Bartolomé Cairasco de Figueroa
Bartolomé Cairasco de Figueroa (Las Palmas de Gran Canaria, 8 de octubre de 15381 - 1610) fue un poeta, dramaturgo y músico canario. Es el fundador de la literatura canaria, en el marco de la literatura hispánica de su tiempo, no sólo por ser el primer escritor de nombre conocido, sino por haber incorporado a su obra elementos característicos de la cultura canaria tras la conquista de este archipiélago por parte de la Corona de Castilla, a finales del siglo XV
Cairasco nació en Las Palmas de Gran Canaria, en cuya catedral fue bautizado el 8 de octubre de 1538 por el canónigo Alonso de Monleón. Era descendiente, por la vía paterna, de ítalo-nizardos, y por la vía materna, de canarios aborígenes.
En 1551 es enviado por su familia a la ciudad de Sevilla para formarse en letras y teología. Con tan sólo trece años toma posesión de una canonjía en la Catedral de Canarias. En 1555 amplía estudios en Portugal, posiblemente en Lisboa o Coímbra. Hacia 1570 comienza a cultivar el verso esdrújulo, del que llegó a ser su máximo representante, por lo que fue admirado por Cervantes y Góngora.
Durante más de veinte años desarrolló en su casa una tertulia humanística dedicada a Apolo Délfico. Asisten, entre otros, Leonardo Torriani, Abreu y Galindo, Antonio de Viana, Ambrosio López, Juan de la Cueva, Pacheco de Narváez, Gonzalo Argote de Molina y un largo etcétera. Mientras tanto, va ocupando diversos cargos eclesiásticos, llegando a ser, sucesivamente, secretario del Cabildo Catedral, desde 1572, Maestro de Ceremonias de la Catedral, así como Conyúdice del Cabildo y Obrero Mayor.
En 1595 defiende a Gran Canaria de los ataques del corsario Drake y en 1599 actúa como negociador en el ataque del corsario holandés Pieter van der Does, que arrasa la ciudad de Las Palmas.
En 1605 acepta la jubilación como prior de la Catedral de Canarias, que ya le había sido concedida años antes, en 1591. Tras haber otorgado testamento el 10 de octubre de 1610, fallece en su ciudad natal. Recibió sepultura en la capilla de Santa Catalina de la Catedral a la que sirvió tantos años.
Obra
Cairasco cultivó principalmente el verso, pero las primeras noticias sobre su obra se refieren al género de la comedia. En 1558 representó la que pudo ser su primera obra, un entremés para celebrar el día de la Asunción. El propio autor la destruyó tras delatarse al Santo Oficio, por considerar algunos pasajes de la obra blasfemos para la fe cristiana. Posteriormente, hacia 1576, representa una comedia en honor de la llegada a Gran Canaria del obispo Cristóbal Vela Tavera. Mientras tanto cultiva intensamente un tipo de verso que le dará la fama: el verso esdrújulo. Su maestría llegó a tal extremo que influyó decisivamente en la formación de Luis de Góngora, tal y como afirma uno de los más destacados críticos del autor cordobés, José María Micó (1990).
El 8 de mayo de 1582 representa la Comedia del Reçebimiento, encargada por el Cabildo Catedral un año antes para dar la bienvenida al nuevo obispo, don Fernando de Rueda. Se trata de una de sus obras fundamentales, en la que cimienta las bases de la literatura canaria posterior, al introducir el tema del aborigen canario, representado por la figura del insurrecto Doramas, o la mitificación de la Selva del mismo nombre, entre otros aspectos. En el texto, además, se insertan abundantes fragmentos escritos en la lengua aborigen canaria, lo que constituye un hecho singular en la literatura hispánica de su tiempo.
Otras obras teatrales suyas son: Tragedia y martirio de Santa Catalina de Alejandría, Comedia del Alma, y Tragedia de Santa Susana.
Hacia 1600 traduce la Jerusalem Libertada de Torcuato Tasso, en la que el autor añade, de su propia cosecha, más de cuarenta octavas reales para describir las grandezas del archipiélago canario.
