Mircea Cărtărescu
Mircea Cărtărescu (Bucarest, Rumania, 1 de junio de 1956) es un poeta, narrador y crítico literario rumano. Está considerado por la crítica literaria el más importante narrador rumano de la actualidad.
Es doctor en Literatura Rumana por la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest, y autor de varias obras de enorme prestigio. Destaca Levantul, una epopeya heroico-cómica que es también una aventura a través de la historia de la literatura rumana, que sigue la técnica utilizada por el escritor irlandés James Joyce en el capítulo del Ulises «Los bueyes del sol». De hecho, se considera que Cartarescu es uno de los más importantes teóricos del posmodernismo rumano, y se trata de un autor que goza de gran predicamento tanto dentro como fuera de las fronteras de Rumanía. La cumbre de su carrera narrativa lo constituye el volumen de cuentos Nostalgia (1993), en el que destaca, de manera indiscutible, «El Ruletista», considerada su mejor pieza de ficción hasta la fecha, admirada tanto en el ámbito anglosajón como en el francófono. Su último proyecto editorial, Orbitor (1996-2007), una críptica trilogía de tema onírico, de complicada lectura, adopta la forma de una mariposa, y se considera prácticamente intraducible. Sus obras han sido vertidas al inglés, al italiano, al francés, al español, al polaco, al sueco, al búlgaro y al húngaro. Es el autor rumano más apreciado en el extranjero, y algunos consideran que podría ser el primer escritor rumano en obtener el Premio Nobel de Literatura.
Obra literaria
Debutó con poesía en el círculo literario Cenaclul de Luni, coordinado por el profesor Nicolae Manolescu, y en volumen en la antología "Aer cu diamante" ("Aire con diamantes"), pero leyó también prosa en el círculo literario de Ovid S. Crohmălniceanu, Junimea. De hecho publicó prosa en la antología Desant'83. Su primer volumen individual fue "Faruri, vitrine, fotografii" ("Luces, escaparates, fotografías"), publicado por la editura Cartea Românească en el año 1980. Continuó escribiendo versos, publicando varios volúmenes, de los cuales destacan "Poeme de amor" o "Totul".
Un proyecto único en su manera es Levantul, una epopeya heroicómica que es también una aventura a través de la historia de la literatura rumana. La técnica fue utilizada también por el escritor irlandés James Joyce en el capítulo titulado "Los bueyes del sol", de su obra maestra Ulises. El escritor recicla todo los estilos poéticos, desde Dosoftei hasta Nichita Stănescu, logro único hasta ahora. Es un teórico importante del posmodernismo rumano, y un autor contemporáneo exitoso, apreciado tanto dentro, como fuera de las fronteras de Rumania.
Es un prosista y novelista que cultiva las especies de la literatura fantástica, como en la novela Visul ("El sueño", editado después como "Nostalgia"), cuyo prólogo lo constituye el pequeño relato Ruletistul, publicado en español bajo el nombre de El Ruletista, y que incluye la nouvelle REM, considerada su mejor pieza corta hasta el momento. Destaca asimismo la novela Lulu (Travesti, 1994), Premio de la Unión de Escritores Rumanos y Premio Aspro, así como el volumen de relatos autobiográficos Las Bellas Extranjeras (2010). Uno de sus últimos proyectos editoriales hasta la fecha, la trilogía novelística "Orbitor", tiene la forma de una mariposa, y es de una dificultad estilística notable, tanto que se considera de difícil traducción a otros idiomas, y de difícil lectura. Contiene tres volúmenes, Aripa stângă ("El ala izquierda"), Corpul ("El cuerpo") y Aripa dreaptă ("El ala derecha"), el último volumen siendo publicado en julio de 2007. Sus obras han sido traducidas al castellano, al inglés, al italiano, al francés, al polaco, al sueco, al búlgaro o al húngaro.
