Concepción de Estevarena
Rafaela María de la Concepción de la Trinidad Estevarena Gallardo (Sevilla, 10 de enero de 1854 – Jaca, provincia de Huesca, 11 de septiembre de 1876) fue una poetisa romántica también conocida como Concepción de Estevarena. Su corta vida (22 años) estuvo marcada por la fatalidad. Huérfana de madre antes de los dos años, y de padre a los 21 años (1875), contrajo la enfermedad de tuberculosis que le llevaría a la tumba.
Los datos que se conservan de su vida proceden casi en exclusiva del “Prólogo” escrito por su amigo José de Velilla y Rodríguez en la edición póstuma de su obra “Últimas Flores”. Así, José de Velilla afirma que el padre de Estevarena, hombre de edad, prohibía a Concepción a escribir poesías, por lo que ésta aprovechaba la soledad del hogar mientras el padre acudía a su trabajo de alguacil en el Ayuntamiento de la ciudad, para escribir poemas en las paredes que memorizaba para borrar luego antes de la llegada de su progenitor.
La tertulia de la familia Velilla en la calle de Manteros de Sevilla fue sin duda un espacio de libertad creativa, donde conoció a lo más granado de la joven intelectualidad de la época, entre otros a Luis Montoto.
Tras la muerte de su padre, halló provisional acomodo en la casa de los Velilla, antes de partir hacia Jaca a vivir con su tío Juan Nepomuceno Escacena, chantre de la Catedral de Jaca, donde finalmente fallecería víctima de la enfermedad.
La amistad entre Concepción de Estevarena y Mercedes de Velilla la manifiesta no solo el prologuista de “Últimas Flores”, sino también Luis Montoto en el prólogo de la edición póstuma de la obra de la Velilla en 1918. Montoto escribe: “Un día, su compañera inseparable, la ardiente poetisa Concepción de Estevarena, por brutal despojo de la muerte, partió a tierras remotas en busca del techo hospitalario y del pan que le ofrecían unos parientes lejanos. Algo del corazón de Mercedes partió con la gentil cantora. La despedida fue eterna. Concepción de Estevarena, todo calor, todo entusiasmo, murió luego, privada de la visión del cielo de Sevilla, herida por los fríos del Norte, consumida entre las nieves perpetuas”.
Tras su fallecimiento, en la tertulia de la Baronesa de las Cortes en Madrid, se leyeron poemas de Estevarena, interpretando Isaac Albéniz algunas piezas en su memoria (diario madrileño “La Época” del ocho de noviembre de 1876). De aquella tertulia salió la iniciativa de la publicación de su obra que finalmente llevaría a cabo José de Velilla, muy crítico con la indiferencia de la ciudad para con la poeta. Así, escribió: “Mas, ¿Qué importa, oh amiga mía, que tu nombre, ya esclarecido, no figure en la “Historia de la escuela poética sevillana en los siglos XVIII y XIX”; qué importa que Sevilla, esta ciudad ilustre, tan querida por sus hijos, como para ellos ingrata, y olvidadiza de sus glorias, apenas guarde un leve recuerdo de tu paso? Siempre es mayor la gloria, aunque pequeña, alcanzada con el propio esfuerzo, que la obtenida por medio de interesada lisonja y de complaciente adulación: a ti sola debes tu fama, que es hija de tus obras y merecimientos”.
En 2006, la ciudad le dedicó una calle en el barrio de Parque Alcosa.
Obra
Concepción de Estevarena no publicó en vida ningún poemario, aunque se calcula en 100 poemas su producción, dejando tan solo esporádicas colaboraciones en las revistas de la época como por ejemplo en "La Esfera" de Madrid, donde publica "Pasado y Porvenir" (1873), e incluso leyendo en actos públicos algunos de sus poemas ("Adelante" en el Liceo de Sevilla, en 1875).
Tras su muerte, un grupo de amigos entre los que se encuentran los hermanos José y Mercedes de Velilla, promoverán la edición póstuma de su obra, junto con una “Corona Poética” en la que colaborarán poetas de toda España (como por ejemplo Susana Lacasa, Juan Antonio Cavestany, José Lamarque de Novoa, etc.) junto a personas que la apreciaron en gran manera, como la propia madre de los hermanos Velilla, Dolores Rodríguez de Velilla.
Aunque su nombre no ha desaparecido en ningún momento de las letras castellanas, como lo prueba la inclusión de sus poemas en “La Literatura Española” del Padre Francisco Blanco (1910), la “Biblioteca Universal” (1922), o la entrada que le dedica el “Diccionario Enciclopédico Espasa Calpe” (1905/1930), lo cierto es que la recuperación de su obra viene de la mano de una relectura de la producción literaria española, afín al movimiento feminista.
