sábado, 12 de julio de 2014

DARIE NOVĂCEANU [12.284]


DARIE NOVĂCEANU

Escritor, hispanista y traductor rumano. Nace el 8 de mayo de 1937, en la aldea de Crasna, distrito de Gorj, Rumanía. Graduado en Filología Románica -Departamento de Lengua y Literatura Españolas- por la Universidad de Bucarest. Es el primer introductor en Rumanía de autores como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Federico García Lorca, de cuyas obras ha traducido y presentado uno o más títulos. Autor de unos setenta libros de poesía, crítica literaria, ensayística, historia de la cultura, itinerarios espirituales y traducciones. Ha dedicado también parte de su tiempo al estudio de las culturas precolombinas y ha traducido al español varios escritores rumanos, sobre todo poetas. De su obra poética: Autobiografía (1962), Pájaros de arcilla (1966), Técnica de la sombra (1970), Paisaje en movimiento (1973), Existen noches (1974), Hombres en las orillas (1983), El regreso del gladiador (1986), La luz del otoño (1987). Por su versión de Góngora ha merecido el Premio Nacional de España (1982).



Solo y blanco

Solo y blanco, pasada la medianoche,
sacando chispas del asfalto,
sacudiendo con su largo relincho
la oscuridad de los árboles de las calles,
así lo he visto. Solo y blanco.

Solo y blanco, andando sin apuro
por el centro de la ciudad; confuso,
paciendo el trébol pintado
en los escaparates de la lotería.
Con la historiada silla sin jinete. Solo y blanco.

Solo y blanco, las riendas sueltas,
alumbrando con sus crines las esquinas,
dando coces en las paradas de los autobuses,
en una hora en que las almas no viajan
incluso aunque las lleven de la mano.
Solo y blanco.

Nunca sabré de dónde venía, ni de quién era.
Nunca lo sabré, mas lo he visto:
ha pasado las últimas calles, ha rodeado el lago
y se ha perdido hacia el Norte.
Cuatro sollozos de plata.
Solo y blanco.

Temo que haya salido de una balada aún no escrita.




Singur şi alb

Singur şi alb, la după-miezul nopţii,
făcând să scapere asfaltul, scuturând
printr-un singur prelung nechezat
întunericul din arborii de pe trotuare,
astfel l-am văzut, singur si alb.

Singur şi alb, înaintând fară grabă
prin mijlocul oraşului, păscând nedumerit
trifoiul putred de pe tarabele norocului;
cu şaua inflorată, singur şi alb.

Singur şi alb, cu frâul liber,
luminând tăcerea-ngenunchiată la colţul străzilor,
bătând din copite în staţiile de autobuz,
la ora când sufletele nu călătoresc
nici luate de mână. Singur şi alb.

De unde venea? Al cui să fi fost?
Al unui barbar de-acum un mileniu?
Al lui Baiazid? Cumva al lui Toma Alimoş?
Şi unde se ducea de unul singur şi alb?

Dar l-am văzut: a străbătut ultimele străzi,
a ocolit lacul şi s-a pierdut spre nord,
galopând fără grabă. Singur si alb.

Şi mă tem că era dintr-o baladă nescrisă.




TAJIN

En la mitad del camino que nos lleva
desde la sonrisa hacia la muerte,
los totonacas celebran con pulque
el regreso de un dios sin nombre.

Serpientes de oro, los relámpagos petrificados,
cuelgan entre las sombras de los altos bosques.
Nadie sabe hacia dónde se han ido
desde Tajín los dioses voladores.

Osamentas de piedra calcinada, sus templos
escriben con sombra sobre la luz del sol
el dolor del último vencimiento
y de las ramas en flor me parece oír

el grito alegre de los sacrificados.


DARIE NOVACEANU. 
El poema Tajin aparece en la Antología del Segundo Festival Internacional de Poesía: Morelia 1983.