Su obra cumbre, no obstante, será el Templo Militante, del que aparecieron cuatro tomos entre 1602 y 1614. Se trata de una especie de santoral cristiano escrito en verso y que conoció enorme popularidad a principios del siglo XVII. Aunque el cuarto volumen se editó póstumamente, esta obra gozó de múltiples ediciones, privilegio entonces reservado a unos pocos.
Una parte de la obra de Cairasco, sin embargo, todavía permanece inédita, como es el caso de la Esdrujúlea, colección de versos proparoxítonos que le dieron celebridad en vida.
Significado
Catedral de Canarias, templo donde se encuentran sus restos mortales y de donde fue canónigo y deán.
Como se ha señalado, la obra de Cairasco, desde la perspectiva actual, reúne un número considerable de los rasgos característicos de la literatura canaria y de la cultura en la que ésta se desarrolla. Uno de esos rasgos es la naturalidad con la que su obra hace de puente entre el pasado histórico de las Islas Canarias antes de la dominación castellana, representado por el mundo aborigen canario, y después de ésta. Entre los rasgos que Cairasco resalta en el antiguo canario, desde su perspectiva cristiana, están el sentimiento de humildad y la piedad religiosa.
De cualquier modo, las cualidades humanas que Cairasco otorga a sus antepasados están mediatizadas por una acusada tendencia hacia la magnificación y esencialización de los espacios de su experiencia de vida, que se pueden resumir en tres grandes iconos de dimensión psicogeográfica: la Selva de Doramas, el pico Teide y el Océano Atlántico. La personal perspectiva de Cairasco le hace cualificar esos espacios por contraste con los de la prestigiosa tradición mítica grecolatina. Sus atrevimientos verbales, cifrados por ejemplo en el uso del verso esdrújulo, son precursores del movimiento barroco posterior.
Toda la tradición literaria canaria de los siglos posteriores ha referenciado a este autor como un modelo por seguir, desde Antonio de Viana (siglo XVII), hasta José Viera y Clavijo (siglo XVIII), Graciliano Afonso o Rafael Bento y Travieso (siglo XIX).
Bartolomé Cairasco de Figueroa es, sin lugar a dudas, la figura más importante, la piedra fundamental de la literatura isleña. Un personaje cuya historia está poblada de ribetes novelescos, y un excepcional poeta admirado por sus contemporáneos, escritores de la talla de Cervantes, Lope de Vega y Góngora.
Introdujo la rima esdrújula en la poesía española, fundó el teatro canario basándose en autos de fe y también episodios de la conquista, como ocurre en Comedia de la Bienvenida del Obispo Rueda donde desarrolla diálogos en lengua tamasik.
Fue canónigo un tanto forzado por las circunstancias dadas en determinado momento de su vida, siendo así el primer Prior de la Catedral de Canarias. Y en los mismos jardines de dicha Catedral, fundó la tertulia literaria cuyo nombre pagano, ‘Apolo Délfico’, llama poderosamente la atención tratándose de un religios.
A dicha tertulia asiste también Antonio de Viana, que es considerado el otro autor fundacional de Canarias, así como también importantísimos historiadores y cronistas, sin cuya obra, buena parte de lo que ha llegado hasta nosotros de la antigüedad prehispánica, se hubiera perdido.
La obra de Cairasco, al igual que su personalidad, oscila entre la religiosidad y el erotismo, y nos sorprende con sus poemas eróticos. He aquí un fragmento:
Ábreme, casada, por tu fe,
Abreme, casada, por tu fe,
que llueve menudico, y mojomé.
Si duermes, señora mía,
despiertas aquel dolor
que causan tu desamor,
tu crueldad y mi porfía;
pues no te veo de día,
agora respondemé
que llueve menudico, y mojomé.
No pienses, desconocida,
que por estar en tu lecho
sanas el daño que has hecho
en mi alma y en mi vida:
la una tengo perdida,
la otra acabasemé
que llueve menudico, y mojomé.