Premios
En su país ha ganado los premios literarios más prestigiosos: Premio de la Unión de Escritores Rumanos en 1980, 1990 y 1994 y el Premio de la Academia Rumana (1989) También ha sido finalista de importantes premios internacionales, como el Médicis o el de la Unión Latina. En 2013 ganó el Premio Tormenta por su traducción al español de Nostalgia.
Libros publicados
Versos
Faruri, vitrine, fotografii..., Cartea Românească, 1980 - Premio de la Unión de los Escritores Rumanos en 1980
Poeme de amor, Cartea Românească, 1983
Totul, Cartea Românească, 1985
Levantul, Cartea Românească, 1990 - Premio de la Unión de los Escritores Rumanos en 1990
Dragostea, Humanitas, 1994
Dublu CD, Humanitas, 1998
50 de sonete de Mircea Cartarescu cu cincizeci de desene de Tudor Jebeleanu, Brumar, 2003
Prosa
Desant '83 (volumen colectivo), Cartea Românească, 1983
Visul, Cartea Românească・1989 - Premio de la Academia Rumana en 1989
Nostalgia, edición integral del libro Visul, Humanitas 1993, Editorial Impedimenta, 2012, en que se incluye el relato Ruletistul (El Ruletista) - Editorial Impedimenta, 2010. Traducción de Marian Ochoa de Eribe. Premio de la Academia Rumana, 1989; Finalista del Premio de la Unión Latina, 1989; Finalista del Premio Medicis 1992; Premio Tormenta al mejor libro traducido al español del año.
Travesti, novela, Humanitas, 1994, Premio de la Unión de los Escritores Rumanos y Premio ASPRO en 1994. Publicado en español con el título de Lulu (Editorial Impedimenta, 2011. Traducción de Marian Ochoa de Eribe).
Enciclopedia zmeilor, Humanitas, 2005
De ce iubim femeile, Humanitas, 2004, Por qué nos gustan las mujeres - Funambulista, 2006, en traducción de la versión alemana y no del original rumano.
Frumoasele străine, Humanitas, 2010. Las Bellas Extranjeras - Editorial Impedimenta, 2013. Traducción de Marian Ochoa de Eribe.
La trilogía Orbitor
Orbitor, Aripa stângă, Humanitas, 1996, Cegador - Funambulista, 2010, en traducción del alemán.
Orbitor, Corpul, Humanitas, 2002
Orbitor, Aripa dreaptă, Humanitas, 2007
Ensayo
Visul chimeric, Litera, 1991
Postmodernismul românesc, Humanitas, 1999
Pururi tînăr, înfăşurat în pixeli, Humanitas, 2002
Baroane, Humanitas, 2005
Diario
Jurnal I, 1990-1996, Humanitas, 2001
Jurnal II, 1997-2003, Humanitas, 2005
Audiobooks
Parfumul aspru al ficţiunii, Editura Humanitas, 2003
Poesía urbana rumana:
Bucarest en la obra de Mircea Cărtărescu
Traducción de Diego MUÑOZ CARROBLES
amémonos, keramú
amémonos, keramú,
amémonos por toujours
que mañana seremos presa de las inundaciones, de los corrimientos de
tierra, de
terribles
borracheras,
que mañana un ayer con patas de araña se paseará por los rizos de tu pelo
enloqueciéndote, molestándote…
seamos tiernos, farfulló el polígono căţelu pegando los lirios
a las caderas voluptuosas de la estación de autobuses de filaret
seamos tiernos, mi soledad, apuntó la señal de sentido giratorio
seamos tiernos, dijo también una mosca.
la primavera nos lamía la cara y las manos como un pequinés
nos hacía preguntarnos qué gusto le sacaríamos a la lengua infinita de la
noche llena de
autocares y estrellas,
la primavera nos acariciaba y sobrepasaba a veces los límites maternales o
de la amistad
inocente
enseñando los pechos fríos de manera provocativa bajo su cazadora azul
turquesa desgastada
oh, quédate un poco más, le susurró la lámpara a una pelusa de la
alfombra,
¿no quieres subir a mi casa? bebamos algo, escuchemos música, te enseño
la biblioteca…
¿no quieres quedarte esta noche en mi casa?
