jueves, 11 de junio de 2015

LOKENATH BHATTACHARYA [16.234]


Lokenath Bhattacharya

Lokenath Bhattacharya nace en 1927 en Bhatpara, Bengala. Murió en Egipto en un accidente de coche en el año 2001.

Estudios de Letras en la universidad Vishva Bharati (Shantiniketan), fundada por Rabindranath Tagore, luego en Calcuta y en París. Ha publicado una treintena de livros en la India y ha traducido al bengalí a Arthur Rimbaud y a Henri Michaux.
De sus libros traducidos ya al francés señalamos: Páginas sobre la habitación, Los peldaños del vacío, La Amada del loto ensangrentado, Dios de cuatro cabezas, El festín de los mendigos, Cuerpo rozado de la amada (Fata Morgana), El descenso del Ganges (Christian Bourgois), Polvos y reino, Donde van los ríos (Le Bois d'Orion). 


La trompeta

Durante todo el día hemos hallado espléndidos caminos, no podemos quejarnos.

Para apaciguar nuestras miradas ha estado ahí con su verdor el gran arbusto; por momentos el mar ha estado cerca y nos ha hecho compañía con sus tenues olas.

Si alguna vez se ha levantado el viento, o si no hemos podido hallar albergue a mediodía, sólo ha sido para que podamos reducir el hastío de una dicha continua.

No, en lo tocante al camino, de nada nos quejamos. Al contrario, ya que hemos sido tan afortunados, ya que el recorrido está a punto de acabar y el sol por fin se hunde en los confines del oeste, quiero pedir algo.

¡Que ocurra algo distinto, que en nuestras bocas aparezca otro sabor más dulce, que la noche con todas sus luciérnagas preserve los orígenes del sueño!

Sí, no cabe duda alguna: necesito esa música; la trompeta a la puerta de entrada, no lo olviden.

Traducido del bengalí al francés por el autor
Versión al español de Reinaldo García Ramos



¿A dónde van los ríos?

(fragmento)

“Déjate llevar por el sonido, modulado y trémulo”, dijo tal vez uno de nuestros sabios antiguos, un vidente. “Si no, añadió, nunca cruzarás el bosque de la noche, el horizonte no aparecerá cuando el alba llegue.”

Después, esas palabras se han propagado de siglo en siglo, a través de las guerras y la paz, de ciudades a aldeas, y han llegado hasta las desembocaduras de los ríos; han atravesado inundaciones y hasta incendios.

Como todos nosotros, soy el hijo de un mismo país, de una misma tierra, vivo en un mismo tiempo que no ha cesado de pasar, de un nacimiento a otro, de una muerte a otra. Pero yo nunca había entendido esas palabras, yo que tal vez soy el imbécil mayor, o un rebelde de pacotilla.

Un día, poco después de haber emprendido mi camino, escrutando el vacío y palpando la corteza de un árbol caído, dije: “No iré hacia el sitio adonde van los ríos; ese modo que tienen de descender no es para mí; y veré bien si al final, a pesar de todo, el canal que yo abra con mis pasos, aunque al principio sea oscuro y estrecho, tendrá salida al mar, a condición desde luego que exista una salida y un final.”

Entonces me deshice del sonido, de sus modulaciones, sus estremecimientos que parecen caramelos vulgares y baratos, indigestos, asquerosos, y cuando alguien se gastaba astucias conmigo, empecé a hacer solamente un vago gesto con mi mano.

Tras lo cual mi herramienta preferida ha sido la palabra despojada en extremo, repleta de sentido y de una evidente claridad: una prosa desnuda, sin retórica alguna, un paisaje tallado en un guijarro. Cuido de esa prosa como si fuera una de las niñas de mis ojos. La otra niña es el bosque nocturno, no el horizonte que la mañana traiga.

Traducido del bengalí al francés por Luc Grand-Didier y Gérard Macé
Versión al español de Reinaldo García Ramos



Esta otra alegría

Como si fuera una tormenta enfurecida, ha entrado un abejorro extravagante. Una verdadera tempestad, que ruge y ruge con su temblor de alas. ¡Qué zumbido tan terrible, me ensordece: bzz, bzz, bzz!

Salido de no sé cuál reino enloquecido, quiere arrastrarnos hacia otra comarca y distraernos, barriendo con todo, llevándoselo todo. ¡Qué esplendor trae en su cuerpo! Dones del cielo, ciertamente, todas las partes de ese cuerpo: trazos multicolores por encima y por debajo de sus ojos, encantamientos de sus alas cargadas de pequeños nervios.

