martes, 23 de octubre de 2012

AMALIA PÉREZ [8176]




AMALIA PÉREZ
Nació en Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina.
Tiene publicados artesanalmente las siguientes obras poéticas: Mal de amores; Herencia de una madre no nata; Las Marías son ellas; La infatigable tarea de ganarse el cielo todos los días.
-"Sapo que no se traga" (Monólogos) Ediciones El Mono Armado 2011
En narrativa: Aguafuertes del exilio, 2001; Territorio de mujeres, 2003, novela.
Participó en el 2005 de la Antología "País de vientre abierto".


Catacumbas porteñas

Catacumba de porteños desalojados del cielo
contra luz en blanco y negro
crenchas con vinchas que agotan el sudor sobre sus pechos
altivos macheteadores
estalactitas de hierro sueños chorreando paredes
mapa de tinta de pieles
caverna de manos blancas en la noche de cemento
soportando
día por día los días
un solo eructo de todos
ajo en las mesas vacías
mandíbulas desdentadas
panaz aguante piernas gordas
babilonia impresionante
garantido apocalipsis

triste la boca en su faso
hombres
paralelos a otros hombres
manos que esconden su sombra
media mañana en la plaza
pinceles de a mil sin paredes

escaleras que chorrean la luna hasta la azotea
caras ventana a ventana
humilde a la intimidad
cuerpos de hueso en la cama
péndulo ronco que invade crujiendo toda la casa

tiempo en descuento la noche
impacto directo a la mira
cuando ellos
puerta abierta se besaron
descreyendo en catacumbas

falta envido veintidós
ensartaron una flor
de cristal entre sus cuellos




DOS

No se que hago acá
que lamentable papel de margarita 
maquillada como afiche 
en chancletas y arremangada

Nací cuando ya era tarde 
desteñida longipietra al decir de mi vieja
longipietra como botella vacía 
flotando en lo zángano de mi alma
esa minúscula rendija en mi mundo joven

¿te acordás?
humano de carne y hueso 
humano de culpas y escarmientos
humano de avasallar lo que no te pervertía 
un sudor humano de vos que mojara tu entrepierna 
que no tuvieras retaguardia ni trasero 

que tu viejo fuera como el mío
de carne y hueso pretendía

¿te acordás?
cuando me alcé sin raíces y sin sombra
hacia el confín de tu cielo
y vos?
descarnado muñeco 
espiando por aquella claraboya 
cuando un maniquí a tu semejanza
lastimó mi cuerpo con esas manos de no tocar
y asoló mi alma con los ojos que nunca te animaste

a vos te inventamos nosotros
te parimos después del trueno 
te fingimos
por la bestialidad de nuestros cuerpos 
por la cruel manera de merodear el cielo
para salvarnos del colmillo de nuestro padre

fuimos nosotros 
antes de la batalla
aterrados al borde de la cama 
conjurando búfalos al vibrar de las tripas
parados en retiro a las siete de la tarde 
bajando a los socavones 

porque antes no existías
antes que ella cantando madam baterflai 
antes que leonardo o el polaco 
antes que las sombras del fuego no existías 
ni antes que el tren del sur 
con el humille nuestro de cada día
entre sobacos y codos 

¿acaso sabés lo que vino después de la cruz?
el deseo de retozar tirado a las brazas
las uñas de las ratas subiendo al pescuezo de las brujas
la contorción de los tendones por el relámpago y el hierro

aca en la tierra tu cadáver huele a podrido 
los océanos se arrojan sobre la tortuga cuando un solo niño 
nada de vos cuando es la carne la que escarba 
y la libertad de dar a luz a un muerto es solo un pasatiempo

¿sabés?
la fruta de tu huerto no se clavó en nuestra boca
teníamos el dado en la zurda y vos no lo sabías





TRES

Quiero darte cornadas 
asestarte un puntazo de buey encabronado
quiero cargar tu costal con mi buitre apestoso 

decís que mandaste tu hijo a mi casa
que acudieron ángeles y guardianes 
no es así
solo luciferes merodean mi calle

decís que vino a salvarme
y sus príncipes cavaron sótanos debajo de mi mesa

decís que soy libre
y cargaste de piedras mis pulmones

mirás arder mi lámpara
y te confunde mi sombra en la pared

es así
los dos lloramos por este desencuentro
yo cargo con lo que até a mis cadenas
vos sos nomás un voyerista 






DOCE

Las valijas de irse
las arrugas de la ropa
la llave de luz falseada
la indecisión de despedirme de él
- seguro estará trabajando –
el vidrio de la ventana que nunca arreglé
las cicatrices que ya no importan
el botiquín atestado de frasquitos
el jazzero piano que nunca fue beetoven
lo poco a destiempo a rajatabla
los perdigones que no dieron en el blanco
los blancos que equivoqué
los vendavales que murieron como brisas
lo que negué
los sobreentendidos y los malos entendidos

la vida que se escurrió
boletas que no te voy a pasar




TRECE

El placer de temer a la muerte
la riqueza del tiempo acotado
la punzada de la despedida
el precipicio de la muerte ajena
la precipicio de la muerte mía
el azote de la conciencia
la virtud de las máscaras
la oportunidad de la soledad
la protección de la ignorancia
la fortuna de equivocarme
el vértigo de la libertad
la tensión de la distancia
la sabiduría de lo irreparable
la invención de la sonrisa
los cuchillos de la ironía
el drama de la obscenidad
la suprema belleza de la tragedia

¿qué de esto es tuyo?
entiendo
tu batalla por tener algo de mí

De "Sapo que no se traga" (Monólogos) Ediciones El Mono Armado 2011




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