cojámonos de la mano, le dijo un médico jefe del hospital emilia irza
al conejo de hojalata del escaparate de los juguetes.
querámonos, amémonos, crezcamos y reproduzcámonos
cantaban el tergal y el terciopelo, el dril y la batista en gabroveni
les respondían hasta quedarse sin voz los sargentos y las controladoras
hagamos el amor, balbuceaban el polen y las nubecillas
hagámoslo, roncaban las barberías,
como unas bombillas eléctricas unidas en serie
los nervios reventaban en el antebrazo, las venas se inflaban en el tórax,
en las fosas nasales los analizadores de olor guardaban los abrigos en
armarios
y el índice de refracción se zampaba un sándwich de pollo
en la perversa apertura del ojo.
qué de guiños, cuántos accidentes por distracciones, cuentas cerradas,
pólizas pagadas,
angelito, estornudó el pulmón mientras se miraba en el espejo
y veía a su espalda una fábrica.
la primavera nos untaba en el pan una gruesa porción de televisión
nuestra mente estaba atascada de proyectos de agresión, ya veíamos el
microcos
mos
cubierto
de
trincheras,
ya soñábamos con el poder, con krakatit, con el olor de piel de zorro del
hombre invisible,
con los ojos vivarachos del hombre que atraviesa las paredes…
nuestro cerebro se acordaba de cuando estaba encogido
de cuando latía, palpitaba, se removía, marchaba, se revolvía, serpenteaba
el antebrazo se liberó en el aire flojo de la sensación de tener plumas,
la oreja –la sensación de haber oído el berrido de un triceratops
y las burbujas de hidrógeno extendían la malaria por la cara.
ten confianza en mí, gorjeó la flora intestinal
mientras se arrojaba voluptuosa a los brazos del miedo
que llevaba aquella noche un traje sencillo, arqueado, juvenil,
dame un besito, le suplicó el anabolismo al catabolismo,
no seas cruel, no me obligues, le amenazaba un maxilar al otro.
llegaba la tarde, la ciudad se animaba,
llegaba la noche, las calles silbaban como un sifón,
¡seamos tiernos, lotería que nunca toca, seamos tiernos, batidor de
alfombras,
querámonos, grifos, hagamos excursiones, carpeta de sobres!
con vestidos de escombros y varas verdes, de embutidos y quesos,
cubiertas de vodka y gasolina las emociones se habían marchado a
escondidas.
por callejones y pasajes cubiertos de vidrio de colores
algún gato arañaba el tronco de algún laurel
y en las cervecerías las camareras se dejaban hacer por dinero.
querámonos, unamuno, una y uno, querámonos, keramú,
y luego equivoquémonos de cerilla, de alicates, de pasta de dientes,
ignoremos la excesiva influencia que ejerce en nuestra psique
el campus de grozaveşti.
la primavera observa amarilla desde la estratosfera, acariciada por el ozono
y los iones,
conozcámonos mejor, caracola, dice,
abracémonos, hangar, papelito, cubo de basura…
pero nosotros en la fuente del final de la calle alexandru nos mojábamos el
uno al otro
con agua
justo al lado de la policlínica, y hasta los árboles
olían a dentista
era la época de las flores
con el tiempo has alcanzado el estatus de gran potencia.
con el paso del tiempo, me has llenado las avenidas de embajadas,
consulados y
representaciones
pero hoy, por la carretera de mis deseos
mandas tus ojos azules como dos mercedes recién lavados
cuyos parabrisas engullen hojarasca rosa de castaño.
te has convertido en una gran potencia extranjera.
desde el zodiaco, tus satélites me fotografían en miles de posturas, espían
mi
secreción
de insulina
entrevistan hasta a mi estuche de afeitar
y declaran enemigos acérrimos a mi nombre de mi apellido, a mi edad de
mi sexo, a la estación del trolebús, al
tiroides del steaua
y mientras suena un tema de pink floyd me tomo un café a ciegas
de pronto, hasta a tu chófer le trato de excelencia
hasta a tu limpiabotas le dejo que me llame chaval
le digo que sí, bwana, a tu cuello de encaje
le diseño a tus pinzas del pelo vestidos de decenas de metros cuadrados de
escaparate
vengo en un suspiro cuando suena la campana de tu pereza…
como si fueras un pavo real, con bucarest desplegado a tus espaldas.
