Ha escrito varios ensayos que fueron premiados en distintos concursos. Colaboró con el suplemento ‘Puño y letra’ de diario ‘Correo del Sur’ y fue redactora del periódico ‘La letra viva’.
Uno de sus versos dice:
“Las arrugas profundas de tu faz
una lágrima
El rosario entre tus manos y:
no distingo sus cuentas
de tu piel
cristal de murano
Tus ojos cerrados
el olor de los narcisos
Un tango lejano
otra lágrima”.
LIBRO
Poesía: Anaquel de sombra (2005). Sus poemas constan en algunas antologías de poesía de su país, entre ellas: Letras de La Plata (Sucre, 2008) y Cambio climático (La Paz, 2009).
Hoy les hago llegar versos de Eufemia Sánchez Borja. Nació en Sucre (Chuquisaca) en noviembre de 1981. Escribe poesía desde su niñez. En 1994 recibió el Diploma al Mérito otorgado por la Editorial “Proinsa” en el Primer Concurso Nacional de Cuentos Infantiles. En 2003, gracias al ensayo histórico La Catedral Metropolitana de La Plata, representó a su ciudad natal en el Primer Forum Mundial de Jóvenes de Ciudades Patrimonio del Mundo, realizado en Grecia. En 2004 fue galardonada por la Universidad Andina, sede Quito, con la Tercera Mención en el Concurso Andino de Ensayo Manuela Saenz. Escribió como colaboradora para el suplemento cultural Puño y Letra del periódico Correo del Sur y fue redactora del periódico La Letra Viva desde su fundación hasta septiembre de 2005. Ha participado en el Taller de Poesía de Fundación Cultural “La Plata”. Su único poemario publicado hasta ahora es Anaquel de Sombra (2005).
Van seis poemas de esta joven autora, extraídos todos de Anaquel de Sombra (Ediciones Agua del Inisterio, Sucre), opúsculo organizado en tres secciones: Años hilvanados, Anaquel de sombra y Palabra suspendida.
Ponte este dedal*
Ponte este dedal
Roído de tiempo
Vamos a zurcir la media
el calcetín agujero
a reparar los años
a inventar un dedo
Cose esta media
rota de tiempo
vamos a remallar la media
usando fina hebra
de tu cabello castaño
–dice, mientras hace otra,
otra lazada
tomando el hilo con el índice
y sellándola con el crochet
suspende la cabeza y
toma el más largo
de mis cabellos – ayer rubios
hoy castaños.
Ensarta,
me enseña.
Levanta su índice y:
una argolla, dos lazadas
cierra el punto.
Complicado telegrama mecánico
para el invierno.
La media está lista
y el cabello se mimetiza
parte perfecta de ella.
Revisa,
agradece.
Ahora, quisiera yo
zurcir mis prendas blancas
¿me regalas, también
un cabello tuyo?
*: Sin título en el original. Cual se estila, itero el verso primo. Esto ocurre con todos los poemas del presente envío. Este poema pertenece a la primera sección, Años hilvanados.
Soledad, muerte*
Soledad, muerte
belleza, dolor
ausencia:
plena existencia
Luna quebrada
arrebatado pabilo
aullido te llama
te busca mano en llamas
tacto frío
sueño frustrado
existencia:
plena ausencia.
Una docena de narcisos
media de gladiolos
El mausoleo
quieto
espera.
*: Incluido en la primera sección, Años hilvanados.
Anaquel de sombras*
Anaquel de sombras
sobras,
tiempo des-usado
Polvo,
traje:
terciopelo
sombra engalanada
Anaquel
danzante
recuerdo.
Cuerpos aullantes
urgidos
Escapadas burbujas
saliva
Pieles,
sombras rasgadas
pelos,
gritos arrancados
huidos
*: Pertenece a la segunda sección, Anaquel de sombra.
Mis dedos*
Mis dedos
huestes armadas
irrumpen tus caries
Mi lengua
comandante de batalla
invade tu campo
tu deseo
Mi mente
guerra despiadada
vence
Mi sí, mi más.
*: Incluido en la segunda sección, Anaquel de sombra.
Raya tu mano*
Raya tu mano
mi espalda
Ralla tu barba
mi ombligo
Retiene tu cuerpo
mi ansia
Llama que libera
Brasa
preñada tu sangre
Incandescente
queda
Sangre sin cría
piedra inflamada
Volcán sofocado
Sombra naciente,
sol apenas encogido
Atardecer primero
el dolor del mar
te guarda en un cajón
tímido
púber
huyente.
*: De la segunda sección, Anaquel de sombra.
Me siento cerca a la ventana*
Me siento cerca a la ventana
mientras mis ojos se quedaron cerrados en tu
almohada
Tu vientre descubierto no deja de latir
Tu corazón de estar,
tus ojeras alcanzan tu mejilla
Cristo eterno
los brazos suspendidos,
sus plegarias:
por ti,
por mí.
Tu aliento denso
se mezcla con el viento que me peina.
Tus pies descalzos trenzados con la sábana,
tu sábana;
la puesta en escena,
la almohada ¿se hizo yo?
Sin piernas, de vestido largo
yace ahora sudada en tu mismo lecho.
Aún tiemblo, el deseo te yergue de nuevo;
tus piernas
hilos
que tejen y destejen
en él mientras
la saliva eterna de un beso.
Mis ojos cerrados sobre tu hombro,
yo frente a otra ventana, otro piso
tu mano trata de corregir mi espalda,
respiras en mi oído y otra vez te tengo.
Te tengo.
*: Pertenece a la segunda sección, Anaquel de sombra.
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