lunes, 29 de septiembre de 2014

SERGIO ALARCÓN BELTRÁN [13.488]


Sergio Alarcón Beltrán 

(Tianguistengo, Hidalgo, México   1967)


Sergio Alarcón Beltrán, poeta, Editor. Es autor de los libros, Piedra de todas las edades, Imperio de miradas, La otra cara del gato, Saltarina, Al borde del orgasmo, Canción de lluvia, Flor de cáncer, Piedras preciosas, Atlas de nubes, Blanca resurrección y la antología, A mar abierto. Ha publicado su trabajo, en revistas, suplementos culturales de diferentes diarios del país, revistas electrónicas. Ha sido incluido en la revista Círculo de poesía, de escritores latinoamericanos, así como, en el catálogo de Escritores del Estado de Hidalgo.


Hombre, árbol de imágenes,
palabras que son flores que son frutos que son actos

Himno entre ruinas.
Octavio Paz



RENUNCIO  LA  HERENCIA

Nada ha cambiado
encerrados nos repetimos -perpetuos 
somos lo mismo
árboles muertos marcados con signos
Nada ha cambiado

ANDRÉS CISNEROS DE LA CRUZ 


Renuncio la herencia
legada por la memoria de mi sangre,
renuncio al cetro
que tutela la boca en el filo más punzante
y perverso del lenguaje,

el fuego que forja y engendra en la palabra
la ficción en los espejos del linaje,
la dosis de cristales triturados
y las divinidades que torturan el árbol
de mi madre, parásitas lianas
que trepan la mente y asfixian
la garganta, bocas oxidadas
de afónicas campanas que viajan aturdidas
jaurías que aúllan ignorancia,

renuncio la custodia
que generación tras generación
unge en la frente la boca de mis padres,

la génesis y la manzana y la serpiente,
los dioses sedientos de miradas, la costilla
donde arrancaron el sexo, la belleza
y la bondad amorosa,
la diosa de mi madre,

renuncio al dios que profesa
la boca de mi sangre,
renuncio la imagen construida
sobre el edén de dos ríos,
la alianza signada de colores arcoíris
entre hombres y un dios de aspecto masculino,
el dios de cólera que blasfemia fuego
sobre Sodoma y Gomorra, el dios invicto
que separa las aguas con el báculo
injertado en la mano del elegido
para romper los grilletes que ataban
los tobillos de mujeres y sus hijos

renuncio la tierra fértil de profetas,
la tierra beligerante
que busca en el horizonte tierra nueva,
la tierra que llovía milagros y sueños
de mesías, la tierra convulsa, herida,
sumida en los desiertos, errante
de por vida, elegida por el dios de abuelos
y patriarcas, sangre diseñada en el futuro,
esculpe siempre en el presente y la impotencia
la condición a la medida de un mesías
que libre al hombre del hombre,
de la bestia que en la frente cohabita
entre infiernos de rabia
y la desdicha que la ignorancia atiza,

el periplo de la perversa orquídea,
la mano que crucifica, la que incendia,
la sangre bélica que habita el hombre
y siempre vive en las trincheras de la guerra,
la que incinera casas y viola doncellas,
la que expulsa la sangre de su tierra,
la que trafica y vende fuerza de trabajo
como esclava fiera, la que detenta
de dios el cayado de la alteza,
el príncipe y la opulencia
que desposa las mujeres y homicida
con el fin de perpetuar el poder
y la adicción a la corona y la nobleza,

renuncio los imperios y las fechorías
y los ejércitos que invaden pueblos
y despojan y humillan y violan y matan
la sangre más jodida,
los prisioneros de guerra,
los herejes torturados, los exiliados
por la guillotina del clero y la política,
los encarcelados por denunciar
el atropello de la vida,
más aplaudo los revolucionarios,
los que pulen los diamantes de la frente
y la palabra que germina en todas estaciones
y edades de la vida, los que levantan
las banderas del ya basta,
sin sacrificar un rubí de sangre,
ni disparar una bala, sólo el canto de los labios
y la explosión benevolente de más temida arma,
la razón amorosa, la verídica aspiración,
la amorosa razón de la palabra,
la libertad del colibrí, la flor no negada,

renuncio y arranco el musgo injerto
que va secando la profusa fronda,
arranco de la mente la pátina
que colorea idénticas estatuas,

renuncio la corona de espinas
y el sufrimiento que tortura
y los infiernos de Dante y el juicio final
de Miguel ángel que atormentan
y arden detrás de los espejos de mi madre,
renuncio los cuchillos hijos
que cada instante penetran el pensamiento
y blanden los senos y queman los pies
y los benévolos regazos y exprimen
las naranjas lacrimales de las madres
-con el filo de sus actos-
renuncio mi patria
manchada de malditos nombres
que infestan aceras
y la nomenclatura corrupta de las calles,

renuncio de mi mesa las migajas
porque mi tierra mana leche, miel
y cristalinas aguas y preciosas fuentes
minerales y copioso oro combustible
que nutre las bocas hambrientas del progreso
y las bélicas miradas de los depredadores,

renuncio los piratas, los salteadores
de caminos que desde los castillos
despojan de la sangre la riqueza
y el canasto que lleva a la boca los manjares,
renuncio entregar la patria
a la voraz plaga de langostas que no piensan
y devastan y corrompen y trafican
con teorías económicas la grandeza
que parió nuestra tierra en abundancia,
renuncio la perversidad de la mirada
indolente y callada, renuncio la palabra cuando detrás del que la nombra
están las fauces hambrientas de la máquina
de intereses y falacias,

