viernes, 7 de diciembre de 2012

EUGEN DORCESCU [8.709]



EUGEN DORCESCU  

(Originario de Timisoara, RUMANIA)
Poeta, prosista, ensayista; miembro de la Unión de Escritores de Rumanía; Doctor en Letras; nació el 18 de marzo de 1942. 

Ha publicado:

-Omul de cenu?? (El hombre de ceniza, L’homme de cendre, The ashes man), antología de autor que incluye los ocho libros de poesía, aparecidos entre 1972 y 2001, 2002;
-Biblicele (Las Bíblicas, Les Bibliques, The biblicals), 2003;
-Elegii (Elegías, Elégies, Elegies), 2003;
-Moartea tat?lui (La muerte del padre, La mort du père, The father’s death), 2005;
-În Pia?a Central? (En la Plaza Central, Dans la Place Centrale, In the Central Square), 2007 ;
-Omul din oglind? (El hombre del espejo, L’homme du miroir, The man of the mirror), antología de autor (2003 – 2008), con comentarios y bio-bibliografía, 2009;
-Abyssus abyssum invocat, 2009;
-drumul spre tenerife (el camino hacia tenerife, le chemin vers tenerife, the way to tenerife), 2009;
-el camino hacia tenerife, Santa Cruz de Tenerife – Las Palmas de Gran Canaria, 2010.
-Poemas del viejo, 2012. 

De él ha dicho Virgil Nemoianu: "¿Cuándo el mundo se dará cuenta de que Eugen Dorcescu es uno de los grandes poetas contemporáneos?"



POEMAS DEL VIEJO


1

El viejo
ha simplificado,
ha hecho un gráfico
de sus afectos. Dice
que la jerarquía de sus amores
comienza con Iah Elohim, continúa
con su esposa, con los nietos, las hijas, con
los parientes y los hermanos – los según la carne,
los según la fe –,
se detiene en los semejantes,
diluyéndose enormemente, para
repartirse por igual en cada uno,
vuelve luego, regresa a
sí misma, confiada,
pero el viejo no quiere
recibirla, sabe
que amar a alguien entre los hombres
significa
desear vivir en lugar del otro,
para protegerle contra los horrores de la vida,
sabe
que odiar a alguien significa
desear hacerle vivir
en lugar tuyo,
y el viejo ni se ama a sí mismo
ni se odia,
hace mucho que ya no vive en
su lugar,
ya no vive
en lugar alguno
y aún no ha muerto.


2

Los cadáveres aún vivientes de
la ciudad
le dieron al viejo una
acogida indiferente, una acogida
amistosa,
hacía sol, calor,
los coches menudeaban por todas partes,
los árboles se estremecían,
cubriendo tumbas de
aire,
olía, sutilmente, a pasaje, a
descomposición, a
podredumbre,
en los escaparates el sol
- sacristán diligente –
encendía candiles, apagaba
candelas,
cada vez hacía más calor,
los cadáveres estaban llenos,
de pies a cabeza,
de largos gusanos
de sudor.


3

Incompatible con
el espacio, con el tiempo,
el viejo se complace, en
soledad, acrónico,
obligado, sin embargo, por la palanca
implacable de la gravitación,
a quedarse fijado en un sitio,
a un topos, al espacio
al cual ya nada le vincula,
excepto la repulsión.
Pero incluso el tiempo deshace y
desgarra – el tiempo, criminal invisible,
profundamente clavado
en el corazón del espacio, profundamente
clavado en el cuerpo
del viejo,
mordiéndole el alma,
ensangrentándole el alma,
por la noche sobre todo,
tarde por la noche,
recorriendo las pesadillas,
como una hiena.


4

El viejo está tan
solo, que
ha llenado, con su delicada
sustancia, el espacio y
el tiempo,
el viejo está tan
solo, que
no halla lugar en
el espacio y en el tiempo,
se ha agachado en
su antigua carroza de
ceniza,
con un cochero de
ceniza,
con dos caballos de
ceniza,
está respaldado por la tapicería
de ceniza,
recorre un paisaje
inimaginablemente desierto,
inimaginablemente bello,
obra de la incineración universal,
recorre un paisaje sobre el cual
la noche desciende definitivamente,
una sola pequeña llama, un resto
de incendio cósmico,
alumbra,
desde muy lejos,
su blanco camino
de ceniza.