los hoteles guiñan, las damas chisporrotean, las piedras del pavimento se
gradúan en cibernética
los ministerios, los institutos, los puestos ambulantes respiran polvo dorado
de los cinematógrafos disueltos en el
aire
los ocasos más amarillos
los crepúsculos más negros
la muerte más estadística que impulsa sus bucles por
los cimientos y los canales y el metro y la anemia y el estrés
azul de las tiendas de radios, de televisores,
de camionetas, radiocasetes, micrófonos, discos, cascos,
enchufes, tomas mezcladas con la saliva de la nostalgia del
color de las locomotoras de servicio paralizadas junto
a los andenes de la estación obor
y hasta los pensionistas de las básculas de precisión
y todos los inválidos que venden ilustraciones en relieve y lotería
se han cansado de mí por tu risa pija, inquieta,
enemiga.
deja tu mundo olvidado,
extiende una capa de polvo sobre tu imperio brotado como un grano en el
rostro
bronceado de
nuestra
amistad,
declárame independiente,
que me las arregle yo con mis reservas de mandioca, batata y tapioca,
conviérteme en algo menos doloroso,
envuélveme con una florească más cálida,
parpadea como una chispa eléctrica y dobla la rodilla para que me pueda
poner por
fin en
marcha
mi negocio con dudas de colores
en aquellas noches que, según dicen, volverán
(era la época de las flores
era la estación del amor
era la década de la guerra nuclear
era el crimen perfecto de los diez bajitos del mañana
era alí-babá y los veinticuatro años
era tu pecho gris que pasaba con un decibelio pura sangre en la correa
era una llama de magnesio que abrazaba un petardo.)
te has convertido, mujer, en una gran potencia extranjera.
te has convertido en el gran amor de mis pulmones
mi lluvia te dobla los frutos, mi apartamento es tu caja de zapatos
a ti mi odio te manda cada día rosas y una nota,
a ti mi muerte te ilumina
el imperio bancario y discreto,
zaraza de goma.
juguete mecánico
este verano los árboles se habían vestido con hojas de oro
que caían crujiendo sobre el asfalto hinchado
este otoño las mujeres habían llevado pequineses de oro
accionados por un mecanismo complicado
el propio viento parpadeaba como ruedas dentadas transparentes
las mujeres tenían todas sentimientos
las casas eran de látex y tenían un balcón cuadrangular
todo era gangoso y hacía muecas estirando los pechos de chicle
todo dependía de las pequinesas desobedientes
accionadas por un mecanismo complicado.
–¡quiéreme, quiéreme!
–¡abrázame, abrázame!
este otoño tengo el miocardio de oro y todos los doctores llevan bata blanca
y el quirófano está hecho de un celofán que se arranca
–¡cuídame!
–¡estoy en el suelo!
mi vida fue dura, movida por una rueda dentada y una vara
paso a paso caminé por el asfalto curvado
–¡quiéreme, mujer!, y ella había gritado
accionada por un mecanismo complicado.
el propio viento limpió el cristal y la joya y la montura del reloj
escuchaba cómo las hojas de oro se golpeaban crujiendo de modo extraño
contra el asfalto
y cómo los pequineses con su poca vergüenza arañaban con uñas de
circonio
en el asfalto
y hasta los trolebuses se espantaron…
–¿por qué ya no quieres? ¿por qué nunca quisiste? ¿a qué viene tanta
tozudez?
¿por qué esta obstinación de decidir tú sola lo que deberíamos decidir los
dos?
¿por qué no me escribes? ¿por qué no me mandas una cinta grabada con tu
voz? ¿en qué
te has convertido? ¿qué les pasó a nuestros recuerdos comunes? ¿por
dónde andan nuestros amigos?