renuncio la herencia, más acepto
las postales de nuestra apetecida patria,

me quedo con los atardeceres, con la luna llena
y las luciérnagas estrellas que incendian
y adornan la obsidiana, me quedo con una flor
en la mano, con un poema en labios, me quedo
con la mano que a diario saluda mi mano,
me quedo con los días soleados, con la lluvia
y el plumaje de los pájaros, me quedo
con la niebla y las colinas y los valles
y las jades fuentes de maíz
y las parcelas doradas de trigales,
me quedo con la belleza de los ríos
y la fragancia de las delicias frutales
y el arte prodigioso del hermano, me quedo
la ambrosía de la abeja catando la palabra
en los jardines labios, me quedo
con los ojos del amigo que sabe mirar de frente, 
me quedo con las monarcas alas
que peregrinan la inmensidad del cielo,
me quedo entre la gente de mis besos,
me quedo con la geografía de mi tierra,
me quedo con las semillas
de todos los frutos, con las letras
de todos los poetas, con los sueños
de todos mis hermanos, con la sonrisa
de todos los niños, con el erotismo
de todas las mujeres, me quedo

sin espadas colgadas en mi percha,
ni filos en mis ojos, ni muros
en el horizonte de los sueños,
ni fronteras en la libertad,
ni cadenas, ni grilletes, ni lamentos
en la cordillera que mastica
con marfil la belleza del tiempo,

me quedo con la sangre
construida en la humanidad
de selectos astilleros, me quedo con la fe
y el esplendor áureo de los sueños,
me quedo con la pluma entre mis dedos
escuchando la mar y las nereidas
y los violines Stradivarius,

más renuncio contundente
la perversidad de ser caníbal
y tragar el dogma y la carne del cristo
de la mano de indigente purpurado,
renuncio convertirme en vampiro
y sorber del cáliz
la sangre de gran hombre revolucionario,

el que aclamado entró triunfante
al centro de las columnas del poder
y cimbró las cúpulas del templo
y la mirada oxidada de los maestros de la ley,
montado en la bondad y la humildad
que representa la belleza de un burrito
cargado de diamantes parábolas
y la sabiduría de un sol verídico,
la mente que partió de tajo
las edades de todos los tiempos,
la que arrojó del templo
el ojo por ojo, la vieja mirada
de la sangre vieja, 
la que levantó el estandarte del amor 
y no los carros de guerra
y las hienas espadas del poder y la violencia,

la vid que al tiempo departió
uvas comprensivas, vino
y peces suculentos de filosofía,

renuncio la herencia, padre,
sin embargo, acepto los diamantes,
las semillas de humanidad,
las amorosas palabras de mi madre,
las preciosas piedras que destella en la frente
la objetiva razón de la verdad.




FLOR DE CÁNCER

Indeleble cicatriz
inscribió en el árbol del pensamiento
el látigo del rayo innumerable,
el destello que inundó la primicia mirada,
homínida sangre.

Centella inverosímil aturde el miedo
cuando agrieta al sauce el trueno.
Filo de espadas invisible
derriba la verticalidad del domicilio
cuando se levanta en armas
el tornado viento. La espiral
que brota en mar abierto
y se derrama tierra adentro.
Fuego que del núcleo
azul esfera exilia en ríos violentos,
nubes de piedra blasfemia boca
de gigante, insulta con muerte
las cavernas. Tormenta
arrasa en insolente caudal
la impotencia sangre de aldea.
Madre tierra con dolor de parto
expulsa el feto de su vital fuerza,
oscila el vientre,
se contrae, se desgarra, tiembla,
caen estalactitas
como herida bandada de flechas,
obstruyen portones de cuevas,
se viene a pique la belleza
alzada en opulenta piedra,
la sangre expira, cercenado el cuerpo
desangra entre fauces de ofendida fiera.
La carne arrancada
por la incisiva furia divina de la lepra,
legiones invisibles de atroz epidemia
provincias devasta de dios la rabia certera.
Puntual castigo a la desobediencia
interpreta la razón equivocada de la presa.
Se derriban de un instante al otro
sueños de grandeza.

Es dios
el tirano de la tierra.
Narcisista.

Demanda colosales representaciones
elevadas en la gloriosa arquitectura
de la piedra, sangre de doncella,
collar de danzas, rezos que destellan
miseria, himnos, altar de ofrendas,
cielos cúpulas que coronan
catedrales, sinagogas, mezquitas. Exige
en su majestad tributo:
la mente de quien no piensa.

Reprime con violencia,
castiga a los vencidos,
premia al vencedor,
el beneficio de la idea.

La ignorancia
iza la magia en su respuesta,
empuña el filo, llueve arsenal de flechas,
estrangulan las fauces violentas de la bestia.

Punir la cópula
la idea asume el polvo inteligente de la tierra.

El infierno
en la magnificencia de Miguel Ángel corona
en el fresco la imaginación y la condena.

La bandera del tirano
ondea en la frente de quien duerme
el esplendor y la belleza,
el edén intangible de sangre,
elevada, plena.

Todavía en las modernas cavernas
esculpidas sobre bloques de grandeza
y la modernidad de un clic y un teclado,
bajo circuito cerrado y la escolta
y los colmillos amaestrados y un bunker,
la pequeñez del hombre respira miedo,
el temblor en huesos ilumina
la luz que precede al trueno.

El árbol de homínido follaje
sigue sin dar fruto, arde en leño
el cuerpo erróneo de la idea,
delega a la voluntad de dios
la ignorancia y la pereza, el pecado imputa
al vano sustantivo que induce el mal
en mágica visión creada en la crueldad
de mente y tierra,
pospone para después de la muerte
el reino que abdica,
mientras el sufrimiento
habita y la pobreza.
Supura la boca
la miseria de la estrella.

Aún sobre vestigios de la vida
corazones respiran
del dios la sed del sacrificio,
el tezontle entintado de sangre
desprende el grito de la herida,
la sangre del cordero
víctima del ritual filo
que acalló la mansedumbre suerte,
cruzarse frente al rostro
que en la ignorancia esculpe y consagra
fantasías de sumarios juicios y mesías.

Aún la idea de un dios a modo
brilla en la violencia impotente
el hombre. El éxodo
afirma en la holibudesca escena
de las siete plagas
su beligerancia delegada.