Su obra cumbre, no obstante, será el Templo militante, del que aparecieron cuatro tomos entre 1602 y 1614. Se trata de una especie de santoral cristiano escrito en verso y que conoció enorme popularidad a principios del siglo XVII.
Muchos años antes, por 1582, representa la Comedia del reçebimiento, encargada por el Cabildo Catedral un año antes para dar la bienvenida al nuevo obispo, don Fernando de Rueda. Se trata de una de sus obras fundamentales, en la que cimienta las bases de la literatura canaria posterior, al introducir el tema del aborigen canario, representado por la figura del insurrecto Doramas, o la mitificación de la selva del mismo nombre, entre otros aspectos. En el texto, además, se insertan abundantes fragmentos escritos en la lengua aborigen canaria, lo que constituye un hecho singular en la literatura hispánica de su tiempo.
Una parte de la obra de Cairasco, sin embargo, todavía permanece inédita, como es el caso de la Esdrujúlea, colección de versos proparoxítonos que le dieron celebridad en vida.
La obra de Cairasco, desde la perspectiva actual, reúne un número considerable de los rasgos característicos de la literatura canaria y de la cultura en la que ésta se desarrolla. Uno de esos rasgos es la naturalidad con la que su obra hace de puente entre el pasado histórico de las Islas Canarias antes de la dominación castellana, representado por el mundo aborigen canario, y la historia posterior a ésta.
Por Mari Carmen Martín Mendoza (Marcamar)
La obra literaria de Bartolomé Cairasco de Figueroa
Por María Rosa ALONSO
Al dar cuenta el poeta del acto de su primera misa en Agaete, enumera los entonces miembros de su familia:
Con las cinco palabras a mis manos,
aquí bajó el cierno Rey piadoso,
alzar le vio con ojos soberanos de Mateo y María,
el par famoso; y viéronle sus hijos, mis hermanos,
Constantm, Serafín, Félix brioso, Constantino,
Alejandra, damas bellas,
que en virtud y en beldad han sido estrellas.-
Por María Rosa ALONSO
Al dar cuenta el poeta del acto de su primera misa en Agaete, enumera los entonces miembros de su familia:
Con las cinco palabras a mis manos,
aquí bajó el cierno Rey piadoso,
alzar le vio con ojos soberanos de Mateo y María,
el par famoso; y viéronle sus hijos, mis hermanos,
Constantm, Serafín, Félix brioso, Constantino,
Alejandra, damas bellas,
que en virtud y en beldad han sido estrellas.-
Acaso su hermana Alejandra estuviera ciega (como apunta el biógrafo Juan E. Doreste)'' y aluda a ella en una octava real, en la que canta los milagros de San Alejandro:
¡Oh sagrado Alejandro! Si en el suelo
pudiste dar a ciegos la luz bella,
agora que triunfas en el cielo,
¿por qué la de tu nombre está sin ella?
No ves la devoción, el alto celo,
paciencia y humildad con que atropello
la discreta Alejandra sus enojos.
¿Por qué no alcanzas luz para sus ojos?"
Al final del Templo militante escribe el poeta, refiriéndose a su familia:
Esta virtud contraria a las mudanzas
trajeron a Canaria, en altas proas,
los nobles Constantinos y Constanzas
ellos Cairascos, ellas Figueroas;
no bastan a decir muchas estarnas
de solo un Constaniín las grandes loas.
Dejo a la fama lo que aquí no toco,
que más vale callar que decir poco.
Y vos, oh generosa Constantina,
vos, otra segunda sin segunda,
que en ambas, como en basa diamantina,
la discreción, virtud y honor se funda;
y vos que estáis en la región latina,
Constantino novel, bien claro inunda
de abuelo, hijo y nieto en vos la alteza,
que siempre se responde a la nobleza.