¿sobre qué colcha
deshaces tu cuerpo verdadero?
–¡quiéreme!
¡abrázame!
aguanta a mi lado
tira del otoño como de un chicle
mira cómo se deshilachan los vestidos en los escaparates
mira cómo las láminas de oro se cuartean en tus mejillas, en ti
mira: pasa un rayo por los bloques de ladrillos de rubíes
y pasa también el viento dentado
y caen también las hojas crujiendo sobre el asfalto hinchado
accionadas por una llavecita de oro, por resortes de oro
por volantes de oro, por palancas de oro
dando vueltas, retorciéndose, haciendo ruido
complicado,
complicado,
complicado…
poseías todo tipo de objetos eléctricos
tú estás hecha de otra pasta. tú me repugnas,
tú eres un monstruo, te tengo miedo.
tienes cosas que yo no tengo, tienes pechos, por ejemplo,
tienes mucha cara.
tienes un montón de faldas, tienes parientes con título universitario.
y ay dios, cómo te salpica el pelo hasta las corvas
como un camión de fructexport, fantasmal y blando
que pasara por dorobanţi.
y tienes caderas, y tienes ataques, tienes amantes…
tu inconsciente seguro que es tan enorme
que podría reducir él solo la diferencia entre el pueblo y la ciudad
y ponerle fin a la ola de violencia y pornografía
con solo un gesto, o con un ungüento.
no, si tú fueras un documental sobre las valencias de los elementos
químicos
y yo una tabla sobre el tejado de un silo
aun así no sería yo tan raro
en la realidad con ateneos, cabernets, coches
tiemblo cuando me tocas. se me hace raro escuchar tu voz por teléfono.
¿por qué tiene que existir un ser como tú?
¿y por qué ahora ya no existe?
bestia, pecosa, mujerzuela,
velo sobre mandíbulas de hojalata,
¡gansa!
amiga
por aquel entonces engordaste, amiga,
y solo a duras penas conseguías pasar por mi calle
por el cable del teléfono te deslizabas solo haciéndote mucho daño
y ya no podías ni nadar por las exclusas de mi nervio óptico
en otro tiempo eras ligera, amiga,
te deslizabas incluso por los agujeros de los botones de mi camisa
tu cadera era delgada, era rosa
era seguramente digna de una causa mejor, amiga.
qué felicidad era siquiera rozarte la piel florecida de tu pavimento
quitar siquiera el automático de la faldita plisada del garaje
temblando como una brújula derretida en tu calle
qué suerte era arrancarte la lencería del cuerpo que hasta incluso los
mosquitos borrachos
giraban por encima de un camión aparcado con las
ruedas de la izquierda en el atardecer
qué fortuna era penetrar por fin en el universo de ideas del sargento de la
esquina
emborrachándome de lujo, de calma, de voluptuosidad…
pero,
oh, nikakdá, habla un pajarito sobre ruedas
con la tabla colmada de sensaciones dentadas,
oh, nikakdá,
nikakdá…
una vez tuve una amiga que se resbalaba imparable por una vía
desde obor hasta sfântul gheorghe con un rizo delante de la zapatería
clujeana
y hasta la punta de sus pestañas emanaba un aroma grotesco de grasa de
motor y
lancôme
y cada cabello suyo llevaba detrás un espectro solar de muchos metros
por aquel entonces eras más móvil, amiga,
estabas a la vez en la televisión, en mi regazo y en mi pensamiento
por aquel entonces eras más pelirroja, amiga
tus caderas, todo cuanto se veía bajo tu camisa con ojos de hombre
iluminaban la avenida circului como una delicada bombilla
y más suave y más cubierta de terciopelo
que tus pechos era tu vida
tu vida única e indivisible
de ramera, de venus, de madonna, de sibila.