Acecha en el fanatismo de la espada.
Denigra cuando inviste de poder
la sangre perversa del monarca.
Hiere a DIOS en la ignorancia.

La cicatriz del rayo es:
prurito en el ojo, grieta en sangre,
lápida en el cráneo, ceguera crónica, 
invalido linaje,
flor de cáncer.




ENTRE LÁGRIMAS PARTEN

Entre lágrimas parten para ser alguien.
De súbito arrebatados
como una manzana -de la rama madre-
entre la homilía aprendida
el verso surtidor de sangre.

Que dios te bendiga, que dios te acompañe.

El equipaje pesa
de sueños y castillos en el aire.

El hipnotismo del progreso y las guirnaldas
de la urbe llaman como las campanas dominicales y los cerezos
a las abejas más distantes,
la fuerza de gravedad
confina al centro los deseos
entre la estridencia del motor
y el salario miserable.

Los sueños destellan
antenas que sobresalen en suburbios,
entre manojos de cables extraviados
y muros delirantes de grafiti
y paredes violadas por el frío y el foco
fundido y el control de la caja de imágenes
que tornea y manipula al títere de sangre.
El título colgado en la pared
decolora el nombre
deforestado de humanismo,
prepotente sangre, humillante traje
de pulcro licenciado fumando pipa
en la secrecía coludida del despacho,
el que signa la sentencia, el que enriquece
sin explicaciones la chequera, el que vive
en la opulencia lo indebido
y la lesa explotación, el que desde el pulpito
sepulta entre dogmas y letanías la razón,
el que no abre la ventana para que brille el sol.

Entre lágrimas parten para ser alguien
y tragados son por el monstruo
ignorante que dobla las campanas
de la habitación, por ideas
de muerte y destrucción, por la corona
del poder y la ambición adicta
de la copa de alcohol, enervantes sueños
y la cuerda suicida y la mano que persigna
y bendice la cantera extraída del linaje
y la boca que delega a la falacia idea
un sol paternalmente benefactor. La bestia
que galopa sobre vías 
historias de lágrimas surrealistas,
la novela de miseria y la incertidumbre
de alcanzar el sueño y no ser secuestrado
y yacer en una fosa de declaraciones
y el expediente archivado. El sueño sacrificado.
Entre lágrimas parten para ser alguien.
La opalina tarjeta de presentación
el auto más veloz, el jet, el yate y la mansión,
la alcurnia del aparador, el cliente
de distinguida sangre vip
masturbado por la firma y la dulce adulación,
más adentro tragados en vida
por cuervos que picotean
los ojos que llueven soledad, jaurías
que aúllan en la frente el sufrimiento
y cuchillos clavados en la sed
de la ansiedad, gusanos que hierven
en la frente enfermedad mental
y serpientes que miran y pregonan
el triunfo y la mediocridad,
los buenos tiempos y el lamentar
no haber sembrado en campos
orquídeas en las manos de ayer,
aves migratorias de ausencia
y la nostalgia y la copa y el vino y el humo
de la melancolía y los rescoldos
del erotismo y la sexualidad.

En el periplo sueños de manos son perdidos,
el viento diluye la fuerza que en vida es río,
el miedo cubre el plumaje
y jamás alas atreven a volar,
pesa el miedo como las cadenas
y el escepticismo mata como la espada
y la serpiente más temida y venenosa. La rabia
y la desolación habita el viaje
convertido en cruel martirio.

La nave encalla en las ideas
que ensambló el astillero del linaje y el rumbo
incierto del capitán que tripula
sin instrumentos hacia puerto desconocido.

Entre lágrimas parten para ser alguien.
Más no saben, no descubren la flor suprema,
la sublime creación, el receptáculo
de fragante inteligencia, el diamante
puro de razón, la sinfonía de libertad,
la luz de sol.

No saben que existen otros astilleros
de majestuosos constructores y bellas naves,
no saben de otras agencias de viajes
y otras formas dignas de viajar, no saben
que el contrato signado al nacer
puede rescindir la voluntad.





EL SABOR DE LA PALABRA



No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Alta traición.
JOSÉ EMILIO PACHECO.


A quema ropa percuto el gatillo
hiriente de mi boca, da en el blanco
la munición verbal, furor brota
y mora para siempre en la memoria,

es la grandiosa palabra que todo
nombra y canta, la fuente y la manzana,
brisa y fragancia, el sabor en la mente,
la copa amarga, la mordaza en sed,
el cuchillo clavado por la espalda,
la ampolla, la espina sembrada al pie,
la sentencia al inocente,
                                         la antorcha,

