miércoles, 23 de julio de 2014

ULISES PANIAGUA [12.456]


Ulises Paniagua Olivares

Nació en la Ciudad de México en 1976. Es narrador, poeta, videasta y dramaturgo. Se graduó como arquitecto en el IPN. Ha publicado dos poemarios: Del amor y otras miserias (Fridaura, 2009), y Guardián de las Horas (Eterno femenino, 2012); y tres libros de cuentos Patibulario, cuentos al final del túnel, (Mutibilda, 2011), Nadie duerme esta noche (Fridaura, 2012), e Historias de la ruina (Sediento Ediciones, 2013); así como el CD sonoro-poético Cuadriversiones (Colectivo Pena Ajena, 2013). El libro infantil La Mancha de Pipiolo y el poemario Nocturno imperio de los proscritos, se encuentran en proceso de edición (2013).

Su obra ha sido divulgada en diversas antologías, revistas y diarios nacionales e internacionales. Ha sido publicado en la Academia Uruguaya de Letras; así como en España, Italia, Cuba, Venezuela, Argentina y Costa Rica. En el 2007 recibió una mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento Criaturas de la Noche, del Instituto Coahuilense de Cultura. En el 2008, fue incluido en la antología de Poesía Latinoamericana Giulia Gonzaga (Italia). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés y al italiano. En los concursos Interpolitécnicos de teatro, recibió cinco premios, incluyendo mejor dramaturgia, en dos ocasiones. En el 2011, con su colaboración literaria en las coreografías de grupo Kanga, obtuvo el primer lugar en el concurso nacional televisivo de España, Tú sí que vales. Actualmente imparte talleres de poesía y de creación literaria. Es conductor de radio en las cápsulas de Arquitectura literaria, del programa Jazz Arquitectónico (1670AM).



El poema es el tigre                                         
ese tigre que enluta sobre el límpido hielo
más allá de sangrientos pulmones hinchados de metáforas

El poema es el tigre que devora las imágenes del aire
y las tritura
Es goce de fauces entre lumínicos o romos versos

Es hígado de lo que quiere pero no alcanza
La mirada que toca la noche y se extiende hacia su centro
Lo imposible en su quieta existencia

El poema son las zarpas sobre el musgo
el salto entre abrojos
el rugido que repite el eco figurado

Es el umbral   /  La presencia
La intuición que no se menciona

El poema es el tigre blanco que se interna en la albura de la nieve.





Uno es el ojo de sí mismo
uno es la vigilancia  y la libertad sobre el propio precipicio
Uno es la boca y el culo del universo
espiral que confluye hasta el ombligo del sueño
Uno es el sueño
Uno es el ojo del universo
ése que es observado por el universo
Uno es el ojo
Uno es uno
Uno observa      
contempla  y es contemplado
Uno es el universo que implosiona aspira y exhala
al murmullo de un remo cortando las aguas
sobre un adormecido estanque de lotos.

Del libro "Ronco Canto luminoso"





El cubo

La poesía no es un cubo hermético contenido en
sí mismo ; no es silencio que revienta la noche, o
dolor de herida abierta o la sombra del gigante
o tus labios anhelantes del beso que mata lento.
Es todo esto y más aún: es nada. Es paso de gato
en un teatro vacío , cien y un ojos reflejados en
espejos ciegos, la caída de Troya sin caballo, tu
vientre que es descanso y tu sexo-la cama donde
sueño-Es metáfora, verso y mierda y amor y odios
guardados, es el candado y la llave, es la salida;
el encierro. La poesía no es un cubo hermético
c o n t e n i d o e n s í m i s m o. 




La agonía del Minotauro 



Maldito Minotauro que reposas al amparo de mi sombra
como silencio que vulnera una lánguida armonìa
como fatiga de viajero noctámbulo
como crucero donde llora una taberna. 

Maldito Minotauro con sabor a aburrimiento en los ojos,
esperanza que bienvienes cada dìa nuevo
con la inútil esperanza de esperar.
Grito último y certero. 

Canalla carnicero de nostalgias mordidas,
que rìes y lloras cuando el luto te frecuenta
y esgrimes la tristeza como bandera de letras:
maldito Minotauro con asombro de vida. 

Carcómete, pues, en tus rincones de olvido,
templos de cantinas y borrachos,
hilos de Ariadna rematados a tres el kilo,
en las muertes personales anheladas,
en tu ruego.
Destrúyete, canceroso tumor de sociedad,
refugio de mundo.
Destempla el corazón insensato,
vuelve al carril de la llana vida.
Despierta, ¿dònde quedó tu laberinto?




II

Te ví, bebiendo. Te ví bebiendo una cerveza quemada. Descansabas la cornamenta marchita, con fatiga, sobre la barra. Esperabas una ilusión, una voluta de cigarro. Hablabas mucho: del amargo carnaval que en Latinoamérica se gesta cada encuentro de sol, de la terrible condena que implica ser un hombre de asfalto, del diario llevar el pan para la departición de la cena, del agudo acero de las letras, del recibo de luz. De esta Creta de alta tensión y amplias avenidas bajo el tráfico de oficina, del hilo telefónico que conduce siempre al mismo semáforo –preventiva- del espantoso laberinto. 