–fémina, mujer, ¿por entre los raíles de hierro eres todavía posible?
ah, nikakdá, habla un pajarito sobre ruedas
por encima de los edificios de papel de plata de colores
ah, nikakdá,
nikakdá…
y tu mirada era una ventana
por la cual se oía un silbido dorado: “sus mercedes… su excelencia”
ay, tu pecho era un batiscafo cuyas hélices giraban en el laberinto de tu
cama
y dentro los sabios sorprendidos observaban los dedos como una
nueva especie de
monstruo marino
ay, y tus ideas se te escapaban de los pechos como un torrente azul marino
llevándose por delante motores eléctricos, dispensarios,
maternidades, librerías, carreteras pavimentadas con altavoces
shops que giran alrededor del sol…
querría infectar como un virus tu imaginación.
una vez, amiga, tenía una amiga que hablaba
y también tenía una amiga que callaba
una amiga me cepillaba la ropa
una amiga me programaba
y escuchaba mis discursos exasperados, confusos
me protegía de los meteoritos, de los fantasmas me defendía
una vez mi amiga era mi amiga
a la que yo me…
pero
ah, nikakdá
ah, nikakdá, nikakdá, nikakdá, nikakdá…
se fue el amor…
del 80 al 81, miserable invierno
un vertedero de cafés, mecheros, “dire straits”, cenáculos, vasos
y por la noche un pantano de gominola dolorosa: caras, muslos y palabrería
y a veces una mirada lanzada por la ventana, hacia el tráfico que avanza
con
dificultad
por la
nieve.
pero ¡he aquí el sol! ¿nos ha comprendido por fin la primavera?
brillan las ventanas de la plaza de bucur obor y el bulevar colentina está
amarillo
el asfalto apesta más seductor que nunca a renacuajos, hay arcoíris en la
gasolina,
hay sardinas en aceite albanesas, y mujeres y alumnas
miran con desprecio el escaparate de menaje del hogar.
más arriba los árboles han tenido brotes en los patios
las señales de tráfico parecen ahora periódicos enrollados
como palomas de óxido. y el poderoso sol que ilumina
tanto las fábricas, como los castillos de agua, las escuelas, el cementerio…
–¿y yo? participo también de la alegría general.
y mira tú cómo: me bajé de la línea 109 una estación antes
y me fui andando sin rumbo sobre la hierba del borde de la calzada.
los autobasculantes, los vehículos TIR, los camiones zumbaban con sus
planchas
arriba y abajo, cargando tubos, sacos y hormigón
los tranvías se deslizaban como en sueños…
así que me senté en el bordillo y miré la hierba reluciente.
y mira tú, una abeja tirada en el polvo
el envoltorio de un caramelo de leche
un escarabajo con el caparazón reventado, que huye por un lado, cuánto
sucede
en la raíz de una brizna de hierba, trémulo
en la brisa de aire caliente que sopla por entre las ventanas de la fábrica de
alambre.
un cielo azul, sol, sombras enredadas, ruidos de tubo de escape
raíles dorados de tranvía, hierba verde, lombrices, escarabajos…
¿habría deseado algo más Tao o Boddhisattva?
La colina sube bien con sus andamios, casa, limusinas, su bulevar, ya no
quería a
nadie…
me levanté al final, porque unos querían aparcar su camión
me puse de pie y los miré
–¡métele fuerte!
dale, dale, dale, dale
un poco más... más, más, más, más, más, más…
¡así está bien! un poco más a la izquierda… ¡ya!
dale que va… más, más, un poco más…
¡ya estááá!
¡para!
ya está bien.
y el sol flotaba en lo alto del cielo.
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MUÑOZ CARROBLES, Diego (2011): "Poesía urbana rumana: Bucarest en la obra de Mircea Cărtărescu" [en línea]. En: Ángulo Recto. Revista de estudios sobre la ciudad como espacio plural, vol. 3, núm. 1, pp. 245-252. En: http://www.ucm.es/info/angulo/volumen/Volumen03-1/textos01.htm. ISSN: 1989-4015
Când ai nevoie de dragoste
când ai nevoie de dragoste nu ţi se dă dragoste.
când trebuie să iubeşti nu eşti iubit.
când eşti singur nu poţi să scapi de singurătate.
când eşti nefericit nu are sens să o spui.
când vrei să strângi în braţe nu ai pe cine.
când vrei să dai un telefon sunt toţi plecaţi.
când eşti la pământ cine se interesează de tine?
cui îi pasă? cui o să-i pese vreodată?
fii tu lângă mine, gândeşte-te la mine.
poartă-te tandru cu mine, nu mă chinui, nu mă face gelos,
nu mă părăsi, căci n-aş mai suporta încă o ruptură.
fii lângă mine, ţine cu mine.