la palabra amorosa frente a tí
inmersa, el temblor del cuerpo y la voz
entrecortada y urgente y la verdad
de amar rocío expele en el crepúsculo
cuando los labios vierten en tus ojos
la razón entrañable de los míos,
cuando se decir te amo y hace frío
y te abrazo y te cubro entre mi abrigo
y caminamos por el parque y dices,
hace calor, tengo sed, nos besamos
como si fuera del ósculo el último
latido, abrazados como el brocado
de dos hilos que se unen para tejer
el paisaje de vida, bajo el cielo
nublado de violáceo palisandro
tu voz sangre convencida perfuma
de tu boca la mía cuando ofrendas
la ambrosía -quiero ser tuya- mudo
te abrazo, viajamos en el silencio
más amoroso del espacio, en llamas
esculpimos sueños en el futuro
que ya es en nuestros labios, nos miramos
en la consorte imagen, en la nupcial
noche derrochados y, las arrugas
en el tiempo sellamos en el tallo,
cómplice y testigo, el árbol,
                                              campanas
escuchamos, un trino de sabores
y cantamos al unísono, nieve,
reímos mientras probamos el sabor
de la que más te gusta, de cerezas,
de chocolate, vainilla, de vida,
de besos y de rosas, de colores
mariposas el tiempo compartimos,
el sabor de tus labios en mi oído,
la melodía y la gran interprete
de voz maravillosa, tú y yo
frente a frente, bajo la fronda púrpura
y mi madre en la cocina prepara
agua de limón, del vaso elegida
y de mi boca, chiles en nogada
y rico mole y círculos maizales
y la poesía y Neruda y la décima
musa y la majestad de Macondo
nombrando con otro nombre a los nombres
y los fantasmas yermos de Comala
y los muertos que ya no viven y hablan
en vivos fantasías evocadas,
el drama y la imaginación, llama
que consume la sangre, tan temida
y tan nombrada, la muerte, la gesta
y las batallas, Don Quijote y Dulcinea,
nombre y palabra, lumen de la vida
la realidad imaginaria, el cetro
y la ínsula prometida a Sancho
Panza y Jesús arrojando del templo
la escoria que masturba la mirada
y la ciudad de Mutra en su grandeza
edificada en luminosa pluma
de Paz, apiñada en la arquitectura
del lenguaje y la palabra, tallada
sobre cimientos de diamante y columnas
y muros y murallas que la verdad
de sí levanta en la comprensión
del río, el canto, el ojo y las cascadas,
los niños que hablan la primer palabra,
los primeros pasos y las sonrisas
del angelito y las vocales letras,
las primeras sílabas, la palabra,
todo lo nombra la palabra, somos
génesis de palabras, todo sabe
a palabras, sabe el sudor a sal,
sabe al canto del niño la palabra,
sabe a la fuente amorosa, al regazo
y al reboso celoso de su crío,

sabe a la noche mágica y mentida
en la inocencia frente a su juguete
que el rostro escribe y juega para reyes,
sabe a magia volar el papalote
y ganar en el juego las canicas,
sabe a niña que juega con su padre
a la cocinita, sabe a señora
piñata que asaltada en su castillo
por el palo de la escoba festeja
con regalos a los golpistas niños,
sabe a la orgullosa madre que escucha
el nombre del amado hijo tomando
en las manos el diploma de alumno
distinguido, cuando el bautismo, cuando
los quince y el título, cuando el ojo
el número de billete premiado
es y revierte la desdicha, cuando
pan hay en mesa, agua y postre y vino
y las manos de apetitoso niño
baten la papilla y comparte al gato
el hígado y la sopa, el primer llanto
del cuerpo ensangrentado cuando llega
al mundo como herido y la sonrisa
encantada que al partir se despide
en la festividad del trenecito
que vueltas da en la emoción de un círculo
y la feria que excita la alegría
y la algarabía y dulces antojos
y los novios y el disparo violento
a hombrecitos muñecos de metal
y el dardo que muere al globo por sed
de poseer lo que valora la sangre,
la máscara, el castillo, la alcancía
que guarda los pilares de la vida
y el grito hipnótico que sube y baja
como títere la sangre mareada
y doliente de la vida, la rueda
de la fortuna, la corona al hombre
por breve tiempo en astas de la luna,
en lo mortal del precipicio, atado
al mundo del materialismo, el cetro
lueguito pierde brillo y la mirada
sumida en territorios de vacío,
en castillos donde no emerge sol,

mejor estar a ras de tierra, en tierra
firme, sobre la tierra del yo soy
y no sobre el poder de las murallas
del yo tengo, la vida es mejor vida
cuando se vive desde dentro, sabe
a libertad, sabe al viento que amante
corteja la fragancia de los pétalos,
sabe la palabra al sembrador, al amor
que todo lo comprende, al sol que irriga
el surco, sabe a lluvia y al olivo,
sabe a su creador, líquida palabra,
sabe a gloria el agua que del manantial
lleva la mano a la sed, sabe a agua,
sabe a bálsamo la palabra, a salmo
en oídos del caminante sin paz,
sabe al beso, al cuerpo que refugiado
bajo la cueva del cobijo ve brillar
detrás del ventanal un bosque níveo,

sabe el hambre a pan y sabe la rabia
amarga como el ajenjo en la boca,
sabe a la agonía en colinas líquidas
antes de aceptar morir, sabe a vértigo
retar la gravedad mural de un sueño,
sabe al resabio picante que incendia
la ciudad culinaria de los tiempos,
sabe a los ejércitos allanando
la mujer y sus niñas y sus anos, 
sabe la violencia a violentas fauces,
a sangre que brota como una fuente
de miseria, grieta que no se sabe
borrar, sabe a venganza, traición,
cuentas por cobrar,
                                  sabe a decadencia,
sabe a devastación la palabra,
nos devoramos, somos la catástrofe
del árbol, nuestra sangre es filo, es tajo
que borra un árbol, es polución
que nubla el miravalle, es el plumaje
cantico del pájaro en el futuro
extinto en copa del ciprés, del sauco,
somos el vampiro, nos devoramos,
herido viaja el ser humano, mito
encarnado, investido de palabras,
pensamos, volamos en vilo, somos
en la palabra lo que pienso y canto,

somos en nubes sentados leyendo
un poema sobre los peces atlánticos,
somos en la mente del prodigio salto
cuando se desata el nudo de un sueño
imperioso y diáfano, el ocular
observante, el fiel revolucionario,
el tren, el faro, la vía y la rueda,
árbol benefactor,
                              el sol filántropo,
el que esculpe en el pensamiento y viaja
más allá de la carne, el que barreras
rompe y va mas allá de multiplicar
el cuerpo y rumiar y esperar la muerte
sentado en la miseria de los labios,

el que canta y el que ama la palabra,
el digno de epitafios, el que vuelve
a la tierra y vive en la frente de otros
labios, el que la vida es trampolín
de otro salto, el que muere fusilado
con la frente en alto, el que flor la muerte
es y semilla en surcos de otros labios,

