martes, 15 de julio de 2014

GUSTAVO ADOLFO VACA NARVAJA [12.326]


Gustavo Adolfo Vaca Narvaja 

Nació en Córdoba, Argentina en 1950. Médico Cirujano, inicia su carrera en la Patagonia, primero en la Provincia de Santa Cruz, durante dos años, y luego en Neuquén hasta 2007. En 1976, instalada la Junta Militar, debe asilarse en México junto a todo el grupo familiar hasta fin de 1982, fecha en que regresa a Neuquén. Su padre fue secuestrado y desaparecido el 10 de marzo de 1976; su hermano mayor, asesinado en la Cárcel de Córdoba el 12 de agosto de 1976. La persecución y los atentados contra su familia, el exilio en México, marcan un hito en su historia personal.

BIBLIOGRAFÍA:

Novelas:

- Jonás el pintor (Ed. Los cuatro vientos, Buenos Aires)
- Las puertas del poder (Ed. Narvaja, Córdoba)
- El desprecio (Ed. Narvaja, Córdoba)
- El Santo Padre (Ed. Zahir)

Ensayos políticos:

- Con igual ánimo (Ed. Colihue, Buenos Aires)
- El hijo bastardo I y II (Ed. Narvaja)
- Guantes blancos (Ed. Narvaja)
- Cuando lo encuentren díganle (Ed. Narvaja)

Ensayos latinoamericanos:

- Cono sur (Ed. Talleres Gráficos, Neuquén)

Poesías:

- Diario El País (España)
- Diario La Nación (Argentina)
- Rocas en flor (Ed. Narvaja)

Publicaciones sobre salud:

- Gastos en salud pública/Crecimiento e impactos (Ed. Buenos Aires)
Ha publicado en la web en diferentes sitios como Mundo Cultural Hispano, Misio Letras, Yo Escribo, La Iguana, Con Voz Propia, entre otros.





Asesino

Nunca pensó que lo lograría; su mano se mantuvo firme,
el índice sobre el gatillo obedeció en pocos segundos
su orden: ¡fuego!, y la bala emergió
limpiamente. Al comienzo tiritó, y el sudor frío invadió su
piel. “Un asesino -se dijo- debe tener sangre fría”, y él no sabía
aún que la tenía. Mientras tanto, la víctima mira paralizada;
fue en ese momento que supo que sí, lo era. Se sintió todopoderoso.
El cuerpo de ese hombre se sacudió en el asombro y
después aceptó la muerte en silencio. Dicen que no hay malestar,
y lo que más duele es el terror previo, que no dura mucho.
Apenas puede admitir la maldición como descargo; pero ya es
tarde, la sombra de la muerte lo envolvió. Guardó el arma
homicida y se fue silbando por las calles vacías y oscuras. Tenía
mucha sed y los bares estaban todos cerrados




Deshabillè

El Deshabillè… 
Era la única piel, que podía retirar suspirando
Y gozar del suave y metódico planeo del cóndor
Su brassiere….Festivo y derrotado 
Permitió la senda exacta, donde afloró el fuego anhelado 
Mis manos recorrieron una y mil veces
El cuerpo de esa mujer
Cuya piel, es una seda codiciada
Eternamente apetecida; antes, esquiva
Hoy… 
Entregada dócilmente. Ganada al cosmos
En un desafío de sutil hechizo 
Mis sueños, abrigaron su sonrisa
Ante una naturaleza salvaje, y exuberante
Que solo atinó…. a protegerse de su belleza
Cohibiendo la majestad de la sorpresa
E implorando; que la armonía, impere y regrese
Superada la demencia insólita, del deseo incandescente
Asió regocijado, dos cuerpos indivisos
En un embeleso eterno




