viernes, 26 de septiembre de 2014

HERSON BARONA [13.473]


Herson Barona 

(Ciudad de México, 1986). Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas y Estudios Latinoamericanos, ambas en la unam. Ha publicado en La palabra y el hombre, Periódico de poesía, Opción y Los suicidas, entre otras revistas. Ha obtenido premios de poesía, narrativa y ensayo; el más reciente es el Premio Nacional al Estudiante Universitario “José Emilio Pacheco” 2011 (poesía). Actualmente se desempeña en el proyecto “Ensayo y prosa de ideas en América Latina” del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (unam) y como editor de la revista Bonsái. Literatura mínima. Mantiene activo el blog variainvencion.blogspot.com y la cuenta de twitter @viajerovertical.


ECOS

Le doy la espalda al espejo 
y no sé si cuando no lo miro 
me repite al otro lado. 

Ahora que nadie me mira
me repito yo
—una y dos veces mi nombre,
como un eco que regresa—
para no desaparecer.

¿Pero si nadie me escuchara,
a dónde volvería mi nombre
si no al silencio?

Tal vez si le diera la espalda
también a las palabras
dejaría por fin de repetirme
aquí y aquí. Para siempre.
Y aunque alguien me escuchara,
mi nombre sería ya solamente
una oquedad oscura:
un espejo vacío que nadie mira.




REVELACIÓN

Revelar una fotografía:
abrirle la boca a la memoria
sumergida en lo oscuro del agua,
llevar una corriente a sus pulmones.
O lanzar atrás la red, 
siempre atrás,
para sacar del agua un cuerpo 
hinchado, un trozo de papel 
que se ilumina,
el recuerdo mojado escurriendo 
esquirlas de distancia
y constatar que el pasado nace ahogado.
Porque revelar una fotografía 
es erigir un monumento de ruinas,
hacer un homenaje
a todo lo que ya no somos.





RETRATO HABLADO

Me pondría frente al espejo 
y me diría 
     minuciosamente 
los rasgos,
los surcos de los días,
el lugar donde los ojos
descansaran tanta luz
y dos largos insomnios bajo ellos;
las ruinas que dejaron
antiguas explosiones 
de alegría, por ejemplo, 
o una falsa nostalgia inacabada.
La palabra rostro me diría.
Vería tal vez aparecer
mi rastro en el cansado azogue
y mediría
     minuciosamente
mis rasgos oscuros reflejados.
Me haría un retrato hablado
para este momento sordo.





ANCLAS

I

Un cuerpo contra otro cuerpo
sujetándose a la vida
como anclas lanzadas 
al vértigo de un abismo.

¿Quién es el ancla de quién?



II

Un cuerpo sostiene a otro
de este lado de las cosas,
un cuerpo que no se sostiene
de nada.



III

Nadie sostiene a nadie,
solamente nos juntamos
a descender
de dos en dos
mientras olvidamos la caída.





PARA QUEDARNOS SOLOS

Nos desnudamos
el nombre,
la piel,
también la voz
nos desnudamos
para quedarnos solos
del mundo
y de nosotros.





DICTADURA DEL CIELO

El cielo sostiene un ave
que sostiene un árbol que
sostiene un fruto que sostiene
una semilla que sostiene la vida.

El árbol es un verde canto alado
que se hunde en la tierra.
Su verdadero imperio se extiende
abajo, las hojas son un simulacro.

Las aves que se van también son
frutos del árbol que caen en
la azul angustia del cielo.

Tu corazón es un ave temerosa
que bate sus alas con rapidez,
con ganas de salir volando
desesperadamente.

El cielo sostiene un ave
que sostiene un árbol
cuyas raíces sostienen la tierra.

¿Pero qué sostiene al cielo?





HISTORIA DEL VIEJO MUNDO

un lento caer en lontananza
al más allá de una sombra que a todas luces enceguece
un distraído andar por estrechas calles
de nombres desangrados sobre sus aceras
pisoteando las ruinas de las ruinas de lo que seremos
un nuevo verbo para lo antiquísimo del momento
en que olvidamos sentir
una migración de sueños en desbandada
hacia el desfiladero de la vigilia
y la enumeración caótica de una apresurada biografía
que llega hasta el punto en que todo se detiene
la última frontera
                            usted está aquí
                            y una flecha que apunta a mis pies
                            aquí se desbarranca la nada
el sol descompuesto en haces de partículas suspendidas
la mañana bosteza frío y en el suelo un indigente
duerme sus cuatro grados celcius bajo el periódico
con las noticias borradas por el polvo
cuando los últimos tonos incandescen en mi insomnio
pero el mundo se queda palpitando en mis ojos muertos
y la vida desmayada se mira pasar ante sí en un instante
tengo los sueños atrapados en los párpados y no los cierro
lo que existe pende de una mirada y un adiós
esta boca es sorda y estos huesos míos
estoy parado ante el acantilado del fin del mundo
y le arrojo un fémur
              mi esternón
              la
                   m
                      é
                    d
                  u
                     l
                       a
ya no me muevo
todas mis palabras y mi corazón le arrojo
y sigo diciendo
porque yo no soy lo que perezco
y aún me queda demasiada vida por morir
habría que descorrer el cielo de la noche
los sueños de los párpados
habría que romper todo lo mudo
tomar un borde del fin del mundo
y volar en sentido contrario
para inventar cada cosa de nuevo
verlas renacer antiguas y recién sentidas
y una vez inventado el mundo
salir a buscarte con la ruta que trazaste
en este mapa que es mi cuerpo y tu fantasma
para ver renacer tu regreso
entonces    desde ahí   
comenzar a contar la historia del viejo mundo