Cairasco es un gran poeta de sentido arquitectónico. La elegancia de la primera octava está lograda a base de esa selección partitiva o de procedencia, en elegante anáfora que repetirá en el Templo militante con ligeras alteraciones:
Del cielo puso aparte lo más noble,
del aire lo más puro y regalado,
del mar ¡o menos bravo y más tranquilo,
y del terreno sitio lo más fértil;
de selvas lo más verde y apacible,
de flores lo más fresco y más suave,
de fuentes lo más claro y cristalino,
de frutos lo mejor y más granado;
del canto de las aves lo más dulce,
de la salud y vida la más larga,
de los ingenios lo que más se acendra
y de todos los templos el más sano.
Cairasco traía sus resonancias italianas a la doblemente herreriana etapa de Fernando el poeta (1534-1597) y de Juan el arquitecto (1530-1597), sus coetáneos casi, época greco-romana "en los linderos del barroco, según apunta con acierto Valbuena Prat. Abandona a veces el tono grandilocuente para referirse al paisaje de su isla natal:
Aquí los frescos aires, las mareas,
el toldo de las nubes relevadas,
de los floridos campos las libreas,
los verdes bosques, aguas plateadas,
el temple, sanidad, ricas preseas,
los cantos de las aves variadas
en sagrado silencio, en paz entera,
conservan una eterna primavera.
Aquí florece la admirable selva
que el nombre ha de heredar del gran Doramos,
do no entrará discreto que no vuelva
con rico asombro, de su sombra y ramas;
el que mejor escriba se resuelva
que es digna de sus versos y epigramas,
y aun el sagrado Apolo le parece
que no ha de darle el punto que merece.
Perdone el Helicón, Pindó y Parnaso,
los celebrados bosques de Acidalia,
las fuentes donde Febo llena el vaso,
y las frondosas selvas de Tesalia;
perdone el Oriente y el Ocaso
y cuando salga el Tivoli en Italia,
Cintra en España, Aranjuez y El Pardo
que opuesto al parangón, su verde es pardo.
El poeta ornamenta en seguida el natural paisaje con citas mitológicas trasuntas de la épica italiana y del tiempo renacentista que vive; su patriotismo exacerbado lo lleva a monumentalizar las excelencias de la famosa selva de Doramas, sin duda alguna de extraordinaria belleza en sus tiempos. Tras la cita mitológica, el recurso estilístico de lo arquitectónico:
Los altos tiles, verdes capiteles
con mil diversos árboles... "
Y luego el bosque es una inmensa bóveda vegetal:
Si aquí se corta un árbol es notorio
multiplicar el tronco muchedumbre
que arriba en pocos años al cimborrio
de todos los demás, con igual cumbre;
no puede al Coliseo y Consistorio
del apolíneo rayo entrar la lumbre,
aunque parece ingratitud formada
a quien el ser le dio negar la entrada.
Esta fecundidad prodigiosa de la tierra en este bosque le hace escribir un inciso en la vida de San Higinio, del Templo:
Otra similitud más excelente
del canario Doramas...
donde cortando un árbol en contorno
hacen de preste mucho nuevo adorno.
Después la maleza y la imagen de la yedra, tan garcilasiana:
Por la robusta y áspera corteza
la yedra el retorcido paso mueve,
que no pueden mostrar tal extrañeza
columnas entalladas de relieve
Y tras la exposición vegetal, la bella alusión del agua:
Por más destete mil famosas fuentes,
despide Gran Canaria cristal puro,
sin otras infinitas, que a la gente
su fama y nombre ha sido y es oscuro,
pagan tributo al ser grandes corrientes,
sin muchas, con que el fruto está seguro
que en una isla, que aun no tiene en torno
cien millas, es felice y raro adornoJ
La selva de Doramas, aparte incidentales referencias a lo largo del dilatado Templo militante, es cantada de nuevo al referirse el poeta a Gran Canaria en dicha obra, con motivo de San Pedro Mártir:
En ella está la selva de Doramas,
tan célebre en el mando, a quien rendido
está el Pierio, el Pindó y el Parnaso,
y todos los demás sagrados montes.
