José Mor de Fuentes
José Mor y Pano, más conocido como José Mor de Fuentes (Monzón, Huesca, 1762 - ibídem, 3 de diciembre de 1848), fue un periodista, dramaturgo, poeta y novelista español prerromántico.
Es conocido fundamentalmente por su novela La Serafina (1798), una de las más incipientes muestras de novela contemporánea española, y por un original y vivaz libro de memorias, su Bosquejillo de la vida y escritos de don José Mor de Fuentes, delineado por él mismo (1836).
Nació en una familia arraigada tradicionalmente en Monzón. En 1774 viajó para estudiar Artes en la Universidad de Zaragoza. Más tarde estudió Humanidades en Toulouse y en el Real Seminario de Vergara, una moderna institución de enseñanza fundada hacía poco por la Sociedad Económica Bascongada, donde cursó también estudios científicos de Matemáticas y Química.
Cumplió su servicio militar en 1785 y en adelante siguió la carrera en la armada, ingresando en la Academia Naval de Cartagena y obteniendo, en 1792, la titulación de ingeniero con el cargo de alférez de fragata. Sirvió en el asedio de Tolón de 1793 y otros encuentros en el contexto del intento de reacción española contra la Revolución francesa de la Guerra de los Pirineos. Vuelto a Cartagena una vez finalizadas las hostilidades, en 1796 solicita pasar a la reserva para dedicarse a la escritura. Pero, escaso de recursos económicos, se traslada a Zaragoza para trabajar en el Semanario de Zaragoza, un periódico de divulgación histórica, científica y literaria nacido en 1798, donde colaboraban Jordán de Asso, el Padre Boggiero o Félix Latassa. En ese mismo año publica una novela epistolar importante a causa de su novedad en cuanto al lenguaje y el tratamiento realistas del tema del amor entre los jóvenes, El cariño perfecto u Alfonso y Serafina (Madrid, Cano, 1798), que tuvo una segunda edición muy ampliada con el título de La Serafina (Madrid: Cano, 1802) y una tercera y última, más conocida (La Serafina, Madrid: Repullés, 1807, 2 vols.), que constituye toda una reelaboración de los textos precedentes, transformando la obra inicial de ser una novelita rosa a todo un retrato social de la España de 1800. La obra tuvo gran éxito y hubo reimpresiones piratescas o sin permiso en otros lugares de España. Sin embargo, la obsesión del autor por la historia de esta novela suya no desapareció ahí: se sabe que amplió la novela en un cuarto manuscrito inédito que estaría terminado hacia 1833, según Jesús Cáseda.
Fundó en Comillas la Sociedad Económica Cantábrica, siguiendo el ejemplo del Seminario de Vergara, pero encontró la oposición de la jerarquía eclesiástica santanderina y finalmente, en 1803, tuvo que regresar a Zaragoza.
Sus ideas políticas se caracterizaron por un firme liberalismo. Elogió en un poema panegírico a Napoleón, como guía revolucionario, aunque, tras la invasión de España, le dedicó otro esta vez satírico.
Tras participar en el Levantamiento del Dos de Mayo en Madrid y vivir las posteriores represalias, huye a Zaragoza, donde defendió la ciudad en los Sitios. Una vez que capituló la ciudad, se halla en Valencia, donde impulsó un periódico personal: El Patriota. En 1812 viaja a Cartagena, donde estrenó un sainete, El egoísta, que satirizaba a los invasores, obra que más tarde convirtió en comedia con un prólogo que refleja bien las ideas liberales de su autor.
Poco tiempo después retomó la escritura de El Patriota en Madrid. También se tuvo que ocupar un tiempo de escribir la Gazeta de Madrid, pues con la marcha del ejército francés de la ciudad, sus redactores habían huido.
Recibió con entusiasmo la Constitución de 1812, a la que dedicó un poema tras el triunfo del Levantamiento de Riego de 1820. Tras la reacción de 1823 se exilió a Toulouse, donde publicó el libro Poésies françaises d'un auteur espagnol (1825). En 1826 saca otro tomito poético en distintas lenguas en Bagnères de Bigorre, y regresa a España para establecerse en Monzón.
En 1833 viaja a París, donde frecuenta el mundo literario de las tertulias. En Barcelona publica la comedia La fonda de París, un original retrato de costumbres contemporáneas, y un libro de memorias que le ha valido el mayor reconocimiento: una ágil autobiografía titulada Bosquejillo de la vida y escritos de don José Mor de Fuentes, delineado por él mismo (ambas en Barcelona, Bergnes, 1836), que, reivindicada por Azorín, le valió el redescubrimiento para el Parnaso literario español. En El Bosquejillo narra su viaje de varios meses de 1833 por París.