PAUL CELAN REVISITADO

Si fuera hoy acaso el día
en que viniera Paul Celan
con los ojos negros de tanto morir,
una barba vieja y gris de horror antiguo
y el lenguaje largamente cansado
de no decir, sabría, si hoy hablar
de hoy pudiera, sin dudar sabría,
sin balbucear siquiera, sabría
que no se puede decir nada;
inventaría, con ecos luminosos
de la nada, neologismos del
silencio
           .
    .
.
Y sabría —si hoy viniera
a hablar— callar
siempre     solo
solo     siempre.





DESVERSOS

Habría que escribir
un poema de desversos.
Ir desmontando el lenguaje,
despacio,
y acercarnos por fin,
desangrando cada letra,
al silencio.






Postales desde el fin del mundo



This is the way the world ends Not with a bang but a whimper.
T. S. Eliot
 


Finismundi


La ruta de nuestra imaginación
se dibuja
con las palabras
que están adelante
de la última palabra
esperándonos a pronunciarlas. 


El mapa de este mundo
termina
         en mi futuro polvo:
El desierto de mi olvido. 


El mundo se extingue
como animal salvaje
y fuego doméstico,
como el refulgente cuerpo
de una mujer con labios rotos
en la fosa común de los besos muertos.
Mapa de todas las voces apagadas. 


Cuando el mundo ya no sea y los pronombres hayan sido desollados, nada nos quedará fuera de la sangre, ese mapa líquido con el que hemos regado la tierra. 




Final inextinguible 

Era una lluvia quieta que no caía
Era la noche lo que nos mojaba
Eran cielos que se mudaban a otras aves
Eran las despedidas alineada
al borde de un despeñadero 

Y son mis ojos que se rompen
como delgadísimo cristal contra
las cosas que se acaban
Son los colores dando la espalda
Fue sentir la fuerza de la nada
golpeándome el rostro, incinerando
todos los caminos de todas las memorias
Y gritar todo lo mío y esperar que no me oyeran 
dejar que el olvido se comiera mis últimos deseos
Pero fue también callar siete palabras
del otro lado del silencio
para no extinguir sus nombres
Fue llegar al fin del mundo con las manos vacías
y las distancias destrozadas
Fue llegar con la última sonrisa y una certeza
Aquí comienza lo que no se acaba




Tanto no morir 

No sé cuántas veces llevo ya de no morir.  
Pero la herida es un vestigio, un recuerdo.  
La constatación de un hecho:  
Aquí todavía estoy vivo.  
La vida está aquí dentro.  
Aún.
No sé cuántas veces ya.  
Sé que tengo cicatrices  
de accidentes a punto de ocurrir.  
Eso significaba que existías bajo  
la forma de una conjetura imprecisa y segura.  
Tú.
El dolor es una espera  
larga, ciega, calma.  
Y si sobreviví fue tan sólo para llegar  
al inhabitado descampado de tu encuentro.
No sé cuántas veces llevo ya de no morir,  
mas en tus ojos vi el color de la devastación.  
Lo vi y supe que estaba en el lugar correcto.  
Eres el único desastre del que no quiero salvarme.  
Después de ti no hay después.  
Eres el fin del mundo. 




El eco de la fuga

Toda palabra en el mundo es el eco de una voz.  
Habría que recordar que esto es una fuga  
l e t r a a l e t r a  
hacia el silencio. 




Souvenirs 

I

Fui al fin del mundo y lo único que te traje  
fue una roca de un leve verde  
casi apagado que imagina llover,  
y los estragos de tu falta. 


II

Llegaremos tarde a la muerte,  
no nos esperen vivos. 




Inscripción en el fin del mundo 

Todo termina y comienza otra vez
dentro de lo que decimos 
o antes, acaso detrás de cada letra.
El fin del mundo no se acerca
yo voy hacia él, éste es el trazo de su ruta.
Y como única sobrevivencia escribiré la palabra 
escribiré la palabra 
                              FIN




No hay comentarios:

Publicar un comentario