En ella se destila ambrosía y néctar
y respirando un céfiro suave
conserva ana perpetua primavera,
del cielo regalada eternamente,
con mil particulares privilegios.
Cairasco y su amor por todas las Canarias
Pero Cairasco no siente sólo amor por la princesa Gran Canaria, aunque sea ella su gran musa. Varias veces hace un canto a todas las islas:
Pasando están de las columnas de Hércules,
a veintisiete grados de la línea,
cerca de la región de los alárabes,
las Fortunadas ínsulas atlánticas
a quien llamaran ya Campos Elíseos
por su temperamento y ser tan fértiles.
El cielo en ellas derramó sus dádivas
siendo tan liberal, que ya era pródigo,
como si autorizase allí su crédito;
dioles el aire un temple salutífero
con que gran tiempo se excusaron médicos
y las mixturas del dorado fármaco
ruibarbo, escamonea y cañafistola.
Después de afirmar que es Gran Canaria la primera, sigue enumerando:
Segunda Tenerife o la Nivaria,
tercia La Palma; cuarta La Gomera
la quinta Lanzarote; la Capraria
la sexta, y El Hierro la postrera,
donde destila hoy día el árbol santo
que los antiguos celebraron tanto.
Refiriéndose a San Nicolás, escribe:
Canaria:
Salieron, pues, las siete deste modo:
Una llevaba todo recamado
de espadas y de palmas el vestido,
con diadema real de lauro y oro.
Tenerife:
Otra el excelso Teida por divisa,
coronada de pámpanos frondosos
y esparciendo el metal que más estima.
La Palma:
Otra con una palma por trofeo,
porque la lleva en discreción y gala,
en trato cortesano y bizarría,
a cinco de las bellas Fortunadas.
La Gomera:
Con bella laura de fragantes flores,
salió la cuarta y ademán bizarro
haciendo muy ligeras cabriolas
con que suele rendir hombres armados.
El Hierro:
La quinta coronada de aquel árbol
que destilando de sus hojas perlas
se llena de cristal en gran estanque
con que los moradores se sustentan.
Lanzarote:
La sexta se mostró gallarda y bella
de candidas espigas coronada,
convidando con ella a las otras,
ufana de haber sido la primera
que a la cristiana enseña se redujo,
y la que vio primero en su distrito
la mitra pastoral de aqueste reino.
Fuerteventura:
La séptima y postrera entró danzando
con gran disposición y gentileza,
que a todas las demás excede en esto,
llevando por divisa una guirnalda
de la estimable orchilla de que abunda.
No obstante su amor por Gran Canaria, tiene para Tenerife finezas y atenciones, como quizás ni con su propia isla guarda. Las dos últimas partes de la Esdrujúlea ya advertí que se referían a la Virgen de Candelaria y cueva de San Blas donde apareció la imagen. En el Templo, al llegar a la Purificación, vuelve a referirse a la patrona de las Islas y narra los hechos según una varíente de la versión del encuentro de dos pastores con la Virgen, que en Cairasco se reducen a uno, porque sigue la relación de fray Martín Ignacio, del padre González de Mendoza y de fray Joáo dos Santos, según el malogrado investigador y diplomático tinerfeño Emilio Hardisson y Pizarroso.
Pero no es sólo esto. Al tratar de la festividad de las Nieves, el 5 de agosto, la aprovecha para exaltar a la Nivaria. El poeta alude nuevamente a la Virgen de Candelaria y a los guanches y sus costumbres:
Un profeta tenían que afirmaba
y les profetizaba grandes cosas,
y una de las famosas y más graves.
que de unas blancas aves salteada
seria y conquistada aquella tierra,
y vencidos en guerra tantos bríos,
que fueron los navios que trajeron
las gentes que vencieron a Nivaria,
de cuya extraordinaria antigua pompa,
que la sonora pompa de la fama
por el orbe derrama, aquí no puedo
cantar, ni el santo enredo da licencia.
Diré de la excelencia que ahora tiene
la majestad solemne de los templos,
soberanos ejemplos virtuosos
del clero y religiosos los conventos.
