miércoles, 12 de marzo de 2014

JUAN SOBALVARRO [11.205]

Juan Sobalvarro


Juan Sobalvarro

(Managua, Nicaragüa   1966)
Abandonó sus estudios de medicina por la carrera de Arte y Letras, una disciplina que desapareció de la universidad y que demuestra que la literatura en Nicaragua es apenas una cuestión de voluntad, pese al prestigio con el que a veces se pueden entretenar la escena literaria nicaragüense.
De hecho a inicios de los noventa cuando tomó esta decisión, Nicaragua salía de la guerra, una guerra en la cual él mismo participó, y la cultura se convirtió en la cenicienta de los presupuestos públicos y de las subvenciones privadas, el país estaba en escombros como esos adornando el antiguo centro de Managua.
Junto a las poetas Marta Leonor González y Carola Brantome creó la revista literaria 400 Elefantes, una primera edición fue hecha con hojas fotocopiadas, después vinieron ediciones de bolsillo y ahora es un sello editorial que publica a autores nacionales, centroamericanos e incluso mexicanos. Desde hace más o menos 15 años la revista es un referente nacional.
El mismo Sobalvarro ha publicado: ¿Para qué tanto cuento? (2000) y Agenda del desempleado (2007), mientras Unánime (1999) y Perra Vida (2006) aparece bajo el sello del Instituto Nicaragüense de Cultura y el Grupo Editorial LEA, respectivamente.
Ha sido incluido en Ruben’s Orphans. Anthology of Contemporary Nicaraguan Poetry (Painted Rooster Press, 2001), El sinónimo antónimo (400 Elefantes, 2002), en ‘Bananas und Papayas’: Antología de cuento centroamericano (Berlin, 2002) y The Poetry of Men’s Lives: An International Anthology (Univ. of Georgia Press, 2004).

Ha sido co-compilador de las antologías Poesía de fin de siglo Nicaragua–Costa Rica (2001) y Cruce de poesía Nicaragua–El Salvador (2006).
Uno de sus trabajos más llamativos es la coautoría del guión La Yuma que recibió mención de honor en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana en el 2000 y actualmente se presenta en diferentes salas de América y Europa.




EMPECINADA

Esa mujer que arroja piedras
al manto de sol,
profanando con un insecto de mar en la mano
el más templo de luz,
grita su verdad
como ahora inventándola,
más allá escala la duda
que el manual impone,
al sol voraz dispara sus greñas
mientras los escandalosos balcones
la mojigatean,
la tantean a punto de pupila codiciosa
porque no les cabe en el cuenco
en la palurda costumbre de no verla muerta,
el mal de verla batiente,
descampada en pampa
con la enorme palabra en los ojos
inquiriendo por querer
así como se le da.
Las loras esperan en el guacimo,
llegan a taciturnas,
a alaste tristeza
pero ella no merma,
ella ¿cuándo cesa?
Porque de romplón iluminó una casa,
la enciende como pared constelada.





QUEMAR AL MAR

La espuma del mar excita a la mujer
las sales sazonan sus piernas
algas en plata encrespada
anuncian siluetas hendidas en la arena que la costa lame.
A la mujer le flaquean las piernas ante el mar
el hombre es atrapado frente a un muro teológico
tres dimensiones exaltadas
con sus ecos arbóreos.
La mujer se postra en la carne del mar
las olas cornean las piedras mojadas
huyen cangrejos sangrantes
templados en salsa y luz.
La mujer aúlla mientras el hombre la penetra
el cielo cruje en azul prusia
las manos exprimen leche de cristal
olas más olas de espesa erección.
La mujer está cantando desde las peñas mohosas
con sabor de camarones hervidos entre mucosas.
El hombre salta sobre haces de luz
piensa en aguas a su madre
del hemisferio este le viene el calendario de sus años
los días vividos
y los consumidos en gentes de atraso
siente que fue niño como arena
las olas traen profecías de su muerte.
Pero hay una mujer sofreída en líquidos brillantes
que incendia al mar con sus tetas
que doma a la marea con su melena
que sabe que ella y el mar son el principio

y se acuartelan.

