jueves, 17 de julio de 2014

JOSÉ ÁNGEL GARCÍA CABALLERO [12.371]


José Ángel García Caballero

Valencia, 1977. Licenciado en Economía y en Humanidades por la Universidad de Valencia, trabaja como profesor de educación secundaria. Ha publicado los libros de poemas “Llaves olvidadas” (Ed. Renacimiento, 2010; XIII Premio Surcos de Poesía) y “Buhardilla” (Ed. Valparaíso, 2014), así como reseñas críticas y traducciones de poesía portuguesa contemporánea en diversas revistas del ámbito nacional e internacional. Poemas suyos han sido traducidos al portugués y al italiano.




ABRIL

Hay primaveras que no escribiré,
aunque alguna vez haya rozado el corazón
de todas sus ciudades:
puertas que de tan grandes son tan pocas, pestañas
que de tan fugitivas, son tan mías.





OHARU
Comme c’est long de mourir une vie entière
Louis Aragon

De nuevo vuelve el frío
a esta pared de mármol que sujeta mi vida.

Como antes, un dolor de leves huellas
que obliga mi palabra,
el eco de las zarzas que deshace mi ropa,
un viento de alaridos que diluye mi voz
y estos pequeños pasos
que me llevan al suelo
a entonar los acordes impostados
de un anhelo perdido.

Como ahora, con estas sandalias agotadas,
la grava pasajera de todas las derrotas,
regreso al tacto de ese amor,
al ramo de conciencia que dijo mi destierro:
aquella vez que fui también la muerte 
al rendirme a tu abrazo.

Y nada importa, entonces.
Sobre el agua que lleva la sangre de mis días
derramo este silencio
y rechazo ya todas las esperas:
la nieve que oscurece las miradas
deja marcas perpetuas.

Porque también se pierde 
lo que no se ha tenido.



HABITACIÓN

Bajo un pliegue de armónica,
con esa lentitud de frases en suspenso
que agota los perfiles, las paredes
son textura de espera, también ritmo.

Ante los ojos, calla la penumbra
que avanza los relojes, 
la letanía
del cuerpo que no está.

Y el reflejo perpetuo
que enfría la ventana.




CANCIÓN DE DERSU UZALA (EL CAZADOR)

Como un tigre nocturno
acechando al recuerdo
me habla de ti este bosque

... si no vas a volver.

Ante el fuego, rechazo las palabras,
tengo miedo del aire

... si no vas a volver.

Sólo puedo mirar
hacia donde sospecho:
he soñado con frío

... si no vas a volver.

Puedo escucharlo todo en el abismo:
esta rama que cruje
debajo de mis dedos,
el silbido del hielo en mi memoria,
o el caudal estancado
de este río de invierno

... si no vas a volver.

Y como esta canción que ya concluye,
se ha nublado mi vista:
no tardaré en errar el próximo disparo

... y no vas a volver.



CLOSE COVER, Wim Mertens

Como calla esta noche,
hace memoria el aire de tus ojos
en un lugar antiguo.

El silencio es incómodo
de vuelta a lo vivido.

Como avanzan las horas,
la ventana se cierne en el regreso
a las fugas erradas.

Necesario es volver
y a veces es mentira.

Como aumenta el espacio
que hay entre los objetos y mi mano,
desciende así esta prórroga.

No buscamos a nadie,
sino a nosotros mismos.



BANCO DE MADERA

Este parque de agosto por la tarde
me repite la historia.
Las cigarras murmuran 
los cantos de sirena
que acallaron las aguas.
Aquel vestido rojo
habla de Alejandría
y de una noche de fin de año
que inventaba desnudos.
Un niño se detiene mirando las palomas,
son vuelo inadvertido
de su propia dicción.
Pero todo ha pasado
detrás de este sigilo
y la luz en la espalda
sucia de las estatuas
no despeja la duda:
de algunos de estos árboles 
surgieron navegantes y bitácoras,
espejos de palabras
que cambian con el sol.




NAUSÍCAA

No supo perdonarme el mar
entonces mi destino de isla,
recorrí con aceite
esa cortina de humo que confundió las cumbres
de mi cárcel. No quise pensarlo, restallaba
la tierra bajo el paso previsto del extraño.

Acaricié sus ropas, toqué el oro
que marchaba hacia Ítaca, cerré los ojos antes
de llegar a la noche para siempre:

el mar era tan claro.




ORÁCULO

Dirás palabras verdes
para volver a casa,
a los dracmas rituales
que regresan de Delfos.

Será verde la idea,
como un laurel creciendo
antes de las ciudades,

y verdes las monedas
que intercambien los ojos
de nuestra multitud.

Dirás el labio verde
que quiso ser la rama portadora
del odre sosegado
esta tarde cualquiera,

verde como unos dioses
que borrasen pisadas
para volver, de nuevo, al laberinto,

eco de transistor en el insomnio
y cuerpos que preguntan
entre la clorofila.



CONCIERTO DE JAZZ

Insiste el piano, dueño
de nuestra eternidad
ahora. La saliva en el vaso
transluce los carmines,
acuarela de tímpanos
que gotean la calma,
esa forma de sueño.