Hablabas. Jorobado y musical. Hablabas, con ojos de sinsabor, con el dolor a cuestas, con las desnudas pezuñas sin limar. Hablabas. Bebías. 

Y bebías una cerveza, y una más, y otra y otra, mientras en los tersos encalamientos de las paredes perfumadas de tequila e historias insalubres, el eco de los mariachis, y Vicente, y Alejandro, y el olor a pulque y José Alfredo y Pedro Infante inflamaban, sórdidos, un retazo de tiempo. 

Bla, bla, bla. Hablabas. 

Con ojos de sueño. Blablabas. Con un cáncer de nostalgias yermas, estériles pavimentos en la selva lacandona, con el arrastre lento de tu cornamenta larga y retorcida, con los nidos de paloma que llora a media noche. Contabas maravillas de tu isla improvisada en los confines urbanos, de tu particular Creta que a todos pertenece, del aullido que provoca no conocer jamás la salida, de la terrible espera del justiciero Teseo. 





Sintagma y molécula

"Se nombra en el destruir, en el romper lo roto, como el mago de la cirugía que destazara un sapo para armar con sus fibras y nervios un caballo enano", Eduardo Lizalde



El ojo significa hombre y significa fuente -en el cerca y en el junto- Entre ellos una piel finísima insinúa bruma provocación candil ciego epidermis de sintagma

¿Qué hace el contacto de una palabra o molécula? ¿Qué consiguen anidar los oxigenados labios sobre la textura del hidrógeno deseoso?

En el orgasmo de la materia es posible lo que existe Pero ¿y el sueño? ¿es palpable el acercamiento de lo todo y lo nada en el sueño?

Como puente inasible bordeamos vacío el tacto de lo que espera desaparece en la médula aquello que se inscribe en la espalda del espejo

Pero ¿y el sueño? ¿Es esa masa arcillosa esa arcilla masosa que linda entre lo que es y lo que viene de regreso?

La muerte hermana con el reino de los párpados abajo justo allí vértice sublime de acertijo

Somos lo sí lo nunca la velada interrogante que va tragando a su paso los campos los animales y el arado el vuelo trasatlántico en ojo de la tempestad

Pero ¿y la muerte? Pero ¿y el sueño? Pero ¿lo que espera detrás de lo callado?

Ciento veinticinco millones de respuestas tiradas al aire páginas en blanco invadiendo de la calle la aspereza el ladrante que jamás alcanzará frescor en concierto de sicomoros maullido del gato vecino la histeria de los apocalípticos

Pero ¿y el misterio? ¿Misterio?

Para qué quiero misterio cuando palpo apenas la sonoridad del aire los 0.5 milímetros más allá de estas venas tan deseosas de descubrimiento




Respiración y paquidermo

Puedo palpar la respiración del soñante:
qué de frágil eterno en sus rompientes encorva
cómo florece el aleteo de lo negro    la proximidad
la cándida amenaza que peina al imaginario del coloso

Dentro de su diafragma de agua    la muerte y la ilusión
afelpan  yerguen  rugen con persistencia
relámpagos de sal esperan un guiño de luna

El orbe transparenta fósiles laberintos
acuosos huesos de paquidermo embestido en cada oleaje

Y las boyas y los barcos
en su sábana extendida
se vuelven incandescentes focos que dictan armonía

Silencio  Vigilia  Silencio   
El soñante respira
La eternidad responsa en el sonido de una playa

Silencio   Asciende   Desciende
El soñante cae los párpados
en busca de una hembra con estola de tormenta.



Acerca de cosas tan oscuras

Cuando el lenguaje que designa lo futuro
nada signifique, y se haya liberado cualquier
íntimo gesto, y al universo mis pupilas
sienta renacer...
yo a ti, lector futuro, te negaré porque agotas
la salvaje plenitud que se me escapa.
José Ramón Sánchez


En el cruce que conforman tres muertes

            donde se enfrentan claridad y abismo   – trapecios rumiantes de lo que se esfuma-   este rudo minotauro persigue   necio e improbable   lo que no tiene tuétano como blasón ni guía

                        los camastros del absurdo    el discurso marginado    las visitaciones de esquizofrenia     la suavidad     las formas que mide un cuerpo entre distancias de estrellas     el ocio de un dios agrio     la mandrágora que pudiera reír de su lamento

                        todo    como un perro relámpago    o un perro pestilente de relámpagos      lo dicho y lo que se perdió en los filos del silencio     lo que se pudre dentro del amanuense trastocado      en la cornamenta de quien esto o aquello sueña imagina o destruye

                                   todo entre la sonrisa de los espíritus foscos     placidez de arábiga alquimia y descubrimiento de demonios atávicos    todo es recibido atajado por el pararrayos que me habita     o en otras voces anida:     furia      desconfianza      breve o extensa alegría      angustia en vena de poseídos

                                               Acerca de cosas tan oscuras escribo versos luminosos

 como un acto reflejo      como la rana cuyas ancas brincotean al recibir el aguijonazo voltaico       Acerca de la noche procuro el primer rayo del orto      entendido que una vez que sembremos bosques de luz       podremos vislumbrar lo que ahora no es posible

                                   lo que se niega tras el ánima del fuego
                                               entre el ronco trovar
                                                  de lo que exime ignora o perturba
                                                                           la blancura del ser
                                               entre la rasposa garganta de la niebla.








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