Vuelve definitivamente a Monzón, viajando habitualmente a Zaragoza, y muere arruinado en la ciudad su ciudad natal el tres de diciembre de 1848.
Obra
Inicialmente se dedicó a la poesía, y a fines de 1796 aparecen sus Poesías varias. Al año siguiente publica su segundo poemario. En 1800 empieza a componer Las estaciones, su obra lírica capital, que no fue impresa hasta 1820.
También cultivó el teatro, escribiendo La mujer varonil y El calavera dos comedias que salieron a la luz en 1800 pero no llegaron a las tablas. Sus obras dramáticas más celebradas fueron El egoísta, primero sainete, y luego convertido en comedia, y La fonda de París, una de sus últimas obras.
Su primera novela, El cariño perfecto o Alfonso y Serafina (Madrid, 1798), pertenece al género lacrimógeno o sentimental, en la línea rousseauniana de Julie ou la Nouvelle Héloïse (1761), que también tradujo Mor de Fuentes al español (así como el Werther de Goethe), y adopta, como la obra francesa, la forma de un relato espistolar. La acción de la novela está situada en Zaragoza y refleja las costumbres de la capital del Ebro de su tiempo. Gozó de un importante éxito reimprimiéndose sin permiso del autor en Málaga y Barcelona. En 1802 la reeditó con el título de La Serafina, y aún aparecería otra edición en 1807.
En ella, el galán Alfonso Torrealegre conquista el amor de Serafina pese a la competencia de su rival Garín y a no ser bien visto por la familia de ella en un primer momento. Está escrita fingiendo ser una colección de cartas remitidas desde Zaragoza entre agosto de 1786 y abril de 1788 por Torrealegre, el protagonista, a un amigo y confidente suyo, Eugenio. Destaca el retrato psicológico femenino de Serafina y supone un temprano antecedente de la novela realista del siglo XIX.
Poesías
José Mor de Fuentes
Mi devaneo
Juro, juro, pater, numquam componere versus,
Et quod studebam dicere versus erat.
OVID.
A cientos y a millares
menudeo los versos;
y cuanto más conozco,
y cuanto más protesto,
que tan tenaz manía,
por su sin-par exceso,
por puntos va rayando
en loco Devaneo,
tanto más se me agolpan
los rasgos placenteros,
y por salir al labio
batallan en mi pecho
Una sola mirada
enciende acá en mi seno
hoguera tal, que a miles
me hierven los conceptos;
un mundo es un halago,
un ceño es un infierno.
Así encumbra hasta los cielos,
se hunde en el abismo,
lidia en choque sangriento,
y en plácida bonanza
se embebece de nuevo.
Ved cual me inspira todo;
amor, placeres, celos,
desdenes, riñas, paces;
el solitario yermo,
la lóbrega floresta,
o el matizado suelo,
en poética gala
campea cada objeto.
No es mucho así que cundan
mis cantares sin cuento,
y que jamás agotes
el fecundo venero
que sin cesar derrama
mi palpitante pecho.
La despedida
A dios ¡ó crudo instante!
A dios, mi pecho amante
¿Podrá sin ti vivir?
MELÉNDEZ
Es mi tiste abatimiento
solo un fúnebre lamento,
por Despedida,
mi voz rendida
podrá formar.
Esos ojos más preciosos,
expresivos y amorosos
hoy me parecen;
y así encrudecen
mi atroz pesar.
Con su lumbre, un fino amante
goza más por cada instante
tan dulce lazo
en el regazo
de su Beldad.
En mi triste abatimiento, etc
Al mirar sereno el cielo,
vive ajeno del recelo
de que le espera
ceñuda y fiera
la tempestad.
¡Ay de mí! Que sin ventura
ya tan solo noche oscura
estoy mirando,
y desmayando
voy a espirar.
En mi triste abatimiento, etc.
Tal vez raya la esperanza
anunciando la bonanza
que al fin me lleve,
donde renueve
mi ardor leal.
Ilusión encantadora,
ven conmigo a toda hora,
y al Dueño amado
aquí a mi lado
por sin cesar.
En mi triste abatimiento, etc.
Llega, ven, haz que mi Diosa
en el jardín una rosa
coja expresiva,
y la reciba
yo con afán.
Y con la gracia extremada
de su mano delicada,
que me presente
risueñamente
dulce manjar.
En mi triste abatimiento, etc.
Y haz, sobre todo, entretanto
que, con el celeste encanto
de sus razones,
mis aflicciones
logre ahuyentar.
Mas ¡ay de mí! ¡cuan en vano
gimo, me inquieto y afano!
Pues en aumento
cada momento
va mi penar.
En mi triste abatimiento
solo un fúnebre lamento,
por despedida
mi voz rendida
podrá formar.
