Antonio Córdoba Barba
(Murcia, España 1949)
Antonio Córdoba Barba, Catedrático de Análisis Matemático de la UAM e investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas. Recordemos que el profesor Córdoba acaba de obtener en 2011 el Premio Nacional de Investigación “Julio Rey Pastor”, en el área de Matemáticas y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, tal y como recogimos en Matemáticas y sus fronteras el pasado 2 de octubre.
Antonio Córdoba, murciano de nacimiento, se licenció en Matemáticas en 1971 por la Universidad Complutense de Madrid y obtuvo su doctorado por la Universidad de Chicago en 1974, dirigido por el medallista Fields Charles Fefferman. Ha sido miembro del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton y desde 1980 es Catedrático de Análisis Matemático en la Universidad Autónoma de Madrid. En la actualidad es además investigador del Instituo de Ciencias Matemáticas (ICMAT).
Antonio Córdoba presenta un perfil investigador muy singular, ya que aunque su campo principal de trabajo es el análisis armónico, ha realizado también importantes investigaciones en teoría de números, las ecuaciones en derivadas parciales, y física matemática. Lo que destaca sobremanera es la calidad de las revistas en las que ha publicado.
Ha desempeñado un papel muy relevante en la vida de la comunidad matemática española, que va desde su labor pionera en la gestión de los primeros planes nacionales hasta la reconstrucción de la Real Sociedad Matemática Espñaola o su labor como director de la Revista Iberoamericana de Matemáticas. Es notable también su labor en la puesta en marcha del Departamento de Matemáticas de la UAM siguiendo unos estándares de calidad inéditos en aquella época en la universidad española. En los últimos años está desempeñando un papel importante en la consolidación del Instituto de Ciencias Matemáticas.
El profesor Córdoba es también un reconocido divulgador de las matemáticas. mediante conferencias dirigidas al gran público así como a través de varios libros de éxito sobre la teoría de números.
ÍNDICE DE IMPACTO
Conviene publicar un disparate,
Tan obsceno que ofenda de ipso facto.
Te darán un gran índice de impacto,
Los ingenuos que miren tu dislate.
No importa si es con cuerdo o botarate,
De citas mutuas sellarás un pacto.
Aunque sean banales y sin tacto,
Juntas harán lucir tu escaparate.
No intentes un problema complicado,
Si el ritmo frena en tus publicaciones.
Pues debes mantenerlo acelerado.
En alza tengas siempre tus opciones
De rozar el poder en el poblado,
Con índices y citas a montones.
Antonio Córdoba Barba.
Publicado por Pedro Alonso Miguel
El análisis bibliométrico de las publicaciones que realizan los investigadores es una herramienta que, desde su aparición en la década de los sesenta – con los trabajos seminales de Eugene Garfield y Derek John de la Solla Price -, se ha venido utilizando de forma creciente hasta la actualidad para la evaluación de la actividad científica de las personas e instituciones que las realizan. (Ver Nota 1).
La dificultad de llevar a cabo la evaluación de la investigación en profundidad y con solvencia, ha conducido a un uso masivo de los análisis formales de publicaciones, citas e impactos que proporciona la bibliometría. El poema incluido en poesía y ciencia en esta quincena, Indice de impacto, está escrito por un científico y en él se describen y critican con ironía y en forma de soneto, los malos usos y abusos de la bibliometría.
Antonio Córdoba Barba, autor del poema, se doctoró en Matemáticas por la Universidad de Chicago, (bajo la dirección del premiado con la Medalla Fields, Charles Fefferman), y es en la actualidad Catedrático de Análisis Matemático de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador en el ICMAT-CSIC. Cuenta con una dilatada y brillante trayectoria académica, investigadora y de divulgación científica y entre los reconocimientos a su obra, debe destacarse que fue galardonado con el Premio Julio Rey Pastor en el área de Matemáticas y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, (uno de los cinco Premios Nacionales de Investigación), en 2011.
