martes, 12 de mayo de 2015

PEDRO MATEO MARTÍNEZ [15.932]


Pedro Mateo Martínez

(Cartagena, Murcia 1952- Atenas 2014)
Poeta, traductor y profesor del Instituto Cervantes. Residió en Grecia 33 años.





Con rostro antiguo de guerrero cansado
La noche se cierra en torno a una vela
Entre tumultos de nubes se cierra
Se oyen las puertas de la oscuridaD

(del poema I del libro "Cuatro elementos)




LA PIEDRA MAESTRA

Viene el viento desde el mar homérico,
mece los olivos como antaño, las palmeras,
y resucitan mis viejas nostalgias griegas.
Las olas se suceden perpetuas, alzando
crestas blancas sobre el azul intenso.
A mi mente acude imagen del viejo rapsoda,
mirada profunda hay en sus ojos claros,
enredados en sus pestañas largos rizos.
Olor a sal me llega y a tierra asentada,
graznidos de gaviotas vienen del puerto
antes que el sol se pose sobre cumbres rocosas.
Me asemejo a espigas gramíneas que serán
alimento futuro para múltiples pájaros,
a los errantes guijarros de la playa
como esponjas del calor madurado y húmedo,
a las algas salidas a esta orilla serena
vibrando con música mediterránea e isleña.

Pienso en el mosto hecho vino blanco,
en las flores que serán limón, naranjas
dulces y olivas, granadas y romero tierno.
Mis brazos insisten en ser alas tensas
e iniciar vuelos de amor y libertad terrena
antes que venga la vejez que todo lo altera,
antes de caer noche tremenda y tiempo final,
antes que los sentidos se adormezcan planos,
sin relieve, incapaces de crear leves sombras
sobre las palabras insolubles de la Poesía.
Veo el color del mundo desde la piedra maestra
donde la tradición dice que enseñaba Homero
cara al mar, mirando hacia la otra orilla.
Veo esto como un sentir que abre mi interior,
veo todo esto como un sueño despierto.






PEDRO MATEO. A GOLPES DE TIMÓN
(Gavriilidis, Atenas, 2014)

[Edición bilingüe]

por DIMITRIS ANGELÍS

Αunque sigo bastante la poesía española, confieso que no soy el más adecuado para situar a Pedro Mateo dentro de la poesía hispana de hoy en día. En todo caso, es muy pronto para hacerlo. Hasta hoy Pedro era un poeta oculto para el público griego porque, aunque sus versos circulaban en ediciones muy bonitas, las ediciones no estaban a la venta y era muy difícil conseguirlas. Además, tengo la impresión de que Mateo, viviendo más de 30 años en Grecia, es decir, en un ambiente literario completamente diferente del español, sigue un camino singular que no tiene nada que ver con la corriente dominante en España o Grecia, un camino solitario. Si en su país, y últimamente en Grecia también, destaca una poética extrovertida, digamos un expresionismo social, la mirada sensible y cuidadosa del transeúnte solitario que interpreta lo de fuera con lo que tiene por dentro, caracteriza la poesía de Mateo, una poesía que no levanta el tono de la voz, no provoca ni exige sus derechos, sino que mantiene su compromiso de auto-observación, descifrando las señales secretas del mundo. Sin embargo, debo señalar que la poesía griega ha influido en bastantes poetas de los que han viajado o vivido en Grecia o de los que han traducido poetas griegos, como por ejemplo a José Antonio Moreno Jurado, Andrés Sánchez Robayna, Aurora Luque y otros. Por supuesto, es un alivio saber que tienes compañeros de viaje, aunque están andando lejos de ti o siguen una ruta paralela a la tuya.