Entre los autores que han realizado un análisis crítico de su obra encontramos al Padre Francisco Blanco (1910), a Diana Ramírez de Arellano (1979), y Susan Kirkpatrick (1992).
Todos los autores que han analizado su obra la inscriben claramente en el romanticismo sevillano deudor de la obra de Gustavo Adolfo Bécquer. Según Kirkpatrick “esta poeta no reproduce ningún yo ideal: ni el masculino, domador del <<rebelde, mezquino idioma>>, ni el femenino, dulce y monocromático ángel del hogar”. Al contrario, “Lo que marca la voz lírica de la poeta sevillana es la problemática de un sujeto que no encuentra ninguna posición segura y respaldada en su sociedad, que escribe desde la duda de su existencia social”.
De sus poemas, el más celebrado, no solo por su calidad literaria sino también por su contenido ideológico, es “Libertad”, como fuente primigenia de pensamiento, luz y sentimiento: “¡Libertad, lazo de amor / Talismán que honra y escuda / La humanidad te saluda / Como a su gloria mejor!”.
Publicaciones de su obra
Últimas Flores y Corona Poética. Sevilla (1877). Imprenta Gironés y Orduña.
Mujeres Célebres Sevillanas. Con prólogo de Luis Montoto. Sevilla (1917). Imprenta de F. Díaz y Compª.
Poetas románticos desconocidos: Concepción de Estevarena, 1854-1876. Con estudio estilístico de la doctora Diana Ramírez de Arellano. Madrid, (1979). Librería Internacional de Romo. ISBN 84-8500-309-8
Antología Poética de Escritoras del Siglo XIX. Edición, Introducción y Notas de Susana Kirkpatric. Madrid, 1992. Castaglia / Instituto de la Mujer. ISBN 84-7039-662-5
Concepción de Estevarena. Álbum Poético y Fotográfico. Jaca (1999). Colección Recopilaciones Jaquesas nº4. Asociación Cultural Jacetana. D.L. Hu-403-1999.
Últimas Flores, Madrid (2005) Edición preparada por: Luz María Jiménez Faro. Colección Torremozas. Ediciones Torremozas, S.L. ISBN 84-7839-336-6.
Silenciosa es la noche (10 poemas), Zaragoza (2012), Introducción: Luigi Maráez, epílogo 'La poeta que murió en Jaca': José Luis Melero. Colección Papeles de Trasmoz, Olifante Ediciones de Poesía. ISBN: 978-84-92942-40-4
Y como dijo nuestra poetisa: "La libertad presta aliento / al pensamiento que crea, / porque es la primera idea / que brota en el pensamiento; / ella es luz y es sentimiento; / y es fuerza que la respeten, / pues, aunque su marcha inquieten / almas a sus luz ajenas, / no habrá quien labre cadenas / que a la libertad sujeten".
Poema escrito en los últimos meses de su vida
¡LIBERTAD!
En cuanta extensión inunda
el sol con su luz dorada,
la libertad es amada
con una pasión profunda,
un canto en su honor entona,
y bien la fama pregona
que, aunque destronarla intenten,
tienen en las almas que sienten
un trono y una corona.
La libertad presta aliento
al pensamiento que crea,
porque es la primera idea
que brota en el pensamiento;
ella es luz y es sentimiento,
y es fuerza que la respeten,
pues, aunque su marcha inquieten
almas a su luz ajenas,
no habrá quien labre cadenas
que a la libertad sujeten.
¡Libertad, lazo de amor,
talismán que honra y escuda,
la humanidad te saluda
como a su gloria mejor!
No pierdes en esplendor,
aunque al verte victoriosa
te promuevan guerra odiosa;
Que aun siendo tus penas muchas
sales de las nuevas luchas
más radiante y más hermosa.
UNA LÁGRIMA
Puede ser una lágrima la historia
de un corazón por el pesar vencido:
puede ser el adiós que la memoria
da a un bien soñado, si lo ve perdido.
El mudo grito que al espacio lanza,
tal vez, algún oculto sentimiento:
suspiro que, al morir, da la esperanza,
o de la dicha misterioso acento.
Puede ser la expresión callada y pura
de la fe sincera, o de entusiasmo ardiente,
y puede ser, también, de la ternura
el acento más dulce y elocuente.
Cuando la impulsa caridad sublime,
puede brotar por el dolor ajeno:
al rodar una lágrima, redime
un pasado, quizás, de sombras lleno.
Ella puede expresar cuanto en la tierra
al corazón conmueve o esclaviza.
¡Quién puede adivinar lo que ella encierra
cuando por un semblante se desliza.
LUCHAS
En derredor del sol gira la tierra,
Haciendose, al girar, sombra a si misma,
y en redor de mis propios pensamientos,
hallando sombra y luz, mi mente gira.