5

Las hijas del viejo no
le han olvidado, aunque, de hecho,
casi no le recuerdan.
Él no las acusa, nunca
acusa
a nadie (quizá incluso
no le recuerdan por eso),
contempla tranquilo el gran
río del tiempo (se parece a
Ibru, se dice a sí mismo),
espera el momento de
abrazar a su mensajero en
llamas,
cuando entre y se
haga invisible en la familia
del fuego,
cuando las hijas del fuego,
los nietos del fuego
lleguen a ser
su propia
familia.


6

Al viejo
le asquea
el día
lluvioso, el
aspecto de la ciudad,
el mercado hediondo,
los semejantes sucios, pobres,
erizados, desesperados,
se asquea de sí mismo,
de su propia vida,
que, recogida en casa,
ha borrado, con
un gesto decidido, decisivo,
ha borrado, sobre
la tela vacía del día,
su estatura, su sombra
y sus huellas –
igualmente hacia atrás
y hacia adelante.


7

El sol – con su luz,
esparcida, desigualmente,
sobre la ciudad –
le da al viejo
un porte de esfinge.
No podría explicar la fuente y
la génesis de esta analogía,
ni se afana en explicarla,
vive, sencillamente, la inmensa
fatiga del enigma,
la inmensa carga de los rayos
entretejidos,
el inmenso terror
del sol hermético, extraño, pesado,
agobiante, inexistente,
querría, tímido,
arrancarse de sí mismo,
ser libre, ligero,
mirar desde el aire el panorama
de la primavera florida,
y luego,
regresar al secreto país,
a sus flores de
ceniza.


8

El viejo se
obstina en ser
fiel
a su misantropía
generosa,
el viejo es tan
noble, que, podría
afirmarse, como
ya se ha dicho,
que es justamente cruel,
el viejo ama a los otros, y
se odia a sí mismo,
odia su presencia en la
promiscuidad de la ciudad,
en la amalgama de los borrachos,
de los canes, mendigos
e inversionistas estratégicos,
odia su ausencia en
otro siglo, en
otro mundo,
odia su día de ayer,
porque se rebajó a vivirlo,
odia
su día de mañana,
porque podría rebajarse
a abandonarlo.


9

El viejo se complace con
antelación
en el tedio sin par
de la muerte,
ese festín fúnebre
comenzó hace mucho,
casi en la infancia,
el viejo ha vivido frenéticamente,
ha amado, se ha divertido, ha trabajado,
pero, ni siquiera por un momento,
ha abandonado la mesa de niebla y humo
de Thanatos,
a través de sus sombras miró
a sus comensales,
en su oscuridad devoró
su aburrimiento, su náusea, su asco,
en ese festín se encuentra él
ahora,
cuando la primavera no es otra cosa, sino
una invasión soterrada de
gusanos
y una explosión celestial
de ceniza.


10

Vislumbro una sola
fiesta existencial, se dice
a sí mismo el viejo,
saliendo de la pesadilla
nocturna y
entrando, vacilante, taciturno, a
la pesadilla que precisamente
comienza,
una sola fiesta, solamente
una, ubicada
al final de este periplo
más tajante que cualquier tortura,
una sola fiesta, un
canto que une cuerpo,
alma y cosmos, un
himno,
dirigido a la solidaridad astral,
a la liberación, al dolor, a la luz,
una fiesta que se inicia en
ti y acaba en
ti,
en ti, ser trágico y desgraciado,
pero una fiesta después de la cual
sigues dividido:
en el aire – llama,
y abajo, sobre la tierra – ceniza.

*(Traducción del rumano – Elegii, Editorial Mirton, Timi?oara, 
Rumanía, 2003 - : Rosa Lentini y Eugen Dorcescu)


Coperta I:
Pictură abstractă de Fernando Sabido Sánchez:
CRISTALES DEL CREPÚSCULO, AÑO 2003.