El hombre seguirá merodeando los muros
con una tiza lila en la mano izquierda.
Al otro lado de las vallas
la mujer le mostrará sus axilas
y un pez le danzará entre las piernas,
los pies de ella serán de claro esperma.
Por eso el hombre quiere incendiar al mar
porque el mar y la mujer se contubernian
porque el agua de la mujer a él lo quema
y tiene una corona de espuma alcohólica
y le efervesce la sangre cocacolamente.
La mujer ante el mar es siempre desnuda,
desnuda de pelo y de piel sedienta
el sol le manosea los poros vírgenes
le inventaría lunares y risas.
El hombre siempre es solo frente al mar
y uno a otro se incineran.





EN VELA

Todos mis amigos murieron ayer,
de un golpe,
como si un palmazo me borrara los números todos,
como si la muerte me llevara con la rabia por un caño.
A nadie tengo que reprochar,
la resaca,
la luz telarañosa de la esquina
porque he despertado más miserable hoy
porque desnudo, desguapado
me he levantado con la ira erecta.
Y lo único que lamento
es lo que me abona miseria.

Ahora nadie canta,
sólo los pájaros
y ya casi no quedan pájaros.





LÍMITES INCURABLES

La tristeza me patea
por el flanco adormecido de la costumbre
en la costilla que crece desamparada de pan
mientras el ronroneante motor que llaman futuro
me precipita a buscar felicidad con dos muletas
dos intraducibles herramientas de madera
que se ciñen a mi carne
como una máquina se apega
a un cuerpo sin furor

En el cementerio de libros
busco la hierba noble de la poesía
esa que no prostituye su sangre
en orgías individuales
ni en opulentas ferias de servidumbre

pero me estremece la ira del polvo
un desierto nace
al pie de mis olvidos
como inadvertido árbol que florece
en la profundidad de un pozo

una harina estéril se multiplica
en los codos de mi pereza
y ciego
vuelvo a embeberme
en un almíbar rabioso
como si regresara
a mi propia placenta
a mi natural incubadora
donde todo lo rompo
donde muerdo la música
sin retorno.





BIOGRAFÍA

Nada hago.
sé que no voy a morir en mi cama
y nada hago por evitarlo.
Quisiera estar loco hacia afuera
y no hacia adentro,
aburrirme armado
y no temblando.
Estoy común y sin suceso,
de día no trabajo
y por las noches descanso.
De nada sirven los días patrios,
no me fatigan los políticos,
y sin turbación me limpio el culo con los diarios.
A diario verso
los fuegos de la apatía,
le hurgo metáforas
a la vergüenza del silencio.

Pero en el fondo nada hago,
sólo soy un vencedor,
pues ya,
nadie puede vencerme.





NOCTURNO
¿Y MI CABEZA DÓNDE?

Aquí en la montaña, todos los días dormimos en lugares distintos, vamos de un cerro a otro, cerros lejanos a los que tal vez sólo seis personas le saben nombre. Un día dormimos con la cabeza hacia el norte,

otro hacia el este,
oeste o sur.
Y a mitad del sueño,
la mano negra de la noche
te abre los ojos para no ver.
Yo no sé lo que sucede entonces,
quién soy en qué lugar

¿dónde están mis extremidades
con las que penetraría ciego
a una mujer, hasta enloquecerla
y llorarla?
¿de quién es esta voz
que habla en lo alto y luego se agacha?
¿dónde está mi madre?
¿mis hermanos?
¿y mi cabeza dónde?
¿el norte, el sur, el este, oeste?

Creo que esta es la pesadilla
que besa y borra mis ojos.
Creo que aquí alguien usó una llave negra,
de una puerta negra,
que se abre a lo negro y no termina.

Creo que a esta noche la hacen todas las bombas de la guerra.






Blanca y blanca
En invierno         más triste para la madre
tendrá
su capote encorvado
y a pasos puntiagudos
su mirada retrocedida
desafiará el largo fangoso desaliento

y la niña

¡Qué ganas de no estar!

Incluido en Nuevos poetas nicaragüenses (Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Ferrol, 2004, selec. de José María Mantero).



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