martes, 23 de septiembre de 2014

MARÍA ANGÉLICA LEÓN ROUX [13.425] Poeta de Panamá


María Angélica León Roux

Nació en Caracas en 1972. Panameña-Venezolana. Realizó estudios de Filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Tallerista de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, año 2001. Premio de poesía Gustavo Batista Cedeño 2003 en Panamá, con el poemario La paciencia de lo oscuro. Algunos de sus textos han sido publicados en diarios, revistas y antologías.



Del libro La Paciencia de lo Oscuro, 2004





YO HE DESEADO un mundo blanco
un cuarto
todo blanco
con paredes de cal pura
y una cama alba, leve

el piso ha de ser blanco
blanca ventana
suavemente las sillas
y una mesa
blancas.

Yo he querido un mundo
un cuarto,
un tiempo de estímulos
sólo blancos

yo he querido un cuarto tenue
donde el único color
brote de mi cuerpo
como una palabra humilde y perfecta
como la bondadosa imagen que he esperado.

Yo he deseado un tiempo blanco
con un ventanal de vidrios limpios
tan limpios
sin reflejos
con un ventanal de cortinajes
leves
blancos
yo he deseado ser vaporosa y leve
como un dosel blanco
en un cuarto
en un sueño
blancos.

Desde allí miro un prado verde
un prado, verde, como nunca el verde ha brillado
un prado que nace y procrea
como la luz de las cinco y media o de las seis
un prado en el que el sol
es un curvo horizonte
el dorado abrazo de las formas
una fina continuidad.

Yo he deseado un cuarto con vista al prado
una blanca levedad.





La paciencia de lo oscuro

Tirana
memoria
¿qué fruto me dejas
para el día?

El silencio
de una voracidad blanca.



No sabía que el dolor
usara un traje de pobreza



la paciencia
de lo oscuro.



Remoto origen de los ojos
te engarzo palabras


collar
tan tardío.



¿Cuál es
la forma del fuego
que de las ascuas crezca
sin negrura?


Aprendí a esperar
por todo lo que el silencio prometía

desde niña he aguardado mi casa
el anillo de palabras.

Impotente fragua
ésta de repetir
la ausencia
del oro.



Qué sé yo de lo brillante

hace tiempo soy
un fruto colgado.






a C. P.


Contigo
comienza mi silencio a hacerse agua
profundo pensar inverosímil
auge azul
de este vestir.


Busqué conocerme
¿a qué dios he ofrecido el sacrificio
para acabar
sin mundo y sin palabras,
sin un corazón como la noche
como esta frívola máscara,
tan pobre?


La promesa de mis talentos
como una raíz,
siempre en la oscuridad
de mis frutos.



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