sabe la palabra a sangre agraviada,
sabe al llanto de la madre buscando
los fragmentos de su hijo, ajenos gritos
de cuerpos que desangran los cuchillos
y el disparo y la granada y las ráfagas
y la voz implorando -no me mates-
entre cuerpos cercenados y lágrimas
y lamentos de auxilio, paramédicos
y sirenas en vilo y la cruz roja
y la madre aturdida -pronto, es mi hijo-
fue un retén -malditos- hay niños muertos
y heridos, cementerios clandestinos
sin flores en baldíos, sepultados
con el tiro en la frente, la guerra frente
a frente, el libreto de una tragedia
anunciada en la boca de un príncipe
delincuente, que para legitimar
la fechoría eleva el estandarte
de la guerra, la ambición violenta
del gran título engendra en el espejo
tragedia y luto y pena, cruel libreto
insinúa el príncipe de la pluma
maquiavélica, el poder por el poder,
la caterva coludida y el cohecho
y el oprobio de las bestias que orinan
la desdicha de la sentencia, -el fin
justifica los medios- -haiga sido
como haiga sido- la sin razón
del príncipe gobierna y desgobierna,

el títere de la caterva, el líder
que prescribe la violencia, el que sirve
en copa de cristal al extranjero
y al distinguido rostro que somete
a voluntad los ojos de su tierra,
el que escribe con grafías de sangre
la tragedia, el que gobierna con spots
y la comedia, el que vende al receptor
mentiras maquilladas de indulgencia,
el príncipe que corona la faena
con racimos de muertos y festeja
las altas ventas de fúnebre empresa
favorecida por la sangre muerta
en combate de los hijos nacidos
en la fértil grandeza, en la miseria
inducida por la frente sin brújula
y sin sapiencia, gobierno de tierra
coronada de riquezas, pobreza
ha sembrado en la nación, cerrado
puertas al pueblo y violencia y adicta
juventud y corrupción y guerra
legado ha la visión estratega,
el que sabe poner cara de cínico,
el que gobierna sólo con su dicho,
el que ya no sabe andar solo en calles
y va entre rifles muros protegido,
el que hace teatro y set de los deberes,
el que no escucha
                               el grito de auxilio,
señorita, mi hijo se me va -espere,
no aparece en sistema, no ha saldado
la cuota, por tanto, tiene derecho
a morir, quizá otra unidad- -camas
no hay, no hay médico y además hay cambio
de turno, lo lamento, vaya a torre
de cristal- -firme este pagaré- -pronto,
una camilla- sano el niño, con agua
fría y una tina y una compresa
y una aspirina, importe de factura
la noble cantidad -su casa es nuestra
el saldo y respectivos intereses
fijará su excelencia la justicia
junto con el honorable bufete,
desgraciados,
                      sabe a grandioso México
la palabra, sabe a corrupta sangre,
a influencias apreciables, sabe a muro
burocracia, sabe a firma que sabe
el contrato y el permiso es ilegal,
sabe a modesto funcionario, nuevo
rico, sabe a lucro y productividad
de la curul voz que eleva su voto
empinando a la miseria al hermano,
sabe a migajas que de limpias manos
seres predilectos en los castillos
acopian los diamantes que el trabajo
de las manos esculpe de la máquina
y el buril, sabe a lamentable vivir
burlado, sabe a treta, sabe a rabia,
sabe a alzar los puños y no vivir
callado, a reivindicar la palabra
y hacer virtuosos los actos,
                                             la vida
sabe al hombre que va en el auto frente
a tí, mentando madres, inmóvil
en el tráfico de la indiferencia,
sin mover un dedo, echado en la hamaca
tejida de egoísmo, sabe a México
la radiografía de este ir y venir
de la palabra,
                        sabe al noble México
que venera con fervor la memoria
de los muertos, sabe al México unido
en la tragedia, sabe a los platillos
selectos, sabe a enchiladas, sabe
a pan de muerto, sabe a campo agave
y a tequila, sabe a sandía, sabe
a fiesta, a la virgen morena, a mañanitas,
sabe a peregrinos rumbo a la villa,
sabe a la palabra en doble sentido
y al revire follar lo dicho, sabe
a la música, al mariachi y la tambora
y las guitarras, el cielito lindo,
el rey, dios nunca muere, un buen tequila
tapatío, la letra del corrido,
la danza de los viejitos, el vuelo
desde la cumbre del mástil en círculo
de los hijos de Papantla, los charros
investidos de selecta elegancia
y el floreo de la reata y el talento
artista forjado en telar y manos,
el amoroso reboso y el cántaro
sol en la cumbre erótica del amor,