înţelege-mă, iubeşte-mă, nu-mi trebuie partuze, nici conversaţie,
fii iubita mea permanentă.
hai să uităm regula jocului, să nu mai ştim că sexul e o junglă.
să ne ataşăm, să ajungem la echilibru.
dar nu sper nimic. nu primeşte dragoste
când ai nevoie de dragoste.
când trebuie să iubeşti nu eşti iubit.
când eşti la pamânt nici o femeie nu te cunoaşte.
Steluţe în genele ei
Ningea pe Colentina şi erau steluţe în genele ei.
Tramvaiul patru cotea inzapezit la Sf. Dumitru
şi erau steluţe, steluţe, steluţe în genele ei.
Ningea, ningea, ningea peste Colentina
demult, demult...
da, dragii moşului, erau...
erau steluţe în genele ei.
Ningea pe firele de troleibuz, pe toneta de tichete ITB
ningea pe mustaţa mea şi pe gagica în roşu de alături
tramvaiele aveau ştergătoare de parbriz şi erau... hai, toţi în cor:
erau steluţe în genele ei.
Eram student, era studentă
eram eminent, era iminentă
şi erau steluţe în genele ei.
Aerul era rece, tramvaiele reci
maxi-taxiurile abia înfiinţate
mergeau toate pe patru roate
şi erau steluţe în genele ei.
Ningea uşurel, cu fulgi catifelaţi peste fabrica Stela
peste blocul lui Ghiu, peste pomii înzăpeziţi...
Ea spunea ceva, dar camera video n-are sonor
aşa că nu mai ştiu ce spunea.
Ea ma ţinea de mână şi tramvaiul patru trecea
şi ningea şi erau... da... da, dragii moşului...
Eu eram copil, ea era o copilă
eu stăteam la bloc, ea stătea la vilă
şi erau steluţe în genele ei.
Eu aveam viziuni, ea avea pandalii
restul e în "Poeme de-amor", precum ştii
dar lăsaţi-o baltă, copii:
erau steluţe în genele ei.
CORUL: Erau steluţe, erau steluţe, erau stelu-u-uţe
În ge...eeneee...leeeee... nele eeeeeeeeei!
Aici poemul ar trebui să se încheie
dar nu înainte de-a va da o cheie
a-ntregii întâmplări:
Ea e o fata de peste blocuri şi mări
acum e măritată, gravidă, n-are nici o importanţă.
Amorul nostru nemuritor s-a dus dracului
Acum nu mai sunt steluţe în genele ei.
Acum nu mai e nici o steluţă în genele ei.
Aşa, ca să ştiţi, dragii moşului.
Să ne iubim, chera mu
să ne iubim, chera mu, să ne iubim tujur
că mâine vom fi pradă inundaţiilor, surpărilor de teren, beţiilor crâncene,
că mâine un ieri cu labe de păianjen de fân îţi va umbla în cârlionţii de flori ai coiffurii
zăpăcindu-te, ambetăndu-te . . .
să fim tandri, bâigui poligonul căţelu lipindu-şi irişii
de şoldurile voluptoase ale autobazei filaret
să fim tandri, singurătatea mea, ciripi indicatorul de sens giratoriu
să fim tandri, mai zise o muscă.