Nos encontramos, por tanto, ante una relevante figura dentro del campo del Análisis Matemático en España de las últimas cuatro décadas. Entre sus aficiones literarias y científicas, junto con su pasión por la divulgación científica de altura, plasmada en obras como: Los números, (Colección ¿Qué sabemos de?, Ediciones Catarata) y La saga de los números, (Colección Drakontos, Editorial Crítica), se encuentra también la escritura de poemas a los que se puede acceder en su página personal en internet. (Ver Nota 2).
Antonio Córdoba ha accedido a comentar en La alegría de las musas, el poema del que es autor, con el texto que se incluye a continuación.
“Índice de impacto” es un poema muy descriptivo que apenas necesita glosa alguna y tiene su inspiración en varias anécdotas que me ocurrieron:
En una ocasión, siendo miembro de un comité encargado de otorgar el premio de investigación científica de una de nuestras comunidades autónomas, coincidí con un catedrático de Física que invocaba el número de citas y el denominado índice H como criterios fundamentales para ordenar a los candidatos. Desestimando mi opinión, que tachaba de subjetiva, por estar basada en el análisis de la obra centrado en aquellas contribuciones que, decía yo, marcaban la diferencia: por haber resuelto problemas que eran importantes objeto del deseo de los investigadores del área. Para mi sorpresa, el tercer componente de la comisión, una química Profesora de Investigación, me rebatió con la estupefaciente (para mí) afirmación de que en su disciplina no existen, o no es sencillo detectarlos, esos objetivos aludidos en mi discurso.
También llama la atención la enorme lista de publicaciones de la que presumen algunos científicos. Las hay que superan el millar, por lo que dividiéndolas entre unos cuarenta años de dedicación, producen un cociente de más de veinte por año, es decir: dos ideas nuevas cada mes. A muchos matemáticos esto nos produce una cierta perplejidad, pero hay otros que han sabido sumarse a esta tendencia dominante y tratan de hacer valer sus números para conseguir premios, honores y poder académico.
A esta situación han contribuido diversas causas y una empresa, con sede en la ciudad de Filadelfia, que elabora todo tipo de índices de impacto de revistas y de citas de autores, que, en aras de su presunta objetividad, son luego usados para evaluar la labor de los científicos, poniéndolos en fila en sus respectivas áreas, universidades, regiones y países. Se trata de un fenómeno nuevo, propiciado por los ordenadores, que es de carácter universal, aunque en algunos países haya adquirido mayor virulencia que en otros. Quienes han estudiado la elaboración de esos índices han señalado lo poco significativos que resultan ser en el caso de las matemáticas, porque los grandes avances han sido casi siempre obra de individuos aislados; los trabajos tardan varios años en ser publicados y otros tantos en ser citados, aunque luego puedan serlo sin límite de tiempo; porque alguien como Andrew Wiles puede dejar de publicar durante un largo período por estar trabajando en la prueba del Fermat, o porque la existencia de muchos autores en un área dada no es una garantía de que estén creando matemáticas muy interesantes.
Además de presentar algunos errores de grueso calibre ocurre que, como bien aprendieron los físicos, cualquier medida perturba el experimento, y si aquella tiene en cuenta el número de citas, nos vamos a encontrar con editores de revistas que “recomiendan” a los autores de un trabajo, antes de ser aceptado, que citen a otros publicados en la misma revista, consiguiendo así subir notablemente el llamado índice de impacto. Pero también a miembros de un club de citas, vengan o no vengan a cuento, y a autores con un cierto poder académico que han de ser citados profusamente por los más jóvenes, si es que estos no quieren atenerse a las consecuencias de no hacerlo.
Estas conductas se han dado y, aunque se trate solo de una minoría quienes las practican, no cabe duda de que significan un quiebro respecto a la tradición anterior que era algo más caballeresca.