la palabra sabe a bellas pirámides
y otros vestigios, sabe a pulque, sabe
fiestas patronales, sabe a hermosos
fuegos artificios, sabe al efluvio
de los tianguis y mercados y sabe
a las mujeres y a sus hijos, sabe
a tí, a mí, a ellos, nosotros, a ella
y a los niños, a la novia, a los ríos,
a los níveos volcanes, a la flora
y a los bosques de pinos y las águilas
y los jaguares y los ritos, sabe
a la nostalgia de los hijos cuando
habitan otras tierras, sabe al pueblo
ufano y nuestro, al nombre de las calles
que ven morir el sueño de los héroes,
a Hidalgo y Juárez, a Villa, Zapata
y Madero, las arterias vitales
de todos nuestros pueblos, toda calle
lleva al centro, al mismo rostro cautivo
en cada pueblo, al kiosco y el globero,
los novios y los besos, la palmera
y los jardines, una fuente, un perro
y frente a frente el clero y el gobierno
y el mercado aromado y la señora
de los nopalitos y otros manjares
que fluyen de los ranchitos al centro
de nuestro pueblo, sabe al pueblo el rostro
distante de su pueblo, sabe a pronto
vuelvo, sabe a regresar vivo o muerto,
sabe a piel estremecida y los ojos
invitados al imperio de lágrimas
cuando un soldado del himno las notas
escucha en tierra donde es extranjero,
sabe la palabra al rostro de sueños
y míticas creaciones, sabe a bellos
alebrijes que rondan fantasías,
sabe a la oral memoria de los pueblos,
sabe la palabra al pueblo y sus gentes,
sabe a los poetas, sabe a Pedro, al señor
Juan, sabe a Monserrat, sabe a Justina
y a María Eduviges y don Próculo
el tendero, el doctor y el carnicero,
sabe a préstamo de barrio, al perejil
y los frijoles, los chiles curados,
la flor del panadero, el padrecito
y el maestro, la partera, el curandero,
el brujo del pueblo y el carpintero,
la casa de los muertos, la cantina
y el teporocho que fue distinguido
en remotos tiempos, el caballero
y la dama de sombrero, el mendigo
y la señora virtuosa que arrastra
entre sus curvas el ojo y los deseos
húmedos de las sábanas,
                                            la esencia
del barrio, los amigos, las muchachas,
la sangre del barrio, los personajes,
los sueños que volaron de las calles,
el doctor más eminente, portero
que voló y alcanzó el cetro, Carlos
el que vendía en el recreo su almuerzo,
ahora mercader, el pelos, el cantor,
el ganadero, el bohemio, el político,
el que envolvía a todos, el orador,
el que todos le teníamos miedo,
lo mataron cuando asaltaba un pobre
obrero, el mudo, el que siempre ganaba
diploma y cuadro de honor, la eminencia,
el Robert, amigo, siempre bonachón,
el actor, la estrella de festivales,
el payaso, el artista y el bufón,
el santurrón, el misionero, el cura,
el embajador pendiente del diezmo,
el magnate, el que disparaba a todos
el cine, se casó con doña blanca
y de un pasón quedó tarado, muerto
en vida en los jardines psiquiátricos,
íntegro presidente autonombrado,

duele volar del barrio, la otra semana
vuelvo a platicar con mi peluquero
don Rufino, amante de la palabra,
de la palabra que se alarga y larga
el tiempo, la oral memoria del viejo
que funda de la palabra un remanso
sobre la voracidad silenciosa
del desierto, las dunas grafiteadas
de las paredes de mi barrio, sabe
el barrio al caló del barrio, brota
la palabra del barrio y se apiña
y encarna en la sangre del barrio, barro
es el barrio de la identidad, verbo
la palabra, cuerpo y significado,

sabe también a mi lujoso auto
y mi chofer y mi fiel gato, al jet
y mis calzones orinados de heces
diseñados, el último suspiro
de la moda en mi corazón de roca
y la pulcritud luz de mi elegancia
y mi boca de culebra adulante,
es mi rostro prepotente, humillante
sobre alfombras que sirven mis caprichos,

vuelo a las Vegas, necesito verdes,
sobre ruedas lo convenido, sueño
el casino, sustanciosos los viáticos,
yo firmo, yo cubro el tajo, me lavo
las manos, sabe la palabra a manos
limpias, sabe a valentía si dicto
a mis amaestrados perros frustrados,
-rómpanle la madre, por osar cruzar
mi aire trayectoria-
                                 cretina escoria
que denigra la palabra, la vida
en el club, la raqueta, el golf, la fiesta,
el nuevo auto, el viaje ilustre al longevo
continente y las luces de los antros,
el desmadre y la embriaguez estúpida
de los labios, el club y mis amigos,
el que abusó de la chica y de premio
lo enviaron a Suiza mientras el río
vuelve su cauce, el amigo de gusto
refinado y ojos vanos catando
las delicias de un chateau y el cuerpo
espumoso y ácido del champagne
en las alturas de Manhatan, frente
a las turquesas aguas, la ribera
maya, la elegancia y el distintivo
de ser príncipe y sangrar el erario
y la cuenta en las espaldas de rostros
que tributan lo justo, sabe amarga
la palabra, sabe a encono, a juicio,
sabe a sangre sin humanidad, sabe
a sueños de grandeza animal, sabe
a ignorancia, a miedo a volar, a esclavo,
a pájaro sin libertad, a barca
sin velas, a pez sin mar, sabe a todo
la palabra
                   y sabe intensa a tí,
a tí que lees este verso y el próximo
y los siguientes, la palabra vive,
encarna en la razón y la conciencia,
emerge de tí, se escucha en tí, sabe
a tí, es del color de tí, la fuerza
tiene y la verdad de tí,
                                      es el manjar,
hay que saber el platillo degustar,
es miel, es fruto en la mesa, es la llave,
la que abre puertas, la que tiende puentes,
la que sabe hacer amigos y sabe
consolar al que sufre, la que calla
cuando es debido, la que sabe notas
y entra como los violines, precisa
en el soneto, amorosa en la cuna,
explosiva en las sábanas, ardiente,
revolucionaria, sabia en parábolas,
luminosa en la patria filosofal,
vertical en la ética, objetiva,
justa, sublime, humilde, libre, intensa
en el saber del erotismo, en música,
en poesía, en vida, la musa bella
del poeta,
                  la hechicera de los labios,
la invitada de honor, la magia en teatro,
la actriz y la dramaturga, la niña
que declama y hace florecer lágrimas,
la que vive para ser, la que no
busca perlas de felicidad, porque
la felicidad corona la frente
colmada de diamantes y fragancia,
la que no vive del aplauso, vive
para sí, la que no canta por pesos
devaluados, la que ama la palabra,
la que muere en su escenario, la digna
de dorados epitafios, la novia,
la hermana, la desposada, la amante,
la concubina, la que sale a vender
su sexo, la madre abnegada, voz
mujer que no calla, la fuente láctea
de sangre angelical, la fuente de amor
que amamanta los deseos de la vida,
la que de arrugas el tiempo ilumina
con diamantes de serenidad, de luz
en la fiel mirada, la que reúne
la vida en la palabra, la oportuna
palabra, la que no distingue razas,
la que brota del mismo color sangre,
la que cantan todos
                                   y sabe a tí
y sabe a mí, la que sabe a mi cuerpo,
la que sabe al falo donde descienden
los deseos y la rosa de tu cuerpo,
la que sabe a la princesa amazona
cabalgando el abdomen de mi cuerpo,
la que sabe al efluvio de tus pétalos,
la que recorrió mi geografía
con ramilletes de labios y fieles
aves cantando eróticos lamentos,
la que sabe a tu cuerpo, la que sabe
a cerezas de tus senos, a uvas
de la tierra de tu sexo, a manzana
prohibida y ansiedad cuando no suena
el teléfono, a desvelo y celosos
libretos, sabe a -que pendejo- sabe
a sangre, a tierra fresca, a flor de fuego
ofrendada al beso,
                                sabe al instante
pez que en manos se fuga del horario
forastero, sabe a elipse órbita
que mastica los años y los días
y las horas y la frente rugosa
y la espina que no luce vertical
como en las ardientes horas de ávidos
abriles y la nostalgia que llueve
como en los mejores tiempos anclada
en un bastón de pausado caminar,
sabe al ayer la tarde y el futuro
a polvo, a vestigios y viejas fotos
raídas por el tiempo y cobijadas
por la reminiscencia de dos o tres
generaciones, sabe la palabra
al pincel que relata la memoria,
sabe a todo y mucho más,
                                            sabe a muerte,
sabe a gélido hierro que prostituye
el criminal, la ignorancia, el dictador,
el que pone la mordaza, el que calla,
él y los que siembran infiernos, ellos,
los violáceos peldaños que detentan
los diamantes que brotaron en tierra
de pesebre, cofradía que bajo
subterráneos de pulpito sepulta
la verdad y los manjares de un hijo
de padre carpintero, vendedores
de ignorancia a precio de vivir muertos,
bajo lápidas, los que abusan cuerpos,
los que adoran el yeso convertido
a santo, los que compran indulgencias
y doctrinas sin verdad, los fanáticos,
los que profanan la palabra -humano-
la palabra del hermano, la sangre
del hombre, la palabra de los labios,
la que vale mucho más que todo oro,
la palabra de diamante, la llave
de toda la verdad,
                                la que condena
y prostituye y lanza el primer dardo
de lamentos, la que incendia con pólvora
y espinas el linaje de la rosa,
la fruta enferma que contagia el sabor
y el rostro de la vida, la violenta
sangre que no tolera la distancia
verdad de otro poema, la partitura
de otra pieza, la grandeza de otra idea,
la sangre que depreda, que no sabe
construir en la palabra el puente, bestia
que edificar no sabe, que persigue
la imagen reflejada en el espejo
donde abreva, la que mastica miedo,

