Danny E. Barrenechea León
Danny E. Barrenechea León. (Huaraz, Perú 1984) A estudiado Literatura en la Universidad Federico Villarreal, perteneció al grupo de poesía y amigos Quo Vadis. También ha sido invitado al “Festival de Poesía de Lima” y “Festival de Poesía Cielo Abierto de Barranca”.
En el 2012 ha publicado “Naufragios”, su único poemario. En la actualidad ejerce la docencia.
Un sempiterno augurio va empujando
Una ruma espantosa de tardes
De pronto cómo es que los pasos no tan lejanos de mis padres
Tienen su panteón en mi morada
Un presuroso gargajo de amor
Recalcitrante angustia de precipitarse como la lluvia
Gargajo de amor entusiasta
Cruel vendedora ferial de fin del mundo
Bullanguero festín serrano
Buitres tan doctos
En servirse la tierra de todos
Servicio de lujo para cercenar la carne
El estropicio el aguante el dolor el llanto el maldecir…
De los primeros hombres de barro
Sempiterno dolor. Confesemos al dios
Que anda por allí cayéndose
Aumentando caudales y propagando el fango
Que somos demasiados hijos de puta
Para morar lo ya inhabitable…
VII
“Probaré a ser otra persona,
probaré a morir un poco y volveré”
De la canción Seronda del Dios Nacho Vegas
Soy la parte recortada de la foto
el hijo negado de la nada
el primero en arrojarse a la fosa común
y el último recluso esperando cualquier condena,
también sé que soy
la foto de una advertencia
la línea roja inclinada de la prohibición
el ingrediente de los efectos secundarios.
Soy–ténganlo por bien entendido–
Solo el tipo que paga la cuenta
el último beso al sapo
el bonus track de los reproches
la cólera de mis palabras
George en Galápagos enamorado
hereje no arrepentido en la hoguera
el casi de un sueño por cumplir
el casi casito de la suerte.
Pertenezco a la sonrisa de una venganza
con la certeza,
que soy la alegría de un crimen perfecto.
Sin dudar
que soy el saldo de una deuda.
Concluyo:
Que soy en abundancia,
lo que no se necesita en el mundo.
Extravío
Estallando las últimas líneas de la noche
Cogiendo con la punta de los dedos una caricia que apesta
Y desechándola al vacío de unas manos muertas
Una boca al borde de una trampa
Una tibia corazonada al borde de una cama
Una cama en la esquina de una boba canción
Podrán ser lo que la canción quiera que sea.
La delgada piel de mis pies se sumerge en el piso
Y la gruesa capa de mio cardio dolor/amor
Se desnudan antes de sentarme al costado de otra canción
La escarlata mirada de una herida que abraza
Como perro herido se ha ocultao en las sombras
Y extiendes un beso hacia mi boca
Como precario puente que divide nuestros versos en dos.
Con el sabor en la boca de nuestras bocas
Y el calor en la piel de nuestras pieles
Al alba
Aguardamos por fin una puerta abierta.
Ensayo de un baboso elogio
Pastor malévolo que mira torciendo las nubes hacia el rebaño
Coge un carmín y dibuja su siguiente paso en abril
Besa su batracio sobre el papel y todos aplaudieron con el
Rival que sobre andas versas precoz una eyaculación
Que la cuadrilla lacta extasiada tan mediocre pulcritud
Sobre lodo resbalamos todos…
Cuánta coronación surja, su mollera ahí siempre pretende colgar
Y dólar por dólar estoy soñando comprar
Una oferta aciaga para en la foto a su lado poder estar
Oh insufrible deidad de que pagana profecía creyó surgir
Si entre tanta algarabía y tanto dolor aquí también se engendra poesía
Tanto antes de mí y por tanto mejor que usted
Cruel castigador de indiferencia pueril
Quejumbrosa labor de demencia senil
Cual farandulera intención la insulsez quiere lucir
Como infeliz condenado aquí nos ve danzar
Porque el tiempo cruel verdugo sabrá
Entender que bajo el espanto también el sol saldrá
Oración del beso muerto
Los oficios de nuestras bocas se han ahorcado esta tarde
Y un solsticio milenario se arrepiente en nuestra cama
De salir al mundo y escupirle un estómago vacío
De cortarme de hachazo el desprestigio de ser uno mismo
o de agonizar al costadito de mil gritos ahorcados.
El salto
Comparsas pasan festejando su cabeza mutilada
Y en tus pocos metros cuadrados intentas descubrir
El misterio de una ruina entusiasmada
Que si la vida es carmesí derretida en algún parquecito en el 2003
Que si el frío es una persona que lame tus pies
Que la comparsa no es comparsa
Quizás réquiem incansable por ese 2003.
Que pena
Anhelas derribar los días los años los hospitales
Los puntos cardinales puestos de cabeza
Las personas de sonrisa amplia y por caderas: un souvenir
Los hombres de chato delirio y desbocado ruido al vivir
Intentas huir poner un ladrillo en lugar de tu cara
Y un colchón entre la av perú y universitaria en lugar del corazón
Coges una muerte de algunos años atrás
Y lo haces tuya
la festejas
la humillas
Le pones flores por la mañana
Y un poco de café
cuando lo que sobran son pesadillas
Y los cuervos rozan con sus patas el asfalto y el ruido te enloquece
Y los cuervos cagandose la hiel desde el tendedero
Observas como construyen una cruz con astillados huesos
Sumerges en alguna esperanza que acuna febril tus senderos
La caída siempre interrumpida
Después: caer exhausto
antes de huir: caer otra vez y por fin dar el salto.