El sentimiento de insatisfacción por la utilización abusiva y torpe de determinados criterios bibliométricos equivocados, está bastante extendido, y son muchos los investigadores que reclaman otra políticas de evaluación científica. Como muestra pueden leer El precio de publicar a cualquier coste, aparecido en septiembre de 2013 en el Boletín de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, (SEBBM); o El fracaso de la investigación, también de 2013 en EL PAÍS, del ingeniero agrónomo y catedrático Alonso Rodríguez Navarro, el cual fue, en su día Secretario de la Comisión Nacional de Evaluación de la Actividad Investigadora, (CNEAI). (Ver Nota 2).
El mono numérico. (De la página personal de A. Córdoba )
Finalizamos volviendo a la actividad poética de Antonio Córdoba. Los poemas que incluye en su página personal muestran un alto grado de ingenio, gusto y soltura poética. Algunos como Publicar o perecer y Vanitas, vanitatis, están también, como Índice de Impacto, dedicados a los usos y abusos de la bibliometría entre los investigadores. La gran mayoría están dedicados, (como no), a las matemáticas, de entre los que destacaría Botella de Klein y La vida es un número. Finalmente hay una pequeña maravilla gastronómica y festiva que es Olla gitana que, creo, no deberían dejar de leer.
Notas y enlaces
1. En Wikipedia se puede conocer las biografías de Eugene Garfield y de Derek J. de la Solla Price. En cuanto al primero, en la página web www.eugenegarfield.org, se puede acceder a buena parte de sus publicaciones, de las que aquí enlazamos al pionero Citation Indexes for Science, publicado en 1955 en la Revista Science, y a The history and Meaning of the Journal Impact Factor publicado en el Journal of the American Medical Association en 2006.
En cuanto a Price, hay que mencionar también su importante papel como historiador de la ciencia. Enlazamos aquí a Networks of Scientific papers, artículo publicado en 1965 en la revista Science y a la reseña de su libro Little Science, Big Science de 1963, que se realizó en 1983 en Current Contents.
2. En la página personal de Antonio Córdoba, se puede acceder a todas sus publicaciones científicas, resúmenes de libros, ensayos y, como hemos indicado, a sus poemas que aparecen en una pestaña con el curioso epígrafe de Tontetos, y ripiolemas. Resultan muy sugestivos sus ensayos, algunos de ellos biográficos e históricos sobre las matemáticas en España. Ver, por ejemplo, el interesantísimo y vivaz Un matemático en la transición.
3. Alonso Rodríguez Navarro es coautor, junto a Juan Imperial, del libro . Índice h. Guía para la evaluación de la investigación española en ciencia y tecnología utilizando el índice h, nº 33 de la colección madrimasd.
Botella de Klein
El círculo más vicioso
y la recta más coqueta,
se enrollaron en un tubo,
embrión de la botella.
Compactos, sin penetrarse,
en una dimensión extra,
confunden a quien pretenda
estar dentro, o quedar fuera.
Banda de Möbius
benedettina
Es obvio que ando escaso de dinero
y nadie en este barrio me conoce.
Transparente resulto a las miradas,
de las bellas que pasan junto a mí.
Pero ven, deja que te muestre,
mira y verás:
Si cortamos una cinta bien larga,
y pegamos sus bordes con cuidado,
surgirá un mundo de solo una cara,
donde, alegres, vivir desorientados.
La Gran Conjetura
La gran conjetura,
la gran ambición:
El huevo es ovoide,
lo dijo Colón.
Rey Pastor lo creía,
seis libros llenó.
Empero la prueba
nunca se encontró.
Mas luego Ancochea
y también Santaló
tuvieron la idea,
¡genial, de cajón!
Que ninguno de ellos
jamás publicó.
Análisis Armónico
Verde, verde esmeralda,
azul turquesa, azul ultramar,
índigo, violeta:
síntesis de luz.
Ondas, vibraciones, trigonometría,
espirales, remolinos, puntos de fuga.
Venus de proporciones divinas.
Fuego que da la vida,
el calor y el color.
Amarillo, naranja,
rojo, carmín.
Saltador de altura
Perseguí un enigma,
le ofrecí mi tiempo.