Estremecido de repente, el instante mismo se pone a temblar, el cuadro en la pared observa, desconcertado. Fragmentos de polvo son lanzados al aire, se perfila una danza en desorden.

Después, palpando esta otra alegría que resonaba aquí antes de su llegada, la armonía de una paz desconocida, el abejorro gira sobre sí mismo y parte hacia el exterior, desaparece de inmediato, con la misma rapidez con que llegó.

A mí me corresponde ahora recoger lo que fue alterado: hojas muertas que vuelven a caer al suelo lentamente, en silencio, mientras me vuelvo a concentrar en el canto de un devoto en éxtasis, en su voz baja y melodiosa, que yo escuchaba hace algunos instantes.

Silbidos, como de espadas que cruzan el espacio: la meditación de la persona que está sentada al lado mío se ha mutilado, se ha manchado de sangre. Sin embargo, logro retener la cuerda que nos une, no la suelto.

Traducido del bengalí al francés por el autor y Luc Grand-Didier
Versión al español de Reinaldo García Ramos



El bailarín de corte, discurso intimista 
que conserva la esencia de la alta poesía

Celia Álvarez


Si los guijarros y las perlas cuestan lo mismo, ¿cuál es tu preocupación? 

¿Por qué tendrías que inquietarte? Si el polvo es diamante, 

y el diamante polvo, ¿debes en verdad preocuparte por eso? 

El cuerpo es tu templo, lo divino permanece despierto. El viento de la tempestad todo lo convierte en átomos. ¿Por qué tendrías que preocuparte? 


Aquí está la puerta, ¿no es así? Ábrela de una vez; aunque sólo la entreabras, será suficiente. Al instante la luz del sol es oro puro, el camino se pierde en el cielo 


¿Por qué la preocupación entonces?



Estas impresiones dan inicio a una de las poesías en prosa que conforman el libro de Lokenath Bhattacharya intitulado El bailarín de corte, publicado este año como parte de la colección Ficción de la Universidad Veracruzana, donde el poeta bengalí más traducido al francés después de Rabindranath Tagore comparte con el lector, a partir de una estética muy particular, un discurso intimista y profundo en el que desentraña las principales claves de su escritura, impregnada de los mitos de la civilización hindú.

Temores, prodigios, heridas, sueños; sensualidad, amargura, violencia, esperanza; luz brillante, agua ondulante, vientos cálidos, cimas nevadas, océanos sin fin; lluvia de flores, una montaña de hojas secas, un bosque de trapos multicolores parecidos a comediantes; risa de trueno, flujos de sangre en la puerta del corazón, marea alta en la raíz del sexo; sonidos que brotan salpicando, rostros que flotan en el viento, brazaletes tintineantes, pulseras en los tobillos. Tales son las imágenes que pueblan los textos poéticos de este autor que exterioriza su alucinante universo íntimo por medio de coordenadas fronterizas con el misterio. 

De manera constante, Bhattacharya se interroga y, de paso, hace que el lector se cuestione: ¡Oh paraíso!, ¿cada vez más parecido al fin del bosque?... ¿Qué son los cielos allá arriba, sino una parte de mi aliento?... ¿Cuál es el juego pernicioso que aquí se juega?... ¿Quién ha venido o partido, quién cobró o no cobró forma?... ¿Todo es una mentira? ¿Cuál es este mundo donde vivo?... ¿Y qué soy yo mismo?... ¿Hasta dónde podré correr en el camino sembrado de espinas?... 

La obra de Lokenath Bhattacharya, que ostenta la esencia de la alta poesía, suele emerger en un lugar común: la habitación, ese espacio donde caben todas las emociones y donde todo es posible. Desde allí, el autor escucha y contempla con sentidos atentos cuanto ocurre a su alrededor y ofrece testimonio de ello instalado en la orilla de las palabras.

Nacido en 1927 en la pequeña ciudad bengalí de Bhatpara, a orillas del río Ganges, en el seno de una familia de brahmines que pronto se mudó a Calcuta, Lokenath Bhattacharya realizó estudios de arte en la universidad fundada por Tagore, hoy conocida como Vishva-Bharati, en la Bengala occidental, y posteriormente cursó un doctorado en la Universidad de París.