Poema libre sobre la Libertad
Y esta mano,
Mano que titubea
En la ceniza o bajo el odio,
Mano que sufre
Pablo Guevara
11 y 50 am
Un martes cualquiera
Y lo entiendes así
Sin embargo el tlf es una paloma muerta en la chistera
Y un nido de alambres
Sujeta sus entrañas a tu espalda
De desayuno un acto de fe
Y de aliento:
1. El deseo de una casa sin moscas
2. Enderezar el retrato de mamá
3. Incendiar Lima
Solo para huir como huyen los segundos… en círculos
Inexorables: sin permisos y precisos como el universo
Hacia una ciudad al norte y dormir
entre hierbajos y la inmensa boca de un cielo
que no ensucia no duele ni apesta a derroteros inglorius
donde dormir no sea un parpadeo
donde despertar no sea un castigo…
12 y 30 pm
otro martes cualquiera,
insensato
sigues aquí.
Responso de un dolor que se despierta muy temprano
(Tripulantes)
Con los ojos como dos cubos de hielo,
Ramón despierta cuando las manecillas del reloj hincan las cinco a eme
y un dolor eterno hinca su espalda.
El señor del pan siempre evade su puerta
y el té del desayuno sabe a agua empozada,
a tabaco con leontina.
Todo es duro, cuando se está cansado de escalar los años,
de seguir pintándose la cara con una mueca penitente.
Todo es ruin, cuando no hay mucho que escarbar en el monedero,
de seguir cambiando caridad con dulces de menta.
“Ya nadie se ríe cuando se es tan viejo para los chistes”, piensa.
Las bromas le duelen.
Los buses repletos le duelen.
El sol en su cabeza le duele.
El maquillaje cayéndose de su cara,
la nariz roja aplastada.
Las malas noticias secándose en la esquina, esas ya no le duelen.
Las manecillas hincan la una pe eme
y el dolor en la espalda hinca su estómago.
Todo es ruin cuando no hay mucho que escarbar en el monedero.
Hay un muchacho insolente que lo mira sin reparo.
¿Hay un plato de comida esperando en su bolsillo?
Con las manos llenas de nada / ausentes de todo,
ofrece una tregua a la tarde.
No hay tiempo para dudas.
La ciudad relame el sol con sus dunas.
Por aquí todo es más bonito,
pero la suerte escuálida
es otra cosa que hinca su fuerza.
“Aún hay dónde estallar”, piensa.
“Ya nadie se ríe…”, susurra en la otra esquina.
Y las ocho pe eme
da brincos en la bolsa vacía.
Regresar a casa es como viajar a la luna,
ya no vale la pena seguir escalando los años.
Con los ojos como dos cubos de hielo al sol,
Ramón duerme un dolor muy cansado.
I
Soy una estatua de carne
soleada con tonos macabros,
formado de azulejos de personas en retazos
que caminan, que ruedan,
que abren surcos en mi espalda.
Soy la última fruta en el árbol,
sombría, con señales de amargura.
La lluvia me esquiva, me corta la vida,
la ciudad se disuelve en su mugre
y yo sigo en el árbol;
quizás como una fruta,
quizás como una estatua de carne.
Soy un arcángel venido a menos,
un diosecillo buscando chamba
que pierde el tiempo en los bancos,
que regatea el almuerzo,
y despilfarra el sueldo
agitando las llamas de un beso muerto.
I
Mi casa está en medio del camino de las hormigas
atraviesan mi cuarto y se fuman mis cigarros
agujerean mis libros y le hacen cosquillas a mi pulmón.
Ayer, mamá dijo que se le perdieron las caricias del día
–Malditas hormigas–Pensé.
Geremías acusó con el llanto algo que le carcomía su sonrisa
al despertar.
–Malditas hormigas–Gritó mamá.
En mi casa por temporadas
los hombres mutan en islas
–No sé, qué llanto nos separa–medita mi hermana.
El otro día Geremías dijo el nombre de mamá
y drenó todo este océano de malas caras.
–¡Traigan la cámara!–dijo mi otra hermana,
y el bebé se echó a volar
cruzó el arco iris que mamá dibujaba en su rostro.
Mi casa queda en medio de un invierno.
la lluvia como patitas de rata llama a la puerta.
–Qué estaremos pagando–reclama papá.
Semanas atrás, mamá cayó enferma.
Las hormigas se llevaron todas sus caricias
–Quiero a mi abuela–parece decir Geremías.
Con su llanto otra vez nos movemos como islas.
En mi casa anidan las aves
con sus plumas Geremías se ha hecho mejores alas
y mamá por fin descansa de las hormigas.
–No estamos preparados para fantasmas –me dice papá–
y mamá ríe con alguna pirueta del niño.
–En tu casa los corazones se hacen fuertes–me han dicho
las hormigas.
Pero aún se siguen perdiendo mis cigarros
y son más escasas las caricias de mamá
–Vamos, tío–me dice Geremías –vamos–.
Y yo cansado me levanto y voy…
Mi casa queda en un rincón de muchos años.
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