Inventé estrategias
que llevose el viento.
Formulé preguntas,
coseché el silencio.
Inicié mil cuentas
que jamás luz vieron.
Se esfumó mi esfuerzo
en tan vano empeño:
ni obtuve la prueba,
ni el gran contraejemplo.
Lo que yo he buscado
se hallará muy lejos.
Publicar o perecer
Feliz surge la idea que nos lleva
Por la senda ingeniosa,
que parece certera,
a la vera, muy cerca,
de ese ansiado teorema.
Pero la esquiva verdad no nos deja,
escondida en su templo,
ni desnuda probarla,
ni tampoco falsarla
con sutil contraejemplo.
Y aunque la mente mil tretas produce,
ofreciendo al diablo el clásico pacto.
Pasa el tiempo, la ambición se reduce,
y otra derrota cedemos de facto:
Poseerla en cualquier traje típico
de una hipótesis clara y razonable,
que permita un saludo al respetable
en forma de artículo científico.
Rincón de Haikus
Así es la ola,
viajera con su grupo,
rompiendo sola.
Como una gota,
que a la luz divide,
cuando la toca.
Círculo amigo,
vagando por tu centro,
vicioso sigo.
La vida es un número
Pitágoras pensó un mundo perfecto,
donde todo es número y racional.
Pero Hipaso encontró un grave defecto,
del cuadrado unidad la diagonal.
Desde entonces muchos irracionales,
irrumpen en las cuentas, por doquier.
Aunque identificarse entre los reales
es algo que siempre evitan hacer.
Arquímedes escribió el Arenario,
calculando de π sus decimales.
Y Lambert, geómetra visionario
de la Ilustración, con mañas geniales
logró que π y e salieran del armario.
Lo que hicieron con gran osadía,
exhibiendo sus almas trascendentes,
mostrando que el círculo no podía
ser cuadrado al compás de los presentes.
Cantor supo ordenar los racionales
en fila de uno, estricta formación.
Pero tratándose de irracionales
no cabe esperar tal numeración.
Cuando con ambos ojos bien cerrados
escoges al azar un valor real,
muy probable es que sea irracional.
Más si lo haces con poca precaución,
será un gran enigma: ver si es o no.
Hay reales que puedes computar,
leer sus cifras sin ningún titubeo.
Pero muchos no se dejan nombrar,
ya sea en griego, latín o arameo.
Hay computables que, en la intimidad,
lucen con cifras de curso legal,
practican virtud de ergodicidad
dando una imagen decente y normal.
Pero en cuanto a π lanzas la cuestión:
Si en privado es normal o peculiar
y si a sus cifras puedes admirar,
ágil se irá sin dar contestación.
Del cosmos nuestra teoría final,
todas las fuerzas más la gravitación,
remite de nuevo a la idea inicial:
Porque si las cuerdas hay que entender,
sus ecuaciones habrá que resolver.
De modo que Pitágoras, en cierta proporción,
pensando a su manera, también tenía razón.
El pavo enmucetado
Cuánto mejor no fuera ser prudente
mostrando a tanto necio indiferencia,
si en aras del progreso de la ciencia
traicionan como muerde la serpiente.
Cuánto hastía el mendaz incontinente,
ufano de su nombre y apariencia,
quien trocando ruindad en prepotencia,
ansía ser famoso entre la gente.
Habrá que mitigar el duro juicio
que merece el afán del mentiroso:
Académica cola reluciente,
engordando el currículum con vicio,
hincha el pavo real tan vanidoso
que en corral se desea presidente.
Graffiti (UAM)
Todas las mañanas cuando me levanto,
tengo las ideas más turbias que el barro.
Luego desayuno, me fumo un cigarro,
y ecuación que pillo la integro ipso-facto.
Geometria Descriptiva
Para musa tan esquiva,
un beso furtivo,
espiral, enroscado,
paralelo,
perpendicular.
En las horas más dulces
navego tu cuerpo,
complejo, completo,
descubro un teorema,
hito del milenio,
ley fundamental.