A pesar de la considerable calidad de su obra, en Calcuta fue siempre un autor marginal y su aparición se redujo a ciertas publicaciones periódicas especializadas, tal vez debido a la esquiva peculiaridad de su escritura tanto como al hecho de haber pasado la mayor parte de su vida fuera de Bengala.

Además de su notable obra poética, Bhattacharya, quien falleció en Egipto en 2001, fue el traductor al bengalí de Rimbaud, Descartes, Moliere y Henri Michaux, gracias al cual su trabajo literario comenzó a publicarse en Francia a partir de 1976. 

El bailarín de corte, uno de los libros más emblemáticos de Lokenath Bhattacharya, quien es considerado como uno de los más dotados poetas nacidos en Bengala, se puede adquirir, traducido del francés por Fabienne Bradu, en el Servicio Bibliográfico Universitario situado en Xalapeños Ilustres 37 o en la Feria Permanente del Libro Universitario, de Hidalgo.



“L´oboè”

Tot el dia, el camí ha estat meravellosament tranquil.
No tenim cap queixa a fer.

Per apaivagar els nostres ulls, l´arbe gegant s´ha mantingut
Dret en el seu fullatge. En d´altres moments, les onades
trencadores del mar ens han fet companyia.

Si de sobte s´ha alçat un cop de vent, i no hem trobat cap lloc
on acampar al migdia, ha estat just per trencar la monotonia
d´un seguit ininterromput de coses bones.

No, no tenim cap queixa a fer al camí. Cap ni una.
Al contrari, ens hem sentir tan afalagats que, ara que el viatge
s´acabà i el sol davalla a l´horitzó, tenim un últim desig a formular:

que per fi passi quelcom de nou, que un gust de sucre ens
quedi a la boca! Aquesta nit que il.luminaran les cuques de
llum, volem aliment pels somnis.

I després també em cal- sí, sí- aquesta música, aquesta tonada
d´oboè, a la porta d´entrada, per acollir-nos.


Altres queixes

Un dia, quan serem a punt, ens acostarem de nou amb respecte a aquesta
posta de sol. Un sanglot infinit jau amagat als nostres cors.

Nosaltres aspirem a franuejar el mur final del camí, a alliberar aquests plors .
Aspirem a passar de llarg el límit que la mà de la fosca ens imposa. Ara per
ara, mentre travessem el bosc, altres queixes- de paons, fulles mortes,
polsegueres- ens arriben a l´oïda: paraules ofegades, captives de les ruïnes
perfectes de somnis innombrables.


Perfum de sàndal

Un nom, una forma, una pregària. Per, a la fi, arribar a la porta de la nit eterna.
Per entrar, per empènyer la porta.

L´angoixa que m´acompanya resta prop meu. Assisteix l´esforç.

La lassitud del cos, la fatiga de l´insomni, l´orgull acumulat durant dies,
aquestes foteses, banalitats, tothom és company de ruta i un ajudant diligent
en aquest instant precís en què, decidit, basquejat, desitjós d´assolir la seva
portalada, porto la nit dins el meu cor.

Tot allò que, a dins, crema i fa cremar, és esclat de puresa, n´estic convençut.
Al fons dels meus ulls resta gravada la imatge d´un bosc de cedres que
s´atansa al cel estrellat; més lluny, el cim d´una muntanya capbussada en la
fosca.

Allà on no he arribat, potser no hi arribaré mai.

Bufa mel el vent en els carrerons de l´esperit, el Ganges i el Jamuna flueixen
per venes i artèries. Flota un perfum de sàndal.

Oh tu, hora inquieta, quina benamada no ets, de quin reialme véns?

(Traducció d´Àlex Susanna)




Extrait

Tout son corps est de jeune fille, sauf les yeux, de femme mûre. Mais ce ne sont pas des yeux, plutôt des forets pour percer la pierre ! 

Peut-être que, déjà, cette fille en a vraiment fini avec tout ce qu'il fallait voir, et que nul vent printanier, inattendu, soudain, ne pourra plus jamais la troubler. 

O nuit profonde, source de mystères infinis, ne peux-tu couvrir ces deux yeux, ne serait-ce qu'une fois ! Ne peux-tu noyer dans l'obscurité sa connaissance aussi cruelle que le soleil de midi, son champ de tous les jours, desséché, calciné ! 