POEMA DE LAS ELEGÍAS DE BAD HOFGASTEIN

6

En una habitación débilmente
iluminada,
como en una niebla de
talco,
la madre se halla estirada sobre
el catafalco.
A su alrededor,
caras diluidas en
la penumbra, apagado
rumor,
las puertas que se cierran, se
abren, con cuidado,
vida, movimiento.
Siento cómo nos estrecha,
con su sombría tenaza,
cómo nos amuralla,
con negros y muertos
coágulos de sangre,
la noche siniestra
afuera.
Si presto bien
atención,
la más presente,
en su inmensa
ausencia,
es la madre.

Traducción de Coriolano González Montañez



An Arch-Remembrance (O arhi-amintire)

Like now, the day was sunny and serene
(You, inmost essence of serenity!)
Upon the hills, a hazy, smoky screen
Of ghostly trees was fading behind me.

A weary, westbound traveler was I,
Upon a long and all too winding road,
When widening ahead of me it showed
A sunken, shaded valley lying by.

And there you were. Far off, in sunset beam,
And following the twilight with your eyes,
As over castles, to the day's demise,
The sun was gently ebbing past the seam.

Beneath the walls, against the bridge's side,
You were. We were. And crazy love we made.
Then in the citadel with you I stayed,
And that, I think, is where I also died...

The road, the burg, the bridge, your kisses too,
So long ago sailed off my mem'ry's shores...
But now I see them coming back anew
On this serene and sunny smile of yours.

translated by Paul Abucean   



Añoranza*

Oraş patriarhal, uituc, uitat,
Cu parc şi râu, cu munţii-nvecinat,
În floare şi-n mireasmă scufundat…
Tu, urbea fericită, de-altădat’!

Te-am cercetat, prin ani, din când în când,
Şi te-am aflat acelaşi, dormitând,
Sub arşiţă, sub ploaie, şi sub vânt.

Punct fix, precum o pajură-n zenit,
Cu fontă-n plisc şi gheară de granit,
Exact ce-ai ignorat te-a nemurit.

Oraş uituc, oraş de neuitat, 
Din care-am fost, pe vremuri, alungat.


18 martie 2012

(Poesis, Satu Mare,  7- 9/ 2012)
______
*Añoranza (sp.) = dor, nostalgie. Titlu dat de autor.

                      

                           
Añoranza

Ciudad patriarcal, olvidadiza, olvidada,
Con parque y río, con montañas colindantes,
En flores y perfumes sumergida...
¡Tú, ciudad feliz, de antaño!

Te visité durante años, de vez en vez,
Y te encontré igual, dormitando,
Bajo el bochorno, bajo la lluvia, y bajo el viento.

Punto fijo, como un águila en el cenit,
Con pico de hierro y garras de granito,
Exactamente aquello que ignoraste te inmortalizó.

Ciudad olvidadiza, ciudad inolvidable,
De la que fui, hace tiempo, arrojado.

Traducción del rumano: Coriolano González Montañez



Nuestro amigo, el gran poeta rumano Eugen Dorcescu, nos ha envía un poema en el que se transparentan las líneas fundamentales de su obra, su tono elegíaco. Dorcescu (poeta, prosista, ensayista y traductor, nacido en 1942) es un hombre espiritual y sus versos, consecuentemente, también lo son. La melancolía, la asunción de la pérdida aunque no la resignación, la contemplación de lo inevitable, pero a la vez el arrojo de la rebeldía que se resiste a la desesperanza, se clavan en los versos y en el lector, que no puede sustraerse al descarnado paisaje del alma que contempla. Solo aquel que ha descendido a las cavernas del infierno, solo aquel que ha ahondado en el conocimiento del mismo, puede crear y dar vida a una literatura que no se queda en la superficie. Los versos muestran el saber de aquel que habla desde el yo auténtico. Por eso impactan. Nadie puede sustraerse al dolor de la pérdida de un ser amado -de la madre- que, desde lo individual se universaliza. 

Pero el verso de Dorcescu no solo se sustenta en el fondo sino también en la forma. Liberada de ropajes, con una lengua sin apenas connotaciones, apenas adjetivada, nos ofrece una poesía pura, humilde. (...) La cosmogonía de la infancia, de la formación como persona y como escritor, son sus fuertes pilares. (...) Indaga en el conocimiento del ser, en la búsqueda de la razón de la existencia, la melancolía final. El poema que nos envía se titula "Un archi-recuerdo (O arhi-amintire)" Ya dimos cuenta de la obra de Dorcescu el 25 de diciembre de 2013.