Yo no sé que pensar; me alejo mucho
y otra vez vuelvo al punto de partida;
la luz de mi esperanza nunca muere,
y a impulsos del dolor siempre vacila.
Para soñar en mundos que no veo
me basta mi incansable fantasía, y
para comprender el que habitamos
no me basta ni el alma ni la vista.
Sombras que ante la luz se desvanecen,
pasan mis ilusiones más queridas:
rocas fijas en medio de los mares,
duran mis penas grandes he infinitas.
Yo no sé que pensar; mi pensamiento
tiene en mi corazón extraño guía;
batallo sin cesar, y amo la lucha,
y muero sin cesar, y tengo vida.
Carta a su amiga Mercedes de Velilla
VACILACIONES
Cariñosa me aconsejas
que yo procure imitarte;
no sabes, al alejarte,
en qué honda lucha me dejas.
Con mis propios pensamientos,
batallo conmigo, a solas,
como batallan las olas
agitada por los vientos.
Porque existen en mi alma
dos tendencias, de tal suerte,
que sólo dando a una la muerte
será de la otra la palma.
De seguir en pos de ti
una es deseo anhelante;
otra, una duda constante;
que duda siempre, de mi.
Cuando tu labio indulgente
alimenta mi esperanza,
mi deseo dice: “avanza”,
dicen mis dudas:”detente”.
Tanto de mi desconfío
que hay veces que, si pudiera,
las palabras recogiera
que pronunció labio mío.
Y me canso de lidiar
con las sombras de mi mente:
para pensar soy valiente,
cobarde al ejecutar.
¿Por qué da mi mente asilo
a ese fantasma risueño?
Si no soy…¿Por qué sueño?
Si algo soy…¿Por qué vacilo?
Un mundo de pensamientos
en mi cerebro luchando;
millares de ideas, buscando
nunca encontrados acentos;
Pensamientos de grandeza
que en estrecha cárcel vagan,
y que oscilan y se apagan
sin salir de una cabeza:
Un profundo desaliento,
anhelar mucho, ser nada;
he aquí mi historia ignorada,
esto soy yo, y esto siento
AYER Y HOY
-¿Qué es la existencia, y qué es un juramento?
-te dije ayer, y respondiste tú-:
-un juramento es dar la fe de un alma,
y la vida es amor, amor y luz.
Hoy, lo mismo que ayer, yo te pregunto
y sonriendo me respondes ya:
-Un juramento, un eco que se pierde;
la vida, horas que llegan... y se van.
HOJAS PERDIDAS
Conservo el tallo verde entre mis manos
y ya esparcí las hojas de la flor;
Las he visto alejarse, cual se aleja
la primera ilusión.
Eran hojas de rosas, que aún guardaban
el perfume la forma y el color,
y, aun siendo así, volaron con el viento,
y nadie las miró.
He visto en esas hojas el destino
de seres sin hogar y sin amor,
que saben de la noche y nada saben
de los rayos del sol.
Arrancados del tallo en que nacieran
y arrojados al viento del dolor,
nadie se para a ver en si esos seres
existe un corazón.
DESCANSO
Me preguntas que pienso, si al mirarme
fija mi vista encuentras en tu rostro:
¡Alguna vez el ave fatigada
ha de hallar un momento de reposo!
Hay a veces que no pienso, y no sé entonces
si es sueño o realidad lo que abandono:
será que mi cansado pensamiento
se ha posado en mis ojos
COMBATE
De mis ideas la insufrible carga
abruma, sin cesar mi pensamiento,
y a cada instante crece mi tormento;
cada hora que se aleja es más amarga.
Presa de la ansiedad que así me embarga,
día por día mi existencia cuento;
sigo el curso del sol; ¡pero es tan lento!
Llega la noche al fin; ¡pero es tan larga!
Largo es vivir con mi martirio fuerte,
mas fuera corto el tiempo, aún sin medida,
si cual quisiera yo fuese mi suerte.
Y es ¡ay! mi voluntad tan combatida,
que sobrándome vida amo la muerte,
y a punto de morir querré la vida.
Siempre igual
Si algo existe en el mundo que me halague,
es mi mundo ideal;
mas va el transcurrir de cada día
apagando su hermosa claridad.
Esclava de la vida, apenas puede
mi mente ni aun soñar,
que para dar la muerte a cada sueño
hay una realidad.
Deseos
Porque miro dolores y miserias
me pesa haber nacido;
yo quisiera ignorar ajenos males,
aun sintiendo los míos.
Quisiera ser la nota que se eleva
al espacio infinito,
quisiera ser el sueño que se forma
en la mente de un niño.
Quisiera ser más grande que el deseo,
más libre que un suspiro:
quisiera ser un ignorado mundo
rodando en el vacío.
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