Himelda Chavarría Londoño
San Andrés de Cuerquia, Antioquia, Colombia. Vive en Medellín. Licenciada en Español y Literatura, y en Idiomas Extranjeros, en la Universidad de Antioquia. Pedagoga y gestora cultural, esta última labor la inició a muy temprana edad. Es educadora de profesión, ha prestado sus servicios en Andagoya, Chocó, en el departamento de Arauca, y en otros municipios antioqueños, a los cuales ha llevado el folclor colombiano, la poesía, el teatro, entre otras artes.
Autora del libro de poemas Veleros en el viento, el cual fue presentado en la Habana, Cuba, en el Congreso Pedagogía 99. Evento que se reúne cada dos años, con la participación de más de cuarenta y ocho países de habla hispana. Cuenta con varios libros de poesía inéditos: Viaje hacia la nada, Tiempos maduros, Huellas perdidas y Leyes de la naturaleza. Pertenece a varias tertulias literarias en la ciudad de Medellín, a saber: Tertulia Cultural del Cuarto Piso, Centro Literario de Antioquia, Magia del Verso y Corporación de Mujeres Poetas de Antioquia.
¿Qué esperas?
Mientras huye la paz, muere la tierra,
contaminan los mares y el plantío,
se debate la vida en loco hastío
y el malvado tan solo sueña en guerra.
El avaro que guarda, no se aterra
del que muere sin pan o por el frío,
solo importa su afán de poderío
y la puerta al hermano siempre cierra.
¡Se deshielan los polos, qué tormento!…
La hecatombe muy pronto llegará
y el planeta profiere su lamento.
¡Despertemos! Pues todo acabará
y en tus manos se encuentra el linimento
que del mundo, los odios sanará.
Vendavales
Era un árbol que amaba la llanura
y temblaba de júbilo en el viento,
pero un día, celoso el firmamento
desató una tormenta de locura.
Y su tronco tan lleno de dulzura
lanzó un grito de trágico lamento,
porque un rayo con todo su portento
con su daga mortal tronchó su albura.
Y quedé junto al árbol confundida,
preguntándole al cielo por mi suerte:
¡si de barro yo soy, vana es mi vida!
Y sentí el vendaval mucho más fuerte
que helaba mi sangre enardecida
y apagó mis antorchas con la muerte.
Hiedra
Los efímeros sueños se quedaron dormidos
en la tibia hondonada que cubría la hiedra,
olvidados quedaron entre penas y olvidos
en la faz misteriosa de la impávida piedra.
Y la hiedra trepaba por mis locas quimeras,
encubriendo a mi pecho de terribles dolores,
envolvió mis suspiros en ignotas esferas
y llenó mi existencia de infinitos temores.
La mudez de la noche se fundió en la pradera,
y la hiedra angustiada que cansada te espera,
me recuerda que fuiste el poema no escrito.
Moribunda entre gritos voy bajando la frente,
sobre lúgubres ramas de la hiedra indolente
que inyectó en mis entrañas el veneno maldito.
Cobardía
Yo te amé sin medida, no sé cuánto,
y hoy tan solo morir es lo que quiero
y no ser del amor el pordiosero
que mendiga tus besos y tu encanto.
Es por esa razón que sufro tanto
y maldigo mi sino traicionero,
que llenó de silencio mi sendero
y a mis horas de horrible desencanto.
Mientras cargo la cruz de mi destino,
por mi trágica senda sin alarde,
tú dirás que mi amor es desatino
Y al sentir la agonía de la tarde,
en tu rostro apacible yo adivino,
que perdí tu cariño por cobarde.
Pasión eterna
En el tálamo ardiente de tu pecho
voy contando mis besos con locura,
y tus manos me acunan con ternura,
entre sábanas blancas de tu lecho.
Son tus ojos palomas al acecho,
tus caricias se roban la dulzura,
de los versos henchidos de hermosura
que deshojo en tu pecho trecho a trecho.
Embriagada y orate por tu amor
como dos golondrinas sin aliento,
anidamos con trinos de candor…
Eres tú mi ilusión y mi portento,
me regalas perfumes sin temor
y te quedas prendido al pensamiento.
Alegría navideña
Todo exhala perfumes de ambrosía,
en las almas de todos, esperanza;
de un mañana mejor de gran bonanza,
Navidad, expresión de la alegría.
Villancicos se escuchan a porfía,
en las calles y hogares hay confianza,
el labriego se afana en la labranza
y la gente trabaja en armonía.
Navidad mensajera de valores,
cuando nace la dicha de vivir
y el pesebre se llena de colores.
La familia con fe va a compartir,
se terminan las penas y dolores.
¡Nace Dios que es ejemplo de servir!
Mi horario de clase
Rutinario vaivén de mis zapatos,
escalando con prisa los salones,
mientras subo, contemplo los balcones,
adornados con palmas y agapantos.
Cual hormiga dibujo garabatos
cuando amarro de un niño sus cordones,
o recorro por todos los rincones
explicando del mundo sus encantos.
Ese horario que a diario se repite,
desde el lunes a viernes me desvela,
y a mi frágil cerebro lo derrite.
Pero nada detiene mi novela;
ni el horario que excusas nunca admite,
ni esta dura faena que me yela…
Maletica viajera
Maletica con magia en tus entrañas,
donde siempre guardé mis relicarios,
cartas, hojas y viejos calendarios,
los cuadernos que cuentan mis hazañas.
Allí moran hormigas con arañas,
vigilando los viejos diccionarios,
y que son los eternos presidiarios,
que testigos serán de horas extrañas.
Sin reproches amaste mis caminos,
y guardaste en tu seno mis secretos;
cuando sola vagué sin un destino.
Fuiste huésped de hoteles y conventos,
portadora de tules y de linos,
de mis logros, de penas y contentos.
Añoranza de un gran amor
Desde puertos lejanos zarpé un día,
todo en busca de nuevas emociones
y plasmé muchos sueños e ilusiones
que se llevan latentes todavía.
Aún canto la dulce melodía,
que dejaste en mi alma sin presiones
y hoy recuerdo al rumor de las canciones,
tus palabras de amor, dulce alma mía.
Sola voy con mi pena por el mundo
añorando que vuelvas a mimarme
mientras sufro sin ti, dolor profundo.
Bien lo sé que no puedes olvidarme,
pues sin ti yo seré cual vagabundo
y tus labios jamás podrán nombrarme.
Grito de independencia
Es el veinte de julio magna fecha
que nos llena de orgullo al recordar,
que los criollos pudieron escapar,
del tirano que a muerte los acecha.
Hoy la patria se muere, está maltrecha,
y la guerra se ufana en arrasar.
Ya la gente no sabe perdonar
y la paz anhelada está deshecha.
Cuántos veinte de julio añoraremos
sin fusiles ni bombas destructoras
y así todos con fe nos abracemos.
¡Colombianos con almas soñadoras,
con trabajo y justicia venceremos
y serán más tranquilas las auroras!
Sin libertad
Secuestrado, tu vida la han minado,
y vulneran a diario tus derechos,
hoy tu cuerpo y tus pasos van maltrechos,
por atajos y montes, desolado.
Lejos vas de los seres que has amado;
quienes llevan dolores en sus pechos,
si supieras que todos van desechos
y que vives por siempre recordado.
Vas muriendo sin paz y libertad,
desvelado, con penas y dolores
en tu lecho de horror y en orfandad.
Cuántas noches rumiando sinsabores,
sin un pan que mitigue tu ansiedad;
que provocan tus crueles opresores.
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