DIEGO SKLIAR
Comunicador. Conduce "La Mar en Coche" de lunes a viernes de 9 a 12 por FM La Tribu. Editó los libros "28 días" (prosa) y "Claro que dolerá" (poesía). Participó de los libros "Trazo simple" (dibujos de Matías Berneman, Ed. Pánico el pánico), "Soy un efecto" (Analía Fernández Fuks), "Imágenes de lo no escolar" (Silvia Duschatzky y Diego Sztulwark, Ed. Paidós) y "De chuequistas y overlockas" (Ed. Tinta Limón y Retazos).
"Y así los días:
desechar presente
exigir lo que no hay
contradecir el manifiesto
al que mañana volveré."
Diego Skliar
.
Ni fuerza para definir la mecánica marcial de la muerte programada.
Ni gestos en la ventana de un porvenir suspendido.
Tragar saliva para no escupir la vida entera,
la tropa de fracasos,
el manto que la cubre.
Ser vivo es la condena de palpar la carne,
De saberte relación y quedar sin hilo,
De noquear mariposas queriendo tejer futuro.
Sabidurías al interior de las piedras
que nunca verán la luz
que nunca enseñarán su fuerza.
Dejar las ganas en alambrados de púa
donde anidarán pájaros confundidos
y quemarán la especie
despertarán de noche
volarán hacia donde nunca.
Acostumbrarse al estruendo
al paraíso empetrolado
a no pedir revancha por el bosque caído.
Tanto chiste en el velorio,
tanta calma desplegada
en la fosa común que separa
a la vida de la supervivencia.
del libro Claro que dolerá.
Todo lo que debo hacer lo resulevo en minutos. El resto es misterio.
*
y si lo que digo no supera al silencio?
*
A veces no entiendo por qué hay que hacer cosas
Entonces dejo caer los platos
y el piso se vuelve un festín.
Barreré más tarde
preguntándome
qué pensaba
cuando dejé caer todo.
*
Todos los lugares son iguales:
llenos y solitarios
*
No quiero más vino
ni alcanzarte hasta tu casa
ese disco que elegiste
me molesta bastante
Sacá los pies de ahí
no preguntes por la decoración
ni por la llamada de Iguazú
Dejá la cama como está
la planta como está
la gata como es
los días como quieran.
Fijate si encontrás
en el segundo cajón
una cuchara de las grandes
que pienso acabar con esto
y tal vez quieras pelea.
*
Otro sería el mundo
Florencia
si esta mañana
te hubieses negado
a lo que esperan de vos.
No tienen prisa las palabras
Selección
Escribo porque no comprendo. Para repetir una y otra vez esa encrucijada de palabras con la que no logro descifrar el tiempo. Escribo para recordar sonidos que de otro modo se perderían en el lodo vertical de la memoria. Para invocar y provocar gestos de amor de los que no soy capaz si no escribiera. Escribo porque al despertarme quisiera agradecer los ojos abiertos. Para mirar de pie lo que está demasiado lejos. Para escuchar qué es lo que ha quedado en la punta de la lengua. Escribo para renunciar al abandono y para tocar con las manos sigilosas la espalda tibia de alguien que aún no ha muerto. Escribo. Y aún no soy capaz de decir nada. (Página 14).
Erri de Luca no sabe que le leo. Y me da algo de tristeza que no sepa cuánto me ha valido la pena leer estas palabras suyas “Dejar dicho más que dejar escrito incita la memoria de los demás a custodiar. Lo sabía quien esparció al viento y a los hombres las raras palabras, quien pensó que en eso consistía el fecundar y que los oídos eran flores para las abejas”3. Me digo que no importa que no lo sepa. Me digo que ahora yo sé algo que él no sabrá. Y vuelvo a entristecerme. Leer es una soledad que no se devuelve. (Página 56).
El mezquino orgullo de aquellos que han nacido en un sitio donde uno sólo está de paso. (Página 67).
La casa sola durante horas. La sensación de interrumpir algo importante al abrir la puerta. (Página 81).
El “no humillarás” debería ascender a la categoría de undécimo mandamiento. (Página 88).
De viajes y de lecturas, que es casi lo mismo. Viajar es sentir, sí; sentirlo todo excesivamente (Pessoa); viajar para no llegar posiblemente nunca (Magris); viajar con la amabilidad de quien atraviesa dos o tres veces un territorio que es pisado y también es huella (Handke); viajar como pasear: la caminata distraídamente atenta de poeta (Walser); viajar como una ruta trágica y obligada que no nos hemos trazado (Tsvietáieva); viajar sin atrapar al mundo en la telaraña de grados de longitud y latitud (Nooteboom); viajar en línea recta y tener al sol y a la luna de uno y otro lado (Herzog); viajar y no saber donde dejar exactamente las garras (Szymborska); viajar sin otra compañía que las propias sombras (Nietzsche); viajar para abandonar la ciudad y precipitarse hacia el puerto deseado (Ajmátova). En fin: viajar como mirar al cielo donde un sueño espera ser soñado (Maillard). (Página 119).
No tienen prisa las palabras en decir. La urgencia tiene voz atragantada. La prisa alborota los sonidos y se acaba por decir todo lo contrario. La rapidez siempre es extranjera. El barullo es un jeroglífico que no descifraremos nunca. Escribir, entonces, mirándote a los ojos. Deseando tu dictado. (Página 157).
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