Dionicia Moreno Aguirre
Nació en Cali, Valle del Cauca. Vive en Buenaventura, Valle. Es hija adoptiva de Buenaventura desde 1968. Cuenta con un Diplomado en Liderazgo Afrofemenino y Ciencias Políticas, Universidad Libre, Cali, 2008. Ha participado en los encuentros de mujeres poetas colombianas, en el Museo Rayo, Roldanillo, Valle del Cauca, 2006 y 2009. Tomó parte del seminario internacional, La Discriminación Múltiple de la Mujer Afrodescendiente, 2008. Fundadora del Taller Literario Palabras Abiertas. Participó en el 1º, 2º y 3º Encuentro de Poesía Erótica de Buenaventura, Susurros de Pasión.
Hace parte de la Red de Mujeres Afrocolombianas, Kambirí. Su obra permanece inédita.
Negra
Vestía de harapos que
cubrían su hermosa piel,
ocultaba sus ojos y
mordía su sonrisa
como se muerde la acidez
de un limón.
Atravesaba con suspiros
la idiotez.
Sus lágrimas no tenían reversa,
y traicionera se dejaba ver
henchida de odio.
Palpitaba su corazón
cuando a tientas e ignorante,
no entendía a la razón.
Huye india,
huye blanca,
huye, húyele Negra,
húyele al esclavista
español.
Bálsamo de amor
Deja que el tiempo siga su paso…
Deja al silencio su rítmico andar,
deja sin pena, sin pudor y sin vergüenza
que la llaga
que tu amor ancló en mi corazón
no se cure jamás.
Deja guardado para ti
el bálsamo que curaría
tu desamor por mí.
Deja que mi herida se haga eterna
y que cada día sea
más fuerte
mi amor por ti.
Guarda tu elíxir
para cuando el amor
toque la puerta de tu corazón,
y te hiera como el tuyo al mío,
y conserves la esperanza de sanar
como aún yo no he podido.
Ojos negros
Quién se puede resistir a la belleza
de unos grandes y brillantes ojos negros
que te miran sonriendo,
que se ven…
tan diáfanos,
tan transparentes.
¡Son los ojos negros!
De mis niños negros,
de mi tierra negra,
de los pies descalzos,
de pantalones rotos,
de camisa abierta,
de sonrisa blanca,
sincera y desparpajada.
Son los ojos negros
más bellos que jamás he visto,
me roban de los labios una sonrisa
y del alma una tristeza,
porque no veo un brillante futuro
para mis hermosos ojos negros
de piel negra azul,
de cabellos ensortijados,
de encías rosadas,
de dientes blancos, como hermosa perla,
de nariz chata y brillante,
de pómulos regorditos.
¡Un marco tan precioso
para mis hermosos ojos negros!
De pestañas crespas,
ojos que miran y ríen,
que son dulces y sinceros.
Ojos de ternura y amor,
ojos negros que cuando sean grandes
serán negros, encendidos y apasionados,
y con un futuro incierto.
¡Oh que ojazos, ojos negros!
Arco iris
Estaba pensando…
si acaso los negros
más puros tendrían que ser:
¡negros! ¡Muy negros de piel!
De piel negra azul
o negro café.
Hay negros muy dulces
y bellos también,
como roca fina,
como azúcar morena
o como panela en miel.
Hay negros dulces,
negros, muy negros,
pero no de piel.
Hay negros rosados,
amarillos, blancos,
canela y café.
Y son negros puros
que aman su raza,
sus ancestros, su cultura.
¡Ay, de aquel!…
Que se atreva a insinuar
que estos no son negros
porque les cambiaron
la piel.
Recobrando el pasado
Déjame ser negra de corazón.
Déjame sentir henchida el alma de alegría y de dolor,
déjame sostener en mis ojos esta lágrima de angustia,
de orgullo y de pasión.
Ver a mis viejos, viejos… de ancestralidad,
ver a mis viejos masticando el dolor de otros tiempos,
déjame traspasar el umbral de mis antepasados,
déjame remontar en mis raíces,
recobrar un poco del mandinga que aún me toca.
Déjame ser polvo de la tierra africana,
ser sol de tu desierto,
ser mar salado por donde en barcos llegaron mis raíces.
Déjame ser humilde gota de agua dulce
que paladea tu recuerdo.
Ser negro,
ser África,
ser libertario,
ser libre.
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