Cual hoy, era un día bien sereno
(¡Tú, quintaesencia de serenos días!)
Subía de las lomas, de su seno,
Un bosque-niebla y desvanecía.

Yo, rumbo al poniente en mi viaje,
En el camino proseguía, cuando
Llegué a un llano, al que vigilando
Estaban bosques, malvo su follaje.

Y te advertí. Lejana, en el ocaso,
Estabas escrutando en el espacio
El sol que fenecía muy despacio,
Pasando el fuerte con suave paso.

Al pie de las murallas, en el puente
Estabas. Ahí mismo nos amamos.
Y juntos en el burgo nos quedamos,
Y ahí también morí, probablemente...

Se me olvidaba todo: el camino,
Y burgo y puente y gusto de tu boca...
Cuando de nuevo tu sonrisa vino
Y revivirlo hoy me toca.

(Traducción de Paul Abucean)



LA AUSENCIA

La ausencia es una presencia negativa,
Es un hueco, una espera, una latencia.
Indistintamente, es muerte y vida – 
Incluso el Señor, para los sentidos, es una ausencia.
Estando intacta, y oculta,
Asociando realidades opuestas,
De la ausencia nacen frustración y abatimiento
Y un pensamiento de imposibilidad absoluta.
No-existiendo, no puede esconderse.
No-existiendo, no niega su evidencia.
Iguales le son el terror y la clemencia...

La ausencia es una presencia mucho más cruenta,
Más difícil de soportar que la presencia.

 (Traducción del rumano: Coriolano González Montañez)




EL VUELO DE ÍCARO

Eugen Dorcescu, llegado a la madurez

El vuelo de Ícaro presenta hoy a Eugen Dorcescu, uno de los más prestigiosos poetas rumanos, uno de los grandes poetas contemporáneos y, sin embargo, un gran desconocido. Con un texto introductorio del prestigioso profesor Virgil Nemoianu y estos poemas, esperamos que la puerta comience a abrirse para este imprescindible escritor.

Por VIRGIL NEMOIANU 


Desde hace mucho tiempo comparto la opinión minoritaria que la literatura rumana moderna, la literatura de los últimos 200 años, tiene como fundamento un substrato religioso. Brevemente, mi explicación es la siguiente. Las presiones de una modernización demasiado precipitada e inorgánica entra en conflicto (después del año 1800 o más o menos en aquel período) con una tradición un tanto holgazana y sin ninguna intensidad creadora, cuyas formas ya no se acordaban con las del siempre ejemplar Oeste en su incesante transformación. En estas condiciones, los escritores guardan para ellos mismos y en sus estructuras interiores (a veces de manera inconsciente) valores e imágenes de un pasado real y/o imaginario. Pero la superficie anhela ser "aceptable" en una nueva era. De esta forma, como consecuencia se constituyen mundos funcionales un tanto extraños, pero con cierto interés.

Pero hay, por supuesto, escritores rumanos que no quieren hacer este tipo de acrobacias estéticas, abordando de manera clara y abierta una temática religiosa. Estos son, evidentemente, entre los más insignificantes escritores de la historia de la literatura rumana: prosistas, dramaturgos, poetas, ensayistas, del pasado y del presente. Pero, ahora no es ni el tiempo ni el momento adecuado para nombrarles.

Pero Eugen Dorcescu, originario de Timisoara, es uno de ellos. Sus volúmenes toman, a veces, su inspiración directamente de unos textos bíblicos, otras veces, de la lírica subjetiva en toda su profundidad, y se atreven conceder una dimensión religiosa al hombre junto con sus ansiedades o sus goces líricos presentes, de manera inevitable, en toda la poesía del mundo.

Con el riesgo de repetirme, tengo que señalar que Dorcescu debe ser considerado como uno de los más importantes y valiosos poetas actuales de la literatura rumana, de hecho, uno de los relativamente pocos poetas verdaderos que han escrito en las últimas dos décadas en esta zona situada entre el Danubio y los Cárpatos.