Roza el hielo la voz de los demiurgos,
mientras arde el descenso a la mano cercana
-las cumbres confundidas de chaquetas
son también armonía-.
Suda nuestra consciencia
de dejarnos llevar.



BUENAS NOCHES

Un tren lento me lleva
por las tonalidades de los días.
No llueve, es un invierno
de ventanilla, la nariz apegada
a ese paisaje líquido
de los pequeños dedos.

Estaciones que parecen
rincones de la casa,
un traqueteo de brazos contentos
dibujando montañas y lagunas
por los estantes del pasillo, por
las luces de las lámparas
buscando un adjetivo.


EL AEDO (arpista de Keros)
Museo arqueológico nacional. Atenas

Entre mármol cicládico
rasga el aire que aspira a ser acorde,
mientras cuenta las pausas del hexámetro
que son las pausas de las lides de los hombres.

Una lira evocada es el tiempo,
porque el poeta que canta una guerra pierde
la mano, es así
como da cuenta del regreso, nave
secuestrada por su propio timón.

Y asume que es el viento
quien cubrirá de tierra su nombre, quien con temple
de palmera vencida sostendrá aquellas sílabas
destinadas al eco. 



COMIDA RÁPIDA

En las franquicias no hay idea de pueblo,
vuelvo al trabajo en una hora y pienso
en Estellés buscando
conciencia en los productos de la tierra.
El problema no son las hamburguesas,
ni el uniforme vacuo de los trabajadores
robotizados, ni la foto de Marilyn,
a la que Warhol convirtió en la diosa
del estado del bienestar, no es eso.
Lo que ocurre, lamento,
es que aquí la comida no habla ninguna lengua.




ATENAS

Es un calor distinto. Se mezcla con el ruido
de las calles sin orden,
con la voz de una lengua temblando entre olores
de cuero, enredadera y paredes gastadas.
Agua fresca a cincuenta céntimos, pero es sed
de mármol la que acucia,
y el sudor es el gesto de mantener la vista alzada, nada más
que una inercia de cielo.




BUZUKI

Trae luz esta música
de las mesas a oscuras,
hablas con esos gestos
que vienen de la infancia
y el ruido es interior.
Nos miramos entonces
mientras el mar se arpegia,
olas que llegan hasta el tacto de madera
de las uñas. La orilla inesperada
frunce el verbo, desviste
la garganta y resuena.




IMPRESIÓN DE MIGUEL HERNÁNDEZ, ESTE AGOSTO, DESPUÉS DE RELEER 
“CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS”

Teclear las canciones,
dos mil doce cansado,
que recorran las casas y las guerras
no vividas de cerca,
anhelar Orihuela igual que una punzada
necesaria, de qué dolor no aprenderemos
la lluvia, son monedas rápidas las que temen
preguntas, ritmos, golpes que sólo son de voz,
la mañana de lunes que repite la huida
me describe la historia, así lo hablamos
con palabras prestadas,
café que no termina, Orfeo que no cesa
de recorrer su lira.




EN VOZ BAJA

Mi abuela estremecía
cuando Serrat sonaba en la radio del coche
cantando la saeta de Machado,
mientras los girasoles reflejaban
en el salpicadero
amarillos antiguos como timbres de voz
que callan su agonía.
Ponla otra vez, Antonia, le decía a mi madre
con las pupilas amplias
y la vista hacia dentro.

Carreteras estrechas
o ríos indecisos que tartamudeaban
los mares donde quiso hacer pie, ella sabía
que no eran de verdad las escaleras,
– ponla otra vez, Antonia, –
aunque escuchaba los pasos subiendo
como olas sostenidas
a paredes de cal.



LA POBREZA EN EL MUNDO

                                                                       Estoy de pie en el día que arde y
                                                                       veo tu rostro al fondo.
                                                                                              JUAN GELMAN


Lo he puesto en la pizarra. Mis alumnos lo copian con recelo,
pensando en el examen, mientras repaso cifras
y dibujo los mapas de algunos territorios
de frontera difícil, como los ceniceros en la cafetería
cuando ninguno quiere decir qué es lo que piensa.
Están nerviosos, para qué tantos datos, dicen.
Ante ciertas preguntas, toda respuesta es un juicio moral
y sigo dando nombres: Videla, Obiang… Como
cuando tú me hablas de mañanas sin trabajo
y enumero ciudades de epidermis cansada
que nos tapan el sol.
La clase acaba con anécdotas de fútbol
en juntas militares, no sé si alguno sabe quién era Víctor Jara,
si conoce la historia de la nieta de Gelman. Suena el timbre,
el amor, creo, es una expresión de justicia,
alguna vez lo hablamos con las manos distantes.

                                                           De Buhardilla, 2014




MAR GRIEGO    

                                   Mas, na retirada,
                                   existe mar?
                                               Pedro Mexía

Es imposible el tiempo
en esta arena, miro
hacia la lentitud de esos gestos que vuelven
sobre la misma orilla, un mar
que nunca fue metáfora de nada, ni siquiera
palabra al margen de la espuma.
Y aquí todo desliza,
una historia de estrías humedece la piel
y ceden los tirantes.
Yo recuerdo esas naves,
el lomo de sus libros,
cuando miro tu espalda
y una caricia líquida vacía los bolsillos.
Insiste el horizonte.

                                                         Inédito






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