jueves, 18 de octubre de 2012

ILSE WEBER (8.085)



Ilse Weber 

(Witkowitz, cerca de Ostrava, REPÚBLICA CHECA, 11 de enero de 1903 – Auschwitz, 6 de octubre de 1944) fue una escritora y compositora judía.
Su apellido natal era Herlinger. Creció en un ambiente multicultural. Asistió a clase en un colegio alemán, pero tuvo también contacto con checos y polacos, pues su madre regentaba un café, en que, más adelante, Ilse ayudó a su madre. Empezó a escribir a la edad de 14 años, por ejemplo cuentos infantiles judíos o pequeñas obras de teatro para niños. Se publicaron en diferentes periódicos y revistas alemanas, checas, austríacas y suizas. En 1930 se casó con Willi Weber.
Con la llegada de los nazis al poder, muchos de sus amigos emigraron. Ella y su marido no quisieron hacerlo. Consiguió que su hijo mayor, Hanus, saliera hacia Suecia, a casa de unos amigos. Pero ella, su marido y su hijo pequeño fueron llevados a Praga. De allí, el 6 de febrero de 1942 fue deportada a Theresienstadt. Allí, separada de su marido y su hijo, trabajó como enfermera en la enfermería pediátrica durante dos años. Compuso numerosos poemas que cantaba a los niños y a los ancianos como nanas.
En 1944 fue llevada con su hijo y los niños del asilo a Auschwitz. El 6 de octubre de 1944 fue asesinada en el campo de concentración de Auschwitz, junto con su hijo Tommy. Se dice que camino de la cámara de gas iba cantando a los niños una nana que ella misma había compuesto (Wiegala)[cita requerida].
En Theresienstadt escribió el libro de poemas In deinen Mauern wohnt das Leid (En tus muros habita el dolor), que no se publicó hasta 1991.
Su marido sobrevivió a los campos de concentración, aunque gravemente enfermo. Fue él quien reunió las obras de Ilse y las publicó.

Obra

Ilse Weber: In deinen Mauern wohnt das Leid. Gedichte aus dem KZ Theresienstadt. Gerlingen: Bleicher, 1991. ISBN 978-3-88350-718-7
Algunas de sus canciones figuran en el disco, entre ellas la tristemente celebre "Wiegalah"
Anne Sofie von Otter, Daniel Hope, Bengt Forsberg y otros: Terezin/Theresienstadt. Deutsche Grammophon Gesellschaft 2007
Ana Häsler, Enrique Bernaldo de Quirós: The little horses y otras canciones de cuna. Fundación Música Abierta, 2010


Canción de cuna de Theresienstadt

Ro-ro-ro, niños, a dormir!,
chiquillo de Bohemia, muchacha del Rin.
Llegasteis aquí como extraños,
y ya carecéis de patria.
Ahora dormís apaciblemente en la misma estancia
sonrientes en el placentero sueño infantil,
lejos de nuestros sufrimientos y de nuestra congoja.

¿Qué miras con esos ojos abiertos,
tan serio tú, muchachito de Viena?
Tu padre está muerto. Murió en el lager.
En tiempos le gustaba sentarse en tu cama...
¡Debes olvidar! Aún eres pequeño.
Trataremos de ser buenos contigo. Con nuestra ayuda
todo te será más fácil de sobrellevar.
Ahora duérmete, mi niño, y no pienses.

Dormid todos, pequeños, los rubios y los morenos
de Bohemia, de Moravia, de regiones de Alemania,
perdido vuestro rumbo, arrojados de vuestra vía,
abandonados, enfermos, famélicos y huérfanos.
Compartimos las mismas calamidades, el mismo destino;
con todo, si Dios quiere, habréis de crecer.
Ahora nos tambaleamos todos en nuestro desamparo,
pero siempre amanece tras la noche.

Ro-Ro-Ro, alguna vez dejará de ser un sueño,
volveremos a tener un lugar en el mundo.
Caerán las cadenas, volveremos a ser libres
¡y toda pesadumbre será cosa del pasado!

Las heridas se cierran, cicatrizan,
pronto habréis olvidado tanta miseria.
Y saldréis cogidos de la mano,
a conquistar un hogar y una nueva patria.



¡A casa

"¡Quiero volver a casa¡" – la primera vez
que escuché este grito lastimero de angustia
fue en el edificio ferial, antes de abandonar Praga.
Era invierno. La nieve aún cubría alta
las casas y los árboles,
y se derretía sucia en el pabellón.
Ninguna estufa daba calor, la puerta no cerraba,
ateridos de frío nos disponíamos a descansar.
Sobre las tablas húmedas, embozados, anudados,
el bullicio había cesado ya.
De pronto sonó aguda la queja
desde un apartado rincón de la sala miserable,
la voz inocente de un niño: "¡quiero volver a casa!"

Ha pasado un año, un año lleno de dolor.
Invisible el muro del getto nos envuelve.
Los días ensartan una larga cadena de pesares;
la torpeza y las envidias aportan nuevos golpes.
Atormentados y hambrientos, perseguidos y acosados,
lastimadas las entrañas por mil heridas,
expoliados, humillados, privados de los seres que quisimos,
pisoteado aquello en lo que creíamos,
a menudo nos parece todo tan agobiante
que no creemos poderlo sobrellevar.
Y en medio ese horror, como una plegaria,
Lucha por salir del pecho: "¡querría volver a casa!"