El loco Fran-VINO

Poetas, escritores, soñadores, músicos y dementes, trovadores
y dramaturgos, artistas e ilusos..., debo
exponerles que hoy, ¡sí, hoy!, vino el loco-Fran. ¡Ah!....
¿El loco Fran…? Sí, así le dicen por su retintín francés, tan delgado
y diáfano, engalanando con su atuendo vegetal y
escarpines de plumas y monóculos de cerezas con mitones, de
acelga zurcida. ¡Ah, loco Fran!, glotón de gorgojos y manjares
abandonados, poseedor del don de la palabra blasfema. ¡De la
palabra blasfema nada menos! ¡Qué agraciada es la locura del
sabio! No hay desatinos para Fran, ni figuras negadas al loco.
¡Es todo júbilo! Saludando sin sombrero y sin capa de mago, el
loco Fran levanta su copa llena de aire nauseabundo, y nos dice:
“¡Bebed…esta semialma, y también mi gloria!; ¡digerid….sus
letras!, una a una, pero dejad para mí la exclamación del ¡ah! ¡Sin
ella, no vivo!”. Preferida por el Loco Fran, la ¡ah! es, en su demencia
virgen, la savia de su vida, cuando duerme y cuando
escapa, trotando descalzo por laberintos naranjas del futuro.
¡Ah! es su recitado perenne a la belleza y al asombro, a la dicha
y al esfuerzo, a la decepción y al encanto, al éxtasis o frustración.
El Loco Fran pidió sólo eso…. ¡Bebed su semialma!
¡Masticad sus letras, y olviden su rostro! Debo decirles poetas
y escritores, que el loco Fran vino y dejó este mensaje, que yo
sólo transmito y digo.
¡Qué hermosa es la locura del sabio!





El camello

ayer abrí mi mano derecha; en su palma, habita un
camello. Ayer abrí mi mano izquierda; en su palma,
habita una central nuclear…. ¡Bah! ¡Puro cuento! ¡No,
no! Habitan un camello y la central nuclear; el camello comió
la central nuclear: es un camello nuclear, y yo…, yo…, un
hombre sin palmas. ¡Bah! ¡Puro cuento! ¡No, no! El camello escapó,
comió muchos países; yo lo perseguí corriendo, el
camello estalló, yo seguí corriendo…
¡Bah! ¡Puro cuento!
¡No…, no! BUM…






Libertad herida

La libertad es herida por una daga que no sangra: se
desvanece. ¡Por insumiso te han herido! Ojos vendados,
manos atadas, cuerpos golpeados y torturados, y
una justicia ciega y distraída paseando de la mano con el poder
secuaz. Te han herido o tal vez asesinado, pero alguna vez,
alguna, comparecerán brisas de universos justos a soplar cirios
exangües. ¡No hay navíos inmóviles! Hay océanos secos. “¡Ay,
vanidoso y engreído delirante! -te dicen-. ¿Qué has hecho de tu lucha
y vida?”. Te dicen y tú callas. Caminaste, caminante,
combatiendo al tiempo, luchando en barcos de utopías, profanando
las mismas mayólicas sacras, prohibidas, aspirando los
mismos bálsamos de la historia empañados de lágrimas, sin
saber…, sin saber que el camino está hecho de sinuosas formas
y largos engaños. Sólo las piedras son eternas, sólo las piedras
sin alma. ¡Ay, delirante soñador de alquimias! A ver si de una
vez despiertas. Pero ¡es a ti a quién han herido!, y a mí…
apuntas. Has volado tan alto que, por alas cansadas, los hirió
una metralla de plomo, un plomo cobarde y traicionero, y una
risa perturbada que se burla en los recovecos de tu aislamiento.
Hay cárceles con muros mudos, también celdas invisibles
que hablan. Sentencia un juez acartonado. El cura excomulga
al procesado. El militar limpia su arma y ríe. La pólvora huele
mal. Un muerto ya no respira, un titiritero baila, el zorzal calla.
Otro reo soporta, y un silencio grita. El carcelero despulido
atasca un candado. ¡Ah!, atranca el candado: la libertad es
herida por una daga que no sangra, se desvanece. Por eso, no
he logrado ver, ¡no he podido!, un solo jardín en el cielo. El
agua deshizo la imagen, porque fui herido ahora, por una lágrima.