la serpiente boca que prostituye
el sabor de la palabra, el obsequio
legado por el tiempo,
                                     el gran imperio
de crueles bestias despliega la guerra
en la sangre de la tierra, metralla
intensa separa de las paredes
consanguíneas columnas de miseria,
la muerte ronda, la herida del polvo
mismo que dispara el dardo que aflige
el rostro en la trinchera, atormentada
tierra ante el festival de la ignorancia
canta desértica, sólo la sólida
montaña aleja con inteligencia
de la vida la vileza y el eco
destierra las humillantes raíces
que agrietan la belleza de la piedra. 






SENDAS DE ROSTROS

Sendas de rostros que iniciaron viaje
en las llanuras africanas
convergen en la piel de la distancia,
entre símbolos y dioses
reconocen en el sexo la flor de su linaje,

enfermedades hacen primavera
la empática geografía de carne,
la arquitectura biológica
levanta en vilo la flor del mestizaje
y las pirámides y los templos
provenientes de la sangre, del fuego líquido
y tangible en la cantera y el estuco y
el filo de los dioses y los cuchillos
de obsidiana y el hierro forjado al rojo vivo
y la razón equidistante del sincretismo
apiñan en la catedral
y el crucifijo, bajo la tortura cruz
pronombre sangre,
el plumaje réptil y tonantzin 
y las rosas obsequiadas por el pincel al elegido y el mito
y los multitudinarios sacrificios y
la confesión y el bautismo
y la frente persignada
con artilugios de martirio
y la lección ritual del catecismo y
el cuerpo y la sangre de cristo,
y yo escribo en la ribera de mi nombre
mi destino y me rebelo y digo,
no soy mestizo, no soy indio,
no soy europeo, no soy negro,
no soy eslavo, ni asiático,
ni esquimal, ni americano,
simplemente -soy un hombre-
-soy un ser humano- de ojos que no saben
de birretes y títulos nobiliarios,
de opulentos palacios y carruajes sacrosantos,
somos de precisas circunstancias
y nobles geografías,
del mismo planeta, de la misma tierra,
del mismo origen volamos
la estirpe del árbol,

mi sangre es del mismo color de tu sangre,
no tiene linaje que denigra y atropella
la tintura y la apariencia de la carne
o el tejido de la túnica o la pulcritud del traje,

somos hombres del mismo sol,
de la misma agua que viaja en el río
la sed del peregrino, del mismo artífice
la fiera, del mismo ojo la luna
y las estrellas, de la misma boca
la fragancia de las piedras,
de la misma sangre los faros
y la sangre sumida en la miseria,
del mismo surtidor el don de la grandeza,
del mismo surtidor el escultor de las ideas,
de la misma mente el drama
de mi herencia, los mitos, las creencias,
los dioses de piedra, el hechicero, el alquimista
y la ciencia, la filosofía y el poema,
el Olimpo monte, la zarza en llamas,
la sangre vertida en templos de deidades
y el imperio Azteca y la modernidad
y el chip y la enajenación y la cibernética, 