A celle qui sait tant de choses que nulle surprise ne peut plus l'atteindre, que pouvons-nous dire, nous qui, jusqu'à présent, n'avons rien appris, absolument rien ! 

Extrait du recueil "Le Spectateur Enchanté"
de Jean-Paul Neveu & Lokenath Bhattacharya
photographie & poème






Extrait d'un village à l'autre

"Une chambre à moi, un lieu pour m’asseoir, je ne les ai toujours pas eus. 

Depuis l’enfance, j’entends en moi cette voix, cet appel : « Rentre chez toi, esprit, retrouve la lumière que tu connus à la naissance, de naissance en naissance, retrouve cette obscurité : elle accueillera ton amour. » 

Puis, de village en village, le chemin dans le chemin s’est perdu. D’un village à l’autre le rêve s’est enfui, éternel voyageur des champs déserts. 

J’ignore où se trouve à présent ce désir fervent d’une chambre : m’y asseoir un peu, pouvoir y réfléchir... 

Aujourd’hui, le ciel et ce moi aussi nu que lui, aussi démuni, dépourvu de tout : esclave de la tourmente, amoureux de cette servitude. 

Mais cette envie de s’asseoir un peu, de réfléchir un instant, ce désir du bref et du doux éclat dans les yeux d’un visage connu aurait pu tout aussi bien naître aujourd’hui, tel un fleuve bondissant dans les artères. 

Cela aurait été sûrement agréable, même sous ce ciel. Dans ce ciel. Surtout là. 

Alors, là seulement, dans ce ciel, j’aurais pu moi aussi installer ma chambre. 

Une chaise, une table : un foyer. 

Pas seulement une chambre, mais plusieurs, l’une après l’autre, d’instant en instant se propageant ! 

Mais voilà, c’est encore un désir. De l’instant. 

L’instant d’après, il pourrait tout aussi bien disparaître." 



Lokenath Bhattacharya
"Pages sur la Chambre"


Quelques uns de ses vers

"Je suis juste un homme. Je suis aussi un millier d'hommes. Cette chambre est à moi, à moi seul. C'est une chambre plutôt perdue, et pourtant c'est également un univers." 

"J'ai résolu de laisser le vent souffler aujourd'hui, et voilà que je suis toujours ferme dans ma détermination alors que je pénètre suivant mon habitude dans la chambre, perdu dans mes pensées, tête basse, les bras repliés derrière le dos un peu au-dessus des reins, les doigts pris en une étreinte amicale,- et à peine ai-je avancé le pied dans la pièce que je vérifie en vitesse, comme chaque fois, si les tableaux accrochés au mur sont bien droits, si une odeur de poussière ne vient pas jusqu'à mes narines, non, tout est parfait" 

"Comme je crois à la valeur des rites je me suis lavé les mains en entrant dans la pièce." Immobilité, vertige, conscience aiguë de sa pauvreté, que l'on franchisse ou non le seuil, empruntant d'autres marches, d'autres danses, les marches du vide ou les danses des clowns" 

"Mais je ne suis pas qu'un homme ordinaire, qui maintient son discours, les mains jointes." 

"Le temps est venu de se jeter les uns les autres de la poussière dans les yeux. Le jour et la nuit. Le matin et le soir. Je jette de la poussière dans vos yeux, et vous dans les miens." 

."Et le sac sur son dos ne contient rien d'autre que la malédiction sans fin de sa naissance."




Autre extrait

La Représentation commence à sept heures et demie Editions du Rocher, 282 pages, 2002

«À peine ai-je fait un pas de plus dans sa direction que l’homme, lui, recule de quelques mètres, puis va vite se poster sous le lampadaire, à quelque distance... Quelques secondes plus tard, sa figure s’illumine d’un sourire bizarre - moi, je souris, lui aussi, il sourit. Mais comment décrire son sourire ! On n’y voit aucune compassion, pas un atome de tendresse ; au contraire, c’est l’expression d’une joie démoniaque, comme si une possibilité inespérée s’était tout à coup présentée à lui, c’est cela que révèle son visage. Mon sourire s’efface, je me mets à trembler de tous mes membres. Ce sourire démoniaque le transforme soudain en un comédien en train de jouer une pièce de théâtre, en un être d’un autre monde. Je devais aller voir une pièce ce soir à sept heures et demie, mais je vois que celle-ci est d’un tout autre genre.»










-

No hay comentarios:

Publicar un comentario