Mi sensibilidad
Quel funeste présent du ciel, que celui d'une ame sensible!
ROUSSEAU, Héloïse
Relámpago veloz, huye la vida;
y mientras más y más desaparece,
la intensa fragua que mi pecho anida
con redoblado ardor se inflama y crece.
Recio raudal de agudas sensaciones,
desdeñando vulgares corazones,
de tropel sobre mí se precipita,
y en disparada conmoción se agita.
Tras cruda lucha con loor campeo,
y el selecto universo es mi trofeo.
Angélica Beldad, Inés divina,
al cantar tu excelencia peregrina,
¡qué ráfagas de luz! ¡Qué fuego intenso
mi ser encumbra hasta el empíreo inmenso!
Todo empapado en celestial ternura,
y extremando mil rasgos de hermosura,
al entonar tus ínclitos loores,
derraman el numen mágicos primores.
Endiosado en ufano galanteo,
mientras con tierno hechizo paladeo,
sin vil zozobra de fatal estrago,
el don celeste del risueño halago,
con embeleso mutuo y temple ameno,
la fina intimidad baña mi seno,
y en auge tal sobre mi ser descuella,
que anhelo y gozo y peno al par con ella;
y vivo y muero. Toda mi existencia
en la infausta y tristísima carencia
de la augusta Amistad es un martirio,
y mi ahínco tenaz mortal delirio.
Late mi corazón, y en mil vaivenes,
raudal inmenso de exquisitos bienes
de polo a polo derramar anhela,
el alma toda entusiasmada vuela,
y siglos y naciones abarcando,
su venidera gloria está gozando.
Antorchas del inmenso firmamento,
soles que ilumináis orbes sin cuento;
cuantos mundos regis, cuantos vivientes
de vuestro ardor vital giran pendientes,
en mi seno amoroso todos viven,
y en mi numen audaz al par reciben
nueva existencia y armonioso tono.
Allá se encumbra el centellante trono
sobre el Centro de Centros, Móvil, Fuente
de donde al fin la diestra Omnipotente,
en raudales vivíficos de llama,
su animadora potestad derrama.
Hierve en mis venas el amor intenso
que abarca el tiempo y el espacio inmenso,
y mis escasos logros encarece,
y mis fieros quebrantos encrudece.
Mi Ser, con tanta sensación profunda
como a porfía su interior inunda,
en perpetuo y augusto señorío,
de Platón realiza el desvarío;
espejo fiel de angélicas visiones,
un mundo nuevo de ínclitas ficciones,
en galería espléndida, retrata,
y el universo atónito arrebata.
El saludo en el paseo
Alerta, fiel Cariño;
vista eficaz, aleta,
que en tanta muchedumbre
la odiosa contingencia
de no ver a mi Dueño
me asusta y desconsuela.
Pero en vano el gentío,
en oleada densa
y en hervidor bullicio,
se agita y se atraviesa,
que el venturoso tino
de mi pasión intensa
descubre en la espesura
la frente erguida y tersa
que en gracia sobre todas
resplandece y descuella.
Con afán desalado,
con impaciencia tierna,
mis ojos la saludan;
y palpitando acechan
con redoblado ahínco
la sonrisa halagüeña
que en relámpago vivo
a mi pasión contesta.
Viva el feliz encuentro,
vivan las altas prendas
que mi entusiasmo noble
de idolatrar se precia,
y muera para siempre,
muera la turba ciega
que mi amor entrañable
acongojar intenta,
y mueran sobre todo
las fantasmas funestas
que de mi Bien encubren
la anhelada presencia,
y en un mar de zozobras
mi corazón anegan.
Versos compuestos en la estancia y escritorio mismo
del célebre Montesquieu
Ingenti pecculum amore
V. HUGO
Ecco l'augusto templo di quel Saggio
che riceve del mondo il puro ommaggio
Lento il mio piede la maggion ritenta,
e l'alma tace, nella brama intenta.
Eccolo il Grande, meditante in letto,
in tavolino, in bosco; gonfio il petto
di tante e tante veritá profonde,
che giá in parole placide e feconde
ni sparge, qual ruggiade liete e blande,
or sgorga in frasi ratte e memorande,
et tutto appare il suo sen d'intorno
di gloria ansante e di virtute adorno.
Mentre avvampando, del suo Genio in faccia,
nella sublime sospirata traccia
de l'immortalitá, sudo é m'affanno,
i mici versi mesquín la via non sanno
da te calcata per la prosa umile;
ma serva, o Nume, el pegno ben gentile
di questo ardente é generoso amore
che mi diletta nel profondo cuore,
e di lauro allor cinta la mia fronte
trionfante splenderà nel Sacro Monte.
La Breda, 13 de setiembre de 1833, por la madrugada.
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