¡Adiós compañero

Adiós, compañero,
aquí se separan nuestros caminos,
que mañana he de partir.
Me despido de ti, hostigada,
me obligan a abandonar este lugar,
salgo con el transporte para Polonia.

A menudo me has insuflado valor.
Me has mostrado bondad, lealtad,
dispuesto en todo momento a prestar ayuda.
Un apretón de tu mano
ahuyentaba las preocupaciones.
Unidos compartíamos las penas.

Adiós, compañero,
cómo me pesa tu pérdida.
La despedida se me hace difícil.
No pierdas el ánimo:
tanto que te he querido
y ya no nos veremos más.


Wiegala, wiegala, weier

Wiegala, wiegala, weier,
el viento toca la lira,
 dulce entre los juncos verdes.
Silba el ruiseñor su canto.
Wiegala, wiegala, weier,
el viento toca la lira.

Wiegala, wiegala, werne,
la luna es una linterna
de pie contemplando el mundo
refugio en el cielo negro.
Wiegala, wiegala, werne, 
la luna es una linterna.

 Wiegala, wiegala, wille,
 ¡qué silencioso está el mundo!
Nada turbe su quietud.
Duermete, niño, también, 
Wiegala, wiegala, wille,
¡el mundo todo es silencio!






Wiegala, wiegala, weier,
der Wind spielt auf der Leier.
Er spielt so süss im grünen Ried,
die Nachtigall, die singht ihr Lied.
Wiegala, wiegala, weier,
der Wind spielt auf del Leier.
Wiegala, wiegala, werne,
der Mond ist die Laterne,
der steht am dunklen Himmelszelt
und Schaut hernieder auf die Welt.
Wiegala, wiegala, werne,
der Mond is die Laterne.
Wiegala, weigala, wille,
wie ist die Welt so stille !
Es stört kein Laut die süsse Ruh,
schlaf, mein Kindchen, schlaf auch du.
Wiegala, wiegala, wille,
wie ist die Welt so stille!



La noche
  
Por la noche, cuando volvemos del trabajo,
no hay ningún lugar que nos acoja, ninguna cálida luz.
Nos entretenemos titubeantes en los corredores
porque nos desespera la oscuridad de nuestro cuarto.

Ahora, y como pena, nos han quitado hasta la luz,
alguien habrá infringido alguna de las normas.
¿Cuál? Los del campo nunca lo sabremos.
Hace semanas que nos movemos en la oscuridad.

Así que nos demoramos bajo los soportales
y alzamos la mirada al firmamento.
Las noches ahora son duraderas y hermosas
por más que las voces retumben dentro del cuartel:

es como si hasta ahora no hubiéramos comprendido
cuánto maravilla el resplandor de los astros.
Bien mirado, más sabio sería arrojarnos al sueño
y no llorar y llorar, noche tras noche…




Cinco años

A veces, cuando camino por la calle
Intentando escapar del bullicio del cuartel,
me encuentro de pronto con los niños, y recuerdo:
también tú tienes niños, perdidos en la lejanía.

La limpia mirada de una muchacha desconocida
dolorida y dulce reaviva mi memoria.
Cómo se parece al mío aquel niño que juega,
detengo entonces mis pasos y vuelvo la vista atrás.

Hace cinco años que se fueron, para vivir
con gentes extrañas  en un extraño país.
Nosotros seguimos aquí, despojados de nuestra dicha
seguimos aquí, arrojados al dolor, y miserables.

Cinco años ya, me cuesta concebirlo.
Su ausencia me ha rendido y pintado de blanco mis cabellos.
El niño ya será un mozuelo, y la que fue una niña
se habrá abierto como una muchacha en flor.

¿Volveré a verlos algún día?
Mi vida ya no es sino una larga espera
y, mientras tanto, acumulo tristezas y fatigas
¿Quién me compensará los años que perdí?



Camino por Theresienstadt

Camino perdida por Theresienstadt,
con el corazón rebosante de plomo,
hasta que abruptamente mi paso se detiene
cerca del bastión.

Ahí me quedo, paralizada en el puente,
y miro hacia el valle:
¡Cuánto me gustaría seguir caminando,
y poder volver  de nuevo al hogar!

Mi hogar! –tú, maravillosa palabra,
ni corazón ahogas por completo,
te llevaron lejos,
nada tengo ya.

Doliente y apagada doy vueltas y vueltas,
oh, cuánto me pesa el infinito girar:
Theresienstadt, Theresienstadt,
¿cuándo cesará el dolor,
cuándo seremos libres de nuevo?


Versiones de Carlos Morales
Negra leche del alba,
(Antología de la poesía del Holocausto)
http://poesia-del-torodebarro.blogspot.com.es/



1 comentario:

  1. AGradezco mucho, muchísimo, que hayas editado en tu espacio a esta poeta fuera de lo común que no pudo sobrevivir al apocalipsis de Auschwitz.
    Este es mi correo electrinico:
    edicioneseltorodebarro@yahoo.es
    Me gustaría poder comunicarme contigo.
    Un fuerte abrazo.
    Y gracias por todo.
    Carlos Morales.
    Dir. Ediciones El Toro de Barro.
    Dir. de IN NOMINE AUSCHWITZ, un blog dedicado en su integrridad a la Shoa.

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