Inmerso en tu seno,
cóncavo, convexo,
demuestro un gran lema,
orfebre de ingenio,
en función maximal.
Osculo tus curvas,
misterios gozosos,
mientras fluye el poema,
tormenta e incendio,
vibrante y sensual.
Decaen las olas,
amainan los vientos,
mas brillan tus ojos
curvando el espacio,
viajeros del tiempo.
Teorías del todo,
materia del sueño,
teorema y poema,
idea genial.
Rap del mal colega
Tan mezquino, tan vil, tan vanidoso.
Tan traidor, tan artero, tan doloso.
Tan ruin, tan meapilas, tan baboso.
Tan tonto, tan imbécil, tan patoso.
Al engaño, al crimen, al acecho.
Al saqueo, al fraude, al cohecho.
Al pillaje, al hurto, al provecho.
Al insulto, al desaire, al despecho.
Nada siente, nada sabe, nada viere.
Nada inicia, nada acaba, nada fuere.
Nada piensa, nada crea, nada infiere.
Nada tiene, nada vale, nada adquiere.
Todo humo, todo cuento, todo absenta.
Todo negro, todo blanco, todo argenta.
Todo ataca, todo acosa, todo atenta.
Todo vale, todo insulto, todo afrenta.
Que odia, que adula, que tira-levita.
Que bulle, que conspira, que se agita.
Que miente, que emponzoña, que vomita.
Que copia, que te plagia y no te cita.
Vanitas vanitatis
Original jamás tuvo una idea,
Más presume de mil publicaciones
Repitiendo unas pocas opiniones
Que aburren a cualquiera que las lea.
Resolver los problemas no desea,
Sino seguir alzando sus opciones,
Con citas de un hatajo de bufones,
De pillar las prebendas de la aldea.
Trivialidad de tal naturaleza,
Hipótesis que mudan cada rato,
Teoremas de estúpida simpleza.
Si viendo tanto plagio sin recato
El gran Gauss levantara la cabeza,
En su sitio pondría al insensato
Académica socaliña
La Academia que dicen de la Ciencia,
pretende demostrar que Dios existe:
Evolución, Big Bang, a todo embiste
Salinas con osada incontinencia.
Tres Numerarios pierden la paciencia
ante ese Mago de genio tan triste:
Mezclar a Gödel con la chacha es chiste
que a todos ellos pone en evidencia.
Einstein, Penrose, Weyl, el universo,
se funden en alarde delirante
con Cristo y con San Juan: ¡La Biblia en verso!
El gran Groucho diría altisonante:
¿Academia?, tal vez, pero es perverso
que por ciencia la juzgues relevante.
Red Temática
Aunque muy parco en ideas
de la red fue campeón.
Hubiera o no hubiera teorema
creció y se multiplicó.
Romance del p-laplaciano
(Hispaníssima aequätio)
Con esa borrosa lógica
de un control bien rutinario,
prenden al p-laplaciano
acusado de plagiario.
En dura isla bornológica
del espacio más abstracto,
confinan a ese villano,
a ese perverso retracto.
Haciendo callar su voz,
antes que algún necio ufano
lo vuelva a sacar de armario
y se difunda veloz,
tan sañudo y sanguinario,
tan insidioso y malsano,
creando otro lema atroz
que el cerebro deje plano,
del doctor y del becario.
Olla gitana
Sofrito de tomate con cebolla
en manos de una guapa cocinera,
comienzo prodigioso de la olla:
azafrán, comino y yerbabuena.
Perfumando a bajocas, calabaza,
al humilde garbanzo y la patata,
con ese dulce toque de la pera,
en el fuego que todo lo recrea:
azafrán, comino y yerbabuena.
Armónica síntesis huertana,
que al espíritu se eleva.
Barroca sinfonía de sabores,
tras lengua y paladar,
al alma llega.
Y uno mira con ojos bien golosos
Las curvas de la guapa cocinera.
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