No quiero entrar en unos análisis demasiado detallados. Me contentaré con mencionar dos ángulos de lectura. El primero viene de la tradición local. Por lo menos en este volumen (probablemente un análisis más atento nos podría confirmar lo mismo para los volúmenes anteriores), Eugen Dorcescu demuestra ser el continuador actual de Ioan Alexandru, muerto antes de tiempo. Digo esto basándome en la orientación general de las poesías incluidas en el volumen, en las imágenes y en los temas escogidos, pero también en macro-temas amplios que coinciden claramente con los de Ioan Alexandru, sobre todo en su libro "Desierto".

El segundo ángulo es de carácter cosmopolita. Personalmente no conozco poetas o poetisas de Rumania que puedan acercarse con tanta claridad y sin ningún miedo al discurso literario de un poeta tan valioso y universal como T.S. Elliot. Tanto el Elliot pesimista y satírico de su juventud como el Elliot tierno-triste, con luces de una esperanza consoladora en su madurez y en su vejez, se encuentran en los versos de Eugen Dorcescu. ¿Intención? ¿Coincidencia? De todas formas, esta transposición de un poeta universal en la lengua literaria de otra literatura es un acontecimiento digno de admiración. Tenemos, por lo tanto, dos otras razones para alabar a Eugen Dorcescu y para agradecerle. 

ADÁN


To the happy few

1

Señor,
Tuyas son, de Tus pies
las plantas de las montañas.
Miráme, vengo
en un sendero de púas y ajenjo
dibujado en el Valle del Llanto.
Vivo estoy todavía
mi cuerpo es de barro,
mi mirada salada.
El viento de la muerte me lleva,
como a un terrón-hijo
hacia el monte-padre.
Espíritu ardiente, renacido
y olvidadiza tierra,
como fui,
al principio,
bajo la planta de Dios,
en la divina
palma.


2.

Se esfuerza el sueño en la noche entera
en lo que algunos llaman inconsciente
se esfuerza con sobriedad y atentamente
en discernir, cernir, seleccionar
la sórdida información, y colosal,
que enfurecida embiste contra el alma,
intenta él, el guardia abismal
sacarla del abismo – y matarla.
Es una lucha incierta e implacable
El ataque es más salvaje cada día
Y huestes necias, absurdas, impías
Dilátanse encrespadas como el mar.
Mas no claudica el sueño. El sueño acata
Un único y divino mandamiento.
Del alma puesta en cruz está extrayendo
Clavos llenos de sangre, rojas lanzas.


6

Dios, sé bien
que voy a llegar algún día
el desgraciado de mí
ante
el que es el camino,
la verdad y la vida.
como voy a ser capaz
yo, que soy sólo debilidad y desesperación
¿Cómo voy a llegar a acercarme
a aquella luz
que estalla hasta el negro vientre de la sepultura?
¿Cómo voy a pasar
más allá de parajes, de tiempos,
yo que tampoco vivo, sino,
de hecho,
me estoy estremeciendo?


10

Reniego y me reniego de todo lo que tengo
de hecho, ¿qué significa eso de tener?
Solo estoy. Estoy caído. Soy ha’ adham*
y a mi lado mi mujer está.
En cuanto ser primordial en el paraíso
no tengo ascendencia. Y mis descendientes
son enemigos de sí mismos, y míos también.
Los hijos de mi carne me han deshonrado.
Y Eva, que me regaló Aquél
que me creó, es parte de mi cuerpo.
Somos nosotros en Dios un único cuerpo.

En el mundo pues estamos sólo yo y Él.

*ha’ adham (hebr.) – hombre de tierra

Trad. Andreea Adam, Corina Jurcul






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4 comentarios:

  1. Gracias y felicitaciones por esta magnifica obra!
    Eugen Dorcescu

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  2. Estimado Eugen, gracias a tí por tu obra, un fuerte abrazo

    Fernando

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  3. Me conmueve muchisimo la publicación de Añoranza. Gracias! Un fuerte abrazo fraternal, Eugen

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  4. Querido Fernando,
    Lei, de nuevo, tu maravillosa Antologia. Es una Obra Maestra! Felicidades! Y, una vez mas, mil Gracias!
    Un fuerte abrazo de tu amigo lejano
    Eugen

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