primăvara ne lingea ca un pechinez pe faţă, pe mâini
ne făcea să ne întrebăm ce gust om avea pe limba infinită a nopţii plină de autocare şi stele,
primăvara ne mângâia depăşind uneori limitele maternităţii sau prieteniei nevinovate
arătându-şi provocatori sânii reci sub jacka ei de turcoaz jerpelit
oh, mai rămâi, şopti lustra către o scamă de pe covor,
nu vrei să te urci la mine? bem ceva, ascultăm muzică, îţi arăt biblioteca . . .
nu vrei să rămâi în noaptea asta la mine?
să ne ţinem de mână, îi spuse un medic primar de la spitalul emilia irza
iepurelui de tablă din vitrina cu jucării.
să ne iubim, să ne amăm, să creştem şi să ne înmulţim
cântau tergarulile şi velurul, drilul şi chembrica pe gabroveni
le răspundeau până la răguşeală plutonierii şi norişorii
să facem chestia aia, gâfâiau frizeriile.
ca nişte becuri electrice legate în serie
nervii plezneau pe antebraţ, venele se umflau pe torace,
în nări analizatorii mirosului îşi încuiau paltoanele în dulapuri
şi indicele de refracţie îşi halea sandviciul cu carne de pui
în holbarea perversă a ochiului.
ce de ocheade, câte accidente din neatenţie,
conturi încheiate, polite plătite,
îngeraşule, strănuta plămânul când se privi în oglindă
şi văzând în urma lui o uzină.
primăvara ne întindea pe pâine felia groasă de televizor
mintea noastră era îmbâcsită de proiecte de agrasiune, deja vedeam microcosmosul împânzit de tranşee,
deja visam la putere, la krakatit, la mirosul de blană de vulpe al omului invizibil
la ochii catifelaţi ai omului care trece prin zid...
creierul nostru îşi amintea de când stătea ghemuit
de când pulsa, de când palpita, fojgăia, colcăia, mişuna, şerpuia
antebratul îşi defula în aerul slăbănog sentimentul de a avea pene,
urechea - sentimentul de a fi auzit boncăluitul triceratopsului
şi bulele de hidrogen pleznind malaria peste faţă.
ai încredere în mine, gânguri flora întestinală
întinzându-se voluptos în braţele groazei
care purta în acea seară un costum simplu, cambrat, tineresc,
dă-mi un pupic, se ruga anabolismul de catabolism,
crudelo, nu mă chinui, rânjea maxilarul spre maxilar.
venea seara, oraşul se anima,
venea noaptea, străzile sfârâiau ca sifonul,
să fim tandri, loz necâştigător, să fim tandri, bătător de covoare,
să ne iubim, robinete, să facem excursii, mapă de plicuri!
în rochii de moloz şi nuiele verzi, de mezeluri şi de brânzeturi,
spoite cu vodcă şi motorină emoţiile ieşiseră la agăţat.
prin ganguri şi pasaje acoperite cu geam colorat
câte un pisoi zgâria în lădiţa vreunui dafin
şi în berării ospătarele se lăsau deşurubate de vii contra cost.
să ne iubim, unamuno, nebuno, să ne iubim, chera mu,
şi apoi să ne-nşelăm cu chibritele, cu patentul, cu pasta de dinţi,
să ignorăm influenţa exercitată în psihicul nostru
de complexul lui grozăveşti.
primăvara priveşte galbenă prin stratosferă, gâdilată de ozon şi de ioni,
să ne cunoaştem mai bine, melcule, zice,
să ne îmbrăţişăm, depoule, hârţiuto, tomberonule
iar noi la ţâşnitoarea din capătul aleii alexandru ne stropeam unul pe altul cu apă
chiar lângă policlinică, şi până şi copacii
miroseau a dentist.
În stilul lui Bacovia
e seară şi ninge-ndesat
zăpada-n zăpadă se lasă
şi abia mă mai mişc îngheţat
şi abia mai ştiu drumul spre casă
e beznă un câine-a lătrat
de-acum n-are rost să mai sper
sprijinit de un stâlp un soldat
şi-aprinde ţigarea stingher
e noapte şi ninge turbat
şi nu mai zăresc nici un drum
cum viaţa-i un loc depărtat
cum totu-i mai simplu de-acum!
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