Creo que el título del libro, A golpes de timón, describe acertadamente el hecho de que el contenido no es homogéneo, no sigue el curso de una sola línea sino que contiene diferentes unidades de diferentes períodos del poeta, traducidas por diferentes traductores. En general, podemos distinguir en el libro dos temas principales. El primero se trata más de una observación sobre la temática y al mismo tiempo sobre el estilo del libro: en la mayoría de los poemas (véanse, por ejemplo, los poemas ‘Safo en Léucade’, ‘La dama tracia’, ‘Ánguelos Sikelianós’, ‘Acuérdate de tus dioses’, ‘Ariadna en Naxos’, etc) notamos una idealización del paisaje griego y una conexión de este paisaje con su pasado mítico, temas muy corrientes para los poetas que perciben el país con las connotaciones románticas de sus lecturas y sus estudios clásicos. Sin embargo, si resides en Atenas viviendo cada día la realidad difícil y casi salvaje de la ciudad, y si insistes interpretándola así, eres sin lugar a dudas una excepción y eso significa que tienes una comprensión interna de la historia y de la mitología, lo digo sobre todo por mediación de la oración poética de Sikelianós y menos de la de Hölderlin, comprensión que se revela sobre todo en las descripciones de la naturaleza. El ambiente natural es en gran parte el protagonista de la poesía de Mateo porque ofrece las causas para cualquier acción que, en todo caso, sea siempre interna. Porque la acción de ese tipo de poesía exprime de manera inmediata estados de ánimo incorporando experiencias de la vida cotidiana, mientras que para que se exprese tiene necesidad de un destinatario. La poesía de Pedro Mateo necesita siempre recurrir a alguien, es una poesía de la invocación, quiere un Tú, se dirige a dioses, héroes, muertos, personas sobre todo fuera del tiempo presente que pertenecen a la decoración mítica del poema.

Hablando de la invocación de los muertos, pasamos a la segunda temática del libro que no es otra que la eterna confrontación con la muerte del otro. Las unidades más extensas del libro, que ocupan en total más páginas que las demás, son las elegías “En el silencio” con doce poemas y escrita para el padre del poeta y “Semana civil” (con ocho poemas) y con un título muy difícil de traducir en griego (ahora se presenta como Επτά εν κόσμω ημέρες), escrito para su amigo Tasos Denegris. Sin embargo, estos dos poemas, escritos con una distancia de más de 10 años, son bastante diferentes, no solo porque es una la muerte del padre y otra la muerte de un amigo y diferentes las circunstancias de cada cual, sino también porque la distancia temporal que las separa significa siempre un cambio en la visión poética. El primer poema empieza con un viaje de regreso, sigue el entierro (está aquí el óbolo, los hijos de la Noche, la Muerte y el Sueño, el antiguo cementerio de Cerámicos por donde empieza la calle hacia Elefsís y sus misterios, el sábado de las Ánimas). En el segundo poema aparecen por supuesto dioses, llantos, máscaras, Helicón, las exclamaciones Evohé evohé, pero aquí domina el sentimiento de la ausencia, el vacío, los lugares comunes de la amistad sin el amigo.
        
Creo, en todo caso, que este sentimiento del vacío recorre toda la poesía de Pedro Mateo: existe una metafísica de la ausencia o, mejor dicho, una metafísica del paisaje griego sin sus habitantes de hoy, la cual no tiene carácter religioso sino cósmico y sus rituales expresan la plenitud de la vida y de su mito. En el mundo contemporáneo y angustiado —para volver al punto de mi partida cuando me preguntaba cómo Mateo no observa a su alrededor la triste realidad— el poeta elabora una salida de salvación a un lugar distinto del presente, ignorando ostentosamente la fealdad de lo cotidiano. Este es su refugio personal, que no tiene nada que ver con Lipiú, el lugar imaginado de su amiga poeta Katerina Agelaki Ruk, porque su propia compensación no expresa tristeza sino una neutralidad apática, ni triste ni alegre, de un observador maduro y con ideas aclaradas. Como Pedro Mateo ha empezado por fin a presentar en público y editar su poesía, deseo que pronto nos ofrezca otro libro poético, es decir, un nuevo refugio poético, un nuevo claro en el bosque oscuro de nuestra realidad de hoy en día.


[Texto leído el 3 de junio de 2014 en el Instituto Cervantes de Atenas con motivo de la presentación del libro A golpes de timón, organizada por LEA Festival y la revista FREAR. Los deseos al final del texto, aunque ya conocíamos el avance de su enfermedad, no se han cumplido. Desafortunadamente, Pedro Mateo (Cartagena, 1952) murió poco después, el 31 de julio en Atenas.] 






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