DARIE NOVĂCEANU
EN EL LECHO DEL RÍO




BAJO LA LUZ DEL OTOÑO

Llego una vez más delante de la casa donde,
sin saberlo, me he de mí mismo despedido.
El anochecer es suave y de las heridas
ninguna me duele. El murmullo de las hojas
me dice que era el tiempo para volver. El silencio
ha subido de precio y las palabras sangran,
al intentar, tan tarde, aventarlo.
La hora se está colmando con el rumor del recuerdo
y las flores empiezan a alumbrar el jardín.
Como un emperador humillado, el maíz
entra en la comarca llevado por yuntas de vacas.
Encima de él, los faroles de calabaza y alubia
acompañan el cortejo. De alguna parte, el silbido
de serpiente en la guadaña. La brasa
de las quitameriendas se apaga en el renadío segado.
El último cuerpo del verano se arrodilla en los oteros
y se deja fecundar por el grito azul de las grullas.
Ciervo yaciente bajo el alero de la casa, nuestro arado
está soñando el canto del mirlo. Descalza,
la infancia siembra maíz en los surcos de las nubes.
El bosque se da a la vela y se va solo hacia noviembre.
En sus lindes, el cencerro del rebaño desafía
la inclemencia de la balada de los tres pastores
y reconstruye en bronce el paraíso de antaño.





EL MAR

Sobre esta orilla donde jamás
haya arribado barco alguno,
merodea desde siempre mi alma
engañada por el rumor de las olas
que nadie más que ella está oyendo.
- No llegará. No llegará jamás,
le digo cada vez más apiadado.
¿ Qué puede buscar un barco ahí,
donde el mar ya no existe desde hace mil años ?
Pero mi alma sigue merodeando por las orillas,
levanta muros de niebla, tapia los valles,
junta nubes y disfraza las colinas,
esconde los maizales, lleva los ganados
a las montañas, protege los árboles.
Después hace borrar sus propios pasos
y regresa a casa para decirme :
- Nada espero. Tienes razón, no llegará.
Pero el mar existe: hoy mismo
se nos ha ido un barco más.





MONUMENTOS

Tan sólo el que ha recorrido el mundo a pie
sabe el precio del agua y de la sombra.
Un semilla de luz líquida sobre los labios
y la mano de sombra de un árbol
acariciándote la frente.

La eternidad no puede ser más cara.

- No te hagas tallar tu propio rostro,
murmuraba mi abuelo, tallando en madera de roble
unas hermosas cabezas de caballo.
En parejas, como si fueran un carruaje,
los caballos escoltaban un manantial.

Por todo el camino que sube a las montañas,
la efigie de sus fuentes y sus carruajes.

Entre los caminantes de ahora
nadie conoce su rostro.




EL CÍRCULO

Dibujaba un círculo con el dedo en el aire
y lo trasladaba al borde de la cama.
Nadie podrá salir más;
una vez cerrado, rodará por sí solo
y se irá a detener en cualquier sitio,
contigo adentro.

Aquel círculo que nadie entendía
era su círculo. Solo,
se retiraba y s encerraba en sí mismo,
tal como lo ha hecho toda su estirpe campesina.
- No sean mujeres. Cuidad las bestias
y enderezad la tapia que os viene encima.
En primavera, no os metáis a arar
con los Pampu. Tienen mucha tierra
y nuestra yunta está muy flaca.

En la ventana, los geranios daban flores
y se marchitaban; gotas de luz
fluían sobre las hojas ásperas.

“No sean mujeres...” Manantial apagado, su voz
corría sosegada al sentir la cercanía del mar
Hacia la madrugada, alguien le había metido
una balanza debajo de la almohada
y el sol habrá de hallar nada más que su cuerpo.





OLOR DE MENTA Y DE ROSAS

Éramos solamente olor de menta y de rosas,
aprendíamos el infinito mayor y el infinito menor.
Las semillas de la vida explotaban
como granadas entre las sábanas
y andábamos por las calles, al caer la noche,
con las antorchas en las manos,
yo todo el futuro en los labios.