Los altos pensamientos monacales
vislumbres celestiales de alta gloria;
la gente senatoria generosa,
discreta, valerosa, de alta fama.
Seguidamente, según su gusto de pompa alegórica, tan aficionado a monumentalizar la escena (porque Cairasco es un temperamento plástico y dramático), presenta a la Nivaria triunfante/- El poeta, también con rima al mezzo, nos describe la resplandeciente dama entre las nubes apoteósicas de la alegoría:
En figura de dama rica y bella,
salió como una estrella rutilante
la Nivaria triunfante; iba vestida
de tela enriquecida de oro y plata,
que como siembra y trata, coge y viste,
alegre está y no triste su semblante:
arandela y turbante, al nuevo estilo,
todo de arabio hilo y finas perlas,
que sabe merecerlas y buscarlas.
A sus damas llevarlas este día
quiso en su compañía, y todas ellas
iban ricas y bellas; a su diestra
salió con rica muestra La Laguna,
que en próspera fortuna se extremaba,
y la noble Orotava a la otro mano
con talle cortesano; aquélla ufana
de ser princesa llana, en firme asiento,
con grato movimiento y rico adorno,
de montes en contorno rodeada
de mieses coronada y de parrales,
lindas calles iguales y salidas,
a su tiempo floridas, templos, casas;
ésta, firme en sus basas la nobleza,
aparato, riqueza y edificios,
caballos, ejercicios, aguas frías,
damas y cortesía, aunque desto
en La Laguna el resto el cielo envida.
Y a continuación los demás pueblos de Tenerife:
Luego la esclarecida, en puerto, en trato
y en bélico aparato de castillo,
Santa Cruz, de amarillo y blanco traje;
y luego en el ropaje extraordinaria
se mostró Candelaria, alegre y bella
por la divina estrella que atesora,
que del cielo es señora y de la tierra,
y porque tiene en guerra buena gente
atrevida, valiente y muy ligera,
y por la miel y cera, pan y caza
de que abunda la plaza de ordinario.
Al bélico adversario, Taganana
con piedra y dardo gana los despojos,
y así muestran sus ojos gran contento.
El acompañamiento sigue Abona,
con nevada corona, que en ganado,
en caza, pan granado, linda fruta
se muestra resoluta y sus membrillos
son grandes, amarillos y de fama;
y Vilaflor se llama, en otro nombre,
por el alto renombre que de bella
tuvo una guancha en ella celebrada.
De parras coronada iba contenta
La Rambla y libre, exenta. La Matanza,
vestida de esperanza; Buenavista
y Adeje en esta lista no se olvide,
ni aquella que despide cristal puro
Fuente Obispal, seguro alojamiento
al que busca contento regalado,
y Tejina a su lado ya postrera.
Con famosa bandera, en la vanguarda
iba gente gallarda, antigua y nueva
que la conduce y lleva un joven rico
llamado Garachico, en cuyo puerto
se ve siempre cubierto el mar de naves
por los vinos suaves que produce;
acá y allá reluce en plata y oro
que es bien que a su tesoro se acomode.
Tras él se muestra Icode rico en vinos
y de sus teosos pinos coronado,
junto al Teide nevado, cuyos hombres
gallardos gentilhombres y mujeres
de lindos pareceres siempre han sido;
luego a cual más lucido. Los Realejos
en pan, en vino, espejos; luego el monte
Sauzal y Tacáronte con Centejo,
Tegueste nuevo y viejo, albergue ameno,
y luego Güimar, lleno de agua clara,
y de arboleda clara y peregrina;
San Juan a la marina, Arafo, Daute,
que con mucho replante, como él dice,
quiere que se autorice la gran fiesta.