Engreído

Ay, vanidoso y engreído delirante! ¿Qué has hecho de
tu rutinaria vida? ¡Caminaste, caminante, profanando
las mismas mayólicas! ¡Aspirando los mismos bálsamos!,
sin saber que el camino está hecho de sinuosas formas.
¡Ay, delirante soñador de alquimias! ¡A ver si de una vez despiertas!






Torpeza

Huye el presagio, queda la sombra desnuda de un aerolito
que abofetea el bronce y el mutismo, protesta
en un océano seco. El sepulturero se engancha de las
estrellas. Hay una perfección de bosques vírgenes y sepulcros
vacíos, que esperan fragmentar la somnolencia de la usanza,
en un pacto mezquino que solloza.






Tu piedad

Ah, mujer! Mujer que perduras, en el lujo eterno del
consentir con el gesto puro de una piedad generosa,
¿no te cansas de tu inocencia? Tienes la magnificencia
inigualable del perdón; del perdón que ofreces con tus palmas
abiertas, y abrazas sin temor ni recelo al pecador, y avanzas
decidida al juego absoluto del amor.
Segura, casi ciega, encendida de magia, comprendes que el
amor se dilapida, o aclama o se incorpora exuberante, o se desecha
por siempre. Pero no admitirá jamás que lo ignores; menos
aún que lo desprecies, y lo sabes, porque lo vives. Así
como vienes surgida del amor, cuando te acompañe esa vibración
irresistible que ahoga y rejuvenece, verás en ella, cuando
te habite, un esplendoroso albo, asomando con el sigilo de una
pasión despabilada, que pedirá tu amor, que protegido está en
el capullo virginal que entregas inmaculada, sin importar la
expiración del tiempo que regalas. ¡De nada vale ya, mujer, el
temor a los años!, sitiado a veces en rutinas o tristezas; es sólo
la cáscara la que caduca y desgasta en hojas secas, porque el
alma es eternamente joven y lucha contra toda esa llaga perenne
y abierta, que divide la vida en dos, y rueda sin cesar y
cansancio. ¡Ah!, ¿será que la juventud se malgasta, apresurada,
y justifica su premura sin considerar que habrá una madurez
floreciendo lentamente con su belleza resignada? Guarda silencio,
mujer, aunque le mientas al mercader de ilusiones… Él
se asusta de tu grandeza, y escapa temeroso; tú, entras al reino
de lo eterno, abriendo tu corazón generoso porque eres la única
luz entre las sombras. ¡Ah, mujer! Mujer que perduras en el
lujo eterno del consentir, con el gesto puro de una piedad generosa,
¿no te cansas de tu inocencia o tu piedad?





Visiones

¡Eh…tú, mujer fantasiosa!
¿Recuerdas aquellas visiones de fantasías que sometían tu vigilia
a desgastes innecesarios?
O aquellas realidades que de tanto verlas… ignoraste
¡Ah! sensible dama retenida, y ahora reconciliada de bondad
Permite que te embista con una memoriosa cordura
tan firme y decorosa, como esa que llevas en silencio
ceñida a una soledad, y respirando una dicha sombría
que se adhiere de una multitud, envuelta en velos de necedad
¡Eh tú… dama rebelde!
¿Te acuerdas cuando invocabas apasionada, una razón anhelante?
Y yo… sólo posaba mis pies en baldosas agrietadas
y me alejaba cabizbajo, buscando el anillo de luz de un farola añosa
meditando tontamente, qué tan cerca o distante es un recuerdo vivo,
como si especulase… que el pensamiento,
fuese un hilo de plata indestructible y resistente al tiempo
Pero sabes, que a pesar de esa tumultuosa trayectoria,
el movimiento, y su raíz, permanecen en una plácida y sedentaria nobleza
¡Ah...si me dices cuándo… tal vez!
Fue en aquel otoño de luces ocres y naranjas
cuando las hojas se desprendían balanceando su protesta al desarraigo,
y los rayos del sol decidieron dormir cada día más, en el ocio gris del invierno.
¿Recuerdas cuando una suerte de armonía, señaló la restitución
del tiempo perdido, apareciendo luego, exageradas leyendas
que tú consentías sin fuerzas, vencida y abatida?
¡No lo recuerdo…no puedo!
¡Ah! …. ¿Sabes?
Yo he reforzado mis límites a la razón, donde un humilde delirio me complace
y lo sumé al crepúsculo, que habita en un extraño murallón solitario y perezoso
Y en esa permeable pared ociosa y gris, puse todas mis energías…
¿Adónde?... ¿Puedes decirme?
Observa con tu cristalina curiosidad, entre esas hendiduras de aquel muro desprolijo donde cientos de piadosos retiemblan meciendo sus vicios al bronce y plata, alterando su propio futuro… y allí: Me hallarás
¿Por qué lo dices?
Porque algo se derrumbó en mí, al no gozar de esa emigración concedida
Algo misterioso, oculto, o trágico de esa época, me estaba perturbando
¡Pero cuando alerta, descubrí la cercanía de una razón mercenaria!
…Ya no había fuga posible
Bastaba encontrar el camino del eco, y seguir transitando
con voluntad y tesón, para emerger incólume y sin renuncios
-¡Ah mente tan torpe!-
¡Qué oscura resulta la sombra en la noche!
¡Qué pesada carga odiosa y vergonzosa, llevas tan tarde, luego de
pasear perezosamente tu ocio, por anaqueles colmados de obras consagradas
desafiando así a todos, con una desconocida estampa de fastidio!
¿Y aún así… te quedas?
¡No!... Me voy, me alejo
Decidí el regreso a la soledad de las montañas
escapando de mansas tinieblas y de una animalidad creciente
que sofocaba todo el mapa del espíritu…
¿Pero…sabes?
Sólo quedan fosforescencias intensas y brillantes de tu estampa
en esa morada absorbente de escarmiento ya olvidado
Es entonces… cuando súbitamente, apareces con tus ojos encendidos, las mejillas rozadas, y tu cabello rizado, retozando en una eterna travesura de vanidades…
Y en aquel universo sin secretos ni fronteras. Sin murallas, sin límites
floreces con una silueta que hace sombra cuando eres liberada de la bruma
que te oculta y ensombrece, y es allí; cuando regresas con la sonrisa de memoria viva y con los brazos abiertos colmados de sueños
¡Ah…!
Cuántas atractivas visiones tiene una vida
cuando el goce y el júbilo anidan el mismo sitio.


“Que no te entristezca ser mortal y no conocer recuerdos y menos aún la eternidad, porque la eternidad está en ti. Y en esa permeable pared ociosa y gris, puse todas mis energías…”






Emerges

De esos peñascos
fríos, grises, imperturbables y dormidos
¡Emerges…!
De esas penumbras ocultas, sumisas, inmortales
¡Emerges….!
Traspasando muros
que no admitían tu libertad y libre albedrío
rescatada fuiste entre finas grietas de tu historia
¡Emerges…!
Indagando una nueva luminosidad 
sin perder de vista el aura que la rodea
¡Emerges….!
Ante quienes miraban con desdén
la soledad inquieta quebrantada por el tiempo
e insinúas que el arrojo existe, no como excepción
sino tal vez, como medio… entre riesgos y azares
Y…
Cuando desorientada y abrumada miras
con visible inquietud, la inercia contemplativa
de la desazón que te atormentaba…
¡Emerges….!
Entre sueños estrellados y carcajadas festivas
de picarescas generosas risas
rugiendo encrespados gemidos, colmados de franqueza
y frescura sana
¡Emerges…!
Con sabiduría serena, en conductas razonables
dejando atrás, laberintos sórdidos de inútil sufrimiento,
para luego excusarte ante el recuerdo
que florece en lo bello y sublime
que vive aún en este tiempo…







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