vuelvo al polvo los dioses heredados,
los admiro en la curaduría de museos,
los envuelvo en papiros de historia,
los despojo del poder sagrado,
quemo crucifijos, fetiches, ídolos
y lugares santos, redimir al árbol,
no más clavos en la muerte,
ni muletas en la frente, ni engaños en labios,
entierro al dios que me engañaron,
quemo las alas que no vuelan,
zarpo de mi nave, viajo en la frente
territorios jamás imaginados,
la evidencia de lo que lejanamente
mi árbol ha soñado,
descubro nuevos continentes, lugares
mágicos, amorosos soles,
vetas de diamante, luminarias, altos faros,
labios de luz, manantiales diáfanos,
cascadas de saber, la grandeza del hombre,
la ciencia introspección del ser humano,
cultivo el milagro en las tinajas
de la frente, el mejor vino
servido en las bodas de Canaán
degusta la palabra de mis labios
y los ojos extasiados en los jardines comprensivos de Buda
y la filosofía, rocío en la fronda
y lunas en océanos y estrellas
en el cielo de real humanidad,

el cuerpo es carne,
polen, flor y canto,
razón, inteligencia y vastedad
que no corrompe el ciclo
del viaje por la sangre, los pasos
del linaje describe el timón del albedrio,
las manos poseen la dote
para sortear escarpadas cumbres de latidos,
incansable peregrino
continúo el éxodo en la distancia,
soy el futuro de sendas de rostros
que partieron un día por la mañana
de las llanuras africanas,

voy más allá del futuro que me abreva
y me incendia y me desangra
en el presente y la nostalgia,

me dirijo en otra piel a otras realidades,
voy más allá del horizonte y los rubíes
de carne, soy caminante en el bosque
profuso de estrellas y sueños de luciérnaga,
existo en la imaginación,
me encuentro en la conciencia,
soy de luz y de materia, soy del tiempo
primavera, soy de lo sublime
parte de la esencia, fruto de inteligencia,

la metamorfosis del capullo en las aceras,
el código de la semilla,
la florescencia.






¡DEUS!

Mi sangre arde intoxicada de tu nombre.
Postrada, hincada
sobre indignos lodazales y columnas
de violentas jaurías de ansiedad,
entre plagas que nublan hermosas cúpulas
y sorben de flor -humanidad, ambrosía, paz- Parvadas de cuchillos homicidas
las semillas, el roble de cristal.

Lluvia las praderas fauces
sangre tempestad.

Agitados los vitrales
miran del rostro gestos que enturbian
del río la claridad. Las palomas
que defecan la testa de yeso santidad,
el cura que cura sus deseos
la radiante primavera de los seminaristas
y las eróticas vírgenes sentenciadas a callar
entre tumultos que aturden el muro
de las lamentaciones, la Meca
y las redes de hiedra Tepeyac.

Tu nombre es paja que pisotea
el forastero que perdió de mente libertad,
los diamantes, la luz,
la razón obsequiada al animal.
El hombre que en tu nombre siembra
la perversidad, el dictador que rapta el cetro
y jode y calla la verdad,
el que yergue en mármol castillos,
murallas de miedo, emblemas de poder,
ejércitos y monedas,
versus,
las fragantes rosas,
el rocío y la razón que del alba perfuma
el sol que ríe al mundo infantes cantos.

La ficción de espejos
que destellan príncipes del celibato,
infiernos de labios,
columnas de robustos castillos
e inexpugnables conventos
macabros, fetos arrancados, vidas apagadas
masturbando la vida en cavernas
de utopías y héroes fantásticos,
rostros crucificados en la ignorancia
de sótanos y sotanas de un árbol
de mitos y dogmas, retablos dorados
sobre el filo de tu nombre
levantados, reyes intoxicados
que intoxican la sangre,
rostros que aúllan en la fronda
el sufrimiento de miserables cantos,
mendigos suplicando de tu mano
racimos de favores, clemencia, auxilio,
el nirvana no encontrado,
rostros que perfuman
tabernáculos, pulpitos, plegarias
que visten de explosivos, fanáticos
que en nombre de quien no conocen
ofrendan la perversidad de sus delirios,
la explosión de los malditos cuerpos artillados
arrojando sobre sueños arquitecturas colapsadas, multitudes confundidas, sangrantes, desmembradas, heridas madres
y sirenas indignadas, extremidades mutiladas,
mujeres ultrajadas, niñas violadas, casas incendiadas, frentes con el tiro de gracia,
guerras santas, santas maquinarias
de tortura, cruzadas, guerras cristeras, lanzas,
santas cuentas bancarias, ramilletes
de ambición, plegarias de dolor,
plagas en peregrinación, teatro y flagelación
y la crucifixión de la verdad
y la razón que aroma el verbo, mutilada,
sangre elegida, sangre que discrimina
el color y la fachada,

sangre de piraña que muerde y se desangra
y arranca del ser el portento de las alas,
la libertad del pez castrada, asfixia
la palabra, la homilía sumergida en libretos
de infiernos, paraísos sin tragedias, macabras
escenas de muertos levantándose
del polvo de sepulcros olvidados por el tiempo,
cuerpos ardiendo eternas llamas.
Deus.
De tí -sólo el nombre pronunciamos-
Del prodigio de tus manos
sólo guerras, flechas y misiles pensamos.
De tu grandeza
sólo sufrimiento, violencia, rabia, holocaustos
obsequiamos a la sangre. Abdicamos
el vuelo, renunciamos la vida. Del cuerpo
hacemos precipicios de hienas
y urgentes ciudades de gusanos putrefactos.
Amputamos el humanismo, el arte, el prodigio de las manos hace leño nuestro árbol.

Sonámbulos viajamos, muertos, caminamos
entre jaurías de cuervos insaciables
y el relámpago, entre la locura y el trueno.

La primavera viste de gala
el campo, la noche unge de estrellas
la mirada de los enamorados, el día
embellece las orquídeas, los peces
pulen los cristales, el diáfano miravalle.

Llueve: bajo el arcoíris -festeja la vida-
el concierto de los pájaros.











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