...Hoy, ya no sé dónde están aquellas calles,
pero aún oigo el fluir de las palabras como un río.
Barcos podridos, los años se han ahondado
y los bosques han sido cortados
para que crezca la soledad a gusto.

Se ha perdido el olor de menta y de rosas,
tanta es la oscuridad dentro y fuera de nosotros,
tanta es la falta de ríos y palabras
que sólo nos queda prendernos fuego
y salir a la calle. Como antorchas.





EL OJO Y EL ALA
DEL ESTORNINO

Durante tres días se han quedado en el cielo,
como anclados con sogas de aire azul,
encima de nuestra aldea :
barcos negros que subían y bajaban,
cual columpios,
barcos parejos, perfectamente alineados.

¡ Qué desgracia ! - decía la gente.
De ninguna manera es buen augurio.
Sobre todo, el grito. Tal vez
quieren decirnos algo que no entendemos.
Pero, ¿qué podría decirte un ojo de pájaro?

Parecen atados a piedras que no vemos
puesto que se quedan inmóviles
y gritan siempre hacia la misma
dirección, mirando por encima
de los bosques cargados de flores.

Al cabo de tres días ya no estaban allí.
Y nadie los ha soñado más.
El cuarto día,
hemos abierto las colmenas
y no hemos encontrado adentro
más que a la reina abeja y los zánganos.




SUB LUMINA TOAMNEI

Ajung – a câta oară? – în faţa casei unde,
fără să ştiu, m-am despărţit de mine.
E blândă înserarea şi dintre răni nici una
nu mă mai doare. Murmurul frunzei
îmi spune că era timpul să mă întroc. Tăcerea
şi-a sporit preţul şi cuvintele sângerează,
încercând prea târziu s-o destrame.
Ceasul se umple cu foşnetul aducerii aminte
şi florile încep să lumineze grădina.
Intră porumbul în sat, ca un împărat umilit
fără voie, în carul tras de vaci. Deasupra lui,
felinarele de dovleac şi fasolea însoţesc cortegiul.
Undeva, şuierul de şarpe al coasei. Jăratecul
Brânduşilor se stinge în otava tăiată.
Ultimul trup al verii cade-n genunchi pe dealuri,
însămânţat de ţipătul albastru al cocorilor.
Cerb răsturnat sub streaşină, plugul
visează cântecul mierlei. Desculţă,
copilăria pune boabe în brazdele norilor.
A de mână, a de tipar...
Pădurea îşi ridică toate pânzele-n vânt
şi pleacă spre noiembrie, singură. La poalele ei,
clopotul oilor sfidează neândurarea baladei
reconstruind în bronz gura de rai pierdută.




MAREA

Pe ţărmul acesta unde niciodată
nu a sosit nici o corabie,
umblă de când mă ştiu sufletul meu
amăgit de vuietul valurilor
pe care numai el le aude.
- Nu vor veni, i-am spus. Pe cine-aştepţi?
Nu vor veni nicicând. Ce să caute o corabie
aici, de unde marea a plecat de mult?
El cutreieră pe mai departe ţărmul,
înalţă ziduri de ceaţă, astupă văile,
adună norii şi ascunde colinele.
Ascunde porumbiştile, duce turmele
în munţi, îndepărtează arborii. Apoi
cu multă grijă, îşi sterge propriile urme
şi se întoarce acasă pentru a-mi şopti:
- N-aştept pe nimeni. Ai dreptate.
Dar marea există: azi a mai plecat o corabie.





ARS POETICA

Nu, greierii nu cântă: cântăresc
în balanţa aripilor
mireasma florilor. Işi comunică
temperatura nopţii
şi întâmplările de peste zi.

Greierii nu învaţă să cânte:
îşi vestesc pericolele
care-i pândesc de peste tot,
şi locul unde, fulgerat de lună,
a căzut primul bob de rouă.

Greierii nu ştiu ce-i cântecul.
Işi rostesc doar singurătatea
şi măsoară cu sunet
distanţa până la stele.

De ce crezi că vorbesc despre noi?






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