La Laguna, La Orotava, Santa Cruz, Candelaria, Taganana, Abona-Vilaflor, La Rambla, La Matanza, Buenavista, Adeje, Fuente Obispal, Tejina, Garachico, Icod, Los Realejos, Sauzal, Tacoronte, Centejo (La Victoria, hoy), los Teguestes, Güímar, San Juan, Arafo y Daute, un acompañamiento de veinticinco lugares forman el vistoso cortejo de la Nivaria y, por fin, la apoteosis que precede al canto:
Mostróse, pues, con esta extraordinaria
majestad la Nivaria, sobre carro
de nieve, con bizarro y rico aseo;
llevaba por trofeo, sobre el pecho
la Imagen que la ha hecho tan dichosa,
y con la majestad y gran capilla
al senado se humilla y colocada
en la silla dorada y prevenida
cantó la esclarecida y alta gloria
de la nevada historia al modo vario
que la escribió el canónigo canario.
Relación parecida de los pueblos de su isla, Gran Canaria, no hemos de ver en la obra del «canónigo canario», cantor extenso de los pueblos tinerfeños, a los que no escatima adjetivos valiosos. Como una muestra última de su amor a su tierra, ahora a un motivo concreto de Gran Canaria, acompaño una composición de su Esdrujúlea, que me parece no ha sido impresa todavía; posee toda la pompa arquitectónica y grandilocuente de Cairasco, y acaso hubiese sido pieza correcta muy del tiempo, si la embriaguez es-drujulistica que lo dominaba no actuara en ella:
Al templo y cabildo de la Santa Iglesia
de Canaria
Yace del Mar Atlántico en el gremio
de las seis amadriades la Reina,
del árbol coronada más nubífero,
y en torno della, entre peñascos, peina
el cabello y la barba, el que sin premio
la regala con ámbar odorífero,
el aire salutífero,
la regalada pluvia,
las flores blanca y rubia
azul, morada, verde, roja y pálida.
La templanza ni frígida ni cálida,
fuentes y cantos varios
hacen un mayo en torno a los canarios.
De peregrina fábrica coríntico
aquí se levantó con gran principio
la excelsa pesadumbre y sus pirfáculos,
de grandes cantos y mecidos ripios,
que no la vieron tal delio ni cíntico
en Efeso y en Délo sus oráculos;
altares, tabernáculos,
pilares y cimborrios,
capillas, oratorios,
ventanas, claraboyas, santuarios, la música,
el Jesu y los sagrarios,
a pesar del herético,
es todo imitación del templo bélico.
A la abuela se dio del Rey pacífico
este maravilloso alcázar célico,
con soberano acuerdo y reverencia,
y en él hay de su Madre un bulto angélico,
que entre todos merece su heroglífico,
por la beldad que tiene y la decencia,
majestad y clemencia,
cual madre de concordia
y de misericordia;
hay otro de Belén pobre edificio
más rico en aparato y en servicio
de pincel ilustrísimo,
cual de Rodas español clarísimo.
En este sacro templo está un capítulo
de nobles prebendados y magníficos caudillos
del estado eclesiástico,
ilustres cortesanos y pacíficos,
que en virtudes y letras tienen titulo.
En modo positivo y escolástico
es el coro monástico;
soberano silencio
y siempre reverencio
mis sagrados pastores beneméritos,
cuyas virtudes y crecidos méritos
prometen gran victoria;
a todos nos dé Dios su eterna gloria.
Al aludir el poeta a San Laurencio, escribe:
Nereidas, amadríades,
que en el profundo piélago tenéis
de vidrio lúcido habitáculo, sirenas,
y vos, dríades, que allá en el archipiélago
de Proteo escucháis la voz y oráculo,
y tú, que con el báculo tridente,
el mar horrísono sueles volver pacífico;
y tú, delfín magnifico,
que de Orion oíste el son dulcísimo,
¿por qué todos, solícitos,
no me venís a dar favores lícitos?
Mirad que en la marítima ribera del Atlántico
estoy por no tener batel velígero.
Mirad que no hay epítima,
sino la de este cántico,
que me conforte en trance tan armígero.
Mirad que del alígero tiempo me quejo
y tácito lamento melancólico
y en término bucólico suspiro
el dilatar mi beneplácito;
romped las ondas frágiles y a España